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Bisexual, Heterosexual, Intercambios / Trios

Matrimonio Abierto C-4

Encontramos una pareja de swingers. .
– Encontré un matrimonio que busca una pareja  – me dijo mi esposa una noche que llegué de la oficina.

– No sé, pero qué te dijeron? – le pregunté.

– Que nos podíamos juntar a tomar un café y conversar  – dijo ella.

– No se, no me tinca  – siempre he sido algo reservado para mis cosas.

– Pero si sólo es para tomar un café y conversar  – dijo ella.

– Bueno, si tú lo dices  – dije.

Llegamos al café como a las 7 pm según lo acordado. No los conocíamos ni ellos a nosotros. Entramos al café y comenzamos a mirar las mesas, vimos que de una nos hacían señas.

– Hola, como están? – saludos con besos en la mejilla.

– Bien y ustedes? – nos sentamos a la mesa.

– Bien también,  qué van a querer? – me encogí de hombros.

– Ustedes qué van a pedir? – dijo mi esposa.

– Nosotros ya pedimos y mira,  justamente ya lo traen  – dijo ella. En ése momento se acercó una niña con unos vasos altos con crema.

– Yo quiero de lo mismo y tú? – me preguntó mi esposa. Yo, que soy más de costumbre sólo pedí un cortado.

Después de la conversación de costumbre y terminado los café, llegó el momento de preguntar lo importante.

– Mira, es difícil hablar de esto en público, nosotros queríamos conocerlos primero antes de seguir -«dijo ella.

– Qué les parece si mejor vamos a nuestro departamento? Queda aquí cerca  – dijo él.

Estuvimos de acuerdo y salimos del café. Mi esposa tomaba el brazo de él y su esposa el mío. Ella era una rubia muy bonita, de esas rubias que llaman la atención a todos, menos a mí.  Tenia unos lindos pechos que se le querían arrancar del escote de una blusa fina que marcaba sus pezones. No es que tenga algo en contra de las rubias, pero no son mi tipo y las que he conocido las he encontrado » huecas «. Pero además era esbelta, casi de mi porte, parecía de lindas piernas, por lo que alcanzaba a ver. Mi esposa caminaba tomada del brazo de él, alto, más alto que yo, bien parecido y de contextura atletica. Mi esposa se veía emocionada conversando con él.

– Tu no hablas mucho que digamos –  dijo ella con una hermosa sonrisa que la hacia verse más bella.

– No, en realidad, no soy muy buen conversador  – dije con una risa de disculpa. Hablamos un poco de mi, de mi trabajo y del matrimonio.

– Aquí es! – dijo ella.

El nombre de ellos no viene al caso, pero a ella la voy a llamar Mariana y a él Alberto para evitar confusiones.

Él era alto, ya lo dije, de piel blanca, pelo negro y ojos claros. No eran azules ni celestes, ni verdes, no sé cómo describirlos, depende del momento, de la luz, del ángulo, como que le cambiaban el color. Era también muy simpático, de esos que atraen a las mujeres con una sonrisa fresca y amplia.

– Qué les sirvo? Les parece un  » mojito » ? – dijo Alberto.

– Me encantan, yo te ayudo – dijo mi esposa acompañándolo a la cocina.

– Toma asiento  – dijo ella indicándome el sofá. Me senté y ella se sentó a mí lado.

– Te veo tenso, te hago un masaje? – me preguntó.

– No, estoy bien, no es necesario – dije con la mejor de mis sonrisas.

– Ustedes han hecho algo parecido antes? – preguntó ella.

– Parecido a qué  ? – pregunté tímidamente.

– Es la primera vez? – dijo ella acariciando mi muslo, lo que hizo que me pusiera más tenso y mi miembro diera un salto. En éso llegaron las copas, mi esposa me pasó una y se sentó a mi lado. El trago estaba rico, no muy dulce aunque algo fuerte. Alberto puso música popular pero en saxo que sonaba muy romántico.

– Quieres bailar? – le preguntó a mi esposa, la que se paró de un salto y se metió entre los brazos de él. La música sonaba suave y muy lenta.

– Bailemos? – me dijo Mariana levantándose. Me abrazó fuertemente pegando su cuerpo firme contra el mío. Se notaba que iba a un gimnasio. Su perfume, floral pero suave, co un toque a frutas lo hacía muy agradable. Sue pezones clavándose en mi pecho y su pelvis pegada a la mía me alteraron las hormonas. A la primera vuelta vi a mi esposa colgada del cuello mientras las manos de él la sostenía de las nalgas. Se besaban apasionadamente. A pesar de saber que a éso veníamos, me sorprendí, era la primera vez que veía a mi esposa haciendo algo como éso. La había visto bailar con otros hombres, amigos de ella con los cuales bailaba apretado. Pero ella era así, así la conoci, así bailó conmigo la primera vez y me gustó. Cuando fuimos novios le dije que no me importaba cuantos amigos con ventaja ni cuanto tiempo, lo único que quería era que eso se terminara de ese momento en adelante.

