MI AMIGO LAZARO Parte 1 y 2
Todo comenzó cuando mi amigo Lázaro me contó de la infidelidad de mi padre y sus deseos de follarse a mi madre .
1
SOL DE VERANO
Como cualquier otro día regresaba del instituto alrededor de las tres de la tarde.
Para ese momento el sol se elevaba en el cielo produciendo un calor insoportable.
Ya había caminado las siete insoportables calles hasta mi vivienda y llevaba una sed de muerte. Mi única meta era llegar al piso y beber un sumo de lo que fuese.
Ni bien subí los primeros escalones del vestíbulo del bloque de apartamentos cuando, de golpe, me encontré con Lázaro: el vecino del 6-B saliendo del elevador.
- Venga Luís – dijo – te vienes a mi piso por unas birras?
- De lujo – respondí – llevó una sed que te cagas.
- Así disipas un poco, que tus padres han estado discutiendo todo el día
- Y eso? —pregunté sorprendido.
Siempre se han llevado bien, pensé, no encontraba una razón lógica para que ellos discutieran, no es que mi padre me agradara mucho pero, podría decirse que ellos dos se amaban.
- Debe ser por la tía que dejaba entrar los sábados, mientras ustedes estaban en el entrenamiento de tú hermana – dijo Lázaro abriendo la puerta de su vivienda
- Hijo de puta, por eso me encontré un preservativo usado en el baño, y yo pensando que lo había ocupado con mamá lo tiré al baño —dije atónito
- Sip – respondió Lázaro dirigiéndose a la cocina – ocultaste la evidencia de su romance
- Y tú…por qué no me lo dijiste antes?
- No podía – respondió el vecino—, no estaba en mis planes
- Espera, espera, a que te refieres con eso? —pregunté —no dirás que tú. Tuviste algo que ver con que mi madre se enterara del amorío de mi padre?
- Y no fue fácil te diré
- Que cabronazo…y para que lo hiciste
- Para ayudarte a ti – respondió Lázaro – se que odias a tu padre y yo, me deshice de él por ti; de nada, claro, también me interesa tú mamá. No sabes como me pone
- Que? te la quieres tirar —pregunté
- No encuentro la hora.
La confesión de mi amigo me dejo de una pieza.
Lázaro era un hombre de sesenta y cinco años que no los aparentaba, media un metro ochenta y cinco aproximados, delgado de tez blanca bronceada, ojos azules, atlético y tonificado por sus años de gimnasio, de rasgos largos y refinados; lucia siempre una sensual barba candado semi cana que le hacía juego con su cabello de igual color, peinado revuelto de salón, articulado y bien vestido. Vamos, un imán de mujeres.
Lo conocía desde hacia tres años cuando se mudó a nuestro bloque de apartamentos, tiempo en que comenzaron a desfilar sus conquistas ocasionales, todas ellas siempre jóvenes dependientas, camareras, secretarias y alguna que otra azafata.
Un tipo muy simpático, carismático, persuasivo y salido a más no poder.
Estaba divorciado hace años, y recuerdo como si fuera hoy la ocasión cuando Lázaro me invitó a casa para conocer a su hija.
Era la mañana de un sábado y nada más atravesar la puerta le vi: ella salía del baño completamente desnuda, ella, Magenta, la mujer más bella que jamás haya visto: tenía veintitrés años, de cabello largo y negro como el carbón, delgada, un metro cincuenta y nueve de estatura, prominentes caderas, senos turgentes y apetitosos. Me quedo viendo, se aproximó dándome un sensual beso en los labios, rozando descuidadamente su pezón contra mi brazo desnudo, y tras ofrecerme una picara sonrisa se sentó en el sillón a leer una revista de modas.
Yo me senté frente a ella, deleitándome con su figura, con sus pezones pequeños y rosados, su monte de venus depilado y el insinuante comienzo de su vulva.
