Me dio su cuerpo para ganar un curso
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Leer los relatos eróticos siempre me calienta y me sirve de inspiración cuando tengo relaciones sexuales con mi chica. Ahora me toca ser escritor y no lector, quiero contar una historia caliente que me sucedió.
Actualmente tengo 42 años, pero esto me sucedió a los 36, en ese entonces había conseguido una plaza de catedrático en una universidad, dándo tres cursos repartidos en la carrera de Administración.
En uno de mis cursos o materias, estudiaba una chica de 20 años que llamaremos Julieta, por algo que no comprendo esta chica siempre reprobaba mi curso, lo hizo dos veces y ahora lo estaba cursando por tercera vez y no iba muy bien.
La pequeña Julieta (medía 1.56 mt), tenía como atractivo su gran busto, unos deliciosos melones duros y parados, asi también su trasero era muy bueno, con nalgas bien paradas, asi que la chica a pesar de su pequeño tamaño tenía su encanto.
A los 36 años y separado de mi mujer, estaba puro volcán, ardiendo y caliente. Cierto día Julieta me llamó a mi celular a mi trabajo y me dijo que no andaba otra vez bien en mi curso, yo le afirmé su presentimiento. Julieta siempre se había comportado bien en la facultad y no se le conocía más que noviazgos normales, no era la típica chica loca, sino que era algo sería. Sin embargo durante los dos años anteriores me parecía muy apetitosa sobre todo sus dos lindas y enormes tetas, que ella sabía lucir, ya que era normal verla con unos escotes que le hacían buena publicidad a sus senos.
Asi que, durante la charla me preguntó qué podía hacer para ganar el curso, me dijo que estaba dispuesta a todo, eso me calentó de inmediato la sangre, mil pensamientos libidinosos pasaron por mi mente en un segundo, no sabía como decirle indirectamente que lo que yo quería era follarla, no quería decirselo asi de lleno, asi que pensé la mejor forma.
-Mira Julieta, podemos hacer un trato-
-Si profe, lo que usted quiera- me dijo.
-Eh..quisiera decirte que eres una chica muy linda.. bueno sin rodeos Julieta, quiero que seas mi chica una de estas noches-, finalmente lo dije, hubo un silencio del otro lado del teléfono. Luego..
-Profe no habrá de otra forma?, es que yo tengo novio!- me respondió
-Sabes que Julieta, no estoy acostumbrado a regalar cursos, de hecho nunca he regalado alguno en mi tiempo de catedrático, sabes que?, mejor dejemolo así, estudia bastante para reponerte y espero que te vaya bien- Le contesté muy seguro.
Iba a apagar mi móvil, pero ella me habló antes.
-No profe no cuelgue, está bien, pero después no quiero tener compromiso con usted y quiero mucha discreción, porque también yo nunca lo he hecho por favores recibidos-
-No tengas pena Julieta, que yo sabré guardar muy bien nuestro secreto- le contesté.
-Y cuando nos veremos entonces?- me preguntó Julieta
-Que te parece este sabado, yo te recogeré donde me digas- le indiqué
-Esta bien profe, lo espero en la esquina “; a las 7 de la noche-
-Allí estare puntual, hasta entonces!- y corté la llamada.
Ya estaba hecho!!, Julieta había sido la protagonista de varios sueños húmedos en el último año, asi que estaba muy contento por mi conquista.
Llegó el famoso sabado, a pesar de mi edad, estaba nervioso, nunca antes había ligado una chica de ésta forma. Por consejo de algunos amigos, antes pase a la farmacia a comprar una pastilla que supuestamente hace retardar la eyaculación y mantiene la erección, estaba nervioso y quería hacerle maravillas en la cama a Julieta, asi que me la tragué. La recogí en mi automóvil a la hora pactada. Realmente iba encantadora, con sus acostumbradas blusas con mucho escote, y tenía puesta una falda un poco arriba de las rodillas y sus tacones altos que también acostumbraba por su corta estatura, además se había puesto un perfume muy delicioso.
Luego de decirle que estaba linda y hablar de algunas trivialidades, observé que estaba nerviosa y seria, apenas habló durante el camino a un motel que yo había escogido, de los más caros, quería que al menos estuvieramos bastante cómodos y en un mejor ambiente. Ingresé mi auto al parqueo de la habitación, luego en forma eléctrica una cortina de metal cerró el parqueo, enfrente del auto estaban las escaleras que nos llevarían a la habitación.
