me prostituyeron desde niña
mis inicios en el sexo se remontan a mi infancia, primero mis hermanos y luego mi abuelo (abuelastro), de ellos aprendí todo. si te gusta comenta, o vota, es mi primer relato..
Queridos amigos lectores: Mi nombre es Andrea, es nombre ficticio de verdad, lo demás es real, tengo 31 años de edad actualmente, soy casada, mido 163 centímetros de estatura, 65 kilogramos de peso, contextura mediana, buena pierna con unas buenas nalgas como una buena hormiga culona, unas tetas talla 34 b, mi piel es clara, mi cabello es lacio color miel, lo tengo corto en este momento, mis ojos son café claros, en fin tengo gracias a Dios, un buen cuerpo, unos atributos que muchas envidian y los hombres desean, mi cuerpo me encanta, sé que no pasa desapercibido, ya que cuando voy por la calle recibo muchos piropos unos muy bonitos, otros un tanto pasados y hasta morbosos, recibo también miradas, gestos y otras cosas de parte de los hombres y algunas mujeres que botan su cabeza para mirar, envidiar o soñar con algo así, tampoco tengo hijos debido a que cuando niña me practicaron un aborto en una clínica clandestina, allí me sacaron la matriz, por ese motivo no puedo concebir.
Mi esposo es un buen hombre, 2 años mayor que yo, de 180 estatura, de 72 kilos de peso, trigueño, pelo crespo y negro, delgado, bien aspectado en todos los sentidos, las chicas lo ven y no son indiferentes a sus gustos, llama la atención de ellas en todos lados, profesional, trabajador, juicioso, bueno en la cama, sé que me la ha jugado varias veces, lo he perdonado porque aprendí a pagar con la misma moneda.
Aquí sólo quiero desahogarme de estos recuerdos, revivirlos y compartirlos con aquellos que buscan algo de diversión por este medio, dejo constancia de que mis relatos son verídicos y no sacados de la fantasía de alguien, toda vez que he leído algunos y todos parecen ser escritos por hombres, aunque digan que son reales.
Hoy quiero contar a mis queridos lectores, sobre cómo fueron mis inicios en estas lides del sexo, cómo me envicié y cómo lo disfruto, no pretendo hacerme la víctima, ni reprochar o quejarme por estas vivencias, solo quiero compartir un momento con aquellos que gozan de un buen relato, en especial si éste es verdadero 100% como el mío.
Comienzo contándoles que nací en una familia muy humilde, mi padre Jaime, un exsoldado del ejército, de profesión guarda de seguridad (vigilante en un conjunto residencial) y mi madre Rosa, dedicada a hacer aseo y lavar ropas en casas u oficios varios en otros lugares, soy la tercera de tres hermanos, José Antonio y Diego María, ellos me llevan cuatro y dos años de edad respectivamente.
Muchos de ustedes saben que el turno de vigilante es a veces de día y a veces de noche, cuando era de día el turno de mi padre, nosotros los tres hermanos quedábamos solos en la casa, eso también, cuando mi madre estaba ocupada trabajando en casas de familia haciendo aseo de las mismas, así que mis hermanos mayores salían de su estudio y me recogían más tarde en la guardería, me llevaban a casa y esperábamos la llegada de nuestros padres: desde esa época fuimos aprendiendo a ser independientes y responsables de nuestras obligaciones, no siendo obstáculo para que pasáramos tiempo jugando y disfrutando con lo que tuviésemos a mano ya que los juguetes llegaban a nuestras manos si alguien nos los regalaba, casi siempre usados y con algún defecto o daño por parte de su dueño inicial.
Guardo en mi memoria que en esas camas saltábamos, corríamos, reíamos, nos abrazábamos y era nuestro patio de juegos favorito o mejor dicho, casi el único, recuerdo también que por esa época, aún no era muy hábil en controlar esfínteres, unas veces por la pereza o por seguir jugando, olvidaba ir al baño o llegaba un poco tarde, me orinaba en mi ropa interior, lo cual me producía asco o no sé qué cosas, me los quitaba y me dejaba así sin nada para seguir en el juego, obviamente mis hermanos no tenían impedimento para ver mi cuerpo, ni mi pequeña vagina, la cual en todo momento estaba a la vista disponible sin prevenciones, especialmente cuando me caía o abría mis piernas inocentemente durante los juegos de cosquillas o luchas fingidas. Mis hermanos también se quitaban sus ropas, a veces la sola camisa del uniforme, a veces se quedaban sin nada también, otras veces se ponían una pantaloneta y nada más, no había nada de vergüenza ni prejuicios, todo era inocencia pura.
