Marcelita 08 – La Velada Romántica (Parte I)
La dulce y prohibida historia de amor entre un hombre y una niña…
Lunes. Vuelta a la rutina. Fabián observaba nervioso su reloj. Con todo lo sucedido ese fin de semana, no veía la hora de que su Marcela llegase con su madre, quien regresaba de su baja médica a la oficina. Por fin, la espera terminó. Entraron madre e hija, y directamente fueron a saludar a Fabián. Marcela y su hombre se volvían a ver luego de los intensos acontecimientos del sábado. Una sonrisa cómplice se dibujó en el rostro de ambos, pero debían mantener las apariencias para no levantar ninguna sospecha sobre su historia de amor prohibido por la sociedad.
Los días de la semana continuaron entre indiscretas miradas. Llegado el miércoles, Camila abordó a Fabián de la nada: <<Hoola Fabián>>. <<Camila, dime>>. Camila prosiguió con evidente vergüenza: <<Vas a pensar que soy una abusiva, pero vuelvo a recurrir a ti con la esperanza de que me puedas ayudar. Es que el fin de semana que viene, de mi otro trabajo me mandan a una capacitación fuera de la ciudad y pues.. No tengo con quién dejar a la niña. Entonces he pensado si puede quedarse contigo, sería hasta el domingo al mediodía… Por supuesto que te voy a dejar algo de dinero para sus cosas y..>> Fabián, con los ojos llenos de ilusión y tratando de disimular, la interrumpió: <<Camila, descuida. No se diga más, estoy para lo que me necesites, ya lo sabes. Y pues Marcela es una niña muy bien portada, es un honor que me la dejes a cargo>>. <<Pues muchísimas gracias, no tienes idea del peso que me quitas de encima.>> <<Para nada, yo me encargaré de que pase bien entretenida.. Tú despreocúpate>>. <<Excelente, entonces te la paso dejando a eso de las nueve el sábado>>. <<Como tú veas, de hecho estoy pensando que puedo pasar a buscarla y que vayamos a desayunar si te da tiempo y luego me la llevo para que se distraiga un rato al parque de diversiones, tengo algunas entradas de cortesía..>>. <<Vale, perfecto. Entonces quedamos así para el sábado a primera hora>>.
Fabián no lo podía creer. Tendría totalmente a su disposición a su mujercita. Su mente voló en ese instante. Un sinfín de posibilidades se abrían ante él. Sin perder tiempo, comenzó a gestar un plan que venía maquinando desde hace mucho: tras una cena romántica con postre y vestidos para la ocasión, velas, música, finalmente ir a la cama a hacer el amor durante la noche entera con su amada princesa. No dudó en reservar inmediatamente una cabaña con cama matrimonial en una casa de campo local. Por su parte, Marcela al enterarse tuvo que aguantarse el saltar de alegría y con una leve sonrisa le confirmó a su madre que estaba dispuesta a quedarse al cuidado de Fabián. Por dentro se moría de la felicidad. Y también comenzó a imaginarse cosas, aunque muy lejos estaba de imaginarse la de emociones y sensaciones que estaban por llegar a su corta vida… Fabián pidió salir una hora antes para ir a unas tiendas de ropa a buscar los atuendos ideales para la noche especial. En unas pocas horas lo tenía todo organizado y aún durante el jueves compró por Internet más cosas para hacer de la ocasión algo especial para los dos. Al salir de trabajar, pasó recogiendo la ropa ajustada a la medida de los dos: para sí mismo optó por una americana gris a cuadros, unos vaqueros juveniles y una camisa blanca de vestir. Deseaba verse impecable, pero no demasiado serio o aburrido. Al fin y al cabo, se trataba de una niña con quien estaba saliendo. Y para su princesa, decidió comprarle un vestido de noche color rojo carmín y otros accesorios que harían de la velada una de las mejores noches de sus vidas.