Odié cuando tuve que devolverme a casa esa tarde. Me quedé encandilado con Magenta y Lázaro se dio cuenta, por eso, cada vez que ella venia a visitarle él me invitaba a su piso, a verla pasearse contorneando sus caderas, a veces con escasas ropas y la mayoría del tiempo completamente desnuda.
No seria hasta ocho meses después, cuando mi amigo me llamó para que fuese a su casa y entrase con la llave que guardaba bajo la alfombrilla, lo hice en silencio, como él me pidió.
Al ingresar, mi polla cobró vida cuando escuché unos eróticos gemidos provenientes del dormitorio, me acerqué sigiloso, quedándome de piedra al borde de la puerta y ver como Magenta cabalgaba febrilmente sobre la polla su padre, no lo podía creer, así como no podía creer el dolor que me emergía de lo más profundo, dolor que era acallado por el morbo que retumbaba en mí, como los gritos de Magenta retumbando en la habitación. Me quedé prendado viendo la escena, las gotas de sudor deslizándose por la espalda de Magenta, los ardientes gemidos que explotaban en su garganta, sus sensuales movimientos que estremecían la cama, y el dolor se convirtió en deseo y su balanceante culo en mi obsesión.
- Supongo que me darás tú bendición – dijo Lázaro ofreciéndome una cerveza
- Mis hermanas no sé que dirán pero, yo no tengo problemas – dije entre risas volviendo a la realidad— es más, te ayudaré a que te la folles con todo gusto
- Ese es mi amigo – respondió encendiendo el televisor
Eso último era broma, a mi madre le cayó mal desde el primer día que le vio. Lo consideró un viejo verde con complejo de Peter Pan, engreído y pedante.
Y a decir verdad, lo es pero, a mi me agrada y yo a él. También, puede que llegue el día en que me pueda tirar Magenta como me prometió, sería como follada por follada.
- si yo te ayudo tú me ayudas no?
- Por supuesto hombre, tú ayúdame a convencer a tu madre y yo me encargo de mi hija.
Las siguientes 2 horas la pasamos visionando un partido de fútbol, comentando entre risas y regañando al juez de línea.
- ya me voy – dije levantándome del enorme sillón de piel rojo bermellón – ya habrán terminado de reñir, no quiero verle la cara a ese gilipollas infiel
- hey chaval – gritó Lázaro levantando una de sus elegantes cervezas Belgas – recuerda, cuando llegue el momento me ayudaras a afollarme a tú madre
Sonreí asintiendo con la cabeza, para luego cerrar la puerta del 6-B y caminar los metros necesarios hasta llegar a mi piso. Dudé un instante, si abrir la puerta con mi llave ó tocar el timbre.
No quería interrumpir si continuaban riñendo, para eso esperé unos minutos detenido frente a la puerta y como no escuche ruido alguno, abrí lo más silencioso que pude.
Observe el pasillo, el comedor y parte del salón. Como no advertí nada avancé mirando a mí alrededor: la lavandería y el pequeño baño de la planta baja estaban vacíos, al igual que la cocina de concepto abierto que estaba unida al comedor, el salón y la terraza.
Debo mencionar que en este edificio, cada piso es de 2 plantas, estando los cuartos de servicio abajo y los dormitorios arriba.
No quería pero, para salir de dudas me vi obligado a subir los escalones hasta la planta alta. Me quedé otra vez quieto en el pasillo, dándome ánimo para avanzar hasta el dormitorio principal.
- mamá – dije abriendo la puerta – estas aquí?
Si, allí estaba, dándome la espalda ordenando en silencio el armario.
