Marcelita 12 – La Noche Consensuada
La dulce y prohibida historia de amor entre un hombre y una niña…
Los dos adultos se quedaron en silencio por un momento, hasta que Camila se dirigió a Fabián y le dijo: <<3 mil euros al mes, ¿te parece?>>. Fabián lucía paralizado ante la propuesta de Camila, mientras esta continuó: <<¿Pero y tú te crees que soy tonta? Desde hace semanas comencé a notar cosas y el fin de semana que la dejé a tu cuidado, lo confirmé… Además de que lo hice sabiendo que podían pasar cosas.>> Fabián no daba crédito, no podía creer que Camila había planeado todo para encontrarlo con las manos en la masa. Sin alcanzar a decir ni una sola palabra más, se retiró de casa de su mujercita pensativo. Al llegar a su casa y tras tomar una buena ducha, más relajado en su habitación concluyó que la oportunidad estaba servida y decidió no desaprovecharla. Esa misma noche comenzó a maquinar el primero de los encuentros pactados…
Pasaron algunos días hasta que coincidieron en la oficina Fabián y Camila. Este aprovechó entonces para abordarla y cerrar el trato propuesto por la madre de Marcela. <<Estoy de acuerdo con la propuesta económica>>, dijo con todo el descaro del mundo sin reparar en la magnitud de sus palabras. Estaba prácticamente comprando a una niña de 9 años, con el matiz de que las tres partes involucradas estaban de acuerdo. Y tras realizar el pago por adelantado, pidió su noche del mes: <<Estamos ya en la última semana de este mes, por lo que, si no tienes problema, quiero que este próximo sábado me la dejes, yo te voy a pasar lo que quiero que Marcela lleve puesto…>> Camila esbozó una sonrisa sarcástica y lo interrumpió diciendo: <<Lo que me falta ya es que me pidas que te la arregle para la ocasión, eso no estaba dentro de lo acordado. Por esta vez lo haré sin más, pero para el próximo mes los pedidos especiales subirán la tarifa>>. A Camila ya no le importaban los juicios morales, al final había visto la oportunidad de sacar tajada económica de su propia hija, la situación rozaba la locura y ya, caretas fuera, Fabián agregó: <<Me parece perfecto y te agradezco la confianza, no debe ser fácil aceptar esta relación y por eso te lo compensaré con un extra desde ya.>> Y le hizo un nuevo depósito de 300€ más. F: <<Esto es por el coste del maquillaje y las molestias, quiero que se vea espectacular>>. <<¿Y qué tipo de maquillaje quieres que lleve?>>, preguntó la mujer con cierta morbosidad. F: <<Lo sabrás cuando veas lo que quiero que vista esa noche… Ah, y quiero que le recojas el cabello en dos trenzas largas a cada lado de la cabeza…>>. Y con un apretón de manos, como si de un acuerdo multinacional se tratase, cerraron el trato.
Llegó el día pactado. En poco menos de una hora, Fabián pasaría a buscar a su nena, a su pareja. Este, un día antes, le había entregado a Camila un maletín con la vestimenta de la niña. Marcela salió de un largo baño de espuma, entró a su habitación y vio en su camita de princesa el atuendo encabezado por un sujetador negro diminuto 65B, casi inexistente. Camila apareció a sus espaldas y sin mediar palabras, le arrebató la toalla… La niña estaba sorprendida por la prenda superior pues apenas tenía tazas, pero era de encaje, transparente. Cuando Camila lo abrochó, notaron que mostraba sus pezones a cualquiera que tuviera la suerte de ver esos dos pequeños montículos de arena donde algún día tendría montañas. Luego, Camila tomó una diminuta tanga que deslizó por las piernas de la niña, hacía juego con el sostén y era lo suficientemente transparente al frente para delinear y mostrar su montículo en v sin pelo a cualquier mirada indiscreta. En la parte de atrás, la delgada cuerda le dividía las nalgas y apenas le cubría el culo y dos cuerdas más atadas con lazos descansaban en sus caderitas. Luego le puso una delgada cadenita de plata en la cintura. La abrochó alrededor de su cinturita, tuvo que darle dos vueltas para poder sujetarla. De un cajón inferior, Camila sacó un paquete de celofán fresco que contenía un nuevo par de medias negras. Marcela misma sacó con cuidado los artículos de malla fina y los levantó para dejarlos caer hacia el suelo. Fabián le había comprado todos estos artículos en una tienda en línea especializada en tallas extra pequeñas. Camila dejó que la niña continuase. Marcela insertó su mano derecha en uno de ellos y lentamente tiró de la media a lo largo de su brazo hasta que sus dedos tocaron los dedos de los pies. Luego agarró la media amontonada con ambas manos, la colocó sobre su pie derecho y la hizo rodar centímetro a centímetro por su delgadita pierna. Cuando llegó a su muslo, tiró y alisó con cuidado la media de nailon desde el tobillo hasta el muslo y luego se puso de pie para mirarse en el espejo, alineó y enderezó cuidadosamente la costura hasta que quedó perfectamente recta. Dos clips colocados rápidamente en la parte superior de la media la aseguraron en su lugar y luego repitió el proceso con la pierna izquierda. Se miró al espejo vestida como ninguna niña de 9 años debería vestirse nunca. Se dio una sonrisa cómplice con su madre y recogió una blusa de satén rojo. Era un ajuste apretado y se amoldaba a su tórax plano. Luego vino una minifalda de satén negro con una abertura de cuatro pulgadas en la parte trasera. Ahora todo lo que se necesitaba era deslizar sus pies en unos tacones de aguja rojos de 4 pulgadas de alto y poner una gargantilla de elástico negro en su cuello. Ya solo faltaban dos trenzas perfectas a cada lado que le daban cierto toque de inocencia, peinado que Camila se apresuró a completar. La realidad era que parecía mayor, pero solo por un par de años. El toque final fue un bolsito que le daba ese aspecto de putita.
En eso, sonó el timbre solo 30 segundos después de la hora pactada. Fabián había llegado a por ella. Camila abrió la puerta y dejó pasar a Fabián sin decir una sola palabra, a los segundos apareció la niña: <<Hola mi amor>>, dijo Marcela en una voz suave y baja que parecía impregnar todo su cuerpo y mente, provocando que las mariposas en su estómago se aceleraran. Los ojos de Fabián vagaron por todo el cuerpo de ella, desnudándola mentalmente, lentamente desde su cara pintada de puta hasta su pecho plano, su pancita de niña, sus caderas y una falda increíblemente corta, el nailon negro que cubría sus piernas y sus tacones rojos de 4 pulgadas de altos, todo un poema que decía “fóllame”. Él reaccionó como lo haría cualquier pedófilo de sangre roja y su polla comenzó a ponerse firme. De hecho, parecía una prostituta en formación. O, más bien, una puta VIP. Obviamente estaba vestida para la acción y él se aseguraría de que tuviera suficiente de eso. Esta noche iban a tomar roles diferentes, dejando de lado la ternura hacia algo más perverso.
