me cogieron mi vagina delante de mi esposo
un amigo de mi esposo mandó su mano a mi entrepierna y agarró mi vagina plenamente. .
Queridos amigos lectores: Mi nombre es Andrea, es nombre ficticio de verdad, lo demás es real, tengo 31 años de edad actualmente, soy casada, mido 163 centímetros de estatura, 65 kilogramos de peso, contextura mediana, buena pierna con unas buenas nalgas como una buena hormiga culona, unas tetas talla 34 b, mi piel es clara, mi cabello es lacio color miel, lo tengo corto en este momento, mis ojos son café claros, en fin tengo gracias a Dios, un buen cuerpo, unos atributos que muchas envidian y los hombres desean, mi cuerpo me encanta, sé que no pasa desapercibido, ya que cuando voy por la calle recibo muchos piropos unos muy bonitos, otros un tanto pasados y hasta morbosos, recibo también miradas, gestos y otras cosas de parte de los hombres, tampoco tengo hijos debido a que cuando niña me practicaron un aborto en una clínica clandestina, allí me sacaron la matriz, por ese motivo no puedo concebir.
Mi esposo es un buen hombre, 2 años mayor que yo, de 180 estatura, de 72 kilos de peso, trigueño, pelo crespo y negro, delgado, bien aspectado en todos los sentidos, las chicas lo ven y no son indiferentes a sus gustos, llama la atención de ellas en todos lados, profesional, trabajador, juicioso, bueno en la cama, sé que me la ha jugado varias veces, lo he perdonado porque aprendí a pagar con la misma moneda. Aquí sólo quiero desahogarme de estos recuerdos, revivirlos y compartirlos con aquellos que buscan algo de diversión por este medio, dejo constancia de que mis relatos son verídicos y no sacados de la fantasía de alguien.
Hoy les relataré cómo lidiamos con un amigo de mi esposo que me tocó mis partes íntimas en una reunión de amigos, en mi propia casa, en presencia de él obviamente.
Resulta que mi esposo cumplió 30 años, es decir hace 5 años esta historia, le dije que iba a celebrarle esa fecha, que podía invitar a sus amigos más amigos y que me entregara una lista con sus teléfonos para coordinar con ellos, unas 50 personas confirmaron su asistencia, algunos con sus esposas o novias, otros iban solos, eso sí cada uno se ofreció a dar un aporte o llevar comida o lo que yo quisiera para que todo fuera más en familia, minimizar gastos y que se sentían bien con el aporte de dinero.
A eso de las 11 de la mañana llegaron los primeros invitados, algunos llegaban con regalos en especie, zapatos, camisas, corbatas, otros llegaban con lociones, perfumes, licor, sombreros, es decir un sinfín de cosas, en la nevera había cerveza, whisky, refrescos, aguardiente, ron, etc, un asado es la comida preferida de mi esposo con sus amigos en esas fechas, para ser claros, mi casa más parecía un depósito de licor que otra cosa.
Durante el día se departió sin problema alguno, abrazos, un grupo de mariachis, risas, música, buenos deseos, baile, gritos, etc, en el atardecer se comenzaron a despedir unos por ebriedad, otros alegando tener asuntos pendientes, solo quedó un grupo de unos cinco amigos, los más resistentes para beber.
Ya estaba oscuro y decidí cambiarme de ropas, pues me habían tirado encima cerveza, ese olor no es agradable, me bañé y me coloqué una licra ajustada, sin ropa interior, unas zapatillas bajitas de cuero y una blusa transparente con un brasier blanco que se marcaba bien, como los labios de mi vagina son carnosos pues mi vagina se pronuncia bien y sin ropa interior se marcan más, la costura se metía entre mis labios vaginales, es de anotar que estaba algo tomada; no sé por qué quise vestirme así, sabiendo que había invitados, seguramente me sentí protegida por mi esposo o para que vieran lo que él se comía y muchos deseaban; bajé a la fiesta para unirme al pequeño grupo que acompañaba a mi esposo.
Mi esposo me dijo: ¡mi amor! Por favor sirva usted los tragos para todos y manténganos surtidos de licor y de música, así se hizo, obedeciendo el capricho de mi rey y cumpleañero.
Transcurría todo sin problemas, ellos reían, se acordaban de sus anécdotas de trabajo, yo los escuchaba y atendía sin intervenir en nada.
En un momento en que me paré frente a su amigo Alberto para servirle un trago de whisky, mis piernas quedaron un poco abiertas, considero que era una posición normal, nada excesivo, mi sexo quedó frente a su cara, no sé qué pasó, él como instintivamente metió su mano entre mis piernas agarrando plena mi vulva por sobre la licra.
Obviamente me tomó por sorpresa, grité del susto, “ole, qué hace”, saqué mi trasero hacia atrás, mi esposo y los otros amigos estaban observando ese momento le gritaban: “mano qué le pasa”, cuando Alberto reaccionó o entendió lo que había hecho, se tiró al piso de rodillas a pedir perdón, mi esposo se enfureció, obviamente estaba salido de casillas, sus otros amigos comenzaron a tratar de calmar ese momento, mi esposo decía groserías, quería pelear.
