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Fantasías / Parodias, Heterosexual, Masturbacion Masculina

Me masturbé con los calzones de mi vecina Tefa de 18 años

Su mamá me dejó entrar a su casa para arreglar el internet. Me dejaron solo y aproveché para masturbarme con los calzones de su hija de 18 años.
Tefa, mi vecina venezolana, estaba a punto de cumplir 18 años el 21 de junio. A pesar de su juventud, su cuerpo adolescente ya me llamaba la atención de forma obsesiva. Delgada, con piel canela y cabello ondulado, tenía un trasero casi perfectamente redondeado y unos senos que hacían delirar mi imaginación. Su piel brillaba con la lozanía propia de su edad.

Vivía sola con su madre y todos los días salía temprano al colegio. Yo la observaba desde mi ventana y no podía evitar masturbarme cuando la veía salir para tomar el autobús en su uniforme escolar. Me excitaba demasiado pensar que ella también sentía atracción por mí, a pesar de tener 45 años. Ella nunca supo la verdad gracias a mi apariencia joven que engañaba su percepción haciéndola creer que tenía solo 30.

Su madre, Mary, tal vez tenía mi misma edad, pero no lograba capturar mi atención, a pesar de tener un muy bonoloto cuerpo. Quizás por eso, en un par de veces, mientras la espiaba oculto entre las cortinas, la vi caminar en tanga por el patio mientras colgaba la ropa. Con tan solo una blusa holgada cubriendo sus nalgas, se me erizó todo el cuerpo y terminé masturbándome con furia. ¡Dios mío, qué rica se veía! Si hubiera tenido la oportunidad de cogerla sin mayores esfuerzos, no lo habría dudado ni un segundo. Pero en ese momento no podía permitirme perder tiempo tratando de seducirla. Un par de pajas fue más que suficiente para satisfacer mis deseos. Mi atención estaba completamente en su hija.

Tefa me tenía hechizado. Nuestro primer encuentro ocurrió cuando ella y su madre vinieron a pedirme ayuda para mover un mueble pesado. Cuando la vi, noté que no llevaba sostén y podía ver sus pezones traviesos y erectos a través de su blusa blanca, suelta y colgante sobre sus hermosos senos. Era imposible apartar mi mirada mientras cargábamos el mueble juntos. Ella se dio cuenta de mi obsesión y al soltar el mueble, se miró a sí misma provocativamente.

  • ¿Qué pasa con ellos? – Me preguntó sonriendo mientras su madre se dirigía a la cocina.
  • ¡Son preciosos! – Respondí sin ruborizarme ni un poco.

Nos reímos juntos. Luego ella se giró y se agachó para recoger algo del suelo. Vestía un short negro de tela que dejaba ver una pequeña porción de su trasero puesto que se le habían subido más de lo normal, revelando esa línea divina entre el final de sus piernas y el inicio de su culo. Estoy seguro de que hizo eso a propósito para capturar mi atención. ¿Qué quería exactamente? Eso seguía siendo un misterio para mí, pero tal vez por esa razón me empecé a enamorar perdidamente de ella. Después llegó su madre y nos despedimos sin intercambiar más palabras.

Ella vivía en la parte delantera del vecindario mientras que yo vivía atrás, pasando siempre por el garaje de la casa que separaba nuestros departamentos. La lavandería estaba ubicada en el patio trasero, justo al frente de mi cocina. Gracias a eso, tuve la oportunidad de verla varias veces cuando venía a lavar su ropa.

En muchas ocasiones, la vi usando shorts de tela que siempre terminaban metidos entre sus nalgas. Eso me volvía loco. Me dejaba hipnotizado con su piel morena y soñaba con tenerla entre mis brazos.

Un día, su madre me pidió ayuda para reparar la línea de internet que no funcionaba bien. Yo acepté sin dudarlo, sin saber la gran oportunidad que se venía.

El día que fuí a hacer la reparación, un sábado, encontré a Mary saliendo al trabajo, y Tefa había salido con sus amigas a festejar su cumpleaños 18, que había sido el día anterior.

  • Hola, Mary, te cuento que hoy tengo tiempo para arreglar el internet. ¿Puedo venir?
  • ¡Si, claro. Ven nomás! Ya nos está haciendo falta. – Me dijo entusiasmada.
  • ¡Chevere! Entonces voy a traer el cable y ya vengo.
  • ¡Muy bien! Te voy a dejar la puerta abierta y entras nomás, porque estoy saliendo al trabajo.
  • ¿No va a haber nadie? – Pregunté inquieto.
  • No, mira, Tefa se fue con sus amigos, pero entra nomás, con confianza. – Me dijo al verme con cara de no querer irrumpir su espacio.
  • ¡Ah, ya! Entonces quedamos así. Yo trato de arreglar eso hoy mismo.

Dentro de mí sentía una emoción que me ganaba. Iba a poder entrar a su casa sin que nadie me vigilara, y lo primero que se me vino a la mente fue el rebuscar la ropa íntima de Tefa, algo que, solo de imaginarlo, me ponía nervioso.

Fui por el cable y todas las herramientas. El trabajo que iba a hacer era difícil y me iba a tomar muchas horas, pero lo que más me importaba en ese momento era lo otro: oler los calzones de Tefa y masturbarme con ellos.

Fui a su departamento, y Mary ya se había ido. Era todo lo que necesitaba saber. Entré, cerré la puerta, cerré todas las cortinas y me desnudé para sentir más morbo. Me acosté en su cama. Me froté su almohada en mi verga, que estaba tan parada como un cañón. Luego fui a su canasta de ropa sucia, y ahí estaban, escondidos al fondo, debajo del resto de ropa, sus calzones. Temblaba de emoción. Los saqué a todos, y me fui llevando uno a uno a mi nariz. ¡Qué rico olían! Sentí un éxtasis que pocas veces antes había experimentado. Me empecé a masturbar con cada uno de ellos. Los frotaba en mis testículos, los olía, los volvía a frotar, los ponía en su cama y me acostaba sobre ellos, con mi pene encima, frotándolo sobre esa tela suave y sensual de su ropa interior. ¡Qué hermosos eran! Tenía tangas que prácticamente eran un hilo, y otros calzones eran transparentes. Eso explicaba el por qué sus shorts se metían en su culo, y era porque usaba esas tangas. Algunos calzones estaban manchados de lo que seguramente se metían entre sus nalgas y, al no tenerlas limpias, se mancharon.

Les hice unas fotos y también me hice un video masturbándome, que me sirvió por mucho tiempo para volverme y volverme a masturbar en su nombre. Nunca olvidaré ese maravilloso momento.

No pude terminar de arreglar la línea de internet ese mismo día, y tuve que ir al siguiente día, en el que nuevamente volvieron a salir las dos y me dejaron solo. El resto es historia.

NOTA: Esta es apenas una de las historias alrededor de Tefa y su mamá. Volveré a subir más historias excitantes.

Encuentra mis pinturas eróticas en www.sexofilos.com

 

1687 Lecturas/1 octubre, 2024/2 Comentarios/por TeoValencia
Etiquetas: amigos, colegio, culo, cumpleaños, hija, madre, mayores, vecina
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2 comentarios
  1. Ddani93 Dice:
    3 octubre, 2024 en 11:44 pm

    Me encantó. No tienes mail o telegram de contacto?

    Accede para responder
    • TeoValencia Dice:
      12 octubre, 2024 en 9:17 am

      Hola, qué bueno que te haya gustado el relato. Me puedes contactar por twiter https://x.com/sexofilos_art

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