F: <<¿Nos vamos?>>. M: <<¡Vamos!>>. Camila, con cierta impotencia, cerró la puerta luego de dejarlos salir sin pronunciar ni una sola palabra. Por enésima vez se dirigían juntos al coche de Fabián, pero esta vez era el siguiente nivel. El taconeo inverosímil de una niña de 9 años en el pavimento del parking delataba lo prohibido de la situación. Ya en la comodidad del vehículo devoraron sus bocas y entrelazaron sus lenguas, hasta que Fabián la detuvo… <<Aquí no, no tenemos tiempo que perder…>>. Y luego de otro rápido beso, emprendieron la salida del parking rumbo a la casa de este. Efectivamente, el pacto era de ‘solo’ tres horas. En el camino, la niña le iba tocando la entrepierna, no podía aguantarse más las ganas. En menos de 5 minutos llegaron, aparcaron y Fabián le sujetó la puerta del coche, ayudándola a bajar de la mano. Era evidente la falta de experiencia de la niña para dominar semejantes tacones. Cogidos de la mano se escabulleron en la casa y Fabián la guio hacia las escaleras…
<<Las damas primero. Sube las escaleras hasta la puerta de la izquierda>>, dijo Fabián mirándola de arriba abajo, sonriendo cálidamente. Ella se quedó inmóvil por unos momentos vacilantes. La noche loca había comenzado. Con una gran inhalación, la niña se adelantó tímidamente a él y comenzó a subir hacia el nivel de arriba. Los ojos de Fabián se fijaron en su sexy y delgado culito; su polla se sacudió en sus pantalones. Sus piernas eran largas, delgadas, aún no las de una mujer; sin embargo, estaban bien formadas. Su trasero era perfectamente redondo y con cada paso hacia arriba, con la raja en la falda haciendo lo que estaba destinada a hacer, Marce le dio a su hombre una vista ininterrumpida de medias transparentes con costuras negras y un toque del hilo negro. Ella comenzó a moverse y menear el culo hacia él y en la parte superior dio dos pasos rápidos hacia adelante, separó las piernas hasta que su falda estuvo ajustada sobre sus muslos, delineando los tirantes debajo. Su ropa interior estaba a la vista. La pose delineó sus florecientes tetas envueltas en la blusa a la perfección y el desabrochar un botón más le había dado un toque sensual al mostrar parte del sujetador negro que llevaba debajo. Una rápida mirada a los abultados pantalones de Fabián le dio la confirmación que buscaba mientras le sonreía, la confianza comenzaba a reemplazar su nerviosismo. M: <<¿Y ahora qué?>>. F: <<Mi oficina es la segunda puerta a la izquierda.>>. <<¿Tu oficina?>>, preguntó extrañada. F: <<Así es>>. Marcela sonrió coqueta y luego entró. Era una oficina lujosa con un gran escritorio marrón brillante con una tapa de cuero rojo a la derecha, detrás del cual había una fila de estantes que contenían archivos y libros de leyes. Enfrente, a su izquierda, había un sofá Chesterfield de cuero rojo de tres plazas. Los únicos otros muebles eran una mesa de café frente al sofá, dos sillas contra la pared del fondo, una frente al escritorio y una gran silla de cuero rojo detrás. La oficina no estaba hecha para coger, pero ella y a pesar de su corta edad, mentalmente analizó las posibilidades de cómo hacerlo. Fabián se movió alrededor de su escritorio y se sentó, indicando que Marce debía sentarse en la silla de enfrente. Su falda corta se elevó sobre sus muslos mostrando descaradamente sus medias y tirantes. Fabián había colocado la silla deliberadamente lo suficientemente lejos de su escritorio para asegurarse de poder ver cada parte de su infantil y candente cuerpo y una sonrisa de satisfacción cruzó su rostro. En una mesa adjunta al escritorio lucían antifaces, una mordaza de bola maciza negra y una pequeña caja cerrada… La nena lo notó y puso sus ojos de sorpresa.
M: <<Tengo tanta sed>>. Marcela también tomaba su rol. Sin darse cuenta estaban fingiendo una reunión de negocios. F: <<¿Qué se te antoja beber?>>. M: <<Un vodka tonic>>. <<¿Un vodka tonic?>>—preguntó Fabián sorprendido porque pedía alcohol. M: <<Me has metido la lengua y otras cosas a la boca y ¿ahora te asusta que pida vodka?>>. <<¿Con hielo está bien?—dijo Fabián tratando de no darle importancia al hecho de que pedía alcohol fuerte. Marce asintió, por lo que Fabián preparó la bebida y se la ofreció, ella rápidamente se bebió la mitad del contenido del vaso, no pudo evitar fruncir el ceño por lo fuerte del alcohol, aun así disimuló. Luego lo dejó sobre el escritorio en un posavasos que él le había proporcionado y arqueó la espalda, empujando su escote en desarrollo hacia la mirada lasciva de Fabián. La habitación quedó en silencio. Fabián simplemente la miró fijamente, sus ojos estaban en su tórax cubierto por ese sujetador negro sensual y sus piernas ahora bien separadas mostraban dos medias negras y un triángulo escarpado de malla negra. Su cerebro no pudo formar palabras para decir y la miró estupefacto. Nunca antes la había visto con tanta lascivia como esta noche, vestida así. Ella estaba sentada en el borde de su asiento, con las piernas abiertas y su tanga negra mostrando claramente sus encantos. A eso se le sumaba su blusa ahora con otro botón abierto. La nena sonrió de nuevo. F: <<De ahora en adelante harás lo que yo quiera, cuando quiera.>>. <<Esta bien, amo>>-dijo ella tratando de sonar sumisa. Marce se levantó y se acercó al escritorio, en eso Fabián se puso de pie y se movió hacia el frente del escritorio para pararse erguido e imponente sobre ella. Su sonrisa lasciva la invadió y empezó a respirar con breves y agudos respiros. Esto hizo que su pequeño escote subiera y bajara. Temblando, lo miró cual sumisa podía. <<Vamos a ponernos un poco más cómodos>> dijo Fabián y le tendió ambas manos; la niña colocó las suyas en las de él. Luego la levantó y la guio hacia el sofá, caminando hacia atrás. Cuando Fabián sintió que sus piernas tocaban los cojines, se sentó en el asiento del medio quedando Marcela entre sus piernas abiertas. Luego deslizó sus manos alrededor de esas caderitas afiladas para agarrar sus nalgas. Un momento después sus manos subían por debajo de la falda hasta acariciar ese firme culo de 9 años. Marcelita permanecía inmóvil dejándolo tocarla, sentía cómo los dedos de su hombre recorrían el borde de sus costuras desde la parte superior de las medias hasta los tobillos y volvían a subir. La tanga no le daba protección