Lo primero en llegar a mi mente son los regaños y hasta palmadas en la cola por parte de mi madre, ya que ella me colocaba mis calzoncitos y yo me los quitaba casi de inmediato, me encantaba andar sin nada, casi o totalmente desnuda, así mismo aprendí a meter mis dedos dentro de mi rajita para mantenerlos ahí, como si fuera un bolsillo, es probable que mi virginidad haya quedado en mis dedos, de nada valían las amenazas de que me iba a quedar sin dedos, que se me quedaban pegados, que si esto o si lo otro, yo mi instinto era meterlos entre mi chochita, aunque me golpearan y regañaran.
No puedo citar una fecha aproximadamente desde que las cosas empezaron como a salirse de “control” entre nosotros y los juegos que practicábamos, los cuales en su mayoría era al papá y a la mamá, siendo yo todas las veces la mamá por obvias razones, jugábamos también con alguna pelota de caucho o un balón elaborado con ropa y atada con cordones de los zapatos, con la almohada o simplemente haciéndonos cosquillas hasta orinarse de la risa, lo cierto es que considero desde los tres o cuatro años y hasta eso de los siete años cuando descubrieron todo lo que pasaba y eso debido a que mis calzones, ropa interior o cucos como se dice aquí.
Resulta que mis calzones estaban manchados, debido a que recibí esos pequeños penes de mis hermanos por mi colita y luego por mi vagina, sin tener cuidado ni conocimiento de las infecciones que se podían adquirir ya que ambos agujeros son válidos, pero cada uno con sus precauciones y no se pueden combinar sin tener consecuencias; por ese motivo me interrogaron, me revisaron y me llevaron al médico y allí dijeron que yo estaba teniendo relaciones sexuales, ahí se formó el escándalo más terrible en la casa, tuvimos que confesar ante amenazas y una golpiza que nos dieron a todos con una correa de cuero del cinturón de mi padre.
Bueno, resulta que mis hermanos conocían el sitio donde estaban escondidas las revistas de porno de mi papá, seguramente una o dos que compraba o que se las prestaban, no lo sé, como ya mi hermano mayor sabía leer, nos reuníamos a ver esos dibujos y escuchar a mi hermano leer esos relatos explicados por supuestamente mujeres profesionales en esas lides; a veces nos poníamos a practicar ingenuamente lo que allí se explicaba y se contaba con lujuria extrema. También, todos habíamos visto a nuestros padres teniendo relaciones o visto desnudos al vestirse o salir del baño, eran poco cuidadosos en ese tema o no veían inconveniente para mostrarse tal como eran.
En mi memoria guardo recuerdos de estar jugando al papá y la mamá con mis hermanos, mi hermano mayor José Antonio siendo mi esposo, los papás de Diego María mi otro hermano, nos acostábamos a fingir dormir y mi hermano Diego María salía de la habitación, la puerta se cerraba, nosotros nos desnudábamos, nos abrazábamos y nos besábamos cual pareja de verdad, mi hermano se me echaba encima, entre mis piernas y trataba de meter su miembro dentro de mi humanidad, al comienzo era fingido, pero con el tiempo lógicamente lo logró, y muchas veces con mi ayuda y aprobación, mi hermano Diego María tomaba su turno y la historia se repetía en los mismos términos, muchas veces nos quedábamos desnudos toda la tarde intercambiando roles y creando historias de viajes, peleas o reconciliaciones, la ropa era la menor preocupación.
Ellos tenían unos miembros muy duros a pesar de su corta edad, pequeños sí, pero no se agachaban con facilidad, tampoco recuerdo haber visto eyaculaciones propiamente dicha en esa época, yo disfrutaba sentir sus miembros picando mi cuerpo en diferentes partes, también aprendí con rapidez a mamar esas vergas, tragándolas hasta el fondo, siguiendo algunas de las indicaciones de la lectura de las revistas xxx.
Cuando era día de leer los relatos de la revista xxx, nos encerrábamos los tres, nos desnudábamos y mi hermano José Antonio era quien leía y nos orientaba, yo era la protagonista femenina y ellos los machos del cuento, se dramatizaba tal como decía y mejor se podía, yo llegaba a algún sitio, o estaba en la playa, que era el suelo o la cama, colocábamos una cobija en el piso o encima de ella; si decía que una mirada, trataba de imitar o experimentar lo que decía el texto, igualmente si decía que se lo chupaba, pues me tocaba llevarme el miembro de mis hermanos y mamarlo un rato turnando la verguita de cada uno de ellos, entre risas y burlas seguía la escena, si decía que le daban por detrás a la chica, ellos me hacían voltearme, agarrarme de mi cama y ofrecerles mi trasero para ejecutar la escena lo más cercano posible a la descripción que allí se narraba, junto con gritos, quejidos o exclamaciones de las partes.
Así fuimos adquiriendo destreza todos, yo encantada de jugar a esas cosas, eso me llenaba, me apasionaba, me gustaba más que comer, inclusive hoy día no tengo la voluntad de resistirme a una cogida, a un levante o una marcada momentánea, no me importa si conozco o no a mi pretendiente.