¡Por fin llegaba el tan ansiado fin de semana! Era la mañana del día sábado y Fabián, bastante puntual a las 7:30 de la mañana, ya estaba listo para salir. La emoción casi no lo dejó dormir al pensar y sentir cómo sería su día en el parque de diversiones junto a su mujercita, y en especial la velada romántica. Quería que todo saliera perfecto y la ansiedad no lo dejaba tranquilo, sin embargo, procuraba mantener la calma. Introdujo todo lo necesario para ese día, entre ropa y accesorios, en dos maletines grandes. Procuró no dejar nada a simple vista para evitar dar explicaciones. Se dio un último vistazo en el espejo del corredor de su apartamento. Como iba a ser un día movido, no se complicó demasiado y trató de verse atractivo para su niña y al mismo tiempo estar relajado con ropa cómoda. Llevaba unas zapatillas deportivas, jogger negro ajustado y una camiseta azul negro en cuello V. A parte llevaba, entre los maletines, la ropa que pretendía usar para la noche.
A paso veloz llegó a la puerta del apartamento de Marcela y sin esperar tocó la puerta, eran las 8:10 de la mañana, aunque intentó alargar la espera no pudo más, pasaron algunos segundos y detrás de la puerta apareció Camila: <<Hola Fabián, ahora viene la niña. ¡Apúrate, Marcela!>>. Y ante los ojos de Fabián apareció Marcela; vestía una ajustadísima blusa color azul que remarcaba sus pequeños limoncitos, una falda de mezclilla blanca a la altura de la rodilla y unas sandalias de color azul claro. Se veía espectacular. Parecía una barbie de carne y hueso. C: <<Mi niña, necesito que te portes muy bien y no te metas en problemas y obedezcas a Fabián en todo, ¿entendiste?>>. Marcela, estupefacta, no podía contestar debido a la gran emoción; sin embargo, el deseo de irse inmediatamente con Fabián le dio un empujón anímico y contestó: <<Claro que sí mami, no te preocupes por nada, voy a portarme muy bien, no le voy a ocasionar nada de problemas a Fabi, todo lo contrario, te lo prometo>>. C: <<Está bien, te creo Marcelita, entonces coge la maleta, más tarde te llamo>>. Ipso facto la niña tomó la maleta, se despidió de su madre que le dio mil besos y con una sonrisa de par en par, se dirigió junto a Fabián hacia el ascensor. Era lo que tanto deseaban y se hacía realidad. Como siempre salieron del edificio sin afán y con disimulo, pero al entrar en el sótano donde se encontraba el auto, no tardaron ni un segundo en fundirse en un tierno y fresco beso matinal. M: <<Te extrañé mucho>>. F: <<Yo también, princesa>>.
Salieron del parking y empezaron su camino hacia el parque de diversiones, no sin antes detenerse a compartir un pequeño desayuno entre risas y caricias disimuladas. Estando en el parque de diversiones, no tuvieron que hacer fila, pues Fabián había adquirido las entradas más costosas que le otorgaban la libertad de saltarse los aburridos controles y las filas interminables. Al ingresar al parque, nunca se soltaron de la mano, todo el tiempo caminaron tomados uno del otro y se reían al ver como nadie notaba algo extraño. Para iniciar el día, empezaron con un recorrido tranquilo, observando las diferentes atracciones para ver en qué orden se subirían. La primera seleccionada, fue la de los coches chocones, en esta, ambos reían frenéticamente. Era el inocente comienzo de un día inolvidable, pero sobre todo muy sexual, en donde ambos, sin esperarlo, fueron tomando el rumbo que en el fondo tanto les encantaba y entre juego y juego, la tensión sexual fue aumentando. Para la segunda diversión la casa de los espejos fue el lugar seleccionado, allí ambos tropezaban y se reían a lo tonto por la torpeza en los movimientos, en determinado momento, Marcela tomó las manos de Fabián y las colocó sobre sus hombros, quedando la niña delante del hombre, diciéndole: <<yo te guío>>, pero Fabián de inmediato percibió algo extraño: la niña se juntaba de forma obvia contra su cuerpo y especialmente su espalda contra la entrepierna del hombre, es como si buscara la manera de sentir el cuerpo de Fabián a como diera lugar. Sin más, lograron atravesar el laberinto y salir bien librados y sin muchos golpes del intrincado lugar. Así se fue un buen rato, realmente gran parte del día, entre risas, juegos, coqueteos, caricias y emociones intensas. Fabián y Marcela se entregaban más y más. No lo percibían, pero el sentimiento de cariño romántico y la atracción física, además del lazo emocional, se ensanchaban y hundían sus raíces hasta lo más profundo de sus seres.