alguna, los dedos de Fabián exploraban ya la entrepierna de la nena. Luego la empujó hacia adelante hasta que estuvo firme contra él, sus tetas aplastadas contra su pecho. Sus ojos se miraron el uno al otro y de repente Marce lo estaba besando, le chupaba la lengua. La niña inclinó la cabeza en la posición de las dos en punto, echó los brazos alrededor de su cuello y se batió en duelo con la lengua de él. Podía sentir su panochita mojarse mientras le chupaba la lengua a Fabián como si estuviera haciendo una mamada. Los dedos escrutadores estaban jugando con ella a través de su diminuta tanga hasta que no pudo evitar que un gemido de placer escapara de sus labios. Marce rompió súbitamente el beso, dio un paso hacia atrás y tarareando una melodía en su cabeza, comenzó un baile suave pero sexy mientras movía sus manos hacia los cierres traseros de la falda. Comenzó a bajarse la falda lenta y provocativamente, dejando que primero su montículo cubierto de tanga, seguido de sus tirantes y luego sus medias negras, aparecieran a la vista. El rostro de Fabián ya era de lujuria total al ver a su mujercita de 9 años desnudándose para él. Sin palabras y siguiendo un mero gesto de mando con la mirada, la niña desabrochó el cuarto botón de su blusa y luego el quinto. Luego le dio la espalda a Fabián y desabrochó el último botón para dejar que la blusa cayera de su hombro derecho, dejando al descubierto una tira de sujetador negro. Girando la cintura para mirarlo por encima del hombro, sonrió alegremente y luego deslizó la blusa de su otro hombro, dejando que se deslizara lentamente por su espalda hasta que supo que él podía ver claramente su sostén. En ese momento, rápidamente se volvió hacia él y tiró la blusa. Sus pezones ahora duros y enrojecidos asomaban a través de la pura red negra del diminuto sujetador. Fabián miró fijamente su diminuto y llamativo escote y se lamió los labios continuando su mirada errante para disfrutar de la imagen de su liguero a juego con los clips cromados sosteniendo esas medias con costuras negras. Un sueño hecho realidad. Su mirada rodó hacia la pura malla del diminuto triángulo de material, ahora mostrando una mancha húmeda, luego bajó hasta sus medias y tacones rojos brillantes de 4 pulgadas de alto. Marcela, totalmente entregada en su papel de esa noche, se paró con las manos en las caderas, la pierna derecha totalmente estirada y la pierna izquierda doblada por la rodilla con la punta de su tacón de aguja en el suelo. Luego procedió a hacer un giro lento de 180 grados, deteniéndose el tiempo suficiente para que Fabián fijara los ojos en sus costuras negras, sus nalgas firmes y apretadas, cruzadas con una cuerda diminuta que apenas cubría su ano. Ella se inclinó por la cintura y empujó su trasero hacia él y luego volvió a mirarlo. Vaya espectáculo, la niña parecía fuera de sí. El vestuario elegido resaltaba perfectamente su figura con esas medidas en centímetros que tanto enloquecían a Fabián: 66-61-68 (pecho, cintura y cadera). Las medidas perfectas para todo buen amante de niñas. Fabián no pudo aguantarse más, la agarró por la cintura y la atrajo hacia él, buscando sus labios para besarla. Marce se derritió en sus brazos y lo besó con una pasión que una niña de 9 años nunca debería tener. Las manos de Fabián recorrían toda su espalda, culo, muslos y piernas. El beso continuó durante un par de minutos antes de que la niña, con su tanguita encharcada por las caricias de su hombre, tomara la iniciativa y empujara a Fabián hacia atrás. Se le sentó a horcajadas sobre sus piernas hasta sentir la palpitante verga de Fabián rozar su entrepierna, juntó las manos detrás de su cuello y luego le dijo: <<Quítame el sostén y chúpame las tetas hasta que me hagas doler, bueno si eso es lo que te apetece… amo.>> Fabián estaba prácticamente salivando por esas palabras y sintió que su polla iba a explotar cuando ella misma tomó sus manos y las movía hacia el gancho en el medio de su espaldita. Marce sacudió sus hombros para ayudar a que el sujetador se soltara. Momentos después, sus manos se abrían paso por debajo de sus copas para descubrir dos diminutas protuberancias de tetas de aureola rosa, hinchadas en flor, coronadas por dos pezones calientes y duros como una roca. Hábilmente se quitó el sostén de su pecho y lo tiró a un lado. Toda mojadita de su raja, comenzó a moler ese infantil coñito contra la carne hinchada de Fabián tratando de abrirse camino fuera de sus pantalones. M: <<Aaahhh, qué paradito lo tiene, amo.>> Él rompió el beso unos segundos más tarde y la miró profundamente a los ojos. Luego comenzó a besar y lamer su rostro a detalle, pasando por ojos, nariz y mejillas, como si fuera una paleta para él. Después, moviéndose lentamente, continúo lamiendo y chupando hacia su cuello. Sin esperar más, bajó hasta su pecho. Había esperado tanto para volver a chupar sus pezones preadolescentes. La niña gimió al sentir el primer lengüetazo en su pezón derecho y luego se fue a chuparle la teta izquierda con toda su boca hambrienta. Ahora le daba de pequeños mordiscos en los pezoncitos. Fabián respiraba agitado, sus manos manoseaban ese redondito trasero, sintiendo su media cubriéndole los muslos y piernas, mientras la lengua azotaba sus pezones. <<Aaahhh… Fabiááán>>– gemía Marce. Mientras él continuaba deleitándose con sus diminutas tetas, Marcela comenzó torpemente a desabrocharle la camisa a su hombre y cuando la había desabrochado toda, la abrió y pasó las manos por su pecho peludo. Fabián seguía embelesado chupándole los pezones con furia, haciendo fuertes sonidos de sorber. La niña terminó de abrirle la camisa, se la quitó de los brazos y dejó que se uniera a la creciente pila de ropa en el suelo. Luego, Marcela se puso de pie y empezó a tocarle la polla a través de los pantalones. Fabián gimió de placer mientras ella lo acariciaba, cerró los ojos y echó la cabeza para atrás, luego la sintió desabrocharle el cinturón. Poco después de eso, la nena le abrió la cremallera y profundizó en su ropa interior. Fabián enderezó la espalda y se inclinó para permitirle a su mujercita deslizar tanto los pantalones como la ropa interior por sus caderas. La propia nena lo estaba desnudando esta vez, algo que a Fabián lo ponía aún más cachondo. Con su hombre totalmente desnudo, Marce dio un largo paso hacia atrás y con una sonrisa lasciva que ninguna joven preadolescente debería lograr, dejó caer sus manos a sus caderas y agarró los nudos en cada una de sus caderas. <<¿Listo para esto?