Matilda, por un simple descuido pasó a ser una de mis colegialas preferidas. Parte II
Después de ese primer encuentro con Matilda en el baño, se sucedieron varios, y no sólo con Ella, también con un par de sus compañeritas.
Matilda es una niña muy precoz en lo sexual. Predispuesta sin generar ningún problema. Como les conté, nuestro primer encuentro fue casual pero bien disfrutado por los dos. Pasó una semana en la cual yo podía observar que la niña no me sacaba los ojos de encima, me miraba embelesada. Pero lo curioso es que más de una vez la sorprendí mirando mi entrepierna. Cuando se daba cuenta que yo la había visto, se ponía algo colorada, se sonrojaba, y me miraba tiernamente, pero de a ratos con picardía. Eso me llevó a creer que podría obtener más favores de la niña. Estuve un par de días pensando como hacer para pasar un rato a solas con Matilda sin que nadie se de cuenta o me descubran. La ocasión se presentó sin planearla. Estábamos ya a fin de mes, momento en que se debía tomar examen a las alumnas para evaluar su avance. Finalizó la hora y salieron las niñas al recreo, yo aproveché ese tiempito para corregir las pruebas y pude observar que Matilda había cometido un par de errores, simples, pero errores al fin. Y automáticamente surgió en mi mente la posibilidad de volver a disfrutar de esa niña. Así es que dejé para el último entregar la hoja de examen de Matilda. Al acercarse Ella al escritorio a retirarla, le digo por lo bajo, escúchame, tienes una nota baja, deberás compensar la misma y yo te ayudaré. Así es que cuando sea la hora de irse, quédate sentada en tu banco hasta que todas tus compañeras se vayan. Allí corregiremos la nota, estás dispuesta? La niña asiente con la cabeza y queda algo preocupada. Llegado el fin de la clase, como acordamos todas las niñas se retiraron menos Matilda. Las aulas de esta escuela tienen en el fondo su propia biblioteca, la misma es un cuartito con puerta corrediza donde se guarda la bibliografía y los enseres para las clases. Llevé allí la silla del escritorio, y le pedí a mi alumna que se metiera al cuarto y me esperara allí. Obediente entró y se sentó. Enseguida, luego de poner llave a la puerta del salón, me dirigí a la biblioteca donde me esperaba la niña. Ni bien entré pude observar que la niña tenía una pícara sonrisa y directamente observaba sin verguenza alguna mi paquete. Eso ya me ahorraba explicaciones, además ya traía la verga medio erecta de solo pensar en que degustaría esa carnecita tierna. Bajé mi pantalón y mi sleep y presenté de frente a su boca mi miembro ya duro, Matilda simplemente lo tomó por el tronco y se metió con algo de esfuerzo la cabeza a la boca. Como dije, ya es una niña experimentada en esto de mamar vergas, lo hace demasiado bien para ser su segunda vez. Además lo hace con ganas y aplicación. Pronto me tuvo súper excitado, y la niña seguía mamando y de a poco se fue metiendo mas verga dentro de su boquita. Pero yo no quería acabar tan pronto. Interrumpí la mamada, le pedí que se sacara la bombachita y se pusiera arrodillada en la silla dándome la espalda. Su falda cubría su culito, que cuando la levanté me encontré con un hermoso y rellenito culo, su agujerito rosado mostraba algún signo de que ha sido manipulado. Matilda se tomó con ambas manos del respaldo de la silla, yo habiendo levantado ya su falda, tomé mi verga y haciendo que separara un poco las piernas para darme lugar a acceder a su conchita, le apoyé la cabeza en medio de sus gorditos labios vaginales, y presioné un poquito, y para mi sorpresa, la verga se introdujo un poco, y Matilda ni se quejó. Habiendo observado eso, me bajo y comienzo a chuparle la conchita, abro sus labios vaginales y puedo observar que no tiene himen, ya no es virgen. Alguien ya la cogió antes que yo. De ahí su habilidad para mamar. Ensalivé la cabeza de mi verga y se la volví a apoyar pero esta vez ya con la intención de metérsela. Y así fué. Presioné un poquito y entró la cabeza, al segundo esfuerzo media verga se perdió en la conchita de la nena, que dicho sea de paso está totalmente lubricada. Emitió un gemido y suspiró fuerte, la tomé de las caderas y apenas pude meter otro poco de la verga hasta topar con su útero. Me quedé quieto un momento para lograr que su vagina se amoldara al tamaño de mi pija, a sus diez años, la niña ya se banca una buena verga. Procedí a cogerla por unos cinco minutos y pronto sentí como su vagina comenzó a latir, y de pronto sentí en la cabeza de la verga el calor y la liquidez de su flujo vaginal, la niña había acabado, y eso me excitó aún más. La cogía con ganas y la niña respondía. No quería acabarle en la conchita por miedo a dejarla embarazada, no sabía si la niña ya mestruaba. Casi seguro que no pero sólo Dios sabe. Habiendo Matilda alcanzado un orgasmo, saqué mi palo de su conchita, escupí bastante saliva en el agujerito rosado de su ano, metí un dedo, la niña no se movió, volví a meter la verga en su conchita y otra vez comencé a cogerla, para mantenerla excitada, metí un segundo dedo en su ano, y Matilda gira su cabeza y me sonríe, lo estaba disfrutando la muy perra. Volví a poner saliva en su culo, saqué mi verga de su conchita y sin preámbulos, se la apoyé en su anito, al principio no entraba, se la froté bastante, la punteaba suavemente y de repente, la punta de la pija entró un poquito, y Matilda simplemente se hizo para atrás y engulló con su ano toda la cabeza de la verga, no solo eso, siguió insistiendo hacia atrás y entró la mitad de mi tripa, ella pegó un gritito pero no hizo intento de sacársela de adentro, la tomé por la cadera y lentamente la fuí penetrando hasta que mis testículos pegaron contra sus nalgas. Y ya no pude controlarme y comencé a cogerla con fuerza y cada vez se la metía más adentro, y se la sacaba toda y se la ponía fuerte, Matilda gemía, suspiraba y de pronto escucho que con su vocecita de niña me dice: Si papito, metémela más adentro, metémela toda. No aguanté y le llené el culito de semen con potentes chorros, al menos cinco chorros gruesos. Al sentir mi acabada, pueden creer que la niña logró otro orgasmo. Y quedó laxa, quietecita. Tuve que esperar que mi palo se ablandara para sacársela sin hacerla doler. Con una vieja bandera que había en la biblioteca limpié a la niña, creanme que la cara que tenía esa niña no era precisamente de sufrimiento. Yo me imaginaba ya que el padre era quien disfrutaba de su cuerpo, pero no pude dejar de preguntarle, a lo que con mucha timidez me contó que su papá, ya la había poseído tres veces. Pero que la verga del padre es la mitad de gruesa y larga que la mía. Por eso Ella disfrutó mucho que yo la cogiera. El padre ya no la toca debido a que la mamá se dió cuenta y se armó lío en la casa. También me contó en confianza mientras yo corregía la nota, que tres de sus compañeritas también han sido abusadas o cogidas por sus familiares. Yo intrigado le seguí sacando info, y así logré que me diera el nombre de las niñas. Ya tenía asegurado el sexo semanal. En el siguiente relato les contaré cómo pude poseer a Isabel, amiguita de Matilda.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!