– Lo pasado es pasado – le dije ése día y nunca más la vi hacerlo. No cuando yo estaba presente. Ahora me preguntaba por todas veces que ella iba sola a las fiestas de sus amigos:; Habrá bailado igual con ellos ?. Mariana me volvió la cara con las dos manos y me besó en los labios, como para olvidarme de lo que había visto.  Sus besos eran suaves y agradables. Tomó mis manos y las puso en sus nalgas mientras me seguía besando. Cerré los ojos y me dejé llevar por ella, rozaba su pelvis contra mi erección.

Cuando abrí los ojos mi esposa no estaba, la mano de Mariana acariciaba mi erección por encima del pantalón.

– Vamos a la cama  – me dijo en un susurro al oído mientras me daba unos apretones a mi miembro.

Al entrar al dormitorio vi a mi esposa totalmente desnuda, con las piernas levantadas, con los ojos abiertos mirando a Alberto y gimiendo con cada estocada a fondo que le daba Alberto.

Mariana se sentó en la cama y con una rápida habilidad me bajó los pantalones y comenzó  darme sexo oral. Veía a mi esposa ser penetrada, lo estaba gozando y Mariana me hacía gozar a mí. Se desnudó y se acostó de espaldas al lado de mi esposa, me puse entre sus piernas y la penetré con fuerza. Soltó un quejido, levantó la pelvis cuando iba con la segunda penetracion, y seguí bombeando cada vez más rápido, la sentía gemir mucho,  casi gritando. No, no era Mariana, era mi esposa que estaba teniendo un orgasmo. Después él se acostó sobre ella y ella cruzó sus piernas por la espalda de él mientras se besaban. – Te amo  – dijo mi esposa muy despacio al oído de él.

Como tengo buen oído lo escuché y la miré a los ojos. Pero ella con los ojos cerrados seguía besándolo.

Yo mantenía mi ritmo, al parecer al ver a mi esposa acostada al lado y ver cómo se la estaban cogiendo, me desconcentraba de lo que yo estaba haciendo. Por una parte fue bueno porque Mariana tuvo un orgasmo antes que yo, entonces me olvidé de mi esposa y acabé dentro de Mariana.

– Te gustó? – me preguntó.

– Sí, estuvo rico  – le dije.

– A mi me encantó. Ahora tengo que ir al baño  – me dijo. Me levanté y la ayudé a salir de la cama. Ell se sentó mientras lavaba mi miembro. Le pasé agua para que se lavara y después volvimos al dormitorio.

Qué espectáculo. Mi esposa en cuatro, con la cara en la almohada, ahogando sus quejidos mientras Alberto se la estaba cogiendo analmente. Lo hacía con una fuerza que yo nunca hice con ella.

Nos quedamos parados mirando como él se la metía una y otra vez con una fuerza que parecía que la cama se iba a desarmar. Mi esposa volvió la cara hacia mí y me sonrió mientras parecía muñeca de trapo. Los quejidos se transformaron en gemidos, lo que me indicó que le estaba viniendo el orgasmo, al parecer Alberto se dió cuenta y lo comenzó a hacer más rápido terminando junto con ella. Mi esposa quedó tendida boca abajo en la cama.

– Estás bien? – le pregunté.

– Si, estoy muy bien  – dijo con una risita.

– Creo que debemos irnos  – le dije.

– Tan pronto? Tengo que ir al baño, me acompañas? –  le dijo a Alberto.

– Vamos a buscar un trago  – me dijo Mariana. Me sirvió un whisky con hielo y uno para ella.

– Es primera vez que ves a tu esposa coger con otro? –

– Si, la verdad es que no se si ha cogido con otros antes  –

– Al principio es así, después te vas a acostumbrar a verla coger con otros hombres y tu con otras mujeres así es el mundo swingers.

Volvimos a la habitación y mi esposa estaba cabalgando arriba de Alberto.

Una hora después íbamos a nuestro departamento, ella iba recostada en el asiento del copiloto con los ojos cerrados.

569 Lecturas/11 noviembre, 2025/0 Comentarios/por Riseva
Etiquetas: amigos, baño, cogiendo, culo, esposa, oral, orgasmo, sexo
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