Me vida de casada a los 7 años. Primera parte.
Una nueva serie protagonizada por Yamileth, una niña la cual es casada con un hombre mucho mayor a ella..
Hola, mi nombre es Yamileth, y actualmente tengo 28 años, vivo en una parte rural al sur de México. Provengo de una familia de un solo padre, por lo que desde que era pequeña me acostumbre a hacer las tareas del hogar para que así mi padre se enfocara únicamente en su trabajo. Sin embargo, esto no significaba que estuviera sola, ya que mi abuela paterna me cuidaba y me enseñaba todo lo que una mujercita debía saber hacer.
Ella siempre fue buena conmigo, y me da mucha rabia no poder recordarla más allá de sus enseñanzas; como debía sentarme, como debía hablarles a los adultos y, sobre todo, que debía ser siempre atenta. Estas enseñanzas me han acompañado hasta la actualidad, ya que, por varias razones, que ahora explicare, yo no tuve la oportunidad de ir a la escuela, por lo que tuve que aprender de forma autodidacta conforme fui creciendo.
Verán, yo vivía en una comunidad muy pequeña y cerrada, en donde las tradiciones de nuestros ancestros tienen mucho mayor peso, que las leyes del propio país. Una de estas tradiciones, es el matrimonio entre hombres adultos y niñas (que ya tuvieron su primera menstruación). Estos matrimonios se concertaban de una forma clandestina, ya que el gobierno de mi Estado no los permite, además, las mujeres somos tratadas como meras mercancías, las cuales son intercambiadas por objetos de un mismo, o mayor valor.
Este fue mi caso, sin embargo, conmigo se hizo una excepción, ya que yo fui desposada con uno de los compadres de mi papá unos meses después de la muerte de mi abuela. La verdad nunca entendí la razón, se que mi padre tenía muchas deudas y que mi difunto esposo pagó bastante por mí, sin embargo, no se bien a bien que fue lo que pasó.
Mi esposo se llamaba Joaquín, un hombre de 54 años, bastante alto, gordo y tosco, el cual era uno de los hombres más ricos de toda la comunidad. Él vivía en una casa bastante grande en comparación de la de los demás, además, tenía uno de los pocos teléfonos en toda la redonda (aunque parezca increíble, aún hay rincones en México que ni siquiera tienen acceso continuo a la luz eléctrica, o al agua potable), por lo que todo mundo lo trataba con mucho respeto, y se callaban cuando cometía alguna injusticia, ya que era mejor ser su amigo, que su enemigo. Por este motivo, nadie protesto ante nuestro matrimonio, el cual no cumplía con las reglas de la tradición.
Cuando Joaquín me recogió de mi casa, para llevarme a la suya, recuerdo que yo era un mar de lágrimas, ya que no entendía que estaba pasando, nadie me había explicado sobre la muerte de mi abuela, y mucho menos entendía el hecho de que ahora sería la esposa de un hombre mucho mayor a mi padre. Sin embargo, estos lamentos no impidieron que él me llevase a su casa.
Durante todo el trayecto a su casa yo lloré, hasta que por fin caí profundamente dormida. Cuando desperté, vi un techo extraño, lo cual me hizo darme cuenta de que ya no estaba en mi casa, por lo que reanudé mis lloriqueos. Estos debieron alertar a Joaquín, ya que unos instantes después entró en mi habitación, y se fue acercando poco a poco hacía mí. Una vez que estuvo al lado de la cama, se sentó en la orilla y posó su mano en mi mejilla.
Joaquín. – Ya cálmate.
Tartamudeando le conteste. – Extraño a mi papá.
Joaquín. – Pues tú papá a ti no, y será mejor que te acostumbres. Ahora eres mi vieja, y no me gustan las mujeres chillonas, me hacen enojar. Pero si eres buena y te comportas, yo te voy a hacer muy feliz.
Se levantó y volvió su mirada hacía mí. – Levántate, lávate las manos y baja a comer.
Yo no tenía de otra, ya que él me daba mucho miedo, por lo que hice todo lo que me ordenó, para luego bajar con bastante temor y cautela. Al entrar al comedor, vi que me estaba esperando a la cabeza de la mesa. Frente a él había una olla de frijoles y dos platos, dos vasos y dos juegos de cubiertos para cada uno.
Con bastante cautela me acerqué a él. Cuando me vio me dijo. – Siéntate.