Cada vez nuestros juegos eran más serios, más lujuriosos por decirlo de alguna manera, ellos me recogían en la guardería y de una a nuestros juegos o cuando estábamos solos no desaprovechábamos cualquier oportunidad para empelotarnos y dar rienda suelta a esos gustos tan hermosos e ingenuos que teníamos los tres hermanos, todos estábamos enviciados al sexo.
Cuando ingresé al primer año de primaria, llegábamos los tres al tiempo a casa, nuestro pasatiempo favorito nos esperaba, entonces, era hacer las tareas rapidito, ellos me ayudaban para terminar rápido e irnos para la cama a jugar y tener sexo, yo era capaz ya de estar con los dos al tiempo, de mamar y de hacer las poses que se describían en las revistas, ya recibía verga de mis hermanos por el culo, por la chochita, por la boca, mis manos eran expertas pajeando y frotando sus vergas, todo bajo el compromiso de no decir nada a nuestros padres so pena de ser castigados sin perdón alguno, era un secreto de estado, inviolable y hermético, del que nadie nunca dijo nada, de no ser por las manchas en mi ropa interior y el dictamen del médico, hubiéramos tenido éxito por más tiempo.
Cuando el escándalo se produjo, mis padres no sabían que hacer ni a quien confiarnos en la familia, entonces salió en escena mi abuela materna, Rosa se llamaba, igual que mi madre, fui enviada a vivir con ella, no pude seguir estudiando ese año, ni tener comunicación con mis hermanos, recordemos que no había celulares como hoy día, ni internet, solo teléfono fijo y ese permanecía con un pequeño candado todo el tiempo que impedía ser usado libremente.
Parte 2
Al llegar a donde mi abuela, ella vivía sola con su compañero Julián, un tipo que se consiguió diez años menor que ella, un bueno para nada, no trabajaba ni hacía nada en la casa, se daba la buena vida a coste de mi abuelo de verdad, un ex-policía pensionado que falleció de un ataque cardiaco, la pensión la heredó mi abuela y la disfrutaba Julián, seguramente a cambio de sexo, eso creo yo.
Julián fue mi niñero desde el primer día, me abrazaba y me decía cosas bonitas a mi oído, qué bonita eres, mira ese cuerpo tan bonito, esa caria tan genial, mira esa estatura que llevas y muchas cosas más, me sentaba en sus piernas, me acariciaba el cabello, me daba nalgadas suaves, igual que quien acaricia una gallina para luego retorcerle el pescuezo, mi abuela al comienzo le prohibía esas intimidades, pero Julián la desafiaba: “venga y me la quita, para que vea como le vuelvo esa jeta”, lo cual era de verdad pues no pocas veces lo vi agrediéndola física y verbalmente por bobadas.
No tardó en transcurrir mucho tiempo desde mi llegada a la casa de mi abuelita, cuando Julián comenzó a subir su apuesta, empezó a abrir su bragueta y sacar su enorme miembro bien erecto y llevar una de mis manos para que se lo agarrara, con su otra mano ponía un dedo en su boca en señal de que me callara, no me quedaba otra que quedarme callada, cavilaba entonces cuán grande era ese trozo de carne en relación con el miembro de mis hermanitos, teniéndolo agarrado él me apretaba la mano y me hacía que se lo pajeara frotándolo de arriba abajo.
Los primeros días era solo frotar, algunas veces lo hacía venir en mi mano, que siempre apretaba con la suya para su comodidad, se limpiaba con un pañuelo o cualquier trapo y aquí no ha pasado nada; en la misma época y con la misma habilidad y artimañas mi sexo empezó a ser explorado por sus dedos hábiles que me frotaban y apretaban mi clítoris o se hundían hasta el largo de ellos en mi humanidad, no voy a negar que eso me encantaba más que la inexperiencia de mis hermanos o era el tamaño, no lo sé, recuerdo sentir una piel un tanto áspera y lisa a la vez de su enorme miembro, muy fácil de correr esa piel y deslizarla a lo largo de ese cañón, eran unos 15 o 16 cm de largo, muy gordo para mis pequeñas manos, sus dedos dentro de mí eran muy bien recibidos para mi gusto.
Todo esto pasaba todos los días en descuido o ausencia de mi abuela mientras ella daba su espalda cuando lavaba la ropa, hacía de comer o iba a la tienda (supermercado) por víveres, yo recibía un ataque rápido de caricias, besos y no se escapaba ninguna parte de mi cuerpo por ser tocada ni explorada, eran unas sensaciones indescriptibles, un cosquilleo, un nudo en la garganta, corrientazos por mi cuerpo, mi piel se erizaba, en fin yo gozaba mucho con esos toques de Julián, quien me besaba metiendo su lengua en mi boca, eso también fue nuevo para mí, claro que también me agradaba, todo lo iba aprendiendo, memorizando y replicando en cada encuentro.
