Matrimonio Abierto C-3
Novios con ventaja. Lo digo así porque no es normal que los novios puedan dormir juntos antes del matrimonio. Éso me decía mi madre cada vez que mi novia se quedaba a dormir conmigo. Y sólo fueron un par de veces. .
Cada vez que volvíamos tarde de una fiesta, me quedaba a dormir con ella en su casa. Tampoco era muy seguido, serían una o dos veces al mes. Como yo tenía que estudiar, no iba a fiestas, iba ella sola, no se perdía fiesta. Pero a mi eso no me preocupaba, la conocí así, sabía que le gustaban las fiestas y hacerse notar. Lo que no sabía lo que hacía ni a qué hora volvía a su casa. Tampoco nunca le pregunté porque se molestaba.
Al año nos casamos, comencé a vivir con ella en casa de sus padres. Ella se levantaba con una blusa sin ropa interior y con tanga. Aveces se ponía una camisa mía y nada debajo.
– No te preocupa que tu padre te vea casi desnuda? – le pregunté un día.
– Tontito, es mi padre, me ha visto desnuda desde niña. No te preocupes – me dijo una vez.
El papá se levantaba con bóxer y para tomar desayuno se ponía polera. Mi suegra era igual a mi esposa, con blusa que se le movían los senos cuando caminaba y con tanga, tenía el mismo trasero de mi esposa. En realidad verlas de espaldas a las dos, era difícil distinguirlas, sólo por las caderas, las de mi suegra eran más anchas. A ella no le importaba que yo la viera casi desnuda, estaba es su casa y era su forma de vestir. Al final terminé por acostumbrame y andar sólo en bóxer. Me complicaba es que aveces tenia una erección y mu suegra se daba cuenta y me lo decía.
– Qué tiene allí, mi niño? – me decía maliciosa. Al principio me daba vergüenza, pero después ya no me importaba.
– La culpa es tuya – le dije un día. Ella es joven y se ve regia. Tiene una tanga blanca trasparente, ahí me di cuenta que se depilaba.
– Mira tú, y qué me harías? – dijo provocadora. No quise responder porque sería muy incómodo para mi. Si le hago una proposición deshonesta y ella acepta, sería un serio problema. Mejor evitar cualquier cosa.
Inevitablemente un día nos encontramos desnudos en el baño. Ella venía saliendo de la ducha y yo venía entrando a orinar. Se había puesto una toalla en la cabeza, lo único que tenía, lo demás se veía espectacular, no pude evitar una erección.
– Y esto? – me preguntó dando un golpecito a mi erección que se se movió como un péndulo de lado a lado.
– Tú lo provocas – le dije, estábamos muy cerca, sentía el olor del champú, del jabón, de su piel.
– Sí? – preguntó dándome unos apretones. La tomé por la cintura y la apreté contra mí, besé su hombro y su cuello.
– No! No podemos hacerlo, no sería justo para mi hija – me dijo al oído. Tomé mi miembro que estaba apretado entre las dos pelvis y lo puse entre sus piernas, sentí la suavidad se su clitoris duro.
– Por favor, no lo hagas – dijo tomado mi cara con sus dos manos mirándome a los ojos. Estuve a punto de empujar mi miembro por su vagina, en ese momento no pensaba en nada más.
– Yo también quiero hacerlo, pero no debemos, por favor, déjame ir – con tono de súplica. La solté, ella se envolvió en una toalla y salió del baño.
Me estaba duchando cuando llegó mi esposa.
– Te estás duchando y no me despertaste? – dijo metiéndose a la ducha.
– No quise despertarte, además de que sólo venía a orinar y después decidí ducharme – ella lavó suavemente mi erección y después lo puso a la entrada de su vagina, la penetré a fondo, con ansiedad, ella gemia en mi oído mientras los golpes de nuestras pelvis mojadas sonaban como aplausos.
Durante el desayuno mi suegra me miraba con ojos divertidos, casi risueños, seguramente pensando en el deseo que me provocaba y efectivamente así fue en adelante, hacia gestos sexuales, se ponía camisas de mi suegra sin nada debajo y sin abotonar para mostrme su desnudez. Aveces pasaba de espaldas delante mío rozando sus nalgas en mi miembro. Una mañana entré en la cocina, ella estaba lavando algo, vestía una camiseta corta y una tanga con sus nalgas desnudas. No pude evitar darle una suave nalgada y un beso en el hombro. Ella se encogió pero no dijo nada, me paré detrás y comencé a puntearla. Ella se inclinó, bajé mi bóxer y puse mi erección en su lugar, sólo la tanga separaba mi miembro de su vagina. La solté, tomé un vaso, me serví bebida y salí de la cocina a sentarme en el sofá. Ella se quedó inclinada, tal como la dejé. Éso día decidí que debía arrendar un departamento.
En el departamento las cosas cambiaron, andábamos desnudos todo el día, cogiamos en cualquier lugar.
– Hay que cerrar las cortinas – le decía.
– Y quién no va a ver? Además de que sólo van a sufrir – no le importaba que la vieran desnuda de otros departamentos. Veíamos películas porno y cogiamos todos los días, los fines de semana todo el día. Hacíamos todo lo que veíamos, compramos un dilldo igual a mi miembro, ella quería sentir uno por cada lado.
Cada vez que hacíamos sexo oral, yo chupaba su clitoris, sus labios vaginales y su ano. Me gustaba chupar su ano, chupar su vulva y meter mis dedos por su ano. Ella hacía lo mismo, chupaba mi miembro, mis testiculos y mi ano, hasta me hacía eyacular penetrandome con los dedos.
Con la llegada del dilldo lo incluyó en nuestros juegos, ya lo había incluido antes, la penetraba vaginal con el dildo y anal con mi miembro.
Un día se le ocurrió penetrarme con el dildo después de los dedos, me dolió al principio, pero después me hizo eyacular igual.
– Qué rico. Te gustó? – me preguntó.
– Si, me gustó – le dije aunque no estaba muy seguro de lo que estábamos haciendo.
– Si dos personas están de acuerdo en tener juegos y juguetes sexuales está todo bien – dijo ella.
– Mira que rico – dijo ella mientras veíamos una pareja haciendo intercambio.
– Te gustaría hacer un intercambio con otra pareja? – le pregunté.
– Si, me encantaría –
– Mira éso – dijo mientras las mujeres se hacía sexo oral entre ellas.
– Te gustaría hacerlo? – le pregunté.
– Si, me gustaría. Una vez lo hice – dijo.
– Que hiciste qué? –
– Éso, sexo oral con una amiga. Tenía entre 11 y 12 años cuando hice una pijamada. Una de ellas se quedó a dormir conmigo, comenzamos a hablar de sexo, después no tocamos y después nos hicimos sexo oral – dijo
– Tú nunca tuviste sexo con un amigo? –
– No, sólo nos masturbabamos, pero éramos niños – dije.
– Pero te gustaba –
– Si, era rico, pero sólo fue unos meses – dije.
– Podríamos buscar una pareja de intercambio – dijo ella.
– Si, podría ser – dije no muy convencido.
Recordé que ella no había tenido novios, sólo amigos con ventaja, seguramente debe haber tenido varios amigos de ésos, le gustaba coger con quien ella quisiera sin compromiso. Nunca me preocupé de éso, estaba tan ocupado estudiando, que nunca pensé que las veces que ella iba fiestas sin mi, iba con otro amigo con ventaja.
Pero ya eso pasó, ahora no es necesario…



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