>> dijo la niña; Fabián como bobo, solo asintió. Marcela tiró de los hilos al mismo tiempo y Fabián miró paralizado mientras la tanga se caía, revelando ante su mirada aquel manjar: su apretada rajita sin rastro de vello, brillante por sus jugos. <<¿Huelo bien?>> preguntó, tirándole la tanga a Fabián en la cara. El olor era entre dulce y salado, un perfume que sólo una mujer en celo puede generar desde sus profundidades. Ante Fabián quedaba esa pequeña en una semidesnudez tan seductora, solo con la cadenita en la cintura, su liguero negro, medias negras con costuras y tacones rojos de fóllame; los ojos le brillaron a Fabián mientras seguía oliendo la tanga, absorbiendo el inconfundible olor de coño de niña. En eso Marcela cayó de rodillas y Fabián pensó que iba a chupárselo. Sintió sus pequeñas manos agarrándole la polla, una encima de la otra y sonrió con presunción de satisfacción. Era la máxima erección de toda su vida. Marcela disfrutaba las caras de Fabián mientras le masturbaba el eje. M: <<Mhhmmm, qué durito>>. Le agarró la polla alrededor de la base con su mano derecha, acunó sus bolas en la izquierda y comenzó a frotarse la cabeza por los pezones. Mantuvo contacto visual mientras lo hacía y le sonrió diciendo: <<Un día tendré las tetas lo suficientemente grandes como para poder realmente hacerte un collar de perlas como el que intentaste el otro día>>. A Fabián esas palabras solo lo encendían aún más. Este cerró los ojos por unos breves segundos para saborear esos maravillosos senitos mientras le hundió el pulgar en la boca, como sugiriendo lo que estaba por llegar. Al momento siguiente, Fabián se vio envuelto en un mundo de terciopelo líquido, cálido y babeante cuando ella rápidamente se metió media polla en su boquita y luego volvió a salir para comenzar a lamerla desde su base hasta el lado izquierdo, hasta llegar a la cabeza. Los labios de la nena saboreaban el glande, con esos sexys y brillantes brackets rosas como agregado. La niña hizo girar su lengua a su alrededor, untándola con lamidas largas, lentas e insistentes, haciendo girar la punta de su talentosa lengua en el orificio para orinar antes de descender lenta y deliciosamente por el lado derecho hasta su base. Sin detenerse, sostuvo su polla entre las puntas de los dedos de su mano derecha y moviendo y apretando suavemente sus testículos, lamió con fuerza y rapidez la parte inferior de la ahora húmeda y crispada polla. F: <<Te amo, Marcela>>. Con cada minuto que pasaba, producía más y más saliva, cubriendo el eje de la polla con ella. Tenía unos diez centímetros insertados cuando sintió que le cosquilleaban las amígdalas. Con una fuerte tos, expulsó al monstruo de su pequeña boca y una enorme hebra de saliva conectó sus labios con la verga. Tomó aliento apenas sin detenerse y lamió la cabeza una vez más, prestando especial atención a la pulgada superior donde sabía que Fabián era más sensible. Un gemido de satisfacción escapó de los labios de la nena. En ese momento, lo jaló hasta el borde del asiento para que estuviera acostado boca arriba, con la cabeza apoyada en la parte trasera del Chesterfield. Marce tomó el pie derecho de Fabián y lo puso en el asiento y luego hizo lo mismo con el izquierdo. Las nalgas de este estaban completamente abiertas para ella y su enorme erección se levantó orgullosa y lívida. Sus bolas, empapadas de saliva. Se preguntó qué iba a hacer y luego se quedó sin aliento en éxtasis cuando sintió esa infantil lengua empezar a penetrarlo como lo había hecho por unos segundos el día de la Primera Comunión. La nena presionó la punta de su lengua contra el ano de Fabián, untándolo por todas partes, haciéndolo retorcerse cuando su lengua ahora firme y enrollada se abrió paso a través del esfínter. En eso, Fabián sintió además de la lengüita de Marcela, un dedo penetrándole el culo… Era pequeño y delgado, no fue doloroso pero sí inesperado. La niña giró su dedo dentro de Fabián de tal forma que su palma quedó mirando hacia arriba, luego flexionó el dedo y comenzó a estimularle directamente la próstata, mientras con su boca besó y chupó uno de los huevos y con su otra manita lo seguía masturbando.. <<Ahhhh… Bebé… Ayyy mi Marce…>>– decía Fabián más como un balbuceo, estaba alcanzando el punto máximo de excitación al que quizá un hombre puede aspirar. Fabián abría y cerraba la boca, se sentía totalmente indefenso, no podía más que sostener sus piernas con ambas manos para permitirle a esa cría estimularlo como la más experimentada de las prostitutas del mundo. El infantil dedito invasor oprimió más la próstata, haciéndolo ver estrellitas y poner cara de agónico placer, la mano de Marcelita se movía rápido sobre la verga, haciendo sentir a Fabián que iba a eyacular de un momento a otro, justo en ese momento, Marce le sacó el dedo del culo, los huevos de su boca y le apretó la base de la verga muy fuerte, tanto que detuvo el orgasmo de Fabián. <<Mi amooorrrr>>—dijo este rogando. <<Aun no, aún falta que sientas más rico>>—le respondió la nena sonriendo. Posiblemente la cara rogando por un orgasmo delataba lo elevado que estaba en placer Fabián. Marcela lo estaba torturando, evitó la eyaculación, ¿cómo diablos sabía ella que iba a eyacular? Y, ¿cómo supo cómo detenerla? Un último apretón alejó la eyaculación como si fuera empezando una sesión sexual, la verga seguía muy dura, pero lejos, muy lejos de eyacular. <<¿Lo estás disfrutando?>>—preguntó Marcela sabiendo la respuesta, este solo pudo asentir con la cabeza levantándola para ver el trabajo de la niña.. Marcela volvía a meterse el glande a la boca, mientras sus manos trabajaban en Fabián, una lo masturbaba y la otra apretaba su próstata con su dedo.. La tierna boquita infantil lo estimulaba aún más y más, de una forma que sentir todo mezclado al mismo tiempo, hacía gritar a Fabián: <<Aaahhh… aaahhh>>. Con la nuca golpeó varias veces el sillón desesperado porque el placer era extraña y desesperadamente intenso. La pequeña no dejaba de chupar, masturbar y dedearle el culo directamente sobre la próstata.. En eso paró.
