Matrimonio Abierto C-5
Las reuniones en el departamento de ellos son cada vez más intensas. .
– Me llamó Alberto preguntando si esta semana íbamos a ir – me dijo mi esposa.
Desde que volvimos del departamento no habíamos vuelto a hablar del tema. Aunque yo sabia a qué íbamos, sabía que a mi esposa le gustaban estas cosas, quedé impresionado de su comportamiento.
Cada vez que hacíamos el amor, ella era intensa pero cerraba los ojos y yo me imaginaba que estaba pensando en él, en Alberto. Lógicamente que estos pensamientos me bloqueaban la lívido y me costaba tener un orgasmo, por lo que ella aprovechaba para tener dos o tres orgasmos seguidos. Incluso yo no alcanzabas a tener uno. Pero ella quedaba feliz.
No es que estuviera celoso ni me sentía engañado, pero me sentía como en segundo plano, como » la alternativa «.
– Si, claro, si tu quieres – le dije sin mucho entusiasmo.
De manera que ése fin de semana iba a ser en el departamento de ellos.
Cuando llegamos al departamento Alberto estaba sólo con un bóxer y Mariana solo con una tanga.
Mi esposa entró directo a los brazos de él. Mariana, muy linda y muy tierna me abrazó y me besó suavemente, sentí la presión de sus pechos desnudos contra mi pecho y la presión de su pelvis contra mi erección, cosa que no me había dado cuenta que la tenía.
– Voy a preparar unos tragos – dijo Alberto.
– Yo te ayudo – le dijo mi esposa y se fueron a la cocina. Me quedé besando y acariciando las suaves pero firmes nalgas de ella. Realmente me gustaba mucho, si Alberto lo quiere, no tengo ningún problema en dejarle mi esposa y llevarme la de él. Ella comenzó a desvestirme, le dije que quería ir al baño y al pasar por la cocina vi a mi esposa de rodillas con todo el miembro de Alberto dentro su garganta, se escuchaban los » gobp, gobp, gobp » con cada empujón de él. Hacia tiempo que no hacía éso conmigo, pensé en ese momento. Cuando volví del baño estaban los tres desnudos y mi esposa entre ellos, besándose con los dos. Tomé mi vaso de la mesita y lo vacíe de un trago, Mariana se paró y comenzó a besarme y a desabrochar mis pantalones, la ayudé y ella se sentó en el sofá y metiendo mi miembro en su boca comenzó a darme una rica mamada, como la que mi esposa le daba a Alberto.
– Vamos a la cama – dijo él llevándose a mi esposa a la habitación. Mariana terminó de desnudarme mientras estaba sentado en el sofá. Después se me subió encima y se montó arriba. Afirmada del respaldo del sofá comenzó a saltar encima mío, se sentía muy bien a pesar de que no podía moverme.
– Llévame a la cama – la tome de las nalga y con no poco esfuerzo me levanté con ella que cruzó las piernas por mi espalda. Mi esposa cabalgaba sobre Alberto emitiendo toda clase de quejidos, gemidos y hasta algunos chillidos. Lo que no hace conmigo – pensé -.
Me acosté sobre Mariana que aún tenía su piernas por mi espalda y me dediqué a hacer que lo gozara y también a hacerlo yo, nunca la había amado tanto como en ése momento. Me di cuenta que mi esposa había tenido un orgasmo porque estaba acostada encima de él ronroneando como una gatita.
Nosotros tuvimos nuestro propio orgasmo y también me quedé encima de ella. Me parecía bien el intercambio y pensar de que tenía mis aprensiones al principio.
– Ahora quiero anal – le dijo mi esposa levantándose, Mariana quería ir al baño y fuimos a lavarnos. De vuelta mi esposa estaba en cuatro y Alberto se la cogia sin miramientos, ella gemia en cada estocada pero no hacia nada por evitarlo, lo que es más, se volvió hacia mi y tomando mi miembro lo metió en su boca, aunque no tenía una erección, todo lo que estaba viendo fue suficiente para tener una al 100%.
– Qué rico, siempre soñé con chupártela mientras me cogian por detrás – me dijo temblorosa.
– Espera – le dijo a Alberto, y se me subió encima metiendo mi miembro en su vagina.
– Ahora sí – le dijo a Alberto abriendo su nalga con una mano. Alberto no se hizo esperar penetrándola profundamente, sentí el miembro de él rozando con el mío mientras entraba y eso me excitó aún más. A los 5 minutos mi esposa estaba teniendo otro orgasmo casi con convulsiones. Alberto se hizo hacia atrás.
– Ahora yo – dijo Mariana que había estado mirando.
– Pero te quiero a ti atrás – dijo montadose en Alberto. El trasero de ella era, como ya he dicho, una hermosura, su piel blanca y suave, sus nalgas redondas y firmes, su ano rosado invitándome a entrar y eso hice, disfrutando cada centímetro durante la penetracion y durante todo el acto, no se si tuve el orgasmo por el roce de mi miembro con su ano o con el miembro de Alberto que recorría cada centímetro del mio.
Después fuimos los cuatro al baño primero y la cocina después a tomar algo porque teníamos sed.
Al volver a la cama Mariana comenzó a besar a mi esposa la que le respondió con entusiasmo, se besaban y se tocaban mientras nosotros las mirábamos.
– Te gusta? – me preguntó Alberto a mi lado.
– Si, no había visto dos mujeres haciendo el amor – dije sin dejar de mirar.
– Y dos hombres? – preguntó.
– Si, hombres si –
– Y te gusta – dijo él, no supe que responder. Entonces tomó mi erección y comenzó a masturbarme. Miré su erección e hice lo mismo, era rico mirar y masturbarnos, sentí su mano suave y cálida acariar mi nalga, luego sus dedos en mi ano.
– Pon las manos en la cama – me dijo y parado como estaba puse las manos en la cama quedando doblado mirando como los dos clitoris se rozaban. Sentí la penetracion y me dolió, lo sacó y humectándome lo volvió a meter, me di cuenta de lo que significaba tener un miembro como ése en el trasero, pero ya había pasado el punto de retorno.
Esa noche nos quedamos dormidos, agotados y ebrios. Desperté en la mañana con una erección abrazando a Mariana por detrás y a Alberto haciendo lo mismo conmigo, en qué momento entró, no lo supe, lo que si supe era que me llegaba al estómago pero no me dolía, era una sensación nueva despertar así.
Estuvimos todo el día desnudos tomando, comiendo y cogiendo todos contra todos.
El la noche, cuando íbamos en el auto rumbo a casa, ni en la casa ni en la cama dijimos nada, solo nos acostamos y no dormimos.


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