Cierto día mi abuela salió por un tiempo al mercado o cita médica, no lo sé con exactitud, Julián se quedó en la cama, yo estaba acostada con gripe, según entiendo, cuando ella salió y cerró la puerta, Julián llegó a mi cama, se me acostó al lado, me besó apasionado, me sobaba por todos lados y acariciaba mi cabeza, me decía cosas bonitas, yo feliz con esos halagos, recuerdo que él andaba en sola pantaloneta, esa era su pinta de ropa de todos los días, nos seguíamos besando sin parar, eso le gustaba a Julián, ya había aprendido a besar mejor, también, yo tenía experiencia ya que me había iniciado con mis hermanos, guiados por las revistas pornográficas de papá, yo sentía su enorme miembro bien parado; cuando me di cuenta estaba totalmente desnuda, Julián también se bajó un poco su pantaloneta, recuerdo que me besó y me lamió por todos lados, mi chochita fue su blanco, mi culito, mi espalda, mi vientre, en fin, él sabía dónde es nuestra debilidad.
Quedó muy encantado al ver los labios de mi vagina, muy carnosos según decía, que cuando creciera, iban a ser de varias libras, que ese sapo sería muy grande, que cuando me pusiera un pantalón iba a notarse a kilómetros ese chochonón, cosa que tuvo razón y hoy día es admirado por muchos hombres esa protuberancia que se marca por sobre el pantalón p licra que tenga puesta.
Me hizo que se lo mamara, era mi primera vez con una verga tan gorda, tan gruesa y grande entre mi boca, me tocaba abrir bien para que cupiera, me producía arcadas y mis mandíbulas me dolían por el esfuerzo, seguramente no le satisfizo o se cansó de mi servicio ya que se dirigió a mi sexo, me preguntó si mis hermanos me la habían metido por ahí, le dije que sí, que muchas veces, entonces procedió a lamer encantado esos labios carnosos y jugosos en ese momento, uno o dos de sus dedos estaba de forma permanente dentro de mi vagina entrando y saliendo, su lengua recorría desde mi culo hasta el ombligo, yo temblaba y me sobresaltaba de la emoción que sentía en ese momento, hasta quería suplicar que me la metiera ya, pues seguramente hubo muchos mini-orgasmos también.
Con esas ganas que yo tenía, sentí como un alivio cuando dejó de hacerme sexo oral, se incorporó, me abrió bien de piernas y comenzó a enterrarme lenta y paulatinamente esa vergota dentro de mi humanidad, aunque estaba que me moría de ganas por ser penetrada y mi vagina estaba empapada, de verdad me dolía, yo gritaba, pero eso no le importaba a Julián, solo me decía tranquila, cálmese que ya va a entrar todo, yo lloraba del dolor y de la incomodidad de tener ese miembro dentro de mí, pero el ataque seguía y siguió hasta estar adentro todo ese trozo de carne, el cual volvió a salir y entrar muchas veces, una diferencia enorme con la verga de mis hermanos.
No sé cuánto tiempo duró esa penetración que era mitad tortura y mitad placer, en un momento Julián parecía afanado por la velocidad de sus embistes, cuando de pronto su cuerpo se retorcía, su cara se desfiguró, sus ojos se voltearon, su respiración fue más rápida y resoplaba cual caballo corriendo, me la hundió hasta el fondo y ahí se quedó quieto por un momento, sentí en mis entrañas que algo caliente entraba a la par que algo crecía y bombeaba algo dentro de mí, mi sexo se inundó como nunca, al ratico su verga volvió a atacarme, pero todo era más suave, más flácida, entraba y salía con mucha facilidad, hasta que se levantó y se la vi perdiendo su fortaleza; un poquito de sangre salió, me di cuenta cuando me limpió, me hizo lavar con agua y volvió a vestirme.
No sé cuánto tiempo duró aquella primera vez, lo cierto es que al final ya no sentía el mismo dolor y más bien me empezaba a gustar mucho aquello que me marcaría en adelante; recuerdo también que desde esa época recibí su verga muchas veces, a veces sentados en la sala, en el comedor, en su propia cama de pareja, algunas veces él escurría su vergota en mi cara, haciéndome que me tragara ese chorro de semen o esas últimas gotas de semen hasta dejarlo limpio, con el tiempo debería recibir toda la leche en mi boca, casi siempre; otra nueva sensación, otro sabor y un fluido que desde esa época aprendería a tragar sin dejar escapar gota alguna, todo por enseñanzas de Julián, mi macho alfa, mi profesor, mi maestro de verdad, desde ese momento.
Cuando llegó mi abuela ese día ya todo había terminado hacía ratos, ¿cómo sigue? No pude contestar por miedo a decir algo que no gustara a Julián y fuera víctima de sus agresiones físicas o verbales como lo hacía con mi abuelita.
