Me enamoré de una prosti (parte 1)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por evloguer.
Me enamoré de una prosti (parte 1)
Mi vida ya inicia su curva descendente, por suerte tuve éxito profesional al dedicarme full time a mi actividad.
Pero el lado negativo de mi confort económico es notable en mi vida sentimental, tuve algunas parejas que duraron poco, todas me acusaban de estar enamorado de mi trabajo sin prestarles la debida atención.
Claro que mis urgencias sexuales no menguaban por esa razón, debiendo concurrir a diferentes prostíbulos para un rato de placer satisfaciendo las urgencias carnales.
Un día decidí tomarme unas merecidas vacaciones en algún lugar lejano, alguna provincia del interior donde no se me conociese profesionalmente.
Llegué a un paraje remoto que se destacaba por sus paisajes naturales y mucha paz silenciosa.
Pensaba gastarme una pequeña fortuna para descansar tranquilo quedando estupefacto por los precios irrisorios.
En el lugar existía un sólo hotel que dudo pudiera adjudicársele una sola estrella, pero tenía un cuarto con un pequeño bañito.
No estaba aquí por las comodidades y solamente buscaba relajarme disfrutando de parajes paradisiacos.
Al par de días ya había recorrido gran parte de la zona advirtiendo que necesitaba también calmar otro tipo de hambre, la pitón encerrada en mis pantalones deseaba cenar alguna carnecita femenina.
Pensé que en aquellos lados sería misión imposible pero igualmente consulté con un viejo que atiende la gasolinera:
-Buen día don, ¿ sabe si hay por aquí algún lugar para divertirse un rato ?-
— Pueees, sí.
Tiene el local bailable de la avenida donde también se puede beber.
—
– Mmmm, y allí van mujeres jóvenes tipo.
que se las pueda invitar a salir ? –
— Ahhh picarón, usted se refiere a mujeres alegres 🙂 , deberá andar bastante, vaya por el camino de tierra hasta donde dobla, allí sigue hasta una casa que parece de familia pero lo atenderán bien.
—
– Gracias, de paso llene el tanque y revise el agua.
–
Debí entrar rápido al automóvil para que no se me viese una carpa formándose en los pantalones, mi reptil hambriento había escuchado que lo atenderían bien y ya se estaba desperezando en anticipación.
Llegué al mencionado local antes de la puesta del sol, temía cruzarme con algún delincuente en parajes desolados pero allí lo que sobraba era tranquilidad y paz.
La casa no tenía anuncios o indicaciones referentes a su actividad y sospeché que fuese una broma del viejo.
Me atendió una señora algo mayor y titubeando le pedí un vaso de agua aduciendo que estaba caminando por la campiña y cansado.
A un costado jugaban dos niñas asumiendo que serían sus hijas, todo esto parecía un hogar familiar no animándome a preguntarle mucho.
Al hacerme pasar ya se notaba la actividad del lugar, una tenue luz y música sugestiva, varios sillones y una barra con bebidas.
La mujer muy amable estaba por darme agua pero le pedí una gaseosa preguntando el precio, era tan económico como el resto del pueblo y reconfortado le ofrecí quedarse con el generoso vuelto.
Ella me tanteaba preguntando si venía de lejos, al entrar en confianza dijo notarme muy estresado y podría beneficiarme unos masajes relajantes.
Una sonrisa se dibujó en mi rostro contagiando a la señora que llamó en voz alta "CHICAAAS"
Apareció un grupito de mujeres vestidas de modo provocativo, no creo que anduviesen así por la calle pero lucían apetitosas y de variadas edades.
Una de ellas parecía bastante joven pero luciendo una pancita de embarazada, la pobre miraba hacia el piso avergonzada en contraste con las otras que miraban provocativas para que las eligiese.
Me quedé con la de pancita pensando que al menos no podría embarazarla más aun, y que en su estado de gravidez no la elegiría nadie.
Nos dirigimos a un cuartito humilde que solamente tenía una cama y un pequeño lavabo, además una silla.
La chica ya se estaba desvistiendo debiendo pedirle que no se apresurase, ni conocía su nombre además me fascina hablar mucho con mis parejas ocasionales.
Me contó llamarse Marta y luego de muchas vueltas que se había embarazado de su tío.
Yo pensaba que había sido algún cliente pero en el trabajo se cuidaban mucho para evitar enfermedades venéreas o embarazos indeseados.
Ya tenía a mi monstruo hambriento gritando por actividad mientras estábamos sentados en la cama vestidos, solamente la tenía abrazada acariciándole las piernas y pancita mientras la animaba a hablar.
Sus pechos se veían turgentes anticipando la maternidad y se los besé sobre la ropa mientras Marta se sonrojaba, parecía su novio más que un cliente que había pagado para cojérsela.
Abriéndole la blusa aparecieron unos hermosos pechos con sujetador blanco.
