Marcelita 09 – La Velada Romántica (Parte II)
La dulce y prohibida historia de amor entre un hombre y una niña…
Como dos amantes, aunque intentando proyectar una imagen de padre e hija, Fabián y Marcela caminaban de la mano por los jardines del hostal, como intentando alargar la espera de lo que ambos entendían que estaba a punto de ocurrir.. Tras algunos minutos, decidieron no esperar más y subieron. Al final de las escaleras, Fabián levantó en brazos a su niña y juntos entraron a la habitación como dos recién casados. Al ingresar, Marcela no podía creer lo que sus bellos ojos cafés veían: la luz era tenue a través de algunas velas aromáticas y de lámparas a mediana luz, algo de música suave y un olor muy erótico producto de las mismas velas e inciensos. Fabián hizo descender de sus brazos a Marcela y quedaron de pie frente a frente. La diferencia de estaturas hizo que Fabián se agachase para clavarle un apasionado beso a su mujercita. Esta interrumpió el beso porque se acordó de ponerse las plataformas de más de 12cms a juego con su ropa interior. Se las colocó torpemente y con la ayuda de Fabián y ya con el outfit en plenitud, empezaron una danza lenta al ritmo de la música de fondo. El momento era tan íntimo, tan cargado de amor puro y sincero. Puesto que la diferencia de estaturas ya no era tanta por las plataformas, Fabián aprovechaba para besar delicadamente en el cuello y los hombros a su doncella. Luego e instintivamente, le desapuntó el vestido de los hombros y se lo empezó a bajar lentamente. Centímetro a centímetro, el vestido rojo descendía por el cuerpo de Marcela, dejando al descubierto un espectacular conjunto de lencería… Fabián se separó unos metros para apreciar tal belleza monumental. En eso, Marcela se acordó de su promesa y empezó, a su manera, a modelar para Fabián…
Era tan delgada, pero su cuerpecito ya tomaba formas de mujer. Tras varios minutos de una espectacular sesión de modelaje, Fabián y Marcela se volvieron a besar, pero esta vez con una lascivia total. Sabían que esta vez realmente no había marcha atrás, que tenían todo el tiempo para dar rienda suelta a su amor. Fabián se deshizo de su americana, mientras Marcela comenzó a desabrocharle los botones de su camisa. Con el torso al descubierto, Marcela tomó de la mano a Fabián y juntos se acercaron a la cama que lucía un enorme corazón de pétalos y más pétalos por todas partes.
M: <<¿Te lo puedo chupar, mi amor? Tengo muchas ganas de probarlo…>>. Fabián estaba atónito y con una excitación desbordada por todos los acontecimientos del día. <<Hoy podemos hacernos de todo, mi niña>>, respondió. Al llegar a la altura de la cama, Marcela observó una caja que al parecer era de chocolates. M: <<¡Ay, trajiste chocolateees, yo quiero, yo quieroooo!>>. F: <<Por supuesto, mi niña.>> Marcela, con total curiosidad y forma de ser infantil propia de su edad, se abalanzó sobre la caja y sacó un par de chocolates. Eran chocolates negros y algunos con alcohol. M: <<Ay, son bien fuertes>>. Marcela se metió uno a la boca, lo saboreó y luego se lo ofreció a Fabián, quien no dudó en recibirlo. Este a su vez lo saboreó y así se lo estuvieron pasando varias veces. Era un juego erótico e inocente a la vez. Luego Fabián tomó otro chocolate y se lo comenzó a pasar a Marcela por los hombros, el cuello, el rostro… para luego metérselo a su propia boca. F: <<Este me lo voy a comer solo yo, porque tiene gustito a ti>>. M: <<Ay, no se vale.. Yo también quiero>>. Pero Fabián ya estaba a otra cosa, acariciaba a Marcela quien estaba de pie frente a él. Le acariciaba la espaldita, el culito, las piernas, volvía a subir y ahora se centraba en acariciarle el pecho plano por encima del relleno del sujetador. Mientras tanto, Marcela trataba de desabrocharle el cinturón a su hombre, este la ayudó y se lo terminó de quitar. La niña continúo su aventura y le desabrochó el pantalón a Fabián, y sin apenas ayuda le terminó de bajar la bragueta. Fabián seguía alternando besos con caricias, pero presa del deseo se terminó de bajar pantalón y bóxer de un solo movimiento, quedando totalmente desnudo frente a Marcela. Inmediatamente después, Fabián le comenzó a quitar el sujetador a su princesa. Lentamente le desapuntó los pines de la prenda de encaje, quedando la nena completamente desnuda de cintura para arriba. Ella misma se apretó ambos pezones con sus manitas; gimió suavemente. Extendió la mano y guio la de Fabián hacia su infantil pecho