Aquella faena se repitió muchas veces, con una que otra variante, cierta vez, empezó a cogerme en cuatro, yo sentía abrir mis nalguitas con firmeza, yo sentía un dedo dentro de mi culito como casi todas las veces que teníamos sexo, tampoco valían los ruegos, mis súplicas que lo hiciera pacito o que no lo hiciera, yo era sometida a su antojo, sin poder decir nada, lo cierto es que yo ya era capaz de meterme esa verga dentro de mi chochita de forma completa, de tragarme todo el semen que saliera en un encuentro de esos, me refiero a que no protestaba ni podía hacerlo por miedo, su verga también se encajaba hasta mi garganta, cada vez llegaba más profundo, eso me encantaba eso más cuando Julián me felicitaba y aplaudía mi actitud y disposición para hacerlo, me hacía sentir orgullosa, decía que eso era lo que más le gustaba a un hombre, que así sería una buena esposa. Yo le creía todo y trataba de esforzarme por complacerlo, por aprender y ser una buena esposa en el futuro.
Es de anotar que cuando me empezaron a salir vellos en mi pubis y labios, Julián mismo tomaba sus cuchillas de afeitar y depilaba mi chochita, decía que esa era su niña consentida, siempre la mantenía bien pelada y así también me acostumbré hasta hoy en día; pero, faltaba mi culito como un nuevo aprendizaje de toda la vida, Julián no se iba a conformar con solo meter uno o dos dedos para decir que yo estaba en doble penetración, que ese era el sueño de todo esposo y que yo debería complacerlo sin tener reparos.
Estábamos desnudos en ausencia de mi abuelita teniendo sexo, él estaba sentado y yo galopaba encima de esa vergota ayudada por sus manos que me ayudaban a subir apoyándome con sus manos desde mis axilas, para dejarme caer por mi propio peso y clavarme esa estaca de carne en mis entrañas vaginales, me hizo detenerme, colocó su herramienta en la entrada de mi culito, no sin antes relajarlo con uno o dos de sus dedos llenos de mantequilla de cocina para lubricar mis esfínteres, los que comenzaron a dilatarse, yo sentía como frío o que todo se me iba como a salir, me sentía mojada, todo era bien raro.
Él estaba acostado boca arriba, me hizo sentar encima suyo apuntando su verga en la entrada de mi culito, me agarró de mis nalgas y comenzó a moverme y hacer fuerza hacia arriba, su verga empezó a penetrar mis entrañas, sentía mucho dolor, como si me estuvieran quitando la piel o me estuvieran quemando, pero eso no le importaba a mi agresor quien cariñosamente me hacía tener calma diciéndome palabras cariñosas, acompañadas de besos, mis ojos estaban llenos de lágrimas, esa cabecita o mejor dicho cabezota de su verga entraba y salía de la puerta de mi culito en repetidas ocasiones, todo fue pasando, el dolor, el tiempo, la ansiedad de terminar, los nervios, en fin, aquel miembro se iba perdiendo cada vez más y más, milímetro a milímetro desaparecía dentro de mi pequeño cuerpecito, por fin entró todo en mi cavidad anal, yo me sentía estar defecando sin poder hacer nada de nada, el dolor, el susto y todo eran muy grandes.
Nuevamente y con su ayuda de sus brazos por debajo de mis axilas, para arriba y para abajo, en oportunidades se salía por completo esa verga, pero tenía que volver a su cueva para seguir el sube y baja; con esa verga dentro de mi culo, se levantó de la cama, me agarró con uno de sus brazos por delante de mi estómago, mi espalda estaba contra su pecho, mis brazos y mis piernas colgaban en el aire como un muñeco de trapos, ya agachado comenzó a atacarme con violencia y rapidez, balanceando mi cuerpo en el aire, como el que tiene una muñeca, hasta que sentí que explotaba dentro de mí, sentía su miembro como crecía a cada bombazo de semen expulsado, se volvió a sentar en la cama sin sacarlo de mi culito, se calmó y esperó a que se durmiera esa serpiente para retirarlo por completo de mi humanidad, es decir que lo dejó hasta que se le durmió metido dentro de mi culito y se salió por sí solo; esa fue mi primera vez por mi ano, la primera de muchas veces que lo recibiría por esa vía de parte de Julián.
Mi abuela, creo sin lugar a dudas, que sabía de la situación que estaba pasando entre Julián y su nieta o sea conmigo, ya que el descarado me llamaba mi otra mujer, ¿dónde está mi otra mujer? Venga para mis piernas gritaba sin pena ni pudor, cuando mi abuela protestaba, Julián le gritaba, “¿quiere que le dé en la jeta? o ¿quiere que me consiga otra moza?” Ella se quedaba callada, como humillada.