Mientras le quitaba esa prenda ella misma se desabrochó el corpiño y salieron las tentadoras tetitas, me prendí cual bebito a chuparle esas tibias carnes mientras Marta suspiraba diciendo que era placentero.
Tal vez sería parte de su repertorio con los clientes, pero creo que realmente le gustaba sentir cómo le chupaba las tetas.
Quería demorar el proceso pero ella me desabrochó el pantalón debiendo quitarme la prenda, calzoncillo y todo.
Saltó mi inquieto monstruo ante la admiración de Marta mientras decía que la tenía enorme y le haría doler.
Nuevamente advertí que era parte del repertorio ya que no soy tan bien dotado, pero igual me la cojería aunque fuese una mentirosa.
Ahora era mi turno de quitarle la pollera, parece que la pobre no se animaba a mostrarse con la pancita y pude advertir que tenía unas piernas y cola de infarto.
Ya sentía envidia del tío que se la había beneficiado haciéndole un bebé.
Ahora podía acariciarle la pancita sobre la piel mientras bajaba la mano hasta su vagina, pensé que hallaría una mata de pelos pero explicó que se depilaba toda.
Su mano cadenciosa acariciaba a mi bicho que parecía salivar con gotitas de anticipación, ella explicaba que le costaba agacharse recostándose para meterse mi vara en la boca.
La desgraciada era una experta chupándome el pito y temí acabarle enseguida arruinando todo.
Mis manos paseaban por su cuerpo especialmente su conchita, yo pensaba que debería lamérsela para humedecer la zona pero solita ya estaba largando fluidos femeninos, parece que le excitaba la situación de que estaba por cojérmela haciéndome pensar que también las putas se calientan.
Al recostarse de espaldas con las piernas abiertas temí hacerle daño apretando su pancita pidiéndole que cambiemos de pose:
– Martita, ponte de lado para metértela desde atrás-
— Por favor no me la metas por la cola, la tenés demasiado grande —
– Wowww, tenés un potito precioso, ni te puedo ver el agujero del culito por tus nalguitas tan grandes y lindas –
— Como sea, no me la metas en el ano que duele —
Mientras lentamente le enterraba la barra carnosa por la conchita, la agarraba fuerte por la cintura tratando de ver mejor la zona.
— ¿ Quieres que me ponga de rodillas ? tal vez sea más cómodo —
– Siiii, ahora puedo amasarte estas deliciosas tetas y hasta separarte las nalgas para verte el anito-
— ahhhh, siento que me entra por la concha, despacito.
, no me la metas demasiado rápido —
Sus palabras solamente dispararon mi libido enterrándosela hasta el fondo.
— Auuuu, no seas bruto, me la metiste de golpe hasta adentro, creo que le darás una mamadera a mi bebé directamente en su boca.
—
– Perdón, había olvidado que tenías una criatura creciendo en tu panza, pero es una buena razón para usar el otro agujerito –
— Noooo, a nadie le permito eso, una vez mi tío me la metió por la cola haciéndome llorar de dolor–
– ¿ Y no te preparó antes ? digo.
chupándote el culito, relajándote el ano con un dedo, mimitos lindos ya que eras su sobrina querida.
–
— Nop, el venía de noche a mi cama acostándose detrás mío y me pasaba su coso por la cola, era lindo cuando me acariciaba la puchita mientras sentía su barra tibia deslizarse entre mis nalguitas, pero un día vino borracho y me la metió por el culo sin avisarme siquiera.
—
– Eso no se hace.
yo te hubiese chupado mucho el culito hasta hacerte acabar mientras te metía el dedo en el ano suavemente con alguna crema, así por un tiempo hasta que se te aflojase bastante el agujerito de hacer caca y recién entonces metértela si pedías sentir mi pene dentro del culo.
–
— ayyyy, sos un dulce, acabame adentro y no me vuelvas a embarazar, ji ji —
Mientras me prendía de sus tetas alternado con la vista de su tentador culito le confesé que luego de acabar ya no se me paraba el pito por un tiempo, podría chuparle un rato el anito sin que temiese que la enculara.
No logré finalizar la frase y las cosquillas características en las bolas me anunciaban que estaba por eyacular, escupiendo mi dedo se lo metí un poco en el culo mientras le llenaba la concha de leche.
Todavía me estaba sacudiendo en un brutal orgasmo y tratando de metérsela más al fondo aún, ya no me salía esperma pero deseaba seguir cogiéndome a Martita.
Quedé resollando fuerte mientras ella gemía al respirar, me extrañó eso preguntándole si llegaba a gozar con sus clientes.
Reconoció que casi nunca y ahora estaba a punto al sentir mi dedo entrándole por retaguardia.
Riéndome le ofrecí llevarla al orgasmo si me dejaba meterle el dedo en el culo y esta vez se acostó de espaldas doblando las rodillas mientras sumergía mi cabeza en su centro de placer.
Me daba algo de asco ver mi esperma saliendo de su conchita, pero era mi leche, yo me la había cojido recién.