Ya en la habitación, no sabía por donde empezar, a pesar que lo había planeado toda la semana, le dije que se sentara en la cama conmigo, la tomé de las manos y me acerqué a su boca, le dí un beso dulce y apasionado, ella no respondió solo se dejó besar, por lo tanto mejor bajé al escote de su blusa y besé y lamí las partes que me ofrecía, su piel era tersa y suave, con una mano le bajé un poco más su blusa de modo que el pezón de su teta derecha quedara libre, lo lamí y luego lo metí entre mis labios para saborearlo, su pezón se endureció, parece que me estaba funcionando. Me pasé a la otra teta e hice la misma operación, luego bajé su blusa y deje completamente libres sus dos enormes senos, de veras que eran preciosos, bien desarrollados y apetitosos, ya no importó si ella respondía o no a mis caricias, solo quería darles una buena mamada.
Mientras los mamaba, chupaba, mordía y lamía sus grandes tetas, pensé que cuantos estudiantes quisieran y pagarían mucho por estar en mi lugar en este momento, ya que eran las tetas más apetecidas de toda la facultad de Administración. Durante esa frenética mamada le tomaba las tetas con cada mano y las turnaba para chuparlas y apretarles los pezones con los labios y dientes. Por un segundo perdí toda noción de Julieta. Sin embargo cuando pasaron bien unos quince minutos de esta salvaje mamada de tetas, subí la vista para ver a Julieta, ella tenía los ojos cerrados, se mordía el labio inferior de la boca y hacía gestos con su cara, se veía que la estaba pasando bien.
Le saqué la blusa por completo y la acosté en la cama, me subí delicadamente sobre ella y seguí mamando sus deliciosas tetas por otro buen rato. Mientras terminaba de hacer míos sus senos, le fui sacando su faldita, luego sus braguitas y por último sus zapatos, Julieta quedó desnuda frente a mi, su cuerpo era menudito, sus muslos estaban proporcionales a sus buenas nalgas, su rajita estaba bien rasuradita, parecía una vulva de una adolescente, realmente era un pequeño bomboncito.
Me incorporé al pie de la cama para quitarme toda la ropa y quedé desnudo al igual que ella, me instalé entre sus muslos, hundí mi cabeza y mi boca entre su rajita, mi lengua primero recorrío por encima sus labios vaginales, para llegar al volcancito de su clítoris, que lamí en repetidas ocasiones, ella puso una mano en mi cabellera; como ya no me importaba lo que ella hiciera o dejara de hacer, separé los labios de su vagina con mis dedos quedando la entrada de su vagina ante mis ojos, metí la lengua entre sus pliegues y de repente la mano que tenía sobre mi cabellera me jalaba los pelos con poca fuerza, la nena estaba excitada pensé, chupé sus labios vaginales con fuerza y luego me traslade a su clítoris para meterlo entre mis labios y frotarlo con la punta de mi caliente lengua.
Julieta se retorcía sobre las sabanas, aguantando gemir libremente para no demostrar que la estaba pasando muy bien con las piernas abiertas y yo comiendome su rajita.
Con todo el tiempo del mundo, no tenía por qué apurar las cosas, la tomé de la parte posterior de sus rodillas y le levanté las piernas, su rajita se elevó sobre la superficie de la cama y dejó al descubierto su arrugadito ano. Inicié lamiendo el botoncito de su culo, estaba muy limpio, le pasé varias veces la lengua de arriba a abajo y viceversa, a fin pude oirla gemir, para aumentar su grado de excitación mientras le mamaba su culito con los dedos de una mano le empecé a estimular su clítoris. Eso fue el acabose para ella, su respiración estaba aumentada y sus gemidos la delataban a cada instante. Dejé de estimularle el clítoris para introducirle dos dedos dentro de su rajita, Julieta estaba empapada! Chorreada!, mis dedos rápidamente se mojaron con sus jugos vaginales, luego comencé a masturbarla con los dedos, los metía y los sacaba con velocidad, aún seguía lamiendole su ojito del culo, por fin llegó al orgasmo, aquí Julieta perdió todo el pudor que guardó por varios minutos, gimió sonoramente que varias habitaciones alrededor la pudieron fácilmente escuchar.