plano. Fabián estaba totalmente hipnotizado por esa niña de 9 años de edad. El pene le latía sin control. Todo lo que sabía era que esa noche quería disfrutar de todos los encantos de esa pequeña niña. Separó sus palmas de las manos alrededor de su delgado tórax y la atrajo más cerca de él. Ella suspiró con anticipación, sabiendo muy bien lo que estaba a punto de hacer… La boca de Fabián se posó en uno de sus pezones. Fabián deslizó una mano abajo de la cintura delgada y sobre sus caderas inexistentes, y apretó sus pequeñas nalgas. Ella envolvió sus bracitos alrededor de su cabeza, mientras jadeaba de placer al sentir la lengua de su hombre lamer sus pequeñas aureolas hinchadas y notar una de sus manos apretar su traserito. La erótica conexión entre hombre y niña era tan fuerte. Tras esto, Fabián se puso de pie frente a ella y, aprovechando la diferencia de estatura, empezó a restregarle la verga a la niña en los senitos; lentamente le pasaba la verga por las inexistentes tetas, mojándolas en abundante líquido preseminal. Luego, como simulando un imposible collar de perla, ahuecaba el pecho de la niña con la verga en medio de este, como intentando juntar ambas tetitas… Parecía obsesionado con aquel pecho plano, le rozaba la punta del glande sobre los rosaditos pezones de niña. Fabián se sentó al borde de la cama y ayudados por la diferencia de estatura, la tomó de las caderas, se la acercó entre las piernas y le comenzó a rozar la verga en la vaginita por encima de la tanga de encaje, con la niña de pie frente a él. Se miraban a los ojos mientras la nena comenzaba a mover sus caderitas adelante y atrás para sentir lo largo de la verga por toda la rajita. F: <<¡Uff! Qué rico, mamacita. Qué rico cómo me follas con tu conchita>>. <<Me gusta mucho, se siente bien mi amor>>, respondió Marcela al sentir el roce. Siguieron así unos segundos entre besos. <<Date la vuelta, bebé>>, le pidió Fabián. Esta lo hizo, mientras Fabián le acomodó la verga por detrás, entre las nalgas y esta le sobresalía por delante a la nena. Esta reanudó el movimiento de caderas, mientras que con una mano masturbaba el sobresaliente de verga y con la otra se sostenía del cuello de Fabián. Este por su parte le acariciaba los pezoncitos con una mano y con la otra la sostenía de la cintura. <<¿Puedes juntar un poquito más las piernas, mi amor?>>, le dijo Fabián al oído. La nena obediente le aprisionó bien la verga entre los muslitos sin detener el movimiento de caderas. El contacto era exquisito, amplificado por la tela de encaje. F: <<Mhhmm.. Qué rico se siente, princesaaa.. Me encanta tu colita, tus piernitas..>>. Marcela tenía los ojos cerrados y mordiéndose el labio inferior, dijo: <<Me gustas mucho, ¿me dejas chupártelo y dejártelo bien mojadito?>>. F: <<Claro que sí, mi amor>>. La niña giró el cuello y se besaron con pasión, con lenguas, con todo su ser. Marcela se giró y se le hincó entre las piernas. En eso, Fabián la detuvo y le dijo: <<Mejor siéntate tú al borde de la cama, bebé>>. Se levantó y cambió de lugar con ella, la sentó en la cama y se paró frente a ella, acercándole la polla a centímetros de la carita. Marcela tomó la verga de Fabián con sus manitas y por reflejo, bajó su mano descubriendo el brillante glande, inhalando el aroma de pene de su hombre. M: <<Qué rico huele…>>. Movía su manita de arriba abajo y Fabián la miraba con ternura desde arriba, mientras ella lo masturbaba suavemente; él ya estaba demasiado excitado, la tomó de la cabeza con ambas manos y poco a poco le acercó la verga a la boquita. F: <<Chúpalo, bebé>>. Marcela le pasó la lengua en todo lo largo, abrió su boca lo más que pudo y el glande se introdujo en su boca, su lengua probó el sabor de la verga salada de su hombre, chupó sin dejar de masturbar lo que no estaba en su boca. Los pensamientos de forzarle el pene en su garganta se desvanecieron en la emoción y la belleza del momento. F: <<Te ves absolutamente deliciosa mi amor.>> Marcela se deleitaba con el sabor; para ella eso ya era un manjar. M: <<¿Te está gustando?>>. Fabián no podía ni responder, ya movía sus caderas de atrás a adelante saboreando el momento, ahora la tenía sujeta de la cabeza… Se la estaba cogiendo delicadamente por esa boquita de bebé. Fabián se retorcía de placer, sentía esos labios carnosos y dientes finísimos saciándose con su masculinidad, mientras su niña lo miraba directamente a los ojos. Estuvo a punto de alcanzar el orgasmo, pero se detuvo.