<<¿Te gustó?>>-preguntó levantándose y quedando hincada entre las piernas de Fabián, este miró su boquita y estaba llena de baba. F: <<Demasiado, espero no hacerme adicto jajaja>>. Marce sonrió orgullosa. Era todo lo que cualquier hombre quería, sexy más allá de toda preferencia de edad, entusiasta, ansiosa y demasiado dispuesta a follar. Reanudó la mamada y con la lengua daba de lamidas hacia arriba y hacia abajo. M: <<Hoy está más grande que de costumbre y no sé por qué será, pero no me cabe toda.. ¿Y si intentamos otra cosa?>>. <<¿Cómo?>>—contestó Fabián sumamente excitado. M: <<Creo que puede entrar más profunda si me acuesto sobre mi espalda>>. Ahora sí que estaban dispuestos a llegar a las últimas consecuencias, a cumplir todas sus fantasías. Ella dócilmente, con una mirada divertida se fue acomodando hasta que su cabeza colgó del borde del sofá; miraba todo invertido, era como si Fabián caminara en el techo, en esa forma vio como él se acercó con su enorme verga tomada por una mano, flexionó sus rodillas para quedar a la altura de su rostro mientras lo esperaba con la boquita abierta. <<¿Esto es lo que quieres?>>—preguntó Fabián y ella asintió al mismo tiempo que sintió la verga rozándole la mejilla. Fabián pensó en ser un poco más gentil que la última vez que lo intentaron, sin embargo su erección era la mayor de toda su vida. Tan pronto como sintió el cálido abrazo de los labios de la niña, Fabián le metió el glande suavemente, haciendo que ella abriera al máximo la boca. La sensación de la lengua de Marce deslizándose en su verga lo hacía ver el cielo. El raspar de esa filosa dentadura metálica contra su carne sensible aumentaba aún más la excitación. Empujó hasta sentir que había topado con su garganta, la sacó un poco para permitirle tomar aire, cosa que ella no desaprovechó, y metió la verga de nuevo, tres intentos y en el último pudo sentir como su glande era apretado por las amígdalas y se deslizaba más allá de ellas, hasta el esófago. Fabián alcanzó la máxima excitación cuando vio que la parte superior del cuello de Marcela comenzaba a hincharse mientras este presionaba más y más. Continuó bombeando sus caderas haciendo que su polla se moviera a un ritmo lento y constante. En un momento, Fabián la perforaba dentro de su garganta mientras ella se tocaba y frotaba los labios de su vaginita húmeda, enviando escalofríos de placer por todo su cuerpecito. <<MHHMM>>, gemía la niña ahogadamente. Fabián sabía que su princesita no respiraba lo suficientemente bien, pero sí lo necesario para seguir viviendo, así que puso su mano en la nuca de ella y la metió aún más, sintió como ella se resistió pues ahora no respiraba nada, la sacó y ella abrió sus ojos como si saliera de lo profundo de una piscina. <<¿Entró toda?>>—preguntó asombrada. <<No, aún faltaba un poquito>>—dijo con voz ronca de excitación Fabián. <<¿Pues a qué esperas, mi amor?>>—le recriminó ella—<<hazlo, recuerda que soy tuya>>. Fabián volvió a acomodarle el glande en la boquita abierta y ansiosa y la empujó, el paso por la garganta ahora no fue problema, él se asombró como el cuello de Marcela de distendió dibujando otra vez lo profundo que estaba entrando, llegó hasta dónde antes lo había logrado y empujó más, sintió el mayor placer de su vida cuando la base de la verga chocó con los labios infantiles de ella y sus huevos quedaron tapándole las fosas nasales. <<Mmmggghhh>>, Marce hacía sonidos guturales, seguramente batallaba mucho para respirar, pero Fabián estaba demasiado excitado para pensar en ella, la sacó y metió cerca de cinco veces, la última fue bestial dejándose caer bruscamente con todo su peso, la sacó y al hacerlo un enorme bolo de saliva salió por la boca de la niña embarrando su rostro, solo la dejó tomar aire y volvió a atacar. Puso sus manos sobre los delgados brazos de Marcela y miró hacia abajo la cabeza reclinada de la niña, maniobró con sus pies para quedar a la altura correcta hasta que pudo sentir otra vez los labios de la pequeña alrededor de la base de su pene. Olvidándose de todo, Fabián continúo follando la boca infantil de Marcela. Los gemidos guturales de ella y los jadeos de placer de él reinaban el lugar, Fabián se movía como una bestia. Luego se quedaba quieto por unos segundos con toda la verga hasta el fondo de esa garganta infantil. Fabián, con los ojos totalmente cerrados y la boca abierta, seguía instintivamente bombeando, tratando de hundir la verga lo máximo posible. <<AHHH>> volvió a gruñir, sin reparar ni un segundo en lo pequeña y frágil que era su amante y como esta estaba resistiendo la asfixia. Marcela redobló sus esfuerzos, moviendo la cabeza para que pudiera cogérsela más profundo, la legua estaba de fuera, pues no había suficiente espacio dentro de su boquita para esa verga y su lengüita, eso lo aprovecho ella y lamió el pene. El hombre movió las caderas con cuidado, haciendo que el pene se deslizara hacia atrás y adelante unas cuantas pulgadas. La presión que experimentaba era increíble y el movimiento de la lengua de Marcela contra la parte superior de la verga solo añadía más a la sensación de placer descomunal. En uno de esos movimientos de cadera, inconscientemente empujó una pulgada más profundo, lo que hizo que Marce lo intentara detener con una mano sobre su ingle. Fabián captó la indirecta y bruscamente se salió de la boca de su pequeña quien comenzó a toser casi de inmediato. Parecía que la nena había llegado a su límite. <<¿Estás bien, bebé?>>, preguntó Fabián con genuina preocupación. Después de varias respiraciones profundas, Marcela lo miró con evidente entusiasmo de continuar con la sesión… <<S…sí, sí… quiero… Quiero que intentes empujar un poco más…>>, respondió la niña, mientras tragaba un poco de exceso de saliva. Fabián, ansioso, maniobró la cabeza de su polla de regreso al interior de esa boca infantil, sintiendo cómo la lengua de Marcela intentaba encontrar, sin éxito, una posición más cómoda. La sensación de la fuerte presión alrededor de su verga hizo que liberara líquido precum directamente en la garganta de la niña. En eso Marcela se giró de lado como queriendo decir algo: <<Sostenme de los brazos mientras me follas la boca.