- que ha pasado? – pregunté fingiendo no saber nada
- es tú padre, se ha ido ó mejor dicho, le he echado – guardo silencio – el muy cabrón me engañaba
- pero, que estas diciendo? – respondí
- lo que oyes, la muy zorra con la que andaba me llamó furiosa, que dejase de molestarle a ella y a su noviecito. Me puedes creer – lanzó una camisa del gilipuertas al otro lado del cuarto – esa puta me increpó a mí
- que cojones hizo Lázaro?- me pregunté
- en cuanto llegó le pedí explicaciones, dudó unos segundo pero, después me lo reconoció – suspiró – me confesó que tenia una relación hace cuatro meses…discúlpame pero, en ese instante mandé sus cosas a volar y le ordené que se marchara
- mamá, no tienes que disculparte. Si él te engañó es tú decisión perdonarle ó darle pasaporte – me senté en la cama – yo te apoyaré en todo
- gracias hijo, no sabes cuan bien me hacen tus palabras
- bueno, basta de depresión toma…
- mamá! Llegue! – gritó Verónica desde el pie de la escalera
- Vero – vociferé con fuerza – ven aquí, ayúdanos con esto
- Que sucede? Que hacen con la ropa de papá? – preguntó mi hermana desde la puerta, luego de subir los escalones corriendo
- Nos desharemos de esto – dije lanzando un pantalón por el aire
- Pero…y papá? – Inquirió consternada
- Se ha ido con su amante – respondí cortante
- Como? – Acotó perpleja
Se quedo unos minutos inmóvil, procesando la situación. Cogió un polo de papá que recién había lanzado y se marchó, Evolet lo tomó mejor, puede que no se enterara lo que ocurría al comienzo.
La atmósfera se mantuvo tensa por tres meses. Mi hermana Verónica era la favorita de papá y sin él en casa responsabilizaba a mamá por pedirle, de buena manera, que se fuese a la mierda. Pensaba que: espantado por la tiránica actitud de mamá, el pobre hombre estaba tan asustado por su presencia que no podía venia a ver a sus hijas ó a mí. Eso creía, pues, había pasado todo ese tiempo y papi ni siquiera le llamó al móvil para saber como estaba…como estábamos.
La verdad, no sé cuantas veces le llamó al móvil pero, como ella me contó después, un día una mujer le llamo desde el móvil de mi padre, le dijo que dejara de molestarle, que él ya había formado otra familia y que no quería que nosotros interfiriéramos, que ya le dejásemos en paz y que se diera cuenta que era por algo por lo que él no le llamaba. Eso devastó a Verónica pero le ayudo a que reaccionara y dejase de preocuparse por él.
Afortunadamente el piso estaba pago y teníamos una pequeña cuenta de ahorro que nos serviría para subsistir un tiempo sin problemas, mientras se concretaba el divorcio que, con los antecedentes de papá, mamá no tendría dificultades en quedarse con la mitad del dinero de él, un buen porcentaje de la empresa y con el departamento en el que vivíamos.
Como dije, tres meses después de la separación, fue mi propia hermana quien se le ocurrió la idea que desencadenaría todo.
- mamá – dijo Verónica recostada bocabajo en el sillón con las piernas flexionadas – estaba pensando, por qué no hacemos una fiesta?
- Que buena idea – agregué
- Saben chicos…tienen razón – dijo mi madre levantándose de la silla en la que reposaba – haremos una fiesta, hoy es jueves, que tal si preparemos una para el sábado.
- Bien me parece – dijo Verónica
- Puedo invitar a Lázaro – pregunté solo para molestar a mi madre, sabía que se negaría
- Por mi esta bien – respondió ella
Inmediatamente recordé la propuesta de mi amigo, y mi presta ayuda para que se follara a mi madre, por lo que lamenté mis palabras, si es verdad que me interesaba por Magenta sin embargo, me asustaba la reacción de mamá al intentar forzar la unión con Lázaro.
- No, si lo decía solo para molestarte, se lo mal que te cae el vecino —intenté mitigar el daño.
- Es verdad pero, se lo migas que has hecho con él…por qué no invitarle.
- No, no te preocupes, no es necesario – dije sudando hasta los cojones, sabía que, si lo invitaba me presionaría para que cumpliera con el acuerdo.
- Ya esta dicho – dijo mamá cabreada – si no lo invitas, lo haré yo.
- No es necesario – dijo mi hermana – ya le envié un mensaje.
- Mierda – pensé.