Marcela sin decir nada se dio la vuelta y se tumbó en toda la cama boca arriba y su cabeza colgaba del borde de la cama. Fabián estaba de pie, se agachó y la besó de revés, como el mítico beso de Spider-Man. Luego, ella abrió su boca y sacó obscenamente su lengua. Fabián entendió la invitación, le acercó la verga a la boquita y, al borde de la locura, con sus manos recogió sus cabellos y sujetó la cabeza de la niña. Instintivamente Fabián le metió el glande en la boquita y quedaron en una especie de 69. Se agachó y empezó a comerle la panochita y ella se metía lo que podía de verga en su boquita. Fabián podía ver cómo la garganta de la niña se abultaba cuando le metía casi la mitad de la verga… Era una escena de garganta profunda. Enseguida, Marcela empezó con las arcadas hasta casi vomitar. Sus huevos chocaron un par de veces con la nariz de la niña. La saliva le salía por las comisuras de la boquita y por las fosas nasales. Fabián no quería que Marcela se sintiera incómoda, por lo que se contuvo de seguir en esa posición y sugirió cambiar: <<Mi niña, yo me tumbo y tú te pones sobre mí.. Como haciendo un…>> <<¿Un 69?>>, preguntó Marcela, recuperando la respiración. Fabián no lo podía creer, estaba creando a toda una adicta al sexo. F: <<Sí mi amor, ven.>> Fabián se tumbó boca arriba y Marcela se postró sobre él del revés. Agarró sus caderitas infantiles y puso su vaginita brillante y mojada al alcance de su lengua sedienta. Por su parte, Marcela comenzó a masturbar a Fabián. La recámara estaba llena de ropa suelta, habían aventado todo sin fijarse donde caía. Los pétalos sobre la cama recordaban lo especial de la situación. Entendiendo el rol de la posición en la cual fue ubicada, Marcela retomó la felación de la cual comenzaba a volverse adicta. Fabián mordía sus nalgas, las escupía, las lamía, relamía, revoloteaba su vaginita como un tornado para hacerla gemir. La imagen era sublime: Marcela ahogaba sus gemidos de placer en la cabeza de la verga de Fabián, quien le pasaba toda la lengua por la rajita. El hombre degustaba la raja infantil, se deleitaba en su aroma. Su lengua buscó y encontró su pequeño clítoris. Se sentía tan celestial, tan pequeño. Se endureció bajo el toque de la lengua de Fabián, quien la movía alrededor de él, rodeándolo. Al oprimir su boca con fuerza contra su pubis, la lengua entraba en su canal. El infantil clítoris se hizo más firme y erguido en virtud de la lengua suave que lo acariciaba. La hacía ver estrellitas con su lengua, por poco y ella se orina de placer en su rostro y en compensación, al mismo tiempo la niña le mamaba la verga como podía, haciendo que Fabián pusiera los ojos en blanco y abriera su boca de placer. F: <<Ahhh… Me vas a hacer acabar enseguida si sigues así bebé…>>
En medio de ese 69 hermoso, Marcela se sacó la verga de Fabián de la boca y entre hilos de saliva llenos de burbujas, alcanzó a pronunciar con voz entrecortada: <<¡No te vayas a venir… Métemela ya, por favorrr!>>. Se separaron, Fabián se puso de pie y vio como Marcela se giraba para quedar en clásica posición de misionero. La niña lo esperaba con las piernas abiertas, con su boca aún brillando por la baba en su alrededor; ella solita se corrió las braguitas a un lado. Fabián se acercó besando sus hermosos y suaves labios. Podía sentir la pasión creciendo en su tierno cuerpo joven. Luego se separó de esa jugosa boca infantil, bajó a su mentón lindo, lamiendo su cuello delgado y encontrándose una vez más su hermoso y suave pecho plano. Bajó aún más hacia su estómago plano y liso, lo besó. Ahora su lengua con avidez se trasladó a la zona de la vagina. El olor a bebé limpio añadía aún más al inmenso placer que Fabián estaba experimentando. Ella abrió las piernas bien separadas de nuevo, se sostuvo la tanguita a un lado, y le dio espacio a Fabián para poner la cabeza entre sus piernas y la boca contra su pequeña rajita. La lengua de Fabián se deslizó en su cavidad púbica y lamió y chupó su coño pre-adolescente. Su vulva, el clítoris y la vagina abierta le brindaron todos sus secretos y texturas, sabores y aromas. La lengua fue más profundo; Fabián podía sentir