Después del mediodía, cerca de las 3pm, Marcela le propuso a Fabián que se subieran a la montaña rusa. Al ser un parque temático, la montaña rusa partía de un túnel completamente obscuro, por lo que Marcela hábilmente aprovechó la ocasión.. Subieron al carrito y, sin ningún disimulo, la niña se le sentó en las piernas a Fabián. Marcela jaló su falda hacia arriba para que su ropa interior quedara directamente sobre la verga de Fabián, quería sentir mejor esa cosa dura debajo de sus nalguitas. El chico encargado del tren se dio cuenta, pero lo vio hasta cierto punto normal entre padre e hija. El viaje inició y Fabián empezó a frotarle la verga parada entre los cachetes del culito, mientras su mano derecha hurgaba entre las piernas abiertas de Marcela, que, aprovechando los gritos de los demás niños, se daba el lujo de gemir de placer. Entonces Marcela apoyó sus dos manitas sobre la de Fabián y la apretó contra su estómago. Le gustaba sentir la verga parada y grandota de su hombre adulto frotándose contra su rico traserito, se había vuelto adicta a ello y no le importaba ya que la gente se enterase. Era tanto el erotismo que Fabián se abrió disimuladamente la bragueta y se sacó la verga. El pene de Fabián sobresalía por la parte de delante aprisionado por los muslos de Marcela. <<Mira, soy un chico ahora jaja>>, dijo la niña con total inocencia. Así continuaron durante todo el recorrido hasta volver al punto de partida, punto donde ya se habían recompuesto. Fabián le pidió a Marcela que caminara delante de él, pero bien cerquita, como para cubrirse un poco la erección. Ahí estaban, como dos novios, dando rienda suelta a su pasión a la vista de todo el mundo. Fabián recuperó la compostura: <<Mi niña, no podemos andar haciendo estas exhibiciones por ahí, si alguien nos ve y se entera tu madre, estamos muertos>>. M:<<Ay, pero es que me gustas mucho…>>. Ambos salieron apresurados del juego y con el corazón a mil, pero con una sonrisa bastante notoria, pues una vez más, a pesar de estar al borde de ser descubiertos, se salieron con la suya. Estaba siendo la cita perfecta. La tarde avanzó y entre risas, juego, diversión y un delicioso helado que fue el toque perfecto sobre las 6:40 de la tarde, el día de parque de diversiones llegaba a su final. Sobre las 7:30, mientras el sol caía y las sombras se apoderaban del lugar contrastadas por las luces encendidas de los juegos en el parque, Fabián recibió una llamada de Camila. Acordaron con Fabián que apenas salieran del parque, irían hacía la casa de este a cenar y que la niña se acostaría temprano. Nada más alejado de la realidad. F: <<Vale mi niña, le acabo de decir a tu madre que vamos para mi casa y que te vas a ir a la cama temprano, pero realmente yo quiero proponerte otro plan. Un plan que tiene que quedar entre nosotros dos, ¿vale?>> M:<<¡Vale! Pero, dime de qué se trata>>. F: <<Pues… Es una sorpresa que quiero que compartamos juntos. De momento solo te adelanto que iremos a cenar y a pasar la noche a un lugar muy especial, así es que prepárate..>>
La ansiedad se apoderó de la pequeña. Así entre algunas palabras más y sonrisas entre comentarios, llegaron hasta el auto y allí estando una vez dentro, se besaron deliciosamente. Fabián aprovechó para darle de besitos en el cuello y disfrutar de su olor de niña. Salieron del parque de atracciones y Fabián quiso llevar a Marcela a uno de los miradores que estaba de camino al destino final, para que observara la ciudad en todo su esplendor, en medio de una noche fresca y tranquila como era esa. Aparcó sobre el pasto a la orilla del camino y allí bajaron del auto para ver la ciudad en el anochecer. Se tomaron de la mano y juntos miraron el eclipsado paisaje de las luces y las sombras. M: <<Wow! Es bellísimo, nunca antes había venido acá, nunca había visto la ciudad así>>. F: <<Jajaja ¿te parece mi amor? Esa era la idea, que lo disfrutes, realmente la vista