-Ahhh, Ahhh!, que rico!, que rico!, sigue por favor!- me gritaba
Yo por supuesto no paré de estarla gozando con dos dedos entre su rajita y mi lengua mamando su culito.
Dejé que terminara de gozar su brutal orgasmo, luego con la verga casi a reventar, me coloqué entre sus piernas y elevando un poco sus muslos se la metí de un solo empujón, mi verga se deslizó rápidamente en el interior de su vagina, hasta que estuvieron adentro mis 7.5 pulgadas de carne dura. Ella jadeo cuando se sintió penetrada, casi me araño los brazos cuando se la tope al fondo de su rajita. Balbuceó frases como -qué rica su verga!-, -me la tiene hasta adentro!-, mientras yo empezaba a pistonearle mi verga en su interior.
Primero lo hice lentamente con ocasionales golpes secos, luego fui cambiando la velocidad penetración, se lo hice más rápido y más fuerte, cada ensartada que le daba a Julieta movía casi toda la cama, realmente se la metía con dureza, pero lejos de oponerse la nenita se regocijaba en la cama, me pedía entre gemidos que no parara de darle duro. Tuvo otro orgasmo mientras la pistoneaba, ahora si me ensartó sus uñitas en los costados. Pude sentir sin exagerar, su enorme eyaculación en el interior de su vagina. Aún la seguí cogiendo hasta que el umbral de su orgasmo se minimizó.
Sin demora, le di la vuelta en la cama y ahora quedó mostrándome sus bellas nalgas, lo primero que hice fue besarle y lamerle sus buenos glúteos, le pasé de nuevo la lengua por su culito y me encontré parte de la eyaculación de su vagina en su culito, la nena había eyaculado gran volumen de líquidos vaginales.
La incorporé un poco, siempre colocada en cuatro y le metí la verga profundamente hasta que se perdió toda en el interior de su rajita. Luego me aferré a sus deliciosas nalgas y se la pistonié fuerte con el clásico mete-saca; Julieta en pocos minutos ya no gemía sino aullaba del placer, agachaba su cabeza y mordía las sabanas para apagar un poco sus gritos. Yo de hincado atrás de ella me puse parado, para follarla más duro al compás de sus quejidos. Julieta se vino nuevamente, no detuve la cogida, sino le dí martillazos secos con mi verga, que no había perdido su dureza.
Después de su orgasmo Julieta perdió la compostura y quedó horizontal sobre la cama, me pusé a su lado y la coloqué también de lado, le levanté una de sus piernas y la punta de mi verga quedó en la entrada de su ano, aprovechando que su culito y mi verga estaban llenos de sus líquidos vaginales viscosos, la fui penetrando lentamente en su recto, ella alcanzó a gemir todavía, aunque ya no tuvo fuerzas para detenerme, el glande de mi pito abrió su esfínter y se fue clavando en sus entrañas, ayudado por el movimiento de mis caderas, mi verga se deslizó hasta que solo mis cojones quedaron golpeando sus tersas nalgas. Estuve un rato sin moverme, solo gozando la penetración anal, Julieta solo emitía ciertos quejidos, a veces de placer y a veces de dolor.
Luego, comencé a embestirle el culito, inicialmente lo hice delicadamente, tratando que se acostumbrara al tamaño y grueso de mi verga, la seguí empujando y jalando dentro de su recto. Aunque ya había tenido sexo anal con otras mujeres, el culito de Julieta me parecía el más estrechito y rico, me estaba dando un gran placer sexual, estaba ahora si a punto de llegar al climax, en unos minutos más, los quejidos de ella se unieron a mis gemidos, ella llegó por unos segundos antes a su orgasmo y luego yo me vacié en sus ano, los chorros de semen que le estaba echando adentro eran interminables, no le había sacado la verga de su culo y el semen ya salía en pequeños hilos de su ano.
Me desprendí de ella y quedé muy cansado, tardé en que mi respiración se uniformizara, asi también la de Julieta. Después de varios minutos allí acostados en la cama, fui el primero que fue al baño a limpiar y a orinar. Al regresar fue Julieta quien ingresó al baño a asearse, tardó varios minutos. Nos vestimos, casi sin decir nada, nos subimos al auto y la dejé en una dirección que ella me pidió.
Por supuesto que Julieta ganó con honores mi curso. Al principio los días siguientes me ingnoró, pero luego volvimos a hablarnos.
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