- Y como es que tienes su número? – preguntó mamá.
- Es parte del consejo de propietarios —respondió ella.
- Gracias…ves que fácil era Luís, ahora lo que sigue.
Como mi madre no quería dar la impresión de tristeza o depresión por el abandono del gilipollas, nos mantuvo como sargento todo el viernes afinando hasta el último detalle. Todo ese tiempo me la pasé entre una dicotomía de dediciones…follar o no follar?
2
LA FIESTA
Irremediablemente la noche del sábado llegó, y con ella la esperada e infame celebración.
A la fiesta asistieron unos cuantos amigos de mamá y los pocos amigos de ambos que tuvieron la valentía de asistir, todos ellos con la muletilla de “nunca imaginé que Pablo hiciese eso” se acercaban a ella dándoles un beso, el pésame por convertirse en divorciada y un soslayado repaso por parte de los hombres.
Hecho demostrado de forma un tanto descara por parte de Rodolfo Valente, un viejo amigo de papá más que de ella y que siempre ha estado interesado por mi madre aún estando ella casada, un día le pillé intentando meterle mano, mamá le cruzó la cara, ese secreto quedo entre ambos.
Junto a él, otro que estuvo interesado de sobremanera fue Pedro Urrutia, un antiguo compañero de trabajo de mamá. Del tiempo en que ella trabajaba como consultora contable, antes que Evolet naciera y que la empresa de papá tomara vuelo.
En ese entonces mamá se manejaba criando a Verónica y a mí y trabajando al mismo tiempo pero luego de la llegada de mi hermana pequeña, se sintió sobrepasada y decidió despedirse.
La fiesta del fin de depresión inició a las siete treinta pm, ya pasaban las nueve y cuarenta y cinco pm y como Lázaro no aparecía, comencé a respirar mas aliviado, creí que se le olvidaría ó estaría en otros menesteres. Que equivocado estaba.
- Disculpe por llegar tan tarde – oí decir desde la puerta.
Mi respiración se detuvo y un sudor frió recorrió mi espalda.
- Buenas noches señora Isabel, no sabe lo honrado que estoy de encontrarme en su encantador hogar –dijo Lázaro ceremoniosamente.
- Gracias, pero llámeme Isabel a secas.
- Encantado Isabel, traigo una pequeña ofrenda para esta celebración – dijo entregando una fina y costosa botella de vino— tú también siéntete en la libertad de tutearme.
- Gracias Lázaro, la abriré más tarde…adelante.
- Como guste…por cierto, está muy bella esta noche – replicó el vecino adentrándose por el pasillo.
Y era verdad, mi madre era una mujer muy atractiva. Su cabello castaño y ojos marrones realzaban su tez blanca. Aunque era bajita, sus voluptuosos senos, sus caderas anchas, su culo redondo y respingado, unido a su un metro sesenta y cuatro de estatura, le otorgaban una figura de reloj de arena deseablemente apetitosa. Más ahora, que lucía un vestido rojo hasta las rodillas y un generoso escote que, proporcionaba una espectacular vista del canalillo que dejaban sus tetas y que, junto a la espalda descubierta no dejaba duda que no usaba sujetador y si, por alguna razón te saltaba la duda, si ponías cuidado, podías ver como sus pezones se marcaban levemente en la tela del vestido, nada mal para una mujer de treinta y ocho años.
Nunca antes le había visto ese vestido, pensé que debió comprarlo para la ocasión ya que resplandecía en el, logrando hacer las delicias de los hombres y demostrando que estaba nuevamente disponible.
- Hey amigo – dijo Lázaro sentándose junto a mi en la mesa —ahora es cuando – susurrándome al oído.
- Vino? – preguntó mamá acercándose a nosotros entre la multitud.
- Por favor – respondió él acercando su copa.
Mi madre se inclino para servirle, dándole la oportunidad para que el pervertido diera un buen vistazo a sus glándulas mamarias. No tenia espejo pero, puedo apostar que mi cara se volvió roja en fracción de segundo por el descaro de mi amigo.