Al año siguiente pude retomar mis estudios, a repetir año, lo pasé con excelente promedio, durante esos cinco años que viví con Julián en la casa de mi abuelita, nunca me faltó nada, ni comida, mi cama, medicinas básicas pues casi nunca me enfermaba, a veces gripe y nada más, cuidados en general y lo que era más importante recibí mucha verga, mucho más sexo del que mi abuelita seguramente recibía, me volví una profesional, experta en esas bellas artes, hasta que un error fatal dañó aquel cuento de hadas para siempre, otro tropiezo en mi vida.
Ya había empezado a menstruar unos dos años atrás seguramente por precoz, Julián era feliz viéndome tragar todo ese semen y escurrir esa verga hasta el final especialmente cuando yo menstruaba, aunque mis otros dos agujeros no se escapaban de sus ataques, todos eran repasados sin excepción, yo feliz, no protestaba pues estaba bien atendida, Julián a sus cuarenta años era un semental completo, mi abuelita me contabilizaba la regla como un cronómetro, cuando un día no bajó la sangre ella se puso histérica, Julián no decía nada, por primera y única vez lo vi preocupado sin amenazar ni decir nada.
Me llevaron a una droguería del barrio, allí me examinaron en una habitación que estaba en la parte de atrás, había allí una camilla y unos escasos equipos, el tipo me tocaba por todos lados, me ponía aparatos fríos en mi estómago, “esta muchachita está embarazada”, fue su diagnóstico de esas pruebas que me hicieron, todos quedaron fríos con esa noticia, yo no sabía ni entendía bien qué era eso, tampoco del acuerdo de aborto, lo cual fue la solución a la que llegaron en ese momento, lo cierto es que a la semana siguiente, me volvieron a llevar a ese sitio, el mismo tipo me recibió, revisó unas cosas que mi abuelita llevaba en una maleta, vuelva por la tarde, dijo ese supuesto doctor o lo que fuera, me dio a tomar unas pastillas de diferente tamaño y color, me aplicó una inyección en mi nalga y colocó una aguja en mi mano izquierda conectada a una bolsa que estaba colgada.
Me comencé a sentir mareada, aunque no tanto para darme cuenta que estaba siendo penetrada por el miembro del tal doctor, mientras mis piernas colgaban de la camilla, su mete y saca era evidente, no sé si eyaculó entro de mí, pero pienso que sí porque nada se lo impedía, nadie lo miraba, nadie lo juzgaría, al final de cuentas yo ya estaba dormida por la anestesia.
No sé cuánto tiempo pasó desde ese momento hasta que desperté nuevamente, mareada, confundida, dolorida mi pancita, casi no me podía mover, al rato llegó mi abuelita a verme, yo lloraba del dolor, aguántese mijita, quien le mandó a embarazarse, eso le pasa por coqueta, por perra y por puta, en ese momento no entendía sus palabras, hoy creo que eran celos, pero no se los reprocho tampoco.
Lo cierto es que volví a la casa de mis padres, otro año de estudios perdido, me volví a recuperar, con buena vitalidad, la regla o menstruación no volvió a llegar y me llevaron al médico, ordenó exámenes, con los resultados su veredicto fue “a esta niña le sacaron la matriz”, nunca se embarazará y “nunca va a poder tener hijos” tampoco entendí la magnitud de esas palabras hasta mucho tiempo después. Aclaro que nunca hubo denuncias a las autoridades, todo quedó así y así se quedará.
Parte 3
Mi vida sexual no pararía ahí, ahí estaban mis hermanos para continuar la historia que habíamos empezado ingenuamente y que ahora ellos con 14 y 16 años, las cosas eran diferentes, todos habíamos crecido y las enseñanzas de Julián no serían en vano, eso lo cosecharían mis hermanos en primera instancia.
Al principio ellos parecían extraños, resentidos o recelosos, seguramente los castigaron muy fuerte, no lo sé, luego las cosas se fueron calmando, el cariño volvió, mis deseos de sexo eran muy fuertes, ellos también ya que los notaba que se masturbaban una o más veces en la noche, dormíamos en la misma habitación de niños, a diferencia que ahora había un camarote de dos pisos para ellos y una cama para mí a su lado, con instrucciones de no cerrar la puerta en las noches.
Los primeros días había mucho cuidado al vestirnos o desvestirnos, pero eso fue pasando con el tiempo. yo llegaba del baño en ropa interior a terminar de cambiarme delante de ellos, haciendo todo lo posible para que vieran algo de piel, más allá de lo que se llama normal o abría mis piernas para que vieran mi ropa interior, todo eso fue cosechando más y más confianza hasta que creció entre nosotros una verdadera amistad, cariño de hermanos.