los pliegues y texturas de las regiones ocultas de esa vagina prepúber de Marcela. Marce estaba jadeando, gimiendo y gritando. Fabián miró hacia arriba y vio, a través de su pequeño cuerpo delicado, su bello rostro demostrando las profundas emociones que pasaban a través de su cuerpo. Su hermoso rostro estaba desencajado… M: <<Métemela.. Por favor te lo pido, ya no aguanto las ganitas…>> Entonces, Fabián se posó sobre Marcela y su pene quedó en la entrada de la rajita. Dio un pequeño brinquito cuando el glande se presionó en la entrada de su vaginita, se dejaron de besar y ella puso cara de miedo. Por vez primera estaban a punto de hacerlo abiertamente y no “por accidente” como la otra vez. Las manos infantiles de Marcela sostenían las caderas masculinas, jalándolo hacia ella. La excitación era máxima y ambos lo sabían. Ella en eso soltó una leve risita, sabía porqué el pene de Fabián estaba tan rígido y duro. Era a causa de ella, su pequeño y maravilloso cuerpo tentador y lo que estaban haciendo. Fabián le restregaba la verga en la entrada de su vaginita de ninfa. Sentía como ese capullito rosado, de carne suave y húmeda, palpitaba extasiado. F: <<Aquí vamos mi amor, si te duele avísame>>. M: <Mhmmm>>. No entraba, quizá eran los nervios o lo emotivo del momento. Fabián se puso saliva en el glande y empezó a juguetear en su pubis. Marce volvía a gemir con ímpetu. Otra vez se dispuso a penetrarla. Luego de varios intentos más, el glande entró finalmente y ambos gimieron de auténtico placer. La excesiva lubricación hizo que la verga se resbalase fuera a los pocos segundos. Cuando Fabián intentó penetrarla otra vez, notó que Marcela hacía esfuerzos por disimular el dolor; sus uñitas se clavaban en sus brazos. La vaginita volvió a ceder ante una nueva embestida. Fabián le dejó la cabeza dentro de su conchita por unos segundos y con su mano derecha comenzó a masturbarse. Marcela empujaba su caderita tenazmente; poco a poco la cabeza atravesó por completo su hoyito carnoso, en un mete y saca lento y erótico. Sus paredes vaginales por fin se dilataron un poco, facilitando el coito; los dos gemían a estas alturas como gatos en celo. F: <<¡Diooooosssssssss, qué cerradita estás mi amor…! Ricura, mmmmmhmmmm cómo me la aprietas lindura…>> En ese instante, Marcela levantó su cadera al mismo tiempo que Fabián empujaba, haciendo que le entrara más. M: <<AHHHHHH AYYYYYYYYYYYYYYYY>>. Por el gemido de él y el grito de ella, se adivinaba que este fue el momento en el que Fabián desgarró el himen de su mujercita por completo. M: <<¿¡Entró toda!?>> F: <<No mi amor, falta la mitad>>. M: <<OK…>>. Marcela abrió los ojos como platos y volteo a ver su entrepierna constatando que aún faltaba la mitad de verga, dejó caer su cabeza en la cama mirando el techo, abriendo su boca porque Fabián empujó otro poco. Sentía que la verga le llegaba lo más profundo, como nunca algo le había llegado. Sí sentía dolor, pero también placer al percibir como su rajita dilataba a su máxima capacidad. Era de largo lo mejor para los dos. Ella dio un fuerte grito cuando Fabián metió más, quedando solo una pequeña porción fuera de ella. Ya estaba, estaban cogiendo. La nena pasaba de agarrar las caderas a la espalda de su hombre y regresaba a las caderas, acariciando sus nalgas, estaba como poseída. Fabián se sentía el hombre más feliz de la tierra, estaba cogiendo con su princesita y disfrutando la “desfloración completa”; metió su lengua en la boca de la gimiente Marcela y se enlazaron en una danza lingual. Luego continuó con el movimiento de caderas y le levantó las piernas, sosteniéndola de las plataformas.
M: <<Chúpame el cuello, mi amor>>.
F: <<¿Por qué, mi niña?>>.
M: <<Porque te amo y quiero que todos sepan cuanto te amo y que tengo dueño.>>
<<No puedo hacerlo, mi amor, te lo verán>> —decía él sin dejar de bombearla lentamente.
<<No me importa>>—decía ella desesperada moviendo su cadera para excitarlo más y que le marcara el cuello.
<<No bebé, no es prudente>>—decía Fabián sufriendo por no poder hacerlo.
M: <<Bueno, hazme una marca con tu boca donde solo tú la veas>>— los ojitos de ella eran de súplica.
