MI AMIGO LAZARO Parte 4
Todo comenzó cuando mi amigo Lázaro me contó de la infidelidad de mi padre y sus deseos de follarse a mi madre .
EL ENORME SILLON ROJO
Fue un sábado, cuando el replicar del móvil me despertó a eso de las diez de la mañana, me había quedado jugando videojuegos la noche anterior y hasta ese momento estaba completamente dormido, sin decir que no tenía ganas de nada más que seguir de esa manera. La pereza me pegaba a la cama sin querer moverme pero, ese desagradable sonido me obligaba a levantarme y responder
- Luís…ven en unos 20 minutos, vale – dijo Lázaro desde el otro lado de la línea
- Es sábado – respondí —me quedé hasta tarde jugando, deja dormir un rato.
- Esta bien pero, tenemos que hablar, no se te olvide —y colgó.
Que querrá? me pregunté. No había visto a mi amigo desde la fiesta, la noche que se folló a mi madre.
Al medio día y después de bañarme, me despedí de mamá argumentado que Lázaro me había invitado a almorzar con el. Salí de casa y avancé hasta el final del corredor: al piso de Lázaro y tras llamar a la puerta.
- Entra, esta abierto —respondió Lázaro del interior.
- De que querías hablar —pregunté ni bien entré
- Lo siento colega, ahora estoy algo ocupado —respondió reclinado en el enorme sillón rojo— siéntate, come algo, ya estoy contigo.
A horcajadas sobre él se encontraba una joven mujer, cabalgándole febrilmente, su culo redondo y firme temblaba como gelatina en cada vote. Me quedé inmóvil asimilando el panorama, escuchando el sonido encharcado de sus sexos chocar, la chica, al notarme tras ella se volteó, me miró mordiendo el labio inferior, me guiño un ojo y volvió a su tarea montando a mi amigo.
Yo obedecí lo que Lázaro me dijo, fui a la cocina, me preparé un emparedado y me senté a disfrutar la función por otros veinte minutos.
Al terminar, después de un fuerte orgasmo por parte de la joven se levantó, se me acercó sudorosa y con un tono tan sensual que derretiría a un bloque de granito.
- Tú —me dijo— chúpame la teta —, sosteniendo su pecho con la mano y apuntándome el pezón, gordo, rígido y palpitante hacía mí.
Me acerqué lentamente y metí en mi boca aquel trozo de delicia. Lo chupé, lo mamé pasando mi lengua por cada contorno de su volumen, gozando cada vez apretaba mis labios succionando el pezón.
- Lo haces bien, chico —me dijo retirando su seno, dejándome como un cachorro sin su comida.
- Espera unos minutos, colega, mientras me baño y me pongo presentable.
Lázaro y la rubia desaparecieron por el pasillo, allí quedé, con esa imagen en mi retina y un calentón de campeonato sin posibilidades de hacer algo para aliviarlo.
- Amigo —dijo Lázaro una vez que la rubia se hubo marchado—, quiero follarme a tu madre otra vez.
- Vamos, Lázaro, esa noche lo logramos por lo chispeada que estaba con el vino o una conjunción planetaria, yo que sé —dije con desespero—, además, no te basta con las chicas que follas?
- No, Luis, me prometiste que me ayudarías
- A fallártela, ya lo has hecho, yo cumplí con mi parte, que tal tú?
- Y si te dijera que puedo hacer que Magenta te chupe la polla?
- Como?
- Lo que oyes, has que me folle a tu madre y Magenta hará que te corras en su boca
- Hecho, pero, que no se te olvide —soy difícil de convencer
- Te he fallado, chico?
Conocía al degenerado del vecino y tenía una buena idea que tramaba cuando me propuso la idea, por eso no quería llevarlo a cabo. Me dejé llevar, lo sé, soy un idiota, también pero, si, lo adivinaron, Magenta. Tomé unos instantes mientras discutía conmigo mismo por lo que quería ejecutar.
Al final, venció la parte depravada en mí, la parte que quería sentir los labios de Magenta rodeándome la polla.
No habíamos llegado a conversar con mi madre de lo ocurrido la noche de la fiesta; tal vez, si empiezo por ahí, tenga una oportunidad de ir escalando.
Después de la cena y luego que Vero y Evolet se hubiesen ido a acostar.