Comenzaron los roces con o sin supuesta intención, ay qué pena, fue sin culpa, las risas, las miradas, las burlas, las conversaciones, el estudio, después de algo pesado una disculpa y terminado el asunto; una noche que mi padre no estaba ya que le correspondía turno de vigilancia y mi madre llegó cansada del trabajo como siempre y se quedaba muy profunda, sentí a mi hermano José Antonio que se estaba masturbando, él dormía en el primer piso del camarote ¿quieres que te ayude? Le pregunté con voz muy bajita, ¿Ayudar a qué?, fue su respuesta, pues a hacer lo que haces, mi mamá y mi papá nos pegaron mucho y nos prohibieron hacerlo nuevamente, mejor no – me dijo con su voz entrecortada, tranquilo que ya estamos más grandes y sabemos tener cuidado, al rato dijo, está bien, pero con cuidado o mi mamá se despierta, fresco que no hacemos ruido.
Le dije que se levantara, yo me senté en mi cama y comencé a darle una mamada en esa verga que por cierto ya había crecido mucho a sus quince años, aunque no tanto como la de Julián, eso sí era fuerte como un trozo de metal, me encantaba volver a tener un trozo de carne humana para disfrutar y satisfacer mis instintos salvajes, José Antonio se retorcía como una serpiente, sintiendo una mamada profesional, yo le apretaba sus huevas con suavidad y me lo enterraba todo hasta el fondo inclusive sus huevas cabían dentro de mi boca, me había convertido en una garganta profunda, mi hermano suspiraba, respiraba fuerte y se quejaba de placer, hasta que hice que se viniera en mi boca, tragué esas gotas de semen y seguí mamando hasta que perdió un poco de rigidez, me levanté, nos abrazamos y besamos en la boca muy profundamente, nos extrañábamos todos, nos despedimos con la promesa de no contar nada a nadie y nos dormimos. Al día siguiente se repitió la misma escena y más o menos por una semana, todos los días, puntalitos, calladitos y a dormir.
Llegó el turno de mi papá descansar de noche, las cosas cambiaron para nosotros y no nos podíamos arriesgar a ser descubiertos nuevamente, todos muy rectos y correctos, había vigilancia permanente; así que cuando mi madre se iba a trabajar y mi padre estaba de turno en el día, era hora de aprovechar para tener sexo sin control, al fin de cuentas ya no podía quedar embarazada y podíamos tener cuidado con el aseo para no repetir los errores de niños.
Diego María estaba inocente de las mamadas que le estaba propinando a José Antonio, no se había dado cuenta ni sospechaba nada tampoco, hasta parecía un tanto extraño conmigo por las prohibiciones de nuestros padres. Como yo ya había retomado mis estudios, también me estaba convirtiendo en una señorita casi adulta, mi cuerpo estaba adquiriendo buena forma, buenas nalgas, buena pierna, carita agradable, mis téticas eran dos huevos fritos, pero ya se notaban mucho, voy a subir la apuesta me dije un día, los voy a coger a los dos, voy a practicar con ellos y que se diviertan como nunca, para recordar nuestra niñez.
Cierto día puse en marcha mi elaborado plan, me metí a bañarme mientras ellos hacían tareas como de costumbre, entonces di unos golpes a la puerta y pegué gritos de dolor, me tiré al piso y ellos llegaron rápido, ¿qué pasó? Me resbalé y me caí tengo lastimado un pie, me duele mucho, no me puedo levantar, claro yo estaba totalmente desnuda tendida en el piso del baño, ellos no sabían que hacer, si mirarme las tetas, la chochita o revisar mi pie supuestamente lesionado, me ayudaron a levantar y me llevaron a la cama, me senté y subí una pierna para sobarme, la otra estaba en el piso, lógicamente mi sexo se veía todo, ya tenía vellos en rededor pues no me había rasurado en varias semanas y se alcanzaba a ver una franja rojiza entre esos pelos, ¿cómo te caíste hermanita? Se me salió una chancleta y me resbalé.
Sóbenme por favor, me pegué en la rodilla y en la colita, ellos ingenuamente trataban de sobarme, pero más fijándose en mi sexo que en otra cosa, José Antonio dijo con voz entrecortada ¿Cómo has crecido hermanita? Es verdad dijo Diego María, que bello cuerpo tienes, esto me recuerda nuestros juegos de niños, les comenté, qué tiempos aquellos, ojalá algún día se repitan, al menos una vez más, digo, si ustedes quisieran hacer algo, eso sí con cuidado de nuestros padres, les propuse directamente.
Recuerdo que la pasábamos muy rico en esos, continué, ¿cuándo vamos a repetir un momento de esos? Ya no tenía pena en ese momento, aunque creo que nunca he tenido pena en esos temas, alcancé a notar antes de que contestaran que sus vergas estaban fuertes, listas para ser usadas, ellos se miraban entre sí, como esperando una respuesta del otro, tenemos prohibido tocarte o nos matan a palos, eso nos tienen advertidos dijo Diego María, ¿pero acaso ustedes van a contar algo? Les pregunté muy seria. No señora, fue su respuesta. Aprovechemos que estoy desnuda y el dolor ya está pasando, ellos se miraron y como un rayo quedaron desnudos, sus vergas eran ya de regular tamaño, no tan grandes pero aceptables, parecían un ángulo de 90 grados por su fortaleza apuntando un poco hacia arriba.