La verga de Fabián palpitó, se excitaba aún más con lo que ella le pedía. Se sentía en la gloria. Lentamente fue bajando desde el cuello, incluso le sacó la verga para poder bajar bien. Chupó la teta izquierda como si quisiera sacarle leche materna. <<Aaahhh>> —Marcela gimió sintiendo que ahí sería la marca, pero Fabián se sacó su pezoncito de la boca y siguió bajando. Se detuvo en el abdomen plano de la niña, le estuvo besando y chupando el ombligo, bajó un poco más y lentamente le lamió la raja que estaba más que mojada, primero la besó por encima de la tanga y luego la hizo a un lado para lamerle la panochita directamente. Regresó al monte de venus cubierto por la tanga y se la bajó solo unos centímetros para revelar la ingle. Ese era el lugar ideal para marcarle la piel, hacerle saber quién era su dueño y que nadie la viera. <<Sí, mi amooor>> —dijo la pequeña, como aprobando el sitio cuando sintió la succión intensa de la boca de su hombre. Fabián chupó y chupó muy fuerte, se separó para ver cómo iba y vio que aún no estaba lo suficientemente marcada; regresó la boca y chupó con todas sus fuerzas. <<AH AHHH>>—gimió Marce de dolor mientras con sus manitas lo sostenía de la cabeza, como si quisiera evitar que se despegara de ella. La succión que Fabián hacía con la ingle de la niña era muy intensa, tanto que Marce sentía algo de dolor, pero no lo quitaba, antes lo sostenía para que la siguiera marcando. Se escuchaba la succión por toda la habitación. Fabián chupaba y levantaba su cabeza estirando la piel infantil para que la marca quedara de buen tamaño y finalmente la soltó.
<<Aaahhh… Te amo, mi amor>>—dijo la niña levantando la cabeza y viendo la enorme marca que tenía en su ingle izquierda. <<Y yo, a ti mamacita>>—le dijo mientras se subía otra vez en ella y la penetraba lentamente de nuevo…– <<Ahh, ¿te gustó la marca que te hice?>>. M: <<Ayyy… Sí, mi amor, mucho>>—la pequeña meneaba sus caderas sintiendo la verga de su hombre empalándola de nuevo. <<Aaahhh>>—gimió Marce. <<Mmmmgggghhhh>>— pujó Fabián de tanto placer. El coro de gemidos entre adulto y niña inició de nuevo. Las caderas de Fabián ya se movían dentro y afuera, aumentado el ritmo y la fuerza, su verga estaba lubricada por los jugos vaginales de Marcela que gemía ahogando sus gritos dentro de la boca de Fabián. Ahora ya estaban follando desenfrenadamente. La diferencia de edad había quedado reducida a solo un número más. Sus manos se entrelazaron, como intensificando la unión. Luego, Fabián tomó las piernas de la niña y las colocó en sus hombros. Era una escena magnífica puesto que los pies de Marcela seguían adornados por esas enormes plataformas. Los movimientos de Fabián ya eran sumamente intensos y francos. La sacaba toda, se la restregaba por toda la rajita y la regresaba adentro. La niña gemía una y otra vez, apretaba las sábanas con sus manitas, volteaba su carita a un lado, abría su boca y apretaba sus ojitos. Fabián se acercó a ella separando sus piernitas y la besó metiéndole lengua. Le sujetó ambas manos y las puso por arriba de su cabeza pegadas a la cama, así se movía más intenso. Luego de algunos segundos así, por alguna extraña razón se giraron sincronizados, como si lo hubieran hecho toda la vida y Marcela quedó sentada en su verga, por lo que, ayudados por la gravedad, se la terminó de clavar toda, alcanzando a tocar el cuello del útero. La niña tenía sus manitas apoyadas en los pectorales de Fabián y su infantil cadera se movía torpemente al estar ensartada hasta la base del pito adulto. No eran movimientos sexys y súper rítmicos; no, eran movimientos torpes y propios de una chiquilla. Por su parte Fabián puso sus manos en los subdesarrollados pechitos y los acarició con los pulgares, luego se fue deslizando por la cadera y acarició aquel trasero infantil. Dejaba que ella dominara la acción al estar encima. Luego la sostuvo de los tobillitos y de los tacones de plataforma que se clavaban en el colchón de la cama. Volvía a acariciarle los pechitos. Era demasiado lo que los dos sentían. Fabián supo entonces que quería tener una mejor visión de la escena, una imagen que quería guardar para siempre en su mente. Luego de asegurarse de que estaba totalmente empalada en su pene, se deslizó hacia el final de la cama y posó los pies en el suelo. Se sentó y le murmuró en el oído a la niña: <<Abrázame con fuerza, bebé>>. Marcela envolvió sus bracitos alrededor del cuello de Fabián. Sus pequeños pezones duros se apretaron al pecho peludo de su hombre que, con cuidado, empujándose a sí mismo fuera de la cama, se logró poner de pie. La niña abrió su boca cuando la polla se le clavó dentro de ella más profundamente. Fabián la llevó con la verga dentro de ella, hasta el enorme espejo de la habitación. Tenían que ver este espectáculo. <<¡Oh, Dios mío! Mira eso, bebé.