Mi esposo me preguntó cómo fue, qué pasó, algo me iluminó la respuesta en ese momento, papi, pues le iba a entregar el trago y me imaginé que él me agarraba mi entrepierna, pero eso no ocurrió nunca, fue mi imaginación, no he sido irrespetada en ningún momento, él solo iba a recibir el trago, nada más; esa mentira calmó todo el problema en ese momento, sin embargo, no serví más tragos a ninguno, me dediqué a abrazar a mi esposo y consentirlo delante de ellos, le daba muchos besos, toques y caricias por muchas partes de su cuerpo para hacerlo sentir tranquilo y seguro.
En un momento en que mi esposo fue al baño a orinar, sus amigos me felicitaron por haber calmado los ánimos, por la inteligencia y el atino en encontrar esa disculpa. Alberto pidió perdón nuevamente, le dije tranquilo, no pasó nada, pero no vuelva a hacer nada de eso. En mi interior sabía que yo había provocado eso, por mostrar más de la cuenta a unos tipos alicorados, uno de ellos dijo, es que eso se aprecia muy bonito, yo también estuve tentado a tocar para saber si era real o no, me imaginaba todo eso en mi mano, los otros sonrieron y dijeron sí, esos pensamientos le llegan a uno, pues esto es de verdad, abrí mis piernas y me toqué agarrando los labios de mi vulva, esto lo tienen todas, no sean morbosos, ellos decían sí, pero no así de rico; los comentarios no se hicieron esperar, qué rico, que belleza, eso es un bocado de cardenal, en fin, ahí paró todo en ese momento pues llegó mi esposo nuevamente.
Cuando ellos se fueron, nos fuimos a dormir, mi esposo a manera de chiste y broma me preguntó, mi amor, ¿te gustó esa tocada? Yo vi todo perfectamente. Quedé fría, no sabía que decir, ni cómo actuar. Atiné a preguntarle, ¿te gustó a ti? Su respuesta fue: no me vas a creer, sí me gustó, porque eso indica que tengo una mujer hermosa, deseada, bonita, toda una reina que despierta sentimientos de pasión y lujuria en tipos como Alberto. No dije nada, pero eso me tranquilizó mucho. Él continuó, te felicito por evitar un problema mayor, por no dañar mi día, ni mi momento y por ocultar sabiamente ese abuso de mi supuesto amigo.
Seguimos hablando de eso, hasta que le recordé cuando lo había visto abejorreando o tocando a chicas delante de mí, recuerda que dije que le iba a pagar con la misma moneda, pues eso no es tan bonito para nadie, me hice la santa, toda digna, él aceptó dejar así sin más patas en el asunto.
En la tarde del día siguiente decidimos ir al cine, para rematar su cumpleaños del día anterior, igual que olvidar el incidente de Alberto. Pero, cuando uno está de malas, del cielo le llueve mierda, eso dicen por ahí, cuando íbamos a comer un helado antes de entrar a la sala de cine, ahí estaba Alberto, quien salía de un almacén de ropas, nos miramos con mi esposo, pero como adultos fingimos que no pasaba nada, nos saludamos normal y afectivamente, en fin de cuentas, él y mi esposo son compañeros de trabajo, así que no valía la pena iniciar una enemistad.
Cuando mi esposo estaba pagando en caja las copas de helado que íbamos a consumir, es decir estaba de espaldas a nosotros, Alberto me entregó un bono de ese almacén que acababa de salir, no sabía que era, pero lo recibí con premura para guardarlo, yo pensaba que, si hubiéramos tenido cita, no había sido tan puntual. Al abrir mi bolso para echar ese papel, mi esposo se percató y dijo ¿qué pasó?, es que voy a sacar mi espejo, sentí algo en mi nariz y quiero verificar. Así lo hice, guardé el papel que no sabía que era y me revisé mi maquillaje, mi esposo creyó mi teatro.
Cuando vimos alejar a Alberto, mi esposo me preguntó: ¿te gusta ese tipo? La verdad no, fue mi respuesta, sin embargo, es atento y caballeroso, esos son puntos a su favor.
Pero, ese tipo te cogió tu cosita, siguió mi esposo, eso fue asunto de tragos, no sabía lo que hacía, cuando cayó en cuenta pidió perdón y ya, que muera eso ahí, me apresuré a decir, no quiero que toda la vida ese recuerdo dañe nuestros momentos de intimidad.
Se me ocurrió, preguntarle a mi esposo: ¿quieres, o te gustaría que hiciéramos un trío con él y tu conmigo? Te veo como interesado en el tema, o ¿qué te pasa?
