Me lo busqué!
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estoy acostumbrada a que los hombres se lancen en cuanto les doy algo de conversación pero este, justo uno que me gusta, se le ha dado por respetarme. Tengo que hacer algo.
Todos los días a la mañana salgo a correr, nunca sigo el mismo camino y hace unas semanas encontré una plaza muy chica pero con esos aparatos para hacer gimnasia, poco concurrida a esa hora, entro a estudiar a las 8 hs. así que voy ni bien sale el sol.
No queda muy cerca de mi departamento y me quedé sin agua, me cruzo a un kiosko y ahí lo conocí, Víctor, no se si es lindo pero me mató su educación, muy respetuoso, tímido, todo amabilidad. Algunos años más que yo, tengo 19, me conquistó en el acto, no dijo nada sólo me miró con deseo pero tratando de ocultarlo.
Iba todos los días a esa plaza con mis calzas, pantaloncitos y tops más sexis y hacía todos mis ejercicios mostrando mis mejores perfiles hacia el kiosko, cuando terminaba la rutina de gimnasia pasaba un buen rato hablando con Víctor de cualquier tema, quería que se lance pero nada, todo atenciones pero no pasaba de ser un comerciante muy gentil.
Supuse que el problema era que tenía miedo por la imagen del negocio así que decidí darle una oportunidad y un domingo, generalmente no salgo a correr porque salgo los sábados y me acuesto muy tarde, ya que hacía dos meses que estaba sin novio ni nada, fui para la plaza. Vestida con short muy ajustado y bastante calado y un top bien chiquito, sin ropa interior.
Hice mi rutina como siempre y como los domingos Víctor no abre el kiosko cuando terminé fui a llamar a la puerta de la casa que es al fondo del negocio.
Se abre la puerta y sale un hombre de unos treinta años, bastante feo y que me come con los ojos, trae unas bermudas y va descalzo.
– Lo buscaba a Víctor, pero si está ocupado no es nada.- Lo primero que me pasó por la cabeza fue es gay, por eso no me dio bola.
– Si, está adentro, pasá.
Se hace a un costado pero no mucho, tengo que pasar casi rozándolo.
La casa es de esas viejas con las habitaciones una detrás de otro, con galería que da a un patio. En ese patio estaba Víctor, también sólo en bermudas, había una pileta de esas de lona y una mesita en la estaban desayunando.
– Hola preciosura, qué haces por acá un domingo? Que sorpresa y yo que pensé que iba a ser un día perdido.
A este que le pasa, se le fue toda la cortesía y la amabilidad?
– Ramiro ella es Susi, mi clienta preferida.
– No es para menos, toda una belleza.
– Si, la más linda, pero ¿qué te trae por acá? Estás toda transpirada, viniste a correr en domingo?
– Si, y no me acordé que no abrís y no traje agua.
– UYuyuy! Con el calor que hace. Ramiro, por favor, tráele algo frío y vení Susi, refrescate.
Me lleva de la cintura casi en el aire hasta la pileta, me levanta y se mete conmigo y se sienta en el agua y yo en brazos de él termino en el agua con zapatillas y todo sin tiempo de reaccionar.
– Mis zapatillas y la ropa!
– Ay! No me di cuenta de las zapatillas, la ropa ya estaba mojada, con el calor que hace en un rato se seca. Espera te saco las zapatillas.
Me las saca sin darme lugar a protestar.
– Yo vine para pedirte un agua y nada más, no te quiero molestar y menos que tenes visitas.
– Visitas? No, Ramiro vive acá, trabaja en el centro, por eso no lo has visto en el negocio. El es el dueño, me alquila el local y compartimos la casa.
– La casa es muy grande y yo no estoy en todo el día, así Víctor la cuida y ganamos los dos. Mientras dice esto Ramiro se mete a la pileta y me alcanza una lata de cerveza y le pasa una a Víctor y se queda con otra.
– No, yo no tomo a esta hora, antes de comer.
– Pero hoy es domingo y por fin tenemos un rato sin pensar en el negocio, además ahí hay sangüchitos. Tenemos que festejar que viniste a visitarme.
Al decir esto pasa un brazo por mis hombros y me habla cerca del oído. Ramiro no me saca lo ojos de encima.
Yo había ido muy excitada pensando encontrarme a Víctor a solas pero al estar Ramiro quedé descolocada y más con la actitud de Víctor que de ser todo tímido pasó a una actitud de lance directo. Me estaba acariciando el hombro y la mano bajaba hacia el pecho, me empezó a besar la mejilla y la oreja. Creo que el miedo y la excitación llegaron juntos, se me cortó la respiración.
– No Víctor, me tengo que ir, pensé que estabas solo. Nunca debí haber dicho eso, era confirmar que había ido para estar a solas con él y sin tener nada antes.
– Ya se, hace semanas que queremos esto, cuando Ramiro te abrió la puerta ya sabías que estaba y lo mismo entraste, no nos vamos a arrepentir ahora ¿no?
Eso no fue una pregunta sino una amenaza. Estaba realmente asustada, toda gentileza había desaparecido.
– No te vas a ir sin tener lo que viniste a buscar ¿cierto Ramiro?
– Por supuesto que no, lo primero la satisfacción del cliente.
Víctor me toma la mejilla y me besa en la boca, intento apartarme pero me aprieta la nuca.
– No hagas tonterías, sabemos a que viniste.