>> El espejo les reveló una vista aún más espectacular de lo que habían imaginado. El diminuto cuerpo de Marcelita entre los brazos de Fabián, sus bracitos y piernas delgadas alrededor de él. Sólo la base de la verga y los testículos eran visible. El cuerpo de la nena parecía tan pequeño y delicado junto al de Fabián, su pequeño culo redondo siendo apretado por las manos de su hombre que la abrazaba fuertemente. Fabián se quedó quieto, admirando pasmado la escena, y Marcela se movía ahora, por lo que el interior de su vagina masajeaba el pene. <<Me da vergüenza.. Llévame de vuelta a la cama>> —susurró Marcela en el oído de Fabián, quien la llevó de regreso. Fabián se tumbó boca arriba y continuó entrando y saliendo de esa conchita. Ella sonrió maliciosamente como tomando el control real de la situación y comenzó a mover su cuerpo alrededor y manipular sus músculos de la pelvis, aprisionando la verga. Marcela vio la pasión en la cara de Fabián mientras manipulaba sus músculos pélvicos para alcanzar el más alto nivel de estimulación de ambos. F: <<Ay, qué rico bebé lo que me haces… Me estás cogiendo, mami>>. Fabián paso una mano por la boca de Marcela que casi al instante lamió, metiendo un dedo a su boca. Lo chupó como una experta, dejándolo lleno de saliva, eso desquició a Fabián que aceleró sus embestidas mientras la sujetaba fuerte de las caderas… F: <<Aaahhh, me vengo mi bebé…>> Fabián no pudo más y explotó dentro de Marcela. <<AHHHHH AHHHHHHHHHHHHHHHHHHGGGGRRR>> Su verga escupió mucha leche, tanta que esta desbordó por los costados de su verga, saliendo de la vulvita de la pequeña. Fabián vivía el orgasmo de su vida. En eso Marcela, dejando escapar un ahogado grito de placer, se corrió aún con la verga dura adentro suyo. M: <<Qué ricoooo… ahhh>>. Fabián sintió como Marcela se tensaba en un orgasmo muy intenso, mientras la verga aún escupía leche dentro de ella. Mientras eso sucedía, los dos se besaban con una pasión impropia para una nena de esa edad, era sentimiento de amor entre dos personas, solo que una era un adulto y la otra tan solo una niña de 9 años. Otra carga de semen salió disparada dentro de las profundidades de la niña… Si hubiese tenido la edad suficiente, seguramente la hubiese embarazado. Marcela se derrumbó sobre el pecho de Fabián… Un sonido de plop! se escuchó cuando la verga adulta salió de la panochita infantil.
Recuperando el aliento, se miraron fijamente. Los lindos dedos de Marcela se arrastraron hasta el pene semiduro de Fabián. Luego de tres minutos, la llama da la pasión se reavivó a base de besitos, caricias y cosquillas… M: <<Oye, ¿me puedo quitar los zapatos?>>. F: <<Sí mi bebé, ponte cómoda>>. Marcela lo miró coqueta mientras se sacaba las enormes plataformas y, al terminar de quitárselas, sin pensarlo dos veces, se postró encima de su hombre a nivel de su cabeza, fue bajando a horcajadas y Fabián, con la mirada perdida de deseo, vio como la nena se sentaba encima de su rostro y esa rajita se abría sobre su boca. Sin poder evitarlo, sacó su lengua para recibir esa tierna rajita, sintió el sabor a jugo vaginal y a su propio semen, pero no le importó. Estaba empalmado de nuevo mientras su lengua entraba unos centímetros en la rajita infantil y la movía dentro y afuera. M: <<Aaahhh>> Marce lanzó un gemido y comenzó a menear sus caderitas. Fabián empezó a jugar con su clítoris hasta sentir cómo emanaron más jugos del orgasmo infantil de la niña, chupó como el manjar prohibido que era; Fabián sintió como Marce se estremecía en un nuevo orgasmo… M: <<MHMMMMMMM…>> Bajó el ritmo de la chupada hasta dejar de hacerlo. La levantó, poniéndola a un lado de él, en cuatro patas, mientras esta recuperaba la compostura, se paró e hinco atrás de ella, le corrió la pantaleta sobre la nalguita derecha y, sin ningún miramiento, guio su venosa verga a la rajita de la niña, que volvió a gemir al sentir el roce de tremendo garrote de su hombre, pero en una posición diferente. Fabián le restregó el glande por toda la rajita incluyendo su ojete, le apoyó la punta en la entrada de la vaginita y se la fue metiendo toda, lentamente, disfrutando cada milímetro de esa cuevita infantil… Tras meterla y sacarla toda unas cuatro veces, inició la danza copuladora. Los dos se movía como poseídos. Él la sostenía fuerte de las caderitas y ella se apoyaba en las sábanas. Fabián se movía como