Martina y el policía
Una adolescente de 17 años camina sola de noche, hasta que se encuentra con un policía que se aprovecha de ella..
Eran las 3 de la mañana y Martina decidió que era buena idea volver a casa caminando sola. Venía de un cumpleaños en casa de una amiga, estaba bastante alcoholizada y algo mareada. No vivía lejos, pero pasar por algunas calles a esa hora era peligroso. Caminó varias cuadras sola, hasta que un móvil policial se detuvo a su lado.
El policía, que manejaba en soledad la camioneta, le pregunto que hacia caminando sola. Ella le dijo que iba a su casa, y él al ver el estado en el que ella estaba y la hora que era, le ofreció acercarla. Martina aceptó y se subió en el asiento de acompañante. Le dijo la dirección de su casa entre risas y balbuceos extraños, mientras recostaba su cabeza en la ventanilla. Ella estaba vestida con un top negro ajustado, un short de jean claro bastante cortito y unas zapatillas blancas.
El policía, ignorando totalmente la dirección que Martina le dió, tomaría su propio camino. Ella no se dió cuenta, quiso entablar una conversación con él pero lo que decía era difícil de entender, le tocaba las piernas suavemente mientras fingía escucharla. El policía uso una de sus manos para sacar su pene por el pantalón del uniforme, lo tenía muy duro y tenía la cabeza hinchada. Martina se sorprendió y lo miró con mala cara, pero él puso su mano en su nuca y la inclinó hacia él, haciéndola chupárselo.
Martina era torpe y no tenía técnica alguna por el alcohol, simplemente movía sus labios y su lengua aleatoriamente con el pene en su boca, dejando una gran cantidad de baba en él. Él policía soltaba gemidos pesados mientras sentía como su verga se humedecía cada vez más en la boca de Martina, tenía una mano apoyada en su cabeza y manejaba el ritmo de la chupada.
Las gotas de baba pesadas y espesas caían por el tronco hasta los huevos, cuando él trataba de metérselo todo en la boca, ella respondió con una fuerte arcada, amenazando con vomitar todo el alcohol que había tomado. A él le encantaba jugar con ese riesgo, lo hacía apropósito para escuchar esa arcada que tanto lo excitaba, y sentir como la garganta de Martina se cerraba apretando su glande fuertemente.
Después de manejar un rato, llegaron a un descampado abandonado, al rededor solo había arboles, caballos y mucho césped, la casa más cercana estaba a muchos metros de distancia, era imposible que lo descubran aprovechándose de la pobre Martina. Se detuvo entre dos arboles y apagó la camioneta, se relajó en el asiento mientras Martina se la seguía chupando, si es que eso se podía considerar chupada. Realmente solo estaba con la boca abierta escupiendo mientras el policía movía su cabeza hacia arriba y abajo rápidamente. Con una mano movía la cabeza de Martina y con la otra le tocaba el culo, que era grande y suave.
Después de un rato así, la sujetó fuerte del pelo y levantó su cabeza, para darle un beso largo y apasionado de lengua. Ella simplemente se dejaba, mientras él metía su lengua sin límite, sintiendo el sabor de su aliento y el calor de su boca. Se bajó de la camioneta y la rodeó hasta ir a la puerta del acompañante, la abrió y Martina casi se cae al suelo. El pene del oficial goteaba baba, desde el tronco a los huevos y al suelo, Martina se la había dejado viscosa y muy húmeda, pero seguía dura como piedra.
Con algo de complicaciones el policía acomodó a Martina en el asiento, que colaboraba como podía a pesar de su estado de ebriedad. La puso en cuatro patas, con el culo apuntando hacia la puerta, con la cabeza apoyada en el asiento. Él, de pie detrás de ella, le desabrochó el short y se lo bajó hasta las rodillas. Tenía una tanga negra hermosa, que el policía movió a un lado, para meter su cara entra las nalgas de Martina.
Le comió el culo un buen rato, alternando entre vagina y ano constantemente, pasaba su lengua de arriba a abajo gozándolo de sobremanera. Se estaba llenando la boca del sabor corporal de Martina. Ella, ni una reacción, estaba casi dormida. La sujetó de la cintura y la trajo un poco más hacia atrás, acercando el culo de Martina a él. Se escupió la mano para recuperar la humedad de su pene, apoyó su glande en la entrada vaginal de Martina y se la metió. Fue hermoso para él ver como ella no se quejaba, fue metiendo centímetro por centímetro lentamente, deslizando entre sus labios hinchados. No era virgen, pero apretaba como una.
Cuando finalmente metió sus 21cm por completo, se aferró muy fuerte a su cintura y se la empezó a coger. Su vagina se iba abriendo y amoldando conforme la intensidad aumentaba, él le daba sin resistirse, haciendo que la camioneta se sacuda sin parar. Su pelvis chocaba con las nalgas de Martina generando sonidos de aplausos que se mezclaban con los gemidos graves de él. No paró de darle un segundo, cada vez sujetándola más fuerte, hasta dejar sus uñas marcadas en ella.
No pudo aguantar mucho más y acabó dentro de ella, clavándosela lo más profundo que pudo y aguantando ahí hasta que sus huevos dejaban de retorcerse del placer. Cuando terminó, la sacó poco a poco, algo flacida, y con los huevos totalmente vacíos. Cuando terminó de sacarla, a los pocos segundos una gruesa gota de semen se asomaba por su vagina, él policía la nalgeó un poco hasta dejarle la mano marcada y volvió a subirle el short. La acomodó en el asiento y cerró la puerta, ella estaba profundamente dormida.
Ahora sí la llevó a la dirección que ella le dijo cuando subió a la camioneta, al llegar sacó su billetera y le puso algo de plata entre las tetas y el top ajustado, para que pueda pagar la pastilla del día después. La bajó de la camioneta entra brazos y la dejó acostada en frente de la puerta de su casa, esperando que nadie lo haya visto hacer eso.


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