Matilda, por un simple descuido pasó a ser una de mis colegialas preferidas. Parte I
Las experiencias vividas con colegiales son únicas. Y si encima tienes la rara habilidad de agradar a las personas, mucho mejor..
Colegio de Monjas salesianas. Solamente alumnas mujeres, de entre 6 años hasta 13 años. Lo que entrega un buen coto de caza para un muchacho como yo, que por suerte y privilegio de la naturaleza gozo de varios beneficios que me hacen la vida mucho más fácil y entretenida. El primero de ellos es que soy un muchacho muy bien formado físicamente, de ojos color verde y pelo castaño muy claro, casi rubio. Segundo al ser simpático y de risa fácil suelo agradar rápidamente a las personas, y especialmente a las mujeres jóvenes. Me ven con mucha menos edad de la que realmente poseo. Apenas tengo cumplidos los 20 años.
Volviendo al colegio, por medio de una amiga de mi madre, conseguí una plaza de maestro ayudante en este colegio donde asisten unas 300 niñas. Con el correr de los días, empecé a fraternizar con algunas maestras, y también con las niñas. Cuando el trato es cordial y animado se genera una falsa confianza en la otra persona. Y más siendo pequeñas. Yo daba clases en 3er grado por la mañana y en 4to grado por la tarde, por lo que al menos pasaba de 6 a 8 horas a diario en el colegio. La paga no era la mejor pero no estaba mal. El trabajo no es pesado y sí muy entretenido, máximo cuando al correr los días pude comenzar a darme cuenta que había varias pequeñas que se sentían atraídas por su maestro. Hasta ahí la verdad es que me comportaba muy bien. Todo correcto, pero una tarde, ya a la hora de finalizada las clases ese día, camino al baño descubro a una de las niñas de mi grado escondida llorando en el ante baño. Me le acerqué preocupado por lo que pudiera pasarle, y veo que tiene su falda alzada, su bombacha en los tobillos y esta se veía mojada. Me le acerqué, y suavemente la abracé, entonces pude preguntarle que le pasaba. Matilda que así se llama la niña, entre sollozos me comenta que se demoró en ir al baño y no pudo llegar a tiempo y se había echo pis encima. Y que ahora tenía verguenza de que sus compañeras la vieran así ya que le pondrían motes perversos como por ejemplo «La Meona». Entendiendo que lo que la niña manifestaba era real y posible de que sucediera, me ofrecí a ayudarla. La llevé hasta los lavatorios, le hice sacarse la bombacha, luego la subí a la bacha y le pedí que se lavara, que luego se secaría con mi pañuelo, que su bombacha la guardaríamos en su mochila y al llegar a casa debía ponerla con la ropa sucia y así nadie se daría cuenta. La niña al ver la solución sonrió cándidamente y sin demorar más se alzó la faldita y se puso a enjuagarse su conchita. Que hermoso espectáculo, ver esa manita que iba y venía por sus labios vaginales produjeron en mi una incipiente erección. Otro de los atributos que la naturaleza me brindó es una buena verga. En todo su esplendor son 22×5,5cms. Es para respetar. Lo que pasó es que al ponerse la verga dura, Matilda observó el bulto en mi pantalón. Y se quedó quietecita con la vista fija en el. Aproveché ese momento par decirle que la secaría a lo que la niña no se negó. Es más se abrió de piernas para que mi mano corriera cómoda entre ellas. Pasé varias veces el pañuelo por su vagina y en una de ellas doblé el dedo mayor y se lo hice correr por el medio de sus labios vaginales. Matilda cerró los ojitos y suspiró fuerte. Y pensé que a lo mejor podría convencer a la niña de que nos divirtiéramos un poquito antes de que se fuera a su casa. Entonces la hice sentar en la mesada a piernitas abiertas. Con su faldita arrollada a su cintura se podía observar un hermoso par de piernitas rellenas, y su conchita rosada, sin un pelito, me atrajo sobre manera. Poniendo todo mi arte de seductor le fui hablando hasta que la llevé a lo que quería me dijera, si alguna vez había visto una pija en vivo. Se puso algo colorada y se quedó callada. Supuse que alguna experiencia había tenido al respecto. Insistí y le pregunté si quería que yo le mostrase la mía, ya que yo había visto su conchita. Le pareció justo y sonrió. Yo rápidamente me bajé el pantalón y el sleep y apareció la verga dura y colorada. Matilda abrió bien los ojos, yo me arrimé a ella y procedí a frotar la cabeza de la pija en medio de sus labios vaginales, la nena cerró los ojos pero no atinó a nada. Seguí frotándole la punta de mi palo en su pequeño clítoris, y así descubrí que esta pequeña ya estaba lubricando su vagina, suavemente separé sus labios mayores y acomodé la punta de la pija en el portal de su virgen cuevita y empujé un poquito, entró parte de la cabeza, me quedé quietecito y Matilda solo suspiraba, presioné un poquito más y la nena gimió. Pero ya toda la cabeza estaba dentro. No quería lastimarla, sí gozarla. Con las manos comencé a masturbarla y ella se empezó a mover, buscando que la pija le entre más, entró otro poquito y llegué a su himen. Sabía que si la desvirgaba dejaría pruebas de lo que pasaba. Por lo que no insistí en ir más adentro, pero seguí masturbándola y de pronto me dice, maestro me hago pis, me hago pis. Y se derramó en un tremendo orgasmo liberando una buena cantidad de jugos. Yo estaba ya muy caliente, por lo que saqué mi verga de su cuevita, y haciendo que se agache, le pedí me la mamara y se tragara la lechita que la haría más bonita de lo que es. La niña no se amilanó, tomó la verga por el tronco y se la metió con cierta dificultad a la boca, hooo!!! sorpresa, Matilda maneja mejor la verga en la boca que varias de las mujeres con las que me he acostado. Me estaba dando una hermosa mamada y ver esa carita con mi instrumento en su boca, fue demasiado y le llené la misma con potentes chorros de semen que mi alumna tragó sin pestañear. Había encontrado su secreto. M aproveché de ello y le saqué un compromiso de no contar nada a nadie, si no yo contaría a todos los chicos que se había orinado. Pasado esos momentos, procedí a limpiar bien a la niña, le arreglé su ropa y tomados de la mano salimos a la galería, ya no había casi niños. Nadie sospechó nada. Acompañé a Matilda hasta el bus escolar, subió al mismo y cuando se sentó me dedicó una hermosa sonrisa. Yo sabía que vendrían más sesiones de contención.
Excelente relato muy bueno tienes mas