Mamá se dio cuenta, y yo me di cuenta que mi mamá se dio cuenta. Ella haciéndose la desentendida se dirigió a la cocina, yo de inmediato corrí tras ella.
- Mamá…mamá discúlpame.
- Por qué? – preguntó tomando unas copas.
- Por lo de Lázaro…le pediré que se vaya.
- Si eso – dijo mi madre muy seria – veras, cuando estaba casada con tu padre debía aparentar recato, pero la cosa es que, siempre me atrajo tu amigo.
La imagen que llegó a mi mente fue la de mamá poniéndose cachonda, cada vez que me regañaba por pasar todo el día en su piso ó cuando le veía por el pasillo y a regañadientes le saludaba. No lo podía creer, solo, no lo podía creer.
Sostuve con mi mano una de las bandejas que irían al salón y antes de mencionar palabra se me ocurrió un plan, tal vez no sea tan difícil hacerlos follar pensé y si ella esta tan dispuesta a hacerlo, quien soy yo para impedirlo? Además, es lo que necesitaba para disfrutar del cuerpo de Magenta.
- que coincidencia – dije en un tono suspicaz
- el qué? – respondió
- él también me ha dicho que te encuentra muy buena…jejejeje
- hijo por dios – respondió con una risilla coqueta – las cosas que dices
- pero si es verdad, no te distes cuenta como te miraba el señor Valente o Pedro Urrutia te comía con los ojos
- ya Luís –me dijo con un tomo molesta- cambiemos el tema
- te ayudo con esto – exclamé cogiendo la bandeja y suavizando el ambiente.
Los pocos metros cuadrados del comedor y el salón, dejaban un tanto ajustados a los veinticinco ó treinta invitados que teníamos, todos ellos charlaban animados al compás de la suave música, las copas de vino que no paraba de fluir y los bocadillos que desaparecían en forma constante.
Rodee una pequeña encimera que separaba la cocina del comedor, y me abrí camino entre los invitados repartiendo los bocadillos que llevaba en la bandeja de plástico imitación madera.
Todo ello mientras buscaba a mi amigo para darle la buena noticia y explicarle cual era mi plan.
Me lo encontré en el balcón charlando muy animado con Roció, una amiga de mamá. La mujer ronda los cincuenta años, de figura atlética, cabello largo color miel. Ojos verdes, senos redondos y operados y piernas kilométricas pero, lo más destacable es que, se ha casado cuatro veces y siempre anda en busca de su quinto ex marido.
Luego de recuperar a Lázaro de las garras del matrimonio lo conduje al pasillo, el lugar más vació del piso.
No demoré en contarle mi malevo plan el cual entendió de inmediato, se que era muy simple pero, a él le apremiaba retozar entre las piernas de mi progenitora.
- donde esta Verónica? – preguntó mi madre, apareciendo de improviso a nuestras espalda
- se fue a acostar —respondí— a hacerle compañía a Evolet.
- Buen, iré a ver como están y si necesitan algo, permiso —dijo mi madre subiendo las escaleras.
No se que ocurrió arriba con niñas pero, mi madre bajó segundos después, creo que las vio dormidas y tan solo bajó sin despertarlas. La velada continúo sin mayores inconvenientes y los primeros invitados comenzaron a despedirse a eso de la una treinta de la madrugada, ya para las dos, la última pareja rezagada se despedía de mi madre en la entrada del piso.
