Me pervirtieron desde niño (parte 5)
Las experiencias que me llevaron a ser un adicto al sexo continúan.
Cuando mamá me dejaba solo por largos períodos de tiempo debido a su trabajo, yo siempre andaba desnudo en casa. Me gustaba estar totalmente desnudo, abrir las ventanas para que pudieran verme desde afuera mientras yo me masturbaba. En definitiva: desde menor siempre he sido muy exhibicionista. A día de hoy suelo llegar a casa de trabajar y dejar la puerta abierta mientras voy a mí cuarto y me desnudo completamente, luego salgo de mi cuarto y me dirijo a la sala para cerrar la puerta, así cualquiera que esté pasando frente a la puerta de mi casa me verá desnudo, y eso me encanta.
Cuando tenía unos 14 años mientras estaba desnudo en casa, tocaron a la puerta. Yo me puse una toalla al rededor de la cintura y abrí la puerta. Era la mamá de Arturo (de anteriores relatos) quien había dejado algo en mi casa el día anterior y hoy pasaba buscándolo. Yo la dejé esperando en la entrada mientras fui a buscar lo suyo, y cuando regresé a dárselo simulé que «accidentalmente» se me caía mi toalla.
– «Ay, disculpe, que pena» – dije mientras recogía mi toalla lentamente.
– «No, no te preocupes hijo, tápate tranquilo» – me respondió con la voz temblorosa.
– «De verdad me da pena con usted» – le dije mientras «sacudía el sucio de la toalla» dejando ver mi verga erecta unos segundos más, antes de volverme a tapar.
– «No hijo, no tienes de qué apenarte… De verdad que nada, se nota que haces deporte, las niñas las debes de traer loquitas» – me dijo luego de examinarme de arriba a abajo.
– «Tal vez, aunque a mí me gustan mayores, no tanto las de mi edad» – le dije entre risas, obviamente una indirecta para ella.
– «¿Sí? Ah bueno seguramente a las que son mayores que tú también les gustas» – dijo en un tono un poco pausado.
Luego de unos segundos de silencio, ella recobró la cordura y me agradeció por buscarle lo que había dejado, y se acercó para darme un beso en el cachete como siempre hacía, sólo que esta vez me lancé a buscar su boca, dándole un rápido piquito que no se esperaba. Se echó para atrás rápidamente y sorprendida dijo: «Oh, no esperaba eso pero está bien», para luego volver a inclinarse hacia mí y besarnos nuevamente con un poco más de pasión durante unos pocos segundos. Luego se separó, pude ver que estaba roja como un tomate, y se fue rápidamente y sin decir ninguna palabra.
Se nota que se sentía avergonzada y que no quería meterse en problemas por besar o tal vez cogerse a un niño, ya que durante las próximas dos semanas me evitó totalmente y si me veía no me miraba, y luego poco a poco empezó a dirigirme la palabra nuevamente y a recobrar el trato que tenía conmigo pero sin mencionar nada del beso que nos dimos ni que me había visto desnudo.
En mi penúltimo año de secundaria, cuando tenía 15 años, mi mejor amigo en ese entonces tenía una novia de 16 años llamada Carolina que estaba en el último año. Carolina, antes de ser novia de mi amigo, era mi mejor amiga, así que cuando se hicieron novios pues me alegré por ellos. Ella y yo fuimos amigos desde que nos conocimos, bromeábamos mucho y siempre nos andábamos riendo, y claro, ya nos habíamos besado muchas veces pero nunca fuimos más allá ni nos hicimos novios.
Un día después de clases la invité a mi casa, mi mamá estaba trabajando así que estaríamos solos, pero la excusa que le dí fue la de pasar la tarde juntos y ya para hacer algo distinto, aunque mi plan era cogermela aunque fuera la novia de mi mejor amigo. Cuando llegamos a casa, pasamos a mi cuarto y me empecé a quitar el uniforme del colegio. Noté que se sonrojó cuando me quité la camisa y más aún cuando me quité el pantalón, incluso desvió la mirada para no verme. Cuando me terminé de cambiar, le pregunté: «¿No trajiste otra ropa para cambiarte?».
– «No, no se me ocurrió» – respondió.
– «¿Te presto una de mis camisas?» – le pregunté.
– «No, no te preocupes, estoy bien» – me dijo.
Luego de esto fuimos a la sala, y con la excusa de que hacía calor, abrí todas las ventanas y también la puerta del apartamento. Duramos un rato hablando, y una curiosidad de Carolina es que siempre ha sido demasiado cosquilluda, tanto que incluso al estar cerca de tocarla ya se empieza a reír, y eso siempre me ha parecido bastante gracioso de ella, así que empecé a hacerle cosquillas. En una de esas, aproveché que estaba riendo y le robé un beso, ella seguía riendo así que le robé otro pero más largo, pero entonces me agarró ambas manos y dijo fuerte: «¡Ya!».
