Me divorcié de mi exmarido por miserable, pero antes le monté los cuernos con mi actual esposo y padre de mis hijos.
Una mujer le es infiel a su miserable esposo con el chofer de la grúa que los auxilia, por lo que luego de eso le pide el divorcio a su marido y se va a vivir con el chofer de la grúa..
Me divorcié de mi exmarido por miserable, pero antes le monté los cuernos con mi actual esposo y padre de mis hijos.
Para hacerles el cuento largo corto, les diré que mientras íbamos el que era en esos momentos mi esposo y yo a visitar a unos parientes fuera de la ciudad, se nos accidentó al auto.
Como resulta que mi marido, es una persona sumamente tacaña y egoísta, por uso y costumbre, supe que podíamos pasar un largo tiempo, hasta que él aceptase el pagar lo que cualquier chofer de grúa le pidiera, para remolcar el auto hasta un taller.
En efecto, como a los diez minutos llegó una grúa, y ya mi esposo y el chofer llevaban más de veinte minutos discutiendo por el precio, cuando yo decidí intervenir.
De lo contrario nos exponíamos a pasar toda la noche en ese retirado paraje de la carretera, lo primero que hice fue decirle a mi esposo, que me dejase hablar a mí con el chofer, que quizás debido a que como soy mujer, me tratase mucho mejor que a él.
Desde luego que acepto de inmediato, nada más pensando en el dinero que se podía ahorrar.
Yo me fui aparte con el chofer, y nada más de ver la manera tan lasciva en que me miraba las tetas, supe de inmediato que llegaríamos a un acuerdo.
Prácticamente no le dije nada, únicamente me le quedé viendo el bulto entre sus piernas, al tiempo que, introduciendo mi dedo índice en la boca, lo succioné ligeramente por un instante.
Eso bastó para que el chofer, entendiera el mensaje, y tras enganchar el auto por la parte trasera y levantarlo, le dijo. “Bueno Don, por seguridad yo le recomiendo que se vaya en el auto, mientras su esposa y yo vamos en la cabina.”
Realmente mi esposo en lo único que pensó fue en el dinero que él pensaba se estaba ahorrando, por lo que ir sentado en su auto, viendo la carretera, no le incomodaba para nada.
Apenas arrancamos, me aseguré que no había forma ni manera de que mi esposo pudiera ver lo que sucedía dentro de la cabina.
Así en la cabina con el chofer, después de que arrancó a los pocos segundos, de la manera más confiada, colocó su mano derecha sobre mi muslo, y sin quitar los ojos de la carretera la fue metiendo bajo la corta falda que yo usaba en esos momentos, hasta que tocó mi coño por encima de mis pantis.
Sin inmutarse, mientras continuaba conduciendo, sus dedos fueron explorando mi vulva por fuera, al tiempo que yo me limité mantenerme en silencio, sin decir nada, y a separar mis piernas, lo suficiente como para que él continuase haciendo eso.
A medida que seguía conduciendo suavemente comenzó a recoger la tela de mis pantis, lo que me dio a entender que debía quitármelos, y con toda la calma del mundo así lo hice y de inmediato sus dedos se volvieron a incrustar dentro de mi coño, sabrosamente.
Al poco rato, se quedó viendo mis labios, y sin necesidad de que me lo dijera, con ambas manos le abrí la cremallera del pantalón y de inmediato surgió de su encierro, grueso, viril, venoso, y largo miembro.
Así que mientras él continuaba introduciendo sus dedos dentro de mi vulva, yo sin contemplación alguna, me recosté entre sus piernas, y con mi lengua comencé a lamer su colorado glande.
A medida que iba lamiendo su glande, fui deslizando mi lengua hasta sus peludos testículos, y cual si fuera un delicioso helado de mantecado por un buen rato se los estuve lamiendo.
Al tiempo que sus dedos, dentro de mi coño, me provocaban un placer tremendo, quizás sería por el morbo, de hacer algo que yo no debía hacer, o por la manera tan rica con que sus hábiles dedos, arrancaban profundos gemidos en mí.
La cosa es que quizás ya a medio camino, ha pasado un autobús de pasajeros a nuestro lado, y claramente pude ver las caras de un sin número de hombres y mujeres que me vieron mamándole salvajemente, la verga al chofer de la grúa, al tiempo que él tenía casi por completo su mano derecha dentro de mi coño.
Eso me excitó muchísimo más, sabiendo que mi marido iba quizás hasta durmiéndose dentro del auto, ignorando por completo lo que yo y el chofer hacíamos.
En ese instante me dediqué a mamar por completo su gruesa y venosa verga, imaginándome como sería el tenerla dentro de mi húmedo y lubricado coño.
A medida que él continuaba conduciendo, sus dedos no dejaban de proporcionarme un tremendo placer, y en correspondencia yo con mi boca, continuaba tragándome toda su tremenda verga, hasta el momento en que inevitablemente se vino dentro de mi boca y garganta.