Comencé a mamar esas vergas, alternándolas entre ellas, me las metía hasta el fondo, sobaba sus huevas y también me las metía ambas a la boca, luego me recosté boca arriba en mi cama, primero los hice turnar en estilo misionero, volví a mamar nuevamente, me puse en cuatro patas al estilo perrito y los hice turnar en esa posición, sabía que ellos podían durar mucho tiempo, así que le saqué provecho, luego me senté sobre sus vergas mientras mamaba la verga del otro, volvimos al misionero y allí se vinieron ambos, rematando con una mamada para escurrir y que se les volviera a parar nuevamente, en sus caras se les notaba una felicidad indescriptible, una sonrisa y una mirada de cómplices; desde ese momento volverían nuestras andanzas de niños, ahora un poco más crecidos; yo puse en práctica lo aprendido con Julián y ellos eran unos primeros beneficiarios de ese aprendizaje; en oportunidades les dejaba rematar por mi culito y que se fueran a bañar si querían volver a meterlo en mi rajita, dos veces no me pasaría lo mismo de una infección.
Así pasamos varios años, jugando al trío, aprovechábamos cada momento para empelotarnos y a culiar se dijo, en presencia de mis padres éramos como ausentes, disimulábamos bien, esto para evitar sospechas de intimidad, nunca lo supieron; este cuento se acabó cuando mi hermano mayor se fue para el cuartel a prestar el servicio militar, al poco tiempo mi hermano Diego resultó con novia y no quiso más sexo conmigo, nunca me dijo el por qué. Me volví a quedar sola, al menos por ese momento pues ya era hora de entrar a la secundaria y allí había más chicos y chicas para interactuar en otros escenarios.
En los primeros meses de colegio tuve varios novios, pero solo de besos pues no había mucha oportunidad ni un sitio para estar en intimidad y estar tranquilos, además ellos eran inexpertos, también yo extrañaba a Julián, también a mis hermanos en mi intimidad, sus recuerdos estaban presentes en todo momento, así mismo quedaba con ganas porque no había dinero para residencias o algún sitio despoblado para intimar con alguno de ellos, siempre remataba en mi soledad con una buena masturbada diaria, algunas veces metiéndome algún objeto, una zanahoria, un pepino o algo que pudiera manejar.
De pronto algunos profesores empezaron a mostrar interés en mi amistad, entre ellos el profe de música y el profesor de inglés, y aquí viene otra etapa hermosa de mi vida estudiantil que os iré contando por este medio, nuevos aprendizajes, más experiencias.
Mi siguiente aventura en esos días, fue con mi propio papá, pero esa historia merece un capítulo para ella sola, igual que con esos profesores abusivos y extorsionadores que conocí.
Aquí termino este relato de mi historia de vida, hoy miro hacia atrás con la frente en alto, sin pena, sin odio, sin rencor, más bien agradecida con la vida por concederme esas aventuras que para algunas personas serán trágicas, pero no en mi caso ya que cada quien nace con su estrella y camino, lo mía fue el disfrutar del sexo. Si te gustó deje su voto o comentario.
Espero pronto subas más, me encantaría seguir leyendo tu historia
Pronto tendré otro
Que excelente relato. Los que hemos podido crecer, disfeutar y reflexionar en aquellas experiencias somos afortunados. Gracias por compartir tu historia, me ha traudi muy gratos recuerdos que no visitaba hace mucho tiempo. Espero con ansias la siguiente etapa de tu relato
pronto saldrá otro
Espero que pronto subas mas
Me encantó tu relato, esas vivencias de niño a uno lo marcan para toda la vida. Pase por esas etapas con amigos desde niño, mis inicios fueron viendo a un hombre de unos 17 años masturbarse mientras yo con 6 años a su lado con el culo a su disposición me lo tocaba y así acababa.mi pequeño pene a esa edad se hundió en su culo, que de caliente se sentó sobre mi para sentir mi miembro en su ano.fue el primero de muchos culos que mi pene probo
ojal nos cuentes mas pronto, porquee me quede picado, y ademas tu historia me ha dado mucho morbo muccha imaginacion incluso por llas noches leeia eentre rato y me vine tres veces sin mentirle, pues ees una historia que te eenfoca y tee cconecta y eso es lo mejor en seerio sobre cuando es real.
pronto saldrá otro, espero comentarios para seguir o parar
Que lindo abuelo y ya quiero leer la del papá y los profes
Pensé que te prostituyeron de verdad x $