– «¿Qué coño haces?» – me preguntó.
– «No sé… Me gusta besarte» – le dije.
– «Soy la novia de tu mejor amigo, supuestamente ‘tu hermano'» – me respondió.
– «Lo sé…» – dije, un poco apenado.
– «No diré nada de esto, pero no lo vuelvas a hacer» – dijo ella, que estaba ya un poco más tranquila.
– «Está bien…» – le respondí.
Tratamos de seguir conversando normalmente pero fue imposible, y luego de un rato Carolina dijo que ya se quería ir. Nos levantamos, tomé las llaves y fuimos hacia la puerta. Cuando nos estábamos despidiendo, de nuevo le empecé a hacer cosquillas, y fue tanta su risa que empezó a retroceder y cayó en el sofá de la sala, entonces yo me puse encima de ella y le robé otro beso, y aunque me correspondió durante unos segundos, luego me empujó y se levantó rápidamente del sofá. Yo me quedé sentado en el sofá, viéndola, y ella de pie volteó a verme también, y luego de unos segundos de silencio, se montó encima de mí y empezamos a besarnos apasionadamente. Mis manos masajeaban sus nalgas, sus manos acariciaban mi pecho, estábamos totalmente excitados. Empecé a quitarle su camisa y ella me veía directamente a los ojos, y juro que pude leer su mente que decía: «Tengo miedo, esto está mal, pero se siente bien», y yo con mi mirada traté de responderle: «Tranquila, nadie se va a enterar y la pasaremos bien». Cuando le quité su camisa y su sostén, me lancé directo a chupar sus tetas, y aunque eran pequeñas igual me parecían hermosas. Cuando pensaba en que era la novia de mi mejor amigo me excitaba aún más. Ella empezó a quitarme la camisa y luego a besarme por el cuello. Todo esto lo estábamos haciendo en la sala con la puerta abierta, así que cualquiera podía vernos, pero creo que ella no se acordaba de ese detalle.
En un movimiento la bajé de mis piernas y la senté a mi lado, para así tener la libertad de quitarme el pantalón y el boxer, cosa que hice, liberando mi verga frente a ella que la miraba muy nerviosa.
– «Oye… Soy vírgen…» – me dijo Carolina.
– «Tranquila, no tenemos que hacerlo hoy, sólo agárrala» – le respondí.
Ella tomó mi verga con su mano y empezó a masturbarme mientras nos besábamos. Yo masajeaba sus tetas y a veces pellizcaba sus pezones, luego besaba su cuello, lamía el lóbulo de su oreja y volvía a besarla. Llevé mis manos a su pantalón y empecé a desabotonarlo, ella me miraba muy nerviosa pero no hacía nada para detenerme. Cuando le quité su pantalón, se acordó y me pidió que cerrara la puerta. Yo me levanté del sofá y caminé desnudo hacia la entrada del apartamento y cerré la puerta. Volví hacia ella y empecé a acariciar su entrepierna por sobre su panty (recuerdo que era un cachetero blanco), lo traía totalmente mojado. Ella siguió masturbándome y nos seguimos besando, estábamos muy excitados. Me separé de ella y con mi mano empecé a llevar su cabeza hacia mi verga.
– «Nunca he hecho esto» – me dijo.
– «Sólo mételo en tu boca, yo te marcaré el ritmo» – me respondí, y así hizo.
Mi verga fue desapareciendo en su boca hasta un poco más de la mitad. Yo agarré su cabello con ambas manos y empecé a guiarla. Me sentía en el cielo, cogiéndome la boca de la novia de mi mejor amigo. Le empujaba la cabeza lo más profundo para que mi verga le entrara completa, y sí le entraba, y ella no se quejaba. Cuando se la sacaba sólo tomaba aire profundamente, se secaba las lágrimas y volvía a mamar, le gustaba. Luego de varios minutos empecé a eyacular en su boca sin avisar, pero no le importó, recibió todo mi semen en su boca sin reclamar, se tragó hasta la última gota. Luego sacó mi verga de su boca, me miró a los ojos y se rió, como quien sabe que acaba de hacer una travesura. Nos besamos nuevamente y después que ambos recobramos el aliento, finalmente nos vestimos y ella se fue a su casa.
Luego hablando por teléfono me confesaría que se sentía un poco culpable, porque realmente estaba enamorada de mi amigo. Yo le dije que no tenía de qué preocuparse ya que nadie se iba a enterar, y que sería algo de una vez así que no era tan grave.
– «¿Sólo una vez? :(» – me puso, lo que dibujó una sonrisa en mi rostro.