>> Fabián estaba perplejo. Sin esperar la respuesta, la niña colocó ambos brazos a lo largo de su cuerpo esperando que él los sujetara mientras tragaba los excesos de saliva y sin quitar la mirada de la polla brillante que tenía delante de su pequeño rostro. Fabián se inclinó y colocó sus manos sobre los delgados brazos de Marcela, miró hacia abajo y vio la cabeza de Marcela y esa boquita que se abría grande para él. Fabián comenzó a follar en su boca ya sin ningún reparo, a moverse adelante y atrás. Ya no la sostenía de los brazos, en su lugar le manoseaba la panochita. Luego de unos minutos así comenzó a perder el control cuando su semen empezó a hervir. La niña, al sentir que estaba a punto de acabar, lo empujó con un rápido movimiento, se sacó la polla de su boca y presionó con su pulgar justo en la base de su verga. El resultado fue que de nuevo Fabián perdió las ganas de correrse y gimió de frustración. La niña se rio y lamió suavemente el eje de arriba a abajo y luego giró la cabeza hacia los lados, envolvió sus labios alrededor de la base y lamió lentamente todo el camino hasta la cabeza. M: <<Todavía no te puedes venir, tontito>>. Ahora ella le daba órdenes a él. Marcela se levantó como pudo, su rostro estaba todo cubierto por su saliva y su rímel corrido hacia su frente. Luego se acostó boca abajo dejando salir su cabeza del borde del sillón. Fabián la sostuvo de su cabello, de ambas trenzas, mientras deslizaba el enorme pene profundamente en la garganta. La sensación fabulosa, además de la vista exquisita del cuerpo y el culo de su pequeña, y su garganta abultada por su polla. Cuando sintió que entró todo, apretó sus manos para hacer fuerza con sus caderas y empujó más, al ver que no pudo conseguir más, se quedó quieto. <<¡Cuenta hasta veinte!>>— le ordenó Fabián con cara fúrica, mientras apretaba sus dientes sin dejar de empujarle la verga dentro de la garganta infantil. M: <<Guno… gos… gres… guagro… guinc… gei… giet… goch.. gueve… guie… gonce…grece… gagorge… guin…>>. La niña se estaba desmayando y no pasó del 15, sus ojos lagrimeaban muy intensamente, su mirada era cada vez más perdida.. Hasta que Fabián se la sacó toda de golpe. M: <<¡Guark!>>. Una espesa hebra de saliva con burbujas se adhirió desde la boquita de la nena hasta el final de la polla de Fabián, quien observó cómo se agrandaba lentamente en una elegante curva antes de partirse en dos salpicando la cara de la pequeña. Unos segundos después, comenzó a chupárselo de nuevo, diciendo entre dientes: <<Fóllame, fóllame duro..>>. Esa pequeña de tan solo 9 años tenía tanta necesidad de follar. Su coñito estaba goteando todo el diván. Fabián la volteó, la tumbó de espaldas y le abrió las rodillas. Sus sexys labios vaginales lucían hinchados y húmedos, con una mancha de jugos goteando lentamente desde la raja hasta su culito mientras sentía que su excitación aumentaba con cada toque y beso. Marce gimió con un maullido de éxtasis cuando sintió que la lengua de Fabián se abría paso a lo largo de su coño palpitante, de arriba abajo y luego regresando lentamente a su punto de partida. <<Ay, qué rico>>– ella gimió. Olía y sabía tan embriagadoramente a lujuria. Mientras sondeaba profundamente dentro de su coño, Fabián pasó las manos por el estómago de la nena, hacia sus senitos y comenzó a acariciarlos, haciendo rodar sus pezones entre sus dedos y pulgares. A la niña le encantó, arqueó la espalda y llevó sus piernas cubiertas de nailon negro sobre los hombros de Fabián para envolverlas con fuerza alrededor de su cabeza. <<Mmmhh, sí mi amor, no pares aaahhh… más lengua, más… Oh, sí… Más profundo… aaahhh… cómeme, por favor…>>. Fabián le daba lo que quería y, lenta pero seguramente, la llevó al punto del orgasmo. Con un creciente gemido de lujuria llena de pasión, la niña sintió que su cuerpo comenzaba a derretirse, temblar y estremecerse. M: <<Fab … me Estoy… aaahhh .. siento que me hago pis… aaahhh>>. En ese mismo momento, Fabián sacó la lengua de ese paraíso húmedo y sopló una ráfaga de aire frío sobre su hendidura empapada. <<Oh No, por favor, no me hagas eso…>> gritó la niña tratando de masturbarse. Fabián se rio con una risa casi malvada y, sujetándola fuerte de las muñecas, le dijo: <<Puedes correrte más tarde>>. M: <<Oh por favor mi amor, te lo suplico, déjame venirme ahora… aaahhh..>>. F: <<Es momento de follar, mi amor.>>. Se pusieron de pie y juntos caminaron rápidamente hasta otra habitación. En esta había una cama con un cabecero de metal y rejas. Fabián prendió las luces a mediana intensidad y la lanzó a la cama. F: <<Acuéstate hasta arriba de la cama>>. La niña gateó hasta arriba y se tumbó boca arriba. Fabián tomó unas vendas de seda que tenía preparadas, la cogió de las muñecas y se las amarró al cabecero con firmeza. En eso, Fabián se percató de que faltaban 20 minutos para las 11 y tenía que devolver a la pequeña con Camila a las 12 de la medianoche. Se habían estado disfrutando el uno del otro durante casi una hora y media y apenas habían pasado de las presentaciones orales. Tenían tantas ganas de follar y el tiempo se acababa. El hombre se acercó al frigorífico, seleccionó dos bebidas de Cola y volvió para darle una. Se la dio de beber mientras Marcela seguía con las manos inmovilizadas. Luego de un par de sorbos a sus respectivas bebidas, Fabián tomó una mordaza de bola maciza negra que había comprado para la ocasión, se la colocó en la boquita y le hizo un nudo en la parte trasera de la cabeza. Luego le puso un antifaz rosa. Cuando la tuvo preparada a su gusto, le susurró al oído: <<Es hora, mi niña>>. Le separó bien las rodillas y colocó su polla en la entrada de su coñito, frotándola en sus jugos para hacerla tan resbaladiza como fuese posible, y empujó lentamente hacia abajo. Mientras lo hacía, su polla separó esos labios rosados, llenándola lentamente mientras aplicaba una ligera presión. Marcela gemía levemente, gemidos atenuados por el bozal macizo. Sintió que su coño se extendía y engrosaba alrededor del glande, se abría y el falo entraba lentamente, un milímetro a la vez. Era una penetración limpia y sensual. La nena percibió toda la cabeza adentro en su apretada vaginita, soltando otro gemido ahogado. Fabián la sostenía por la cintura a la altura de la cadenita y sentía como la niña era quien comenzaba el movimiento copular a pesar de estar amarrada y amordazada. No dejaba de ser una de las posiciones favoritas de él pues podía disfrutar de la cara y las expresiones de la niña. En esa posición alcanzaba perfectamente a frotar con los pulgares su clítoris, encendido y duro como una canica. La habitación se llenó de ruidos fuertes y húmedos de dos cuerpos follándose entre sí, algunos pedos vaginales se le escapaban a la nena, producto de la presión… Fabián aumentó el ritmo, se sentían de nuevo en el paraíso con sus sexos coincidiendo otra vez. El hombre bramaba al entrar y salir de ese pasadizo estrecho y resbaloso, aumentaba su excitación el verla atada. La tomó de los tobillos, los levantó y sujetándolos, le abrió al máximo sus piernitas, en ese momento la nena sintió que la verga de Fabián le entró hasta el fondo de su huequito. En esa posición comenzó a acelerar el mete saca. Ya la follaba como si fuese una mujer adulta, con embestidas duras y profundas. Las gotas de sudor se aparecieron en ambas frentes. La cama rechinaba sin cesar.