En cuanto me senté, me sirvió los frijoles en un plato y me ordenó comer. La verdad yo tenía bastante hambre, por lo que los devoré en un instante. Esto alegró a Joaquín, quien de una manera muy brusca me ofreció más. Yo acepté de buen agrado y seguimos comiendo. Durante todo este momento, ninguno de los dos habló, hasta que por fin terminamos los dos, Joaquín me preguntó.
Joaquín. – ¿Sabes cocinar?
Yo respondí negativamente moviendo mi cabeza. A lo cual Joaquín soltó un gruñido.
Joaquín. – ¿Sabes hacer el quehacer?
Yo respondí afirmativamente una vez más con mi cabeza.
Joaquín. – Bien, porque de ahora en adelante tu te vas a hacer cargo de todo en esta casa. Mañana mismo le voy a decir a doña Mari que venga a enseñarte a cocinar, y hay de ti que no aprendas.
Después de eso se levantó de la mesa y me volteó a ver. – Lava esos trastes, y en cuanto termines te vas de nuevo al cuarto. No te tardes mucho.
Una vez más obedecí en todo, aunque en esta ocasión solté uno que otro sollozo, aunque traté de no hacer mucho ruido para no molestarlo. En cuanto terminé de lavar los trastes, me fui al cuarto en donde había despertado, el cual estaba cerrado, por lo que tuve que tocar a la puerta.
Joaquín desde el otro lado me respondió. – Pasa.
Al entrar me quedé helada, ya que Joaquín estaba acostado en la cama, completamente desnudo y cubierto solamente por una sabana. Al ver que no me movía, él me hizo una seña con su mano para que me acercara, yo tímidamente lo hice.
Joaquín. – Ahora si putita, es hora de que te haga mi mujer de a deveras. Quítate toda tu ropa y metete a la cama.
Hice lo que me ordenó con mucha vergüenza, ya que mi abuela me había enseñado que nadie debía verme desnuda, sin embargo, me daba más miedo Joaquín, por lo que no quería resistirme. Al subirme a la cama, Joaquín estiró sus brazos y me arrimó hacia él. Fue ahí cuando percibí un olor a pescado y queso rancio proveniente de él, lo cual me dio mucho asco.
Lo primero que me hizo una vez estuve cerca de él fue besarme. Él metió toda su lengua en mi boca, mientras que con sus manos me toqueteaba todo el cuerpo. Estuvo así durante un buen rato, en el cual yo sentía que me faltaba la respiración. Cuando al fin se apartó de mí, hizo que me acostara bocarriba, para luego el ponerse entre mis piernas, las cuales abrió de golpe, causando que yo tratase de cubrir mi vagina, aunque esto sin mucho éxito, ya que, con una de sus manos, apartó mis dos extremidades.
Después, procedió a intentar introducir aquella monstruosidad carnosa que le colgaba de la entrepierna (aclaro que esta solo fue mi percepción al ver mi primera verga) en mi vagina. Yo trate de zafarme, ya que no pensaba que aquella cosa podría entrar en mí. Sin embargo, mis forcejeos lo molestaron, por lo cual me dio una cachetada bastante fuerte, la cual casi me noquea.
Una vez la cachetada me calmó, Joaquín reanudo sus intentos de meterme su verga, hasta que por fin lo logró. Él no se tentó el corazón, ya que en cuanto pudo meter la cabeza de su glande, procedió a empujar por completo su miembro hacía mi interior. Esto me generó un dolor horrible que me hizo gritar, para luego desmallarme. Después de eso no tengo recuerdos hasta la mañana siguiente, cuando un dolor muy intenso proveniente de mi interior me despertó.
Ese dolor me hizo llevar mis manos hacía mi entrepierna. Allí sentí mucho ardor al tacto, y cuando volteé a ver debajo de las sábanas, observé con bastante horror la mancha de sangre que se había formado en el colchón, fruto de mi desfloración. Al tratar de moverme, sentí un gran dolor proveniente de todo mi cuerpo. Recuerdo que ese día no me pude mover para nada, e incluso me dio mucha fiebre, lo cual hizo molestar a Joaquín, ya que tuvo que llamar a doña Mari para que me cuidase.
Pasados unos días comenzó mi recuperación. Los primeros días orinaba con sangre, lo cual me dijo doña Mari que era normal, pasada esa etapa, ya solo sentía algo de ardor en mi entrepierna. Durante ese tiempo, Joaquín no me tocó, aunque si se acostaba conmigo, y me pedía que le diera besos en la boca.