Razón por la cual, en lugar de escupir, me la tragué, pensando que así evitaba correr el riesgo de que mi esposo se fuera a dar cuenta de ello.
Yo me encontraba completamente espatarrada, dentro de la cabina de la grúa, al tiempo que el chofer continuaba conduciendo e introduciendo prácticamente toda su mano derecha dentro de mi cuerpo.
Las luces de la ciudad se hicieron presentes, mientras que él continuaba proporcionándome ese delirante placer.
Casi minutos antes de que nos detuviéramos, el chofer se mantuvo dándome dedo del bueno, como pude me arreglé, dentro de la cabina, y una vez que nos detuvimos, mi esposo sin decirme nada previamente decidió, quedarse durmiendo dentro de su auto, por temor a que alguien viniera a robarle algo.
Yo que no estaba para ponerme a discutir, cuando mi esposo le preguntó al chofer si me podía hacer el favor de dejarme en la casa.
Casi me da un ataque de risa, pero lo disimule muy bien, el chofer por su parte le dio a entender a mi esposo, que no tenía mucho tiempo, pero finalmente aceptó, llevarme hasta nuestra casa, sin cobrarnos nada extra.
Durante el trayecto de camino a casa, los dedos del chofer hicieron con todo mi coño lo que le dio gusto y gana, hasta llegándome a introducir casi por completo toda su mano derecha, mientras que yo como una loca le pedía que me diera más y más duro.
Al llegar a casa, sin detenerme a ver quien se encontraba por los alrededores, le indiqué a mi amante que me siguiera, pero una vez dentro de casa, nada más me bastó quitarme mi vestido para quedar casi por completo desnuda.
Ya que lo único que aun me quedaba puesto era el sostén, el cual en algún momento me lo debí haber quitado, dejando por completo mis tetas al aire.
En cambio, él se encontraba completamente vestido, y tal como estaba se me fue encima, sin perder tiempo.
Ya dentro de la cabina de la grúa, al ver su verga casi de inmediato la comparé con la de mi marido, pero al sacársela nuevamente en la sala de mi casa, me di cuenta de que realmente era mucho más grande y gruesa que la de mi esposo.
Sin perder tiempo me recosté sobre el sofá que tenemos en la sala, y separando mis piernas al tiempo que le hice señas para que se me acercara.
Casi de inmediato comencé a sentir como aquel grueso y largo pedazo de carne se fue abriendo paso dentro de mí.
Al tiempo que salvajemente, él me agarraba las tetas, y como un salvaje se dedicaba a chupar mis oscuros pezones.
Quizás yo estoy mal acostumbrada, ya que a los tres o cuatro minutos como generalmente pasa con mi marido, se viene.
Pero el chofer, comenzó a penetrarme, pasado un buen rato aun continuaba metiendo y sacando su sabrosa verga de mi lubricado coño, una y otra vez sin parar.
Yo que de por i ya me encontraba sumamente excitada, al caer en cuenta la resistencia y fuerza de mi amante, mi placer fue creciendo, al tiempo que, como una verdadera loca, le pedía o mejor dicho le exigía que me diera más y más duro.
De la sala luego que mi amante se vino dentro de mi coño, encantada de la vida me lo llevé a la habitación de mi esposo y mía, y no es porque me sintiera más segura en mi cama, la verdad es que nuestra cama es mucho más cómoda que el sofá de la sala.
Así que mientras yo me lavaba el coño en el bidet del baño, mi amante se fue desvistiendo por completo.
A penas regresé a su lado, por el ímpetu con que me volvió a penetrar nadie diría que recién habíamos tenido sexo, y si en el sofá me sorprendió, su aguante y resistencia, en la cama fue mejor aún.
Ya que en cierto momento extrajo toda su verga de mi bien lubricado coño, y sin previo aviso se dedicó a pasarme toda su lengua tanto por mis nalgas como por mi coño.
Haciendo que nuevamente yo gritara de placer, para luego de manera sorpresiva me clavase su larga y gruesa verga, pero dentro de mi culo, al tiempo que con sus gruesas manos me apretaba salvajemente todo mi coño.
Esa noche perdí la cuenta de las veces que me hizo disfrutar, de un sin número de salvajes orgasmos.
Con decirles que cuando me propuso que me fuera a vivir con él, no lo pensé dos veces para decirle que sí.
Por lo que le dejé una nota al que ahora es mi exmarido, explicándole escuetamente que había decidido divorciarme, sin más explicaciones.
La verdad es que después de cinco años de vivir con él, nunca quiso que yo quedase embarazada, diciéndome lo costoso que era criar a un niño en la actualidad.
Mientras que, con mi actual marido, creo que desde la primera noche me embarazó.
«Acerca de Martehijodejupiter: Me gusta leer y escribir»
Pues escribes muy bien.