Es que cuando vi a ese tipo agarrar tu cosita me llegaron muchos pensamientos, pero dejemos así por ahora, siento que te gustaría hacer un trío le dije, sí, me dijo contundente, pero con otra chica y tú. Quedé fría, Jamás me esperaba esa respuesta de mi celoso esposo, sabes que eso acabaría con el respeto, la confianza, el amor y nos llevaría a un lugar de aceptación de infidelidades consentidas que no tendrán fin, pero échele cabeza y lo discutimos ampliamente, fue mi último comentario.
Mi esposo salió de comisión nuevamente, al siguiente día de su salida, en la tarde llegó a mi puerta el tal Alberto, con un ramo de flores, rosas rojas, frutas y muy bien organizado en una canasta. Salí al oír el timbre, oh, mi sorpresa, Alberto en cuerpo y alma, me entregó ese detalle, esto es para que me perdones por mi estupidez, tranquilo eso ya está olvidado, ¿puedo pasar? No, fue mi respuesta. ¿Te gustó lo del bono? No me acordaba de ese papel que me entregó en el centro comercial, él siguió diciendo: quiero que me des una oportunidad de explicar lo que sentí esa noche, me dijo directamente, yo también quiero hablar de eso que pasó, es para que dejes de perseguirme, pero aquí no, mire a mis vecinas, váyase ya, nos vemos mañana a la una de la tarde en la cafetería xxx del parque xxx, así se hizo, me fui a revisar el tal papel, pues era un bono de casi cien dólares (al cambio) eso me animó para mi encuentro con Alberto.
Llegué a mi encuentro con Alberto, un tipo de 175 estatura, contextura mediana, color trigueño, de facciones agradables, apenas entré se levantó de la silla donde estaba sentado esperándome, me abrazó y un beso en la mejilla fue su saludo. Estaba asustado que no llegaras, pero ya estás aquí, gracias por ser tan puntual y condescendiente.
Nos fuimos al motel, allí nos bañamos juntos, enjabonando nuestros cuerpos del uno al otro, sus manos no dejaban de admirar mis labios vaginales, esa fue su debilidad esa noche y a la vez la puerta de entrada a mi vida íntima. Su verga ya estaba firme, con dureza, su tamaño era corto para lo que esperaba en ese momento, algo flacucho también, me tiró a la cama y mis pies quedaron en el piso, su boca, su lengua y toda su atención se concentró en mi vagina, parecía como si estuviera comiendo un helado en clima caliente, su lengua trabajaba a mil.
Se incorporó y se acostó encima de mí, su verga comenzó a taladrar mis labios, sus huevas golpeaban mis nalgas, seguramente estaba incómodo y me hizo reacomodar en la cama, también se acomodó para un 69, quería seguir trabajando con su lengua en mi carnosidad vaginal.
Entre tanto yo me tragaba esa verguita con cierta facilidad, la mantenía en mi boca hasta el fondo por largo rato, la chupaba con fuerza y apenas escuchaba sus quejidos, volvió a su posición de misionera y allí se vino dentro de mí, mientras un beso sellaba ese momento, se dejó caer de medio lado para recuperarse un poco.
Agradecido no dejaba de halagarme, besarme, acariciarme, yo le correspondía con agrado, nos consumimos un par de cervezas que sacó de la nevera, nos enjuagamos nuevamente y volvimos a la acción. Estando sentada en el borde de la cama, comencé a propinarle una mamada espectacular, sus manos me agarraban con fuerza por la nuca y su pelvis estaba echada hacia adelante, inmóvil, tieso en esa posición, comencé a sacármela y estirarla como un caucho, quería sacarle la leche en ese momento.
Me hizo acomodar de pies agarrada del borde la cama, mis piernas estaban algo abiertas allí fui blanco de sus ataques hasta que volvió a eyacular dentro de mí. Se quedó un ratico quieto hasta que se desinfló esa cosa y se salió, mis piernas chorreaban líquidos conjuntos de mis orgasmos y su semen. Allí hubo la promesa de volvernos a encontrar en ese mismo sitio, así se hizo.
Mi esposo dijo no estar preparado aún para el intercambio o ser muy liberal y el tema quedó olvidado por un tiempo. Con Alberto he recibido grandes y hermosos detalles, es un hombre noble, directo, frentero y decidido, aunque su miembro no sobrepasa los 13 centímetros, (se lo he medido), he aprendido a disfrutarlo las muchas veces que hemos estado, ya les contaré alguna historia con él.
Aquí termina una historia, que, aunque en su comienzo no tiene sexo explícito, es una experiencia vívida y plena que me tocó sortear, una situación difícil de atender, gracias a los seres de luz que me ayudan y me protegen que salí avante, ganadora y triunfante de ese momento extraño, muy extraño ese caso, pero nada del otro mundo.
Son mis primeros relatos, si te gusta esta historia comente o deje su voto para seguir escribiendo o dejar de hacerlo, gracias.
¡Qué bueno que encontraste diversión. Es cierto, aunque no sea grande y gruesa, si la saben mover y surten buena cantidad de semen, resultan agradables, más si tienen los mimos y atenciones que corresponden a un caballero.