- mamá —dije vacilante—, no quiero que te enojes pero, puedo decirte algo?
- Si, lo que quieras.
- Se que te acostaste con Lázaro el día de la fiesta
- Hijo, por Dios —respondió dando un sobresalto —bueno, si.
- Mira, mamá, no te juzgó y me parece bien que vuelvas a disfrutar con un hombre.
- Por favor, esta no es una conversación que quisiera tener con mi hijo pero, gracias, necesitaba escuchar eso.
- Si mamá, no te agobies, sabes que puedes contar conmigo y Vero.
- Gracias —replicó frunciendo el entre cejo—, como sabes lo que hice?
- Ya —esta era mi oportunidad, el todo por el todo me jugaba en la siguiente frase—, te vi, después que me fui a acostar escuché ruidos raros y bajé, fue cuando los vi en el sillón.
- Dios, que fue lo que vistes?
- Bueno, vi a Lázaro sobre de ti moviéndose y te vi desnuda.
- Que vergüenza —dijo tapándose la cara.
- Tranquila mamá, esta bien, tienes todo el derecho en disfrutar de tu cuerpo, además, estamos de acuerdo con que estas muy buena.
- Luís, por Dios, como le dices eso a tu madre.
- Si es cierto.
- Como que de acuerdo? —inquirió—, no me digas.
- Si, Vero también lo vio.
- Por Dios.
- No te preocupes, ya te lo dije, Vero se sorprendió al principio pero, después de ver lo feliz que estabas, lo comprendió —no sé por que dije lo siguiente—, lo único que preguntó es, por qué ella no puede andar desnuda como tú y el vecino?
- Eso es mucho para asimilarlo de una vez —respondió—, veremos lo de la ropa después —intentó retirase turbada.
- Mamá, decía esto porque escuché a Lázaro decir que le gustaría estar otra vez contigo.
- Como?
- Esta tarde, lo escuche decir para si que, eras fantástica y que le gustaría volver a hacerte el amor.
Mi madre se sentó conmocionada, cavilando lo que acababa de mencionarle.
- En serio dijo eso? —preguntó más para ella que a mí— pero, si se ve con chicas mucho más jóvenes que yo.
- Ya vez, lo has maravillado
- Puede ser, a mi también me gustaría repetir…
- Quieres que arregle el encuentro.
- Mañana veremos —finalizando la conversación.
La mañana del domingo no ocurrió nada remarcable solo, un pequeño hecho y sabiendo lo calentorra que era en realidad Verónica, le pedí que anduviera por casa con la camisa corta de dormir y las braguitas mas pequeñas que tuviera, me obedeció sin preguntar nada. Mamá al verla se extraño, ya que no era normal en mi hermana sin embargo no dijo nada, lo que era muy divertido y morboso para mí.
La tarde del domingo mi madre se me acercó mientras estaba en mi cuarto.
- Eso que halamos ayer —dijo con el rostro encendido—, dile a Lázaro que si.
- Esta bien mamá, lo llamaré pero, no te gustaría sorprenderlo?
- Como?
- Mira, veré si no tiene visitas y si esta solo, no te gustaría ir a verle y sorprenderlo.
- Pero?
Tomé el móvil y le envié un mensaje, Lázaro me respondió al instante y efectivamente estaba solo, para luego enviarle un segundo mensaje “te envió a mamá para que te la folles, ya cumplí”.
- Esta solo, ya mamá, vístete sexy y vete a hacer el amor.
- Hijo!.
A los minutos la escuche en la ducha y calculando que hubiese salido me acerqué a su habitación, abrí una rendijilla la puerta y me asomé al interior. Allí estaba mi madre, con una sugerente tanga roja de encajes y en tetas. Dándome valor entré.
- Mamá, te esperó a cenar?
- Hijo, por dios —dijo cubriéndose los senos por reflejo, cosa que al rato desistió—, toca antes de entrar.
- Lo siento, pero es que.
- Si, ya lo sé —replicó descubriéndose las tetas, trasteando por la habitación—, no, yo me caliento algo si tengo hambre después —dijo acercándose y pellizcándome la mejilla.
- Bueno má, que te diviertas.
- Gracias, hijo.