es muy bella, casi como tú>>. Estuvieron así cerca de dos minutos, tomados de la mano, respirando el aire fresco de la noche y disfrutando en silencio de la ciudad. <<Marce, quiero que sepas que he pensado mucho en este momento. Quiero que esta noche sea la más especial de nuestras vidas>>. Al oír estas palabras, la niña se volcó hacía él, y buscando su boca con energía lo besó tremendamente y con vertiginosa ansiedad. La intranquilidad de Marcela se debía a que deseaba acercarse a Fabián, pero no sabía cómo. Hasta ahora, para la niña, los momentos donde más había logrado traspasar la barrea de la timidez y la desconfianza, era cuando la fogosidad sexual la dominaba, pero luego, es como si de nuevo entre los dos, al menos para ella, se tendiera un velo y no supiera cómo rasgarlo, quizá por la evidente diferencia de edades. Por eso, este acto de besar sorpresivamente a Fabián, fue enérgico, pero algo torpe en el movimiento, pues no lograba empatar las ideas y coordinar exitosamente sus intenciones, aun así, significó un enorme avance, pues con esto, la niña mostró que ya no podía contenerse más. El viento nocturno acariciaba sus rostros, mientras se sumergían en un profundo beso, con la ciudad y sus luces en el fondo. No podía ser más perfecto. Al terminar su beso, decidieron subir al auto para continuar ascendiendo la montaña. Llegaron hasta el hostal de montaña y pasaron a recepción para hacer el check-in. Luego Fabián fue a por los maletines al coche y ambos subieron hasta la habitación. Al cerrar la puerta, se volvieron a fundir en un apasionado beso de amor y desenfreno. Estuvieron a punto de calentarse más, pero Fabián lo tenía todo planeado para que la noche fuese mágica: <<Mi niña, me voy a duchar en nada y luego tú te duchas mientras yo preparo lo que nos vamos a poner de vestir esta noche, ¿vale?>>. La niña asintió con la cabeza y se quedó tumbada en el sofá viendo la televisión. A los pocos minutos, Fabián salió de ducharse y luego de darse un beso de piquito, Marcela se metió a la regadera. Mientras tanto, Fabián se vistió rápido y comenzó a ambientar la habitación con velas alrededor y, con pétalos de rosa, formó un enorme corazón rojo en la cama; y, lo más importante, preparó el vestuario de Marcela, incluyendo un conjunto de ropa interior de lo más sensual.. La niña salió de la regadera y Fabián entró al amplio baño de la habitación con la ropa de Marcela. Quería vestirla allí adentro del cuarto de baño para que la ambientación de la habitación fuese una sorpresa tras la cena que ya los esperaba abajo, en el restaurante del lugar. Fabián se dispuso a sacar de uno de los maletines negros, un impresionante vestido de noche color rojo, unas zapatillas negras y una tiara plateada para sostenerle la melena a su princesa. Y después, sacó una bolsa de una reconocida tienda de lencería. De ella extrajo un conjunto interior talla 3XS conformado por un sujetador rosa con leve relleno y una tanga de encaje a juego, con dos listones a cada lado de las caderas. De otra bolsa, sacó unos zapatos de plataforma en la misma tonalidad rosa. <<¿Y eso?>>, preguntó Marcela con auténtica curiosidad. F: <<Es para una niña hermosa que para mí es toda una mujer… ¿Lo lucirías para mí, bebé?>> M: <<Nunca he usado ese tipo de ropa, mi mamá dice que hasta que ya esté más grande… pero me encantaría llevarla para ti.>> Entonces, Fabián al borde del desenfreno se contuvo. F: <<Vale, mi niña. Las plataformas son para usarlas acá en la habitación cuando regresemos de cenar. Me salgo un momento y me llamas cuando ya estés vestidita, ¿vale?.>> M: <<Vale, a ver si me puedo poner todo esto jajaja…>> Y al cabo de unos 15 minutos… M: <<Creo que ya estoy, puedes pasar si quieres mi amor>>. Rápidamente Fabián entró al baño con enorme curiosidad y lo que se topó ante sus ojos casi le vuela la tapa de los sesos. Quedaba ante él una hermosa mujercita, ataviada para la ocasión.