Una semana después ya no sentía dolor. Y fue ahí donde cometí el grave error de decirle a Joaquín que ya me sentía bien, ya que esa misma noche el me volvió a violar, aunque esta vez no me desmaye, a pesar de que si sentí mucho dolor. Recuerdo que la situación fue la misma que la primera vez, el me arrimó hacía él, me beso, me puso bocarriba y me penetró.
Este acto no fue nada placentero, ya que a ratos Joaquín se dejaba caer encima de mí, lo cual me quitaba la respiración. Además, pellizcó mis pezones con bastante fuerza, lo cual hizo que sintiera mucho dolor. Empero, para mi suerte él no duró mucho, ya que pasados unos minutos eyaculó. Otra característica de Joaquín es que no dijo nada durante el sexo, pero si que bufó y sudó a mares, lo cual me parecía bastante asqueroso, ya que ante mis ojos parecía un cerdo.
Esta segunda ocasión no lloré y tampoco me desmayé, y gracias a esto pude descubrir que Joaquín solo aguantaba una ronda, descubrimiento que me sirvió en futuras ocasiones para saber que después del sexo yo podía dormir sin temor a que me volviese a tocar. A la mañana siguiente, Joaquín se levantó temprano para irse a trabajar, mientras que yo me levanté más tarde, ya que me seguía sintiendo muy cansada.
Cuando baje a tomar mi desayuno, doña Mari ya me estaba esperando para enseñarme a cocinar. Y es aquí donde debo hacer un paréntesis y explicar quién era doña Mari. Ella era la madre de Pablo, la mano derecha de Joaquín, un hombre de unos cuarenta años que hasta ese momento no había visto, por su parte Mari tenía unos 56 años, aunque tenía un aspecto de tener más de 70.
Mari era muy amable conmigo, y fue como una segunda abuela. Ella me enseñó todo acerca de como cuidar la casa y a Joaquín, y aunque era muy pequeña, yo me esforcé por hacer las cosas que me enseñaba. Claro que muchas veces me quemé y me corté debido a mi inexperiencia y a mi edad.
Además, doña Mari me enseño a dar mamadas, con el fin de complacer a Joaquín sin tener que ser penetrada. Esto me ayudó mucho, ya que, con la práctica, le daba mucho mayor placer a mi esposo con mi boca, que con mi vagina. Claro que su miembro no me entraba por completo en un inicio, y como él era muy brusco, en varias ocasiones casi me ahogó con su glande, sin embargo, yo aprendía, y cada vez logré imponerme más en la cama, con el fin de evitar sentir dolor como aquella primera vez. Sin embargo, esto no significó que dejó de penetrarme, ya que había veces en las que me ponía directamente bocarriba y me penetraba sin mediar palabra.
Fue así como logré sobrevivir un año juntó a Joaquín, quien ya me trataba como su esposa en toda regla, a pesar de que yo solo tenía ocho años. Recuerdo que, en mi octavo cumpleaños, Joaquín me regaló mi primer muñeca Barbie, la cual había comprado en una de sus idas a una ciudad cercana. Este fue el mejor regalo que alguien me había hecho, y cada que tenía tiempo libre, me ponía a jugar con ella. Además, si hacía todas mis tareas del hogar Joaquín me dejaba salir a jugar con mis amigas.
Durante estas salidas, mis amigas, y después los señores del pueblo con sus miradas lascivas, me hicieron notar que mi cuerpo estaba cambiando, ya que mis caderas comenzaron a ensancharse, además de que mis nalgas comenzaron a crecer más. Aunado a esto, yo me movía de una manera más femenina, lo cual me hacía destacar del resto de niñas, las cuales aún eran difíciles de distinguir del resto de niños.
Como mencioné, esto atrajo hacía mis miradas lascivas, aunque ninguno de los hombres del pueblo era tan tonto como para intentar hacer algo conmigo, la esposa de Joaquín. Aunque siempre existe la excepción, y ese fue Pablo, él hijo de doña Mari. Pero esto será tema de un próximo relato.
Si les gustó agradecería que dejen un comentario para así animarme a escribir más, además, si tienen ideas para enriquecer esta historia por favor escríbanlo en la parte de abajo. Hasta la próxima.
Que suerte, vioalda por un oso desde los 7 años. Que envidia
Parte 2 por favor
muy buen relato, espero lo sigas escribiendo… sería muy bueno que tu esposo te compre ropa muy sexy para que uses y también algunos juguetes bien interesantes