No lo podía creer, dos hechos acababan de ocurrir al mismo tiempo y estaba extasiado, había sido testigo en primera fila de los enormes senos de mi madre y había logrado que caminara en tetas frente mió. Sin sujetador se coloco una cazadora delgada y se marchó dándome un beso en la mejilla y despidiéndose de todos. Por el alboroto bajó Evolet.
- Donde va mamá? —preguntó desde la escalera.
- A una reunión con unas amigas —dije mirándola— Evolet, que haces sin camiseta?
- Vero me dijo que podía andar sin ella.
- Y te gusta?
- Bien, tienes hambre, te preparo algo?
Vero, que le pasa a esa chica? Me preguntaba mirando el cuerpo de Evolet, mi pequeña hermana tenía nueve años, su cabello de color miel le llegaba hasta los hombros, encantadores ojos pardos y en su pecho plano resaltan dos circulitos marrones del tamaño de canicas y dentro de ellos unos bultos tan pequeños que se confundirían con picaduras de insectos.
- Mamá fue donde el vecino? —preguntó Verónica bajando las escaleras
- Si —respondí— voy a preparar la cena, quieres?
A los segundos bajó completamente desnuda y se sentó a la mesa, no quise romper la atmósfera diciendo algo que pudiese incomodar por lo que guarde silencio.
- Si Vero anda sin ropa, puedo yo también? —preguntó Evolet.
- Claro —dije acercándome por detrás y bajándole las bragas de un tirón.
- Luis! —refunfuño
- Hermanito —acotó Vero—, por qué tu sigue con ropa?
- Cierto —respondí bajándome los pantalones y dejando al descubierto mi cipote morcilloso.
Vero y Evolet se quedaron viéndome el pene unos segundos, yo sin hacer aspavientos me dirigí a la cocina a traer la cena, no es por alardear pero, a mis dieciséis años tenía las hormonas a mil y una carga de testosterona elevadísima, si pude contenerme y no saltarle encima a Vero fue por pura fuerza de voluntad.
Una vez terminada de cenar y sin esperanzas que mamá regresara, nos sentamos a ver televisión antes de irnos a dormir, en ese momento a vero se le ocurrió una idea, acomodándose y quedando con el culo al borde del sillón, abrió las piernas.
- Hermanito, por qué no me ayudas con mi chochito.
- Por supuesto —dije arrodillándome a su lado.
- Pero esta vez hazlo con la boca
- Como tú quieras.
Evolet abrió los ojos como plato cuando hundí mi cabeza entre la piernas de Vero y comencé a lamer su hendidura de arriba a bajo, prestando mayor atención al botoncillo que empezaba a endurecerse.
- Evolet, ven —dije a mi hermanita que estaba petrificada viendo nuestro trajín —, Evolet, sube al sillón y ábrele el coñito a Vero.
- Como?
- Mira, tomas estos bultos así y los separas —continué tomando los bordes de sus labios apartándolos.
- Por aquí es donde se hace pipí —dijo Evolet obedeciendo mis indicaciones.
- Si, pero también se puede hacer esto —dije acercándome y pasando mi lengua por toda la abertura, Vero se estremeció.
Y así continúe unos minutos, comiéndole el coño a Vero por entre los deditos de mi pequeña hermana quien, mantenía su posición entusiasmada por el espectáculo. Eso, hasta el momento en que Verónica se sacudió espasmódica aferrando mi cabeza con sus manos y empujándola contra su rajita.
— Que pasa? —preguntó Evolet asustada.
- Nada —dijo Vero entrecortado—, es que, se siente muy rico.
- En serio, —acotó Evolet—, puedo yo, me puedes chupar el coñito hermano.
- Ven —le respondí, posicionándola al lado de Vero y abriéndole las piernas.
Vero se incorporó sosteniendo a su hermana y preparándola para que comenzara a lamer. Eso hice, entre las risillas nerviosas de la pequeña y los suaves toqueteos que Vero le propinaba a los pequeños pezones de su hermanita quien, cambiaba las risillas por tímidos gemidos.
Al igual que Vero, los gemidos de Evolet aumentaron de intensidad anunciándonos que se aceraba el orgasmo. Arqueando su cuerpo alejó el coñito de mi boca, jadeando y riendo.
- Te gustó? —preguntó Vero— de veras que se siente rico.
- Si —respondió la pequeña recobrando el aliento.
Vero mirando mi polla erecta apuntando al cielo, sonrió.
- Por qué no se la metes —