Ataqué su vagina con la lengua y lamía toda la zona además de su canal trasero que era accesible en esta pose.
Llevando mucha humedad a su asterisco masajeaba despacito el esfínter mientras notaba que se aflojaba un poco invitando entrar al dedo.
Esta vez me dediqué a lamerle el clítoris mientras le metía un dedo en el culo, la pobre suspiraba fuerte temblando y estaba metiéndole un segundo dedo cuando se sacudió en un tremendo orgasmo.
Yo sonreía feliz por haber hecho acabar a mi putita.
Me estaba por vestir cuando me pidió quedarnos un rato en la cama para conversar, allí no habían limites de tiempo mientras no apareciese un cliente.
Encantado me recosté pasando un brazo debajo de ella mientras muy dulce se dejaba abrazar, me quedé viendo su carita feliz mientras trataba de adivinar cuántos hombres se la cojían por día.
Marta relataba que allí eran casi todos familiares, con nexos lejanos y no tanto.
El tío era el dueño del lugar y quien ayudaba a las chicas nuevas a integrarse en su nuevo trabajo.
Recordaba de chiquita estar enamorada de su tío que era muy atento con ella, le compraba ropita y golosinas mimándola mucho.
Ella creía que sus caricias cada día más atrevidas eran producto de un amor mutuo, un piquito se fue convirtiendo en besos sobre su boca y las leves caricias terminaron dedeándole la puchita hasta su primer orgasmo.
No era tan malo hasta romperle el culito estando bebido, ese día ni le dijo que la amaba, solamente le metió el pene en el anito sin misericordia.
Se lamentaba que días antes la había desvirgado pero en esa ocasión había sido muy suave, apenas le hizo doler y la besaba mucho mientras ella sentía abrirse su puchita al máximo mientras el tío se la metía cojiéndola hasta acabarle dentro.
A poco de conocerse su embarazo la hizo trabajar aduciendo que debería ganar algún dinero antes de tener una panzota.
Me consolaba que tendría menos de un año desvirgada y no tantos tipos se la habrían cojido hasta hoy, si bien no la agarré virgencita al menos no era una vieja gastada.
Mientras hablaba, le estaba oliendo el pelo y acariciando la carita, me alarmé que estuviese tratando a un puta como si fuese mi novia pero sus ojitos entrecerrados me inspiraron mucha ternura besándola con pasión creciente.
Increíblemente se me estaba parando otra vez y Marta al advertirlo preguntaba si deseaba cojérmela nuevamente o prefería que me la chupase, respondí que me conformaría con abrazarla escuchando su voz mientras me contaba cosas de su familia.
La mágica paz se interrumpió cuando la llamaron para comer, nos vestimos y estaba por retirarme cuando tomándome de la mano me obsequió sus labios, ya no era parte de su trabajo pero nos besamos con mucha ternura y me ofreció quedarme a comer con ellos.
La situación me resultaba novedosa, normalmente en estos sitios me sacarían a patadas si permanecía unos minutos más de los pagados, pero aquí parecía una familia feliz con otras costumbres.
Por suerte no estaba el odiado tío, eran todas mujeres sintiéndome cohibido entre tantas putitas.
Bueno, debo descontar a sus hijas por ser demasiado chicas y solamente vivían en la casa con su madre, la misma tampoco creo que ejerciese la profesión oficiando solamente de jefa.
Las nenas ocupaban una banqueta larga y estaban peleándose por una muñeca cuando me sentaron al medio de ellas para separarlas y comer en paz.
La madre sonreía por mi paciencia con las niñas, se tiraban miguitas de pan que volaban sobre mi plato hasta que tomándole la manita a cada una les dije que ya eran grandecitas para estar comportándose mal en la mesa.
La mayorcita cerró los dedos sobre mi mano mientras me miraba con una sonrisa traviesa, corriéndome un escalofrío por la columna al reconocer que me gustaba la sensación de tocar a un niña, me quedé viendo sus incipientes pezoncitos pensando que cuando creciesen tetas grandes ya la harían trabajar.
Por suerte la sonrisa de la embarazada me trajo nuevamente a la tierra dejando de reflexionar que había tenido pensamientos impropios.
Conversaba en la mesa como si fuese un vecino común, no un cliente que venía para acostarse con las chicas del lugar.
Al mencionar que reparaba computadoras se entusiasmaron mencionando una máquina que les había dejado de funcionar y entre risitas decían que podrían pagarme en especias.
Al irme ya no me sentía en un lugar extraño, Martita me acompañó hasta la puerta y fuera de las miradas indiscretas me pidió que volviese para reparar la computadora, sus labios querían decir otra cosa pero la pobre no se animaba.
Le prometí volver pero sería para verla a ella, esta vez me abrazó fuerte y nos besamos como si fuésemos novios de larga data, su manita me masajeaba el monstruo que estaba totalmente recobrado de salud y deseando volver a esta casa del placer.
(continuará ?)
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!