Fue mi oportunidad de tomar al vecino y dirigirlo por la escalera
- sube al baño de arriba – le dije indicado la planta alta – no bajes hasta que lo diga
- vale – dijo subiendo de puntillas
- deja eso, yo lo hago – exclamó mamá cerrando la puerta principal
- no, no, yo te ayudo – dije bajando raudo y haciendo que ordenaba la mesa de copas y restos de bocadillos
- y…donde esta Lázaro? – preguntó mamá
- creo que se fue – dije sin interés – dijo que primero pasaría al baño, eso fue hace rato, ya debe estar en su apartamento
- ..ve a dormir yo termino –
- que yo te ayudo – respondí forcejeando con ella por unas copas de vinos
Una de las copas se encontraba media de vino tinto, y entre el tira y afloja la copa sorprendentemente se derramo sobre su nuevo vestido rojo. (Como se habrán dado cuenta, esto también era parte de mi plan) la tela humedecida por el fermento de uva dejo al descubierto el delicioso bulto de su pezón, la parte de mi madre sin sujetador no estaba en mi plan, eso me desconcertó unos segundo pensado ¿tampoco llevará bragas?
- pero tú estas tonto? – gruñó enfadada – lo estrené hoy y tú me lo manchas con vino
- lo siento mamá, tienes que lavarlo antes que la mancha ya no salga
- si lo sé – dijo dirigiéndose al baño de invitados
- trae algo para ponerme – gritó cerrando la puerta
- enseguida – respondí aguantando la risa.
Corrí a la lavandería y tomé el albornoz de Verónica, lo escogí especialmente por ser tan pequeño que ni a mi hermana le queda bien, volví al baño y golpeando la puerta
- má, toma – dije entregándole la prenda
- pero…esto es muy pequeño – dijo mamá intentando devolvérmelo
- es lo primero que encontré – alegué – ya no hay nadie, de que te preocupas además, tengo sueño ya quiero ir a dormir, apagué las luces mañana terminamos con los trastos
- esta bien – respondió a regañadientes
Subí a la planta alta, y entré sigiloso al baño haciendo un gesto con la cabeza, Lázaro me guiño un ojo y salio bajando los escalones en silencio, yo le seguí quedándome agazapado oculto en la penumbra de la escalera.
A los minutos mi madre salió del baño caminado por el pasillo pero, la luz que el vecino encendió en la cocina le llamó la atención
- no dijo que había apagado toda las luces? – farfullo molesta para si
- Isabel, estaba esperándola para abrir esta botella – dijo melosamente Lázaro aferrado a la costosa botella
- Pero no estoy…presentable – se excuso mamá
- Este es un Chateau LeBlanc del ochenta y dos y está en su temperatura justa, sería una lastima desperdiciarla ahora que esta abierta – concluyó Lázaro descorchando la botella
Mi madre contrariada con una mano intentaba, a duras penas cubrir sus enormes senos con la escasa y mullida tela, mientras con la otra, hacia lo propio con el largo de dicho albornoz ya que, con un estornudo se le vería hasta la matriz de corta que le quedaba.
- esta bien pero, solo un poco ya he bebido suficiente – dijo mamá roja de vergüenza
- descuida beberemos lo justo – respondió
Lázaro, aparentando no prestarle atención y haciendo gala de su pericia, sirvió el líquido escarlata contenido en la orlada botella al interior de las copas dispuestas en fila sobre la encimera. Una vez finalizado el vertido, le ofreció la copa mientras él olisqueaba la suya.
Mi madre, que se encontraba arrimada a la encimera pudo, sin que se viera nada, soltarse la falda del albornoz y recibir la copa. Bebió el contenido en tres sorbos para luego depositarla en la base de granito
- Esta buena no? – preguntó mi amigo
- Si….pero no quiero más – respondió mamá
- Venga, otra copa no te hará nada
- Jolín Lázaro, esta bien
La penumbra que envolvía el hueco de la escalera era perfecta para ocultarme. También desde allí podía ver claramente el salón pero, la cocina me era difícil por la pared lateral. Sin embargo, como se dijo en una vieja película “utiliza las superficies reflectantes”.
Gracias a la reflexión del ventanal logré, sin problemas, ver cuando Lázaro rellenó la copa de mi madre que ya estaba algo bebida y mientras hacia eso, deslizó descaradamente la solapa del albornoz, dejando semi descubierta la teta izquierda.