Marce tímidamente le modelaba de lado a lado el vestido a Fabián, quien estaba simplemente boquiabierto: <<Eres la mujercita más bella de este mundo>>. Le dio un cariñoso beso en la frente y mirándola a los ojos, le dijo: <<Allí afuera nos esperan algunas cosas nuevas para los dos. He preparado algunas sorpresas como las que ya has visto para que podamos disfrutar muchísimo de esta noche juntos y amarnos entre nosotros. Así es que vamos.>> M: <<¡VAMOSSSS!>>. Entonces, antes de salir del baño, Fabián cubrió cuidadosamente los ojos de la niña con sus manos para que no viese cómo lucía la habitación. Salieron de la misma y se dirigieron al restaurante del lugar. Al llegar, se encontraron con una zona a media luz, música relajante y una mesa dispuesta con el menú a disposición. Fueron recibidos por el capitán y les ofreció las primeras bebidas. Optaron por tomar unas simples sodas y agua. Luego ordenaron la cena y todo transcurría con perfecta armonía, pero cuando ya estaban cenando, Fabián notó que Marcela quería decirle algo, pero no se animaba. F: <<¿Te pasa algo, corazón?>>. M: <<Ay, es que dije que no te lo iba contar, pero… bueno, al final creo que es bueno que sepas que…>>. F: <<Dime, mi niña, no me dejes con la intriga>>. M: <<Pues es que el día de mi cumpleaños, esa noche más bien, después de que hicimos cosas en mi habitación, cuando fui al baño a hacer pis… me dolía mucho mi cosita y… pues resulta que… que oriné con sangre…>> F: <<¡Mi niña!>> M: <<Pero solo fueron una o dos veces, después se me quitó y ya no me dolió más…>> Fabián supo en ese momento que al penetrarla levemente, la había desvirgado. Un enorme deseo se desató dentro de sí, pero trató de disimularlo puesto que estaban en el comedor del hostal. Tomó a Marcela de la mano y la miró fijamente a los ojos: <<Gracias por contarme algo tan importante para mí, quizá ahora no lo dimensiones, pero ese sangrado indica que ya eres toda una mujercita, mi mujercita. Y quiero que sepas que te voy a cuidar siempre y voy a evitar hacerte cualquier daño>>. M: <<Yo lo sé. Sé que una pierde la virginidad al hacer el amor con su hombre. Y estoy muy feliz de que haberlo hecho contigo. Te amo.>> F: <<Yo también te amo, mi Marcelita>>. Y la besó en la mano. Era la confirmación de su amor. Fabián hubiese querido en ese momento alzarla entre sus brazos y gritarle al mundo cuánto la amaba y la deseaba. F: <<Quiero darte algo muy especial.>> Fabián sacó una pequeña cajita alargada y se la dio a Marcela, quien la abrió y miró con grandes ojos. M: <<Wow! ¿Esto es para mí, en serio?>>. F: <<Sí mi niña, deja te ayudo a ponértelo y allá arriba ves cómo te queda de hermoso>>. Fabián le levantó la melena y le ayudó a ponerse una cadena de plata. M: <<¡Gracias!>>. La niña se levantó de su silla y en un genuino gesto, abrazó a Fabián. Ambos sonrieron. Algo de romanticismo se notaba en la atmósfera, por la decoración temática del lugar. De cuando en cuando, se tomaban las manos y se acariciaban con gran disimulo para no ser vistos, aunque la verdad no había nada que temer, pues nadie sospechaba de “un padre y una hija”. Finalmente, después de comer deliciosamente y hasta de brindar sin nada de alcohol, pusieron rumbo de vuelta a su habitación..
Me encanta tu saga… desde la primera me engancho..espero con asia más de esta historia… de eso prohibido.