loco atrás de ella, se la cogía ya sin miramiento de que era una niña de 9 años; Marcela, lejos de inhibirse con las potentes embestidas, se liberó más. F: <<Eres preciosa, mi Marcelita… Cómo me gusta tu traserito, tu espaldita, tu cuello, tu pelito…>> La niña se sostenía con sus dos manos de las sábanas para resistir los embates, de hecho lo hacía para que fueran más profundos. Gemía fuerte cuando se la dejaba ir toda, levantaba sus nalguitas sosteniéndose firme de la sabanas y Fabián gruñía en la gloria, sintiendo como esa estrecha rajita aprisionaba su pito como si lo quisiera ahorcar. Esa imagen del trasero respingadito de Marcela siendo culeado por la conchita, con la tanguita de encaje corrida a un lado, era espectacular. Fabián la tomó del cuello y la jaló hacía él. Ella ya sabía qué hacer, giró su cara para permitir que la lengua de su hombre entrara en su boca, que en cuanto lo hizo, fue recibida por su tibia lengüita. Se enroscaron en un beso pasional, impropio de una nena de esa edad, con toda la verga adentro. <<Cómo me gusta tu aroma de pequeña mujercita>>, le susurró al oído; Fabián la estaba pervirtiendo, aunque a veces no sabía si ella era la que lo pervertía a él. Marcela gimió fuerte cuando Fabián aceleró sus metidas… F: <<¿Así te gusta, ehhh?>>. M: <<Ahh ayy sí… Ahhh>> Los minutos transcurrieron y se convirtieron en horas. La habitación estaba inundada de olor a sexo. Fabián le metió dos dedos en la boca y ella los chupó… Más bien los ensalivó, como sabiendo cuál era el propósito de ello. Cuando estaban muy mojados de saliva, Fabián metió la mano entre sus nalguitas y localizó la entrada de su culito. <<AHH>>. Fue el suspiro de Marcela al sentir el dedo intruso sobre su ano, siendo penetrada vaginalmente al mismo tiempo. Fabián estaba en su punto máximo de excitación al estar jugueteando con el ano de su pequeña. Su pene entraba y salía lubricadísimo, pero el pequeño esfínter parecía no ceder esta vez. Estaba cerradísimo, no dilataba ni un milímetro… Parecía que una doble penetración era algo que tendría que esperar. En ese momento sintió que la niña contrajo su vagina una y otra vez… Marcela se estaba viniendo otra vez al percibir las caricias anales del dedo humedecido por su propia saliva, lo que hizo que Fabián sintiera mucho más placer, acelerando sus embates… Esa era la señal de su eyaculación… No sabía cómo sería esta vez, eran tantas las variantes, podría descargarse en el interior de la panochita otra vez, sacarla y aventarle el semen en su espalda, en su rostro, o bien voltearla y meterle la verga en lo más profundo de su garganta y vaciarse ahí. En la locura máxima, optó por esta última opción. <<¿Quieres sentir el sabor de tu panochita, bebé?>>, preguntó con toda lascivia y se la sacó de golpe sin esperar la respuesta. La jaló bruscamente y, dejándola en cuatro de frente a él, le metió la verga por la abierta y hambrienta boquita, la sujetó por la nuca y sus movimientos de cadera fueron bestiales. Se estremecía de placer, su pelvis se movía adelante y atrás, dentro y fuera de esa tierna boca de 9 años de edad. La nena se atragantó un par de veces cuando Fabián hundía sus caderas buscando su campanilla, pero en ningún caso cesó sus intensas engullidas. Para cuando Marcela buscaba recuperar la respiración, este le pasaba el pene palpitante por su carita hermosa, sus mejillas, su frente… Nuevamente le acomodó el glande a la altura de la boquita y gimió al volver a sentir la tibieza de su interior. F: <<Sigue chupando, bebé>>. Los dedos de Fabián no pudieron evitar entrelazarse en la castaña cabellera de la niña, guiándola en su cometido. <<AHHH AHHHHHHHHHHHH, estoy a punto de venirme en tu boquita, princesa… MHHMMMM>>—Fabián, con los ojos en blanco, no pudo más al sentir la lengüita de la niña haciendo círculos, le hundió la verga todo lo que pudo y se descargó totalmente en la garganta de Marcela, mientras la sujetaba de la nuca. M: <<AGHH AGGGGGHHHHH>>. La pequeña solo emitía sonidos guturales, tratando de no vomitar, porque la verga le llegaba hasta el punto de su garganta que le provocaba arcadas. Fabián la sostuvo fuerte y terminó su pervertida eyaculación dentro de la inocente boquita de la niña. Tres chorros de leche salieron disparados dentro de la boca infantil de Marce… Ella logró estoicamente lidiar con estos mientras sostenía la polla en su garganta. El cuarto chorro llenó su boquita con gruesas y glutinosas cuerdas de leche y como no podía tragar lo suficientemente rápido, el quinto la hizo vomitar y estornudar al mismo tiempo. El semen salió disparado de sus fosas nasales. Un sexto chorro cayó le sobre su pelo, sobre su cara. Fabián cayó a un lado de ella y básicamente se desplomó. La niña elevó su cabeza para esta vez poder tragar el resto de semen. Luego se tumbó al lado de su hombre, que la abrazó y acarició cariñosamente… F: <<Me vine un montón, princesa…>>. La sesión pasional había durado cerca de dos horas. ¡Madre mía! ¡Estabas lleno! – dijo la niña, limpiándose el rostro y chupándose los dedos. ¿Cómo haces para hacerme sentir así?