Carolina y mi amigo estuvieron juntos durante 6 meses, y durante 4 de esos 6 meses, le llenaba la boca de mi leche 1 o 2 veces por semana. Luego que ella terminó la secundaria fue más difícil coincidir.
Stefany tenía una amiga, la cual al principio no me agradaba, pero luego de varios años de haber terminado con Stefany, una noche no recuerdo por cuál razón empecé a hablar con ella. Se llamaba Katherine. Esa noche la conversación subió de tono y desde ese entonces, decidimos que teníamos que vernos para coger.
A medida que iba conociendo a Katherine, me contaba de su vida sexual, la cual era muy activa a pesar de tener 15 años (ya yo tenía 16). Al igual que a mí, sus padres la dejaban sola en casa porque salían a trabajar y volvían en la tarde. Katherine tenía un problema en los ovarios por lo que su ginecólogo le había recetado tomar pastillas anticonceptivas para regular su menstruación. Tenía un vecino con el cuál cogía a diario cuando estaba sola en casa, y siempre lo hacía sin condón ya que tomaba sus pastillas.
Nuestro primer encuentro fue en un cine. Nos sentamos en la última fila y ahí nos besamos muy intensamente, le manoseaba sus tetas incluso por debajo de su camisa, ella también masajeaba mi verga, incluso llegó a sacarla del pantalón para masturbarme más cómodamente.
Nuestro segundo encuentro fue luego de una fiesta de 15 años que nos había invitado una amiga que teníamos en común. Aunque durante la fiesta no hicimos nada, fue en el camino de regreso cuando cogimos. Estábamos bastante ebrios, y aprovechamos el aventón con un amigo mayor que nosotros que tenía carro, aunque también él estaba ebrio, en el carro íbamos el que manejaba, iba su novia de copiloto, y en el asiento trasero íbamos 5 personas. Katherine iba en mis piernas e íbamos en el lado de la puerta izquierda, luego había otra persona en el centro, y del lado de la puerta derecha iba también otra chica en las piernas de otro muchacho.
Katherine tenía puesto un vestido largo verde, y yo estaba con un traje. Debajo de mi pantalón tenía un boxer de esos que tienen una abertura adelante para poder sacar la verga más fácilmente. Me había quitado el saco del traje ya que sentía calor, y Katherine se ofreció para llevarlo en sus piernas. Apenas Katherine se sentó en mis piernas yo empecé a meterle mano bajo el vestido, aprovechando que mi saco nos tapaba. Cuando ella sintió mi mano recorrer sus muslos, automáticamente abrió sus piernas y dejó su vagina libre para que yo jugara con ella. Disimulando frente a los demás, hablando y cantando las canciones que sonaban en la radio del carro, empecé a masturbar a Katherine, que con la excusa de que se sentía mareada, recostó su cabeza en el espaldar del asiento del piloto. Luego de unos pocos minutos, disimuladamente también, aprovechando la privacidad que nos brindaba mi saco en las piernas de Katherine, bajé el cierre de mi pantalón y saqué mi verga por la abertura del bóxer. Al estar Katherine en mis piernas, cuando saqué mi verga, ella la sintió justo entre sus muslos, y al sentirla, volteó a verme como queriendo decirme: «¿En serio lo sacaste?». Yo sólo pude responderle con una sonrisa.
Subió su vestido un poco más para que no nos molestara, corrió su panty a un lado y se movió un poco hacia adelante, quedando mi verga justo en la entrada de su vagina. Poco a poco la fui penetrando mientras seguía disimulando con los demás. Katherine seguía recostada en el espaldar del piloto, y aprovechando el movimiento del carro empezamos a coger frente a todos los que estaban ahí. Como el que iba manejando también estaba ebrio, pues manejaba bastante mal, y aproveché eso para moverme y penetrar más profundamente a Katherine, que se tapaba la boca para no gemir, lo que hacía creer a los demás que iba a vomitar o que estaba mareada por todo el alcohol que había tomado.
– «No, no… Estoy bien» – respondía Katherine conteniendo los gemidos.
Luego de varios minutos se bajó el primero del carro, y el siguiente en bajar era yo. Antes de que llegaramos a mi casa empecé a eyacular dentro de Katherine, la cuál se dió cuenta cuando empecé a apretar sus piernas fuertemente. Hice lo que pude por contener mis gemidos y disimular mis contracciones. Lentamente mi verga salió de la vagina de Katherine que disimuladamente se acomodó su panty y su vestido, mientras yo guardaba mi verga como pude dentro del pantalón sin darle importancia a subir el cierre.
Al día siguiente hablando con Katherine coincidimos en que debíamos repetirlo, y así fue a la semana siguiente que ella vino a mi casa, pero se los contaré en la próxima parte.
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