Me vuelve a besar y yo me aflojo, separo los labios y cuando entra su lengua mi deseo se despertó nuevamente como antes de tocar el timbre, le rodee el cuello y enredé mis dedos en su pelo crespo, sus manos buscaban mis pezones y baja con la lengua por mi cuello. Levanto la vista y me cruzo con la de Ramiro, está justo frente a mi y tiene una sonrisa irónica.
Después de chuparme los pezones a través del top me lo levanta y descubre mis tetas, quiero taparme pero me agarra las muñecas.
– Así no, tranquila, venimos bien, dame esto – dice y me saca el top.
Yo se que estoy entregada, que puede hacer conmigo lo que quiera, cuando me gana la excitación no tengo control racional. Sólo atino a quejarme un poco pero sin ninguna convicción.
Los besos y las caricias tienen la suavidad que Víctor siempre había tenido, el cambio era en su actitud que ahora era dominante. Mi excitación seguía en aumento y al ver otra vez la mirada de Ramiro le pido a Víctor que me lleve a otro lado.
Me ayuda a salir de la pileta y me empieza a secar mientras sigue con los besos y lamidas, estoy de espaldas a la pileta, veo mis pezones duros entre los labios de Víctor que pasa a mi espalda a secarme el pelo, lo tengo rubio, ondeado hasta la cintura, a medida que lo seca va lamiendo mi espalda, cuando llega al short hace la toalla a un lado y lo quiere bajar, reacciono y tomo sus manos pero muerde el pantalón lo baja con los dientes, eso me pudo, dejé que los saque y quedé desnuda en medio del patio, no me atreví a mirar atrás donde estaba Ramiro, Víctor seguía lamiendo mi raya llegando hasta mi agujero.
Estoy al borde de un orgasmo cuando me levanta en brazos y me lleva al dormitorio, ya en la cama se dedica a chuparme la concha y meterme dedos, me besa el culo, lo lame y también mete los dedos, tengo dos orgasmos seguidos y al abrir los ojos lo veo a Ramiro sentado al borde de la cama acariciándome los pechos, con la excitación no lo había sentido ni entrar ni me di cuenta que eran demasiadas manos las que me tocaban, se agacha y lame mis pezones, tengo dos lenguas haciéndome gozar.
Víctor sale de entre mis piernas y nos mira, lame el pezón que Ramiro dejó libre, en un momento mis pezones me hicieron acabar por primera vez en mi vida. Cuando sienten mi orgasmo Ramiro baja a mi entrepierna, es muy bueno, mejor que Víctor, me hace temblar toda y tengo que taparme la boca para no gritar, Víctor cuando ve que pongo mis dedos dentro de la boca acerca su pelvis a mi cara, lleva todavía las bermudas, me mira y no dice nada, yo se que quiere, saqué su miembro que estaba a media erección, destapé su cabeza y lo besé, con la lengua giré por todo el glande antes de meterlo todo en la boca y darle una mamada feroz mientras Ramiro me hacía acabar una y otra vez.
– ¿Querés coger? , me dice Víctor
– Te odio!
Víctor entra despacio pero hasta el fondo de una sola vez, se queda quieto hasta que soy yo la que me muevo, Ramiro se desnudó y quiere que se la chupe, me niego y la empieza a pasar por mis pechos, sube por mi cuello hasta mis labios, los recorre de un lado al otro, no me puedo resistir, los abro y entra suave a mi boca. Víctor me pone de costado con una perna bien levantada y montado sobre la otra, esto le deja libre mi culo para meter dedo mientras sigue entra y sale de mi concha y los dedos de Ramiro pellizcan mis pezones, no hay lugar en mi cuerpo que no sea atendido por ellos, exploto en un orgasmo tras otro.
Me pusieron en cuatro y Ramiro se hizo cargo de mi concha, tienen los dos el mismo tamaño de pija, normal, pero Ramiro la sabe usar mejor, estoy muerta de tantos orgasmos pero la forma de moverse dentro me hace reaccionar y en segundos estoy a mil otra vez.
Víctor se sienta delante mío para que se la chupe.
– Ahora te toca a vos hacerme acabar a mi.
– Te voy a enseñar un truco. – Le dice Ramiro a Víctor.
Siento que me lubrica bien el culo y pienso que me lo va a coger, trato de meter la mano pero me la retira.
– Cuando la tenés así, con la cola bien arriba, le ponés la pija bien adentro, metés el dedo por el culo y te acaricias desde ahí tu palo, apretando bien la pija para arriba y pasando el dedo todo a lo largo.
Iba diciendo estoy muy despacio a la vez que lo hacía, me volvió loca del todo, siguió con eso mientras yo le chupaba la pija a Víctor como una enajenada, tanto que ni cuenta me di que estaba acabando y me tragué toda la leche de una vez, no es que eso me importe porque siempre me la trago pero prefiero saborearla.
Ramiro me hizo terminar otra vez y después sentándose al borde de la cama me pone de rodillas en el suelo.
– A mi me gusta así. -Y me la ofrece para mi boca.
Cuando se la empiezo a chupar me toma las manos y me dice – Sólo con la boca.
Acaba y me trago todo, esta vez despacio, estoy agotada, trepo a la cama y me quedo dormida…
Hasta acá me contó Susi y prometió seguir con lo hubo al despertarse…
UN POCO DE PACIENCIA…
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