—preguntaba Marcela, recuperando el aire, toda desconcertada por las cosas que ahora hacía y decía, con el rostro lleno de baba, mocos, semen, fluidos, lágrimas y maquillaje arruinado. <<Solo te amo con toda la pasión que mi corazón siente por ti.>> respondió Fabián, retirándole con ternura los cabellos sudados de la carita. Bueno ¿y ahora?—preguntó Marcela incorporándose, como deseosa de más… ¿Quieres helado y galletas? – respondió Fabián, evidentemente exhausto. <<SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII>> F: <<Perfecto mi amor, solo con una condición>>—¿Cuál?—preguntó Marce, mordiendo su meñique sensualmente, entre curiosa y emocionada, sabía que Fabián siempre hacía cosas que terminaba disfrutando. <<Que vayas desnuda a lavarte>>—dijo malicioso— <<Quiero verte caminar desnuda.>> <<Eres un niño travieso>>—dijo la nena, sonriendo de emoción. <<Está bien, lo haré, ¿sabes por qué?>> <<No>>—mintió, pues él sabía la respuesta. M: <<Porque te amo y quiero complacerte en todo>>. F: <<Hazlo, entonces>>. Marcela se levantó y se oyó el chasquido de la encharcada raja de ella en una mezcla entre sus propios juguitos vaginales, semen, sudor y leves rastros de sangre. Caminó a unos metros en dirección al baño, contorneándose y empezó a bajarse la tanga, quedando ahora sí totalmente desnuda. Sudadísima. Su raja escurría la mezcla de jugos y fluidos. La piel de la niña tenía muchas marcas de chupetones. Entró en la ducha, respiró hondo al sentir la tibia agua que mojaba todo su cuerpo. Mientras tanto, Fabián se incorporó y comenzó a preparar los postres que le había ofrecido a su pequeña. Unos minutos después, Marce apareció duchada. Vestía un pijama infantil compuesto por una camiseta de tirantes y unos pantalones cortos. Como su cabello aún estaba mojado y escurría agua, mojaba su camiseta, remarcando sus pequeños pezones a través de ella. Comieron helado entre risas y coqueteos, como dos amantes luego de consumar su pasión. Al cabo de unos minutos, el cansancio los venció y se tumbaron plácidamente en posición de cucharita. Fabián se pegaba a la colita de su mujercita, separados únicamente por la tela del pijama. Sin embargo, pudo más lo exhaustos que estaban que se quedaron dormidos profundamente.
Los rayos del sol que se colaban por la ventana despertaron a Fabián, quien aún desorientado, dio un delicado beso en la cabeza a Marcela, quien aún dormía plácidamente entre sus brazos. Al cabo de unos segundos, Fabián hizo el esfuerzo por ver el reloj… ¡Eran las 11:30 de la mañana! Se habían quedado dormidos y solo faltaba media hora para que Camila llegase a buscar a Marcela a casa de Fabián, quien dio un salto de la cama, despertando a su pequeña doncella. Comenzó a coger las cosas, mientras la niña restregaba sus ojos inocentemente. F: <<¡Mi amor, ponte tus zapatos que nos vamos!>>. De esa manera salieron a toda prisa del hostal. De camino, Fabián se acordó de ver su móvil. ¡Mierda! Había olvidado quitarle el modo ‘No Molestar’ y 12 llamadas perdidas de Camila asomaban en la pantalla del teléfono. Fabián devolvió la llamada y le dijo a Camila que habían salido a desayunar y que se había dejado el móvil en casa. <<¿En casa? Pero si yo estoy aquí afuera de tu casa, tengo 10 minutos tocando el timbre>>, dijo Camila. F: <<Digo, que lo dejé en el coche… Ya estamos llegando a la casa, espéranos ahí>>. Fabián la salvó por los pelos. Llegaron un poco agitados, pero tratando de disimular. Camila se quedó tranquila, aparentemente se la había vuelto a tragar. Marcela se abrazó a su madre. Fabián las invitó a pasar, pero Camila adujo cansancio. Madre e hija se despidieron de Fabián, quien entró a su casa con la enorme felicidad en su pecho de haber pasado la mejor noche de su vida al lado de su Marcelita y con la tranquilidad de que no habían sido descubiertos, o al menos eso creyó..
Buen relato, para mi de lo mejor que he leído en mucho tiempo, espero la continuación ese toque de descuido al final estas muy bien muy arriesgado.
Que buena historia y gracias por dejarle la tanga en toda la faena sexual.
muy lindo comentario espero ansioso el proximo