- Tienes hermosos senos
- Gracias – respondió mamá sorprendida y algo cachonda por el efecto del alcohol
- Siempre he pensado que tus pezones saben a fresas – exclamo Lázaro bebiendo un trago de vino
- Te…gustaría comprobarlo – dijo mamá abriendo ese lado del albornoz, dejando su pecho a la vista del vecino en su totalidad
Quedé estupefacto, sabia que mi madre sentía una atracción por mi amigo pero, nunca creí que pudiese comportarse calentorra de esa manera, su pudor se había esfumado y me pregunté: Fue así siempre y se reprimía con mi padre o se volvió así luego del engaño de él?
Lázaro depositó la copa en la encimera apreciando con lujuria el trozo de carne magra que tenia frente a él. La teta de mamá era incluso más grande de cómo se vislumbraba bajo la ropa y aunque algo caída. El pezón, era completamente distinto a lo que imaginaba: una hinchada areola apuntando al cielo color cacao y del tamaño de una galleta oreo, en la cubre, un pequeño botón grueso y achatado.
El hombre acercándose a mi madre se introdujo la teta en la boca, succionando el pezón suave pero profundamente. Ella suspiraba mientras mi amigo mamaba ansioso, chupando y tironeando el pequeño fruto color dorado, dándole leves mordiscos con los cuales mi madre se estremecía.
Tras unos minutos de labor, Lázaro levantó a mi madre, liberándola por completo de la prenda que le cubría y asiéndola de las manos, la condujo al sillón.
El cual me quedaba en perfecto ángulo de visión, dicho de paso.
Mi amigo la depositó suavemente sobre los cojines para luego quitarse la camisa, los pantalones y el calzoncillo, dejando al descubierto una poderosa tranca erecta y pulcramente depilada.
Apoyando una rodilla en el sillón, se posiciono sobre el pecho de la mujer, ofreciéndole el mástil de carne venosa y congestionada como si fuera un apetitoso caramelo.
Mi madre inclinándose lo cobijo dentro de su boca, se notaba la experiencia que tenía mamando pollas ya que, la chupaba con pericia acariciando con su lengua el venoso tronco al tiempo que sus labios aprisionaban el glande. Todo al tiempo que sus dedos acariciaban suavemente sus pesados cojones.
Lázaro tras un momento, cambio de posición atrayendo el culo de mi madre al apoya brazos, dejando su cadera levantada y colocando las torneadas piernas de ella sobre sus hombros, besó ambos pezones y comenzó a bajar lamiendo su pecho, vientre, ombligo, bajo vientre, y al adentrarse en el monte de Venus, sumergió sus mejillas entre la alfombrilla de aterciopelados vellos en forma de triangulo que, cuidadosamente recortados, enmarcaba el comienzo del sexo de mi madre. Descendió aun más, hasta encontrase con la entrada a la gruta secreta. Deslizo con cuidado ambos pulgares hasta situarlos sobre los labios vaginales separándolos con delicadeza. Estos quedaron unidos por los viscosos jugos que lubricaban el agujerito, el que pronto sería profanado por el mástil venoso y que tan ansiosamente aguardaba.
Mi amigo no esperó más y hundió el rostro entre las piernas de mi madre, devorando aquellos jugos que tan servicialmente ofrecía.
Para cuando Lázaro acabó de comerle el coño, y ocupar con su polla el lugar que tan apetitosamente degustaba con su lengua, yo me encontraba con los pantalones abajo y pajeándome de maravilla, es más, estaba a puertas de un extraordinario orgasmo cuando…
QUE RICAS HISTORIAS ASI, GRACIAS POR TU RELATO, PERO OJALA SIGA EL CONTENIDO INICIAL EN LOS DEMAS RELATOS, QUE EL HIJO NO PARTICIPE PERO QUE SEA COMPLICE DEL AMIGO, Y QUE INCLUSO A ESCONDIDAS DE EL HIJO LE HAGA LO MAS DEPRAVADO A LA MAMA, PERO QUE EL HIJO SEA TESTIGO PRESENCIAL SIN QUE SE DEN CUENTA TIENE MAS MORBO