Al cabo de unos minutos y al sentir que estaba por eyacular, la despojó de sus ataduras, le quitó el antifaz de la carita y la bola de la boca para poder jalarla hasta el borde de la cama. Se hincó entre su entrepierna y le dijo: <<Ahora yo me voy a comer ese culito>>. La hizo sujetarse las corvas con las manos y metió de lleno su boca y nariz dentro de la raja del culo de Marcelita; recibió un intenso aroma desde el interior de su canalito que lo condujo al paraíso. Entre gemiditos de la nena, continuó rechupando cada centímetro del interior de su cavidad anal. F: <<Ahora quiero que te coloques así, como si estuvieses gateando>>. Marcela se incorporó recuperándose de los lengüetazos de Fabián y se colocó en posición de perrito, lo cual resaltaba sus tentadoras nalguitas. <<Así, mi amor>> le dijo Fabián contemplando extasiado a esa niña que le ofrecía su culito respingón con total inocencia. Ahora se tomaba la paciencia de acariciar esas nalguitas, sabiéndose dominador de la situación. Tomó un frasco de lubricante, lo abrió y comenzó a derramar copiosamente el contenido en la abertura de sus nalguitas nuevamente. Luego de lubricarle bien toda la rajita anal, tomó de una pequeña caja los dos juguetes requeridos para esta ocasión: un dildo color rosa de unos 15cms. y otro juguete compuesto de una serie de bolas plateadas metálicas, y un cordel que las unía, llamadas comunmente bolas chinas. M: <<¿Qué es eso?. Fabián tomó las bolas chinas y se las mostró antes sus ojos. F: <<No tengas miedo mi amor, es un ejercicio que nos va a ayudar>>. Y en ese preciso momento empezó a introducir una de ellas en su anito. Con cuidado y delicadeza, aplicó presión sobre la primera bola contra el resbaladizo culo de Marcela. <<Aucchh…>> reaccionó la niña. Fabián la sujetó bien y con algo de dificultad logró introducir la primera. F: <<Ya verás cuando camines con ellas cómo te gustará, te dará un placer increíble mi amor>>. Acto seguido continuó con la labor de seguir introduciendo más bolas en su anito. <<Ya casi terminamos mi vida, ya falta poco… listo.>>- dijo Fabián en el momento en el cual metió la última. La niña gemía de auténtico placer.. M: <<Mi amor, siento como si quiero ir al baño, pero me gustaaa>>. <<Y este es solo el comienzo mi niña, nos vamos a divertir un montón, ya verás>> le dijo acariciando sus nalguitas. F: <<Camina, da unos pasos por la habitación bebé>>. Luego de dejarla un rato disfrutar de aquella nueva sensación, la puso nuevamente de perrito y una a una fue retirando las bolas, dejando de esa forma su anito algo más dilatado, listo para más acción. Le dejó la última bola adentro y le dijo: <<Trata de expulsarla tú solita, bebé.>> Marce empezó a presionar… <<Ahh…>> Ese fue su gemidito al sentir la última bola salir de ella. Ya en la locura máxima al ver ese culito infantil totalmente dilatado en forma de O, la tumbó otra vez boca arriba, le alzó las piernitas sosteniéndola de las corvas, tomó su verga con la otra mano y la dirigió a su anito. La verga de Fabián entró completamente y de un solo golpe, sin ninguna misericordia. F: <<Ahh, cómo me gusta tu culito, tu hermoso y apretado culito bebé>>. A lo que la niña contestó: <<Soy tu putita, métemelo duro, bebé, durooo, hazme cagar>>. Fabián no movía para nada su caja torácica, sus movimientos eran netamente pélvicos, dándole a la niña estocadas firmes y profundas. Las piernitas abiertas facilitaban la apertura de su raja, su anito estaba absurdamente expuesto a esa verga que bombeaba airosa y agresiva sin parar. El choque de sus huevos en el resto de la abierta rajita causaba ese famoso golpe excitante, se escuchaba ese sonido armonioso, fruto de la unión sexual… Marce se mantenía estoica, aferrada a su hombre, y este al tener ese control de macho experimentado de no mover la parte superior de su cuerpo en el coito, le permitía darle a la niña deliciosos mordisquitos en sus mejillas, Fabián sacaba morbosamente su llameante lengua y se la pasaba por todo el cuellito para luego terminar en morbosos chupetones de cuello. La nuca, los hombros, el pecho y los bracitos se le pusieron brillantes de transpiración. Gruesas gotas de transpiración mojaban su carita, Fabián disfrutaba del sabor y el olor del cuerpecito sudado de Marcela. En eso, Fabián miró el dildo rosa y sin pensarlo dos veces, lo tomó y se lo comenzó a rozar por la vaginita, lubricándolo bien. <<¿Qué vas a hacer?>>, preguntó la pequeña con total incertidumbre. Sin dejar de bombearla por el culito, le empujó lentamente el dildo en la vaginita.. Un nuevo nivel de placer los embriagó a los dos. La pobre Marcelita, entre sollozos, soltaba unos gemidos y quejidos como berridos desesperados, mezcla entre placer y dolor, cuando el dildo avanzaba centímetro a centímetro por su cavidad vaginal. Mientras, Fabián se movía apretando los dientes. La membrana que separa la vagina de la cavidad rectal era tan delgadita que Fabián podía sentir el dildo a través de ella presionarle la verga. Juntos conocían el placer de la doble penetración.. M: <<Ayy me siento como llena, ayyyy…>>. El dolor poco a poco se iba haciendo más soportable y el placer aumentaba en la niña otra vez, era una sensación de plenitud jamás sentida, sus dos orificios abiertos, la verga de Fabián palpitando en su interior, frotándose a través de una delgada capa de piel con un dildo rosa en forma de una segunda verga. La sensación en Marcela era tan intensa que en seguida la vista se le nubló, los ojos se le pusieron en blanco y la saliva le escurría por la comisura de sus labios… Empezó a estremecerse y explotó entre gemidos, fue un orgasmo larguísimo, espasmos recorrían toda su espina dorsal mientras Fabián la seguía penetrando doblemente, disfrutando como el cuerpo de la niña se retorcía. En medio del orgasmo, le sacó el dildo de la vaginita e inmediatamente se lo metió en la boquita. Un gran chorro de juguitos vaginales bañó el abdomen de Fabián, quien la seguía empalando analmente. La pequeña solo emitía sonido guturales con el dildo en la boca. Fabián enloqueció y con la mano libre le apretó el cuello al mismo tiempo que metía más el dildo… Fabián dejó el dildo a un lado para continuar follándola con fuerza, era un semental embramado. Embestía el ano rosadito de su princesita sin contemplaciones, con violencia y maña, mientras no paraba de estrangularla. Sintió sus huevos estallar y finalmente la soltó… <<<AHHH>>, aspiró la niña con desesperación, el aire regresó a sus pulmones. Fabián gritó cuando sintió como su leche estaba a punto de inyectarse en el recto infantil de Marcela, por lo que se la sacó sin correrse. En eso volvió en sí al escuchar el llanto de la nena. Allí se dio cuenta de que había excedido el límite. F: <<Perdóname, por favor perdóname, me excedí, no debí haber llegado tan lejos..>>. Se incorporó y se sentó al borde de la cama tapándose la cara e inmediatamente sintió como la niña tomó sus manos y las apartó de su cara, lo besó en la boca y el hombre pudo sentir lo hinchado de sus labios y eso lo quebró más. <<Te perdono y te perdonaré todas las veces que necesites por las cosas que me hagas, te amo y quiero que lo sepas, soy tuya>>, esas palabras de Marcela hicieron humedecer los ojos de Fabián. Tanta ternura y sensualidad al mismo tiempo. Ella lo miró con pícara mirada y recuperando el aliento, le dedicó una risita, se levantó y se sentó sobre él. Ella misma tomó el pene, esta vez lo posicionó en la entrada de su vaginita y se perdió dentro… Con rapidez retomaron el ritmo frenético y ya loco de excitación, Marcela le chupó el cuello a Fabián, dejándole una marca en su cara lateral del cuello… La niña le susurró entonces al oído: <<quiero que me llenes toda, dame tu lechita, hazme un bebé>>. Fabián estaba tan emocionado y lleno de lujuria con las paredes vaginales infantiles oprimiéndole la verga, casi como un guante que se ajustaba perfectamente a falo. Marcela apretó su vaginita con tanto goce para él que no pudo reprimirse ni un momento más. Sintió que sus bolas se contraían, su polla irradiaba esa estimulación reveladora de una liberación inminente. Cuando Marcelita golpeó hacia abajo una vez más, Fabián llegó como un trueno al límite. Marcela lo percibió y le dijo gritando: <<Dámela mi amor, la quiero toda… Dame toda tu lechita… Aaahhh>>. Fabián estalló en un torrente de semen, escupiendo cuerdas gruesas y pesadas en esa panochita preadolescente, al mismo tiempo que la apretó del trasero para hundírsela más, le pasó la mano por las piernas cubiertas de nailon, disfrutando las sensaciones táctiles de un cuerpo joven y dispuesto que se complacía con el suyo y le devolvía lo mismo.
<<AAHHHHHH>>—gimió Marcela cuando el primer chorro quemó las paredes de su coñito.
<<AAHHHH>>—volvió a gemir cuando el segundo chorro llenó la cavidad que no llenó la polla.
<<AHHHHHHHHHH>>– la tercera no tenía a dónde ir más que afuera y comenzó a escurrir de su panochita rellena de polla.
<<AHHH AYYY>>– el cuarto fue como una bomba inesperada por la cantidad de leche que seguía expulsando, Marce lo sintió escupir y silbar desde su coño, goteando por la raja de su culo y hacia abajo en la base de la verga.
<<AHHHHHH>>– el quinto fue el comienzo del flujo final.
El flujo se empezó a acumular alrededor de su polla y el abdomen del hombre fue bañado en semen y jugos de vagina. Jamás se habían corrido con tanta intensidad. Tanta que, si la niña ya hubiese estado en edad, de seguro quedaba embarazada. Marcela se derrumbó contra el pecho de Fabián, el coño palpitaba alrededor de la polla todavía temblorosa de este. Permanecieron juntos durante largos minutos hasta que la niña sintió que la verga comenzaba a desinflarse y finalmente se deslizó de su coño con restos de semen en un audible «plop» de succión. Ambos respiraban con dificultad, tratando de controlar su ritmo cardíaco y reunir la energía para moverse. Marcela lo besó larga y fuertemente con toda la pasión que pudo reunir y cuando rompió el beso, lo miró profundamente a los ojos y le dijo: <<TE AMO>>. F: <<TE AMO, MARCELA>>. La niña comenzó a acariciarle el pecho y siguió bajando hasta el abdomen y la entrepierna de Fabián. <<Estoy tan feliz de que mi mamá ya lo sepa.>>, decía la niñita mientras veía cómo Fabián iba de a poco empalándose de nuevo ante sus sutiles caricias. F: <<Yo más, mi amor. Ahora nada ni nadie nos podrá separar>>. Se fundieron en otro apasionado beso que fue interrumpido por Marcela, la sensual niña se le abalanzó encima de nuevo y de inmediato comenzó a besarle los pectorales, bajando por su abdomen, y luego encontrando su enorme y firme verga. Se dispuso a mamarle los restos de lo que había quedado luego de la faena. Fabián se incorporó un poco, aún tumbado boca arriba, pero apoyándose en los codos. La pequeña disfrutaba el tener otra vez la virilidad de su hombre en sus hambrientas fauces, deleitándose con todos esos sabores, salado por los restos de semen y caquita, y dulce por los juguitos viscosos de su propio coñito. Fabián se recreaba en la destreza y el deseo que su pequeña demostraba al lamerle y chuparle todo el pene, de arriba abajo, mientras se lo pajeaba desde el pedestal hasta medio tronco, y siempre con sus ojitos miel viendo descaradamente a su hombre. Este por la excitación quería follarle la carita otra vez, movía su pelvis hacia arriba, empujando y tratando que la nena tragara más de su leño viril. <<¡Oh…Dios! ¡Qué bien te la comes, bebé!>> —soltó Fabián casi jadeando sin poder contener el placer que estaba experimentando. <<Mmmm…Slurp! Mmmm…Slurp!>> —Era lo único que salía de la boquita de Marcela, quien levantó la mirada solo para decirle a Fabián: <<¿Así te gusta?>>, en ese tono inocente de niña que te vuelve loco. Escuchar esa voz infantil, de niñita, hacía que su polla pegase fuertes sacudidas. <<Me encanta. Me encantas, mi Marcela>>, alcanzaba a decir en medio de un descomunal placer. Podía ver a la perfección como su polla iba desapareciendo con lentitud dentro de la boca de la nena; esta cerró los ojos devorándole la verga por completo, se apoyó en sus piernas para llegar lo más profundo posible. Fabián había pasado el punto de no retorno en el camino a la segunda eyaculación. Marcela lo percibió al sentir las contracciones abdominales de su hombre e intensificó la mamada, una mirada fugaz le confirmó a la niña que Fabián estaba perdido en el placer. Succionó su miembro y sintió como pegó de latigazos liberando una cantidad de leche impresionante y abundante… Para el segundo chorro la dejó libre y el disparo alcanzó la altura del techo. Ese sabor intenso inundó esa boca infantil por completo con el tercer chorro, tanto que no pudo tragar toda la leche y unos hilillos de esperma bajaban recorriendo los labios. Respiró profundo con los últimos chorritos para tomarla toda. La mayoría de los disparos fueron recogidos por esa boquita golosa de Marcelita, algo que excitaba a Fabián sobre manera. Fabián vio cómo lentamente al sacarla, hilitos de leche y saliva que unían la verga a con la boquita de la niña se iban rompiendo. <<Mhhhmm.. Tengo toda la tripita llena de tu lechita entre la que me descargaste en mi panochita y esta que me acabo de tragar>>, dijo sobándose esa típica pancita redonda de niña. A Fabián no le importó el sabor y le dio un beso de amor y deseo juntos.. Y fue así como comenzó a forjarse esta peculiar historia de amor consentido entre un hombre y una mujercita; entre Fabián y Marcelita.
Acabo de leer toda la serie, y espero que no sea la culminación, ojala haya más capítulos, estaré esperando con ansias
Ya estoy trabajando nuevamente en las próximas entregas, gracias por tu lectura oscar616
Creo que la parte del pago a la madre quitó el tema del amor y lo convirtió a una venta por los favores sexuales de una niña. Pero más allá de eso, ojalá haya una continuación donde la madre entre en escena y termine con un triangulo amoroso, con madre e hija embarazadas del mismo hombre.
Imagino que las próximas entregas serán igual de gratificantes que la serie, espero con ansias
Aun con las ganas de seguir leyendo tremenda serie,,, espero publiques las siguientes entregas pronto
Hola, aun sigo esperando la culminación de esta historia,, me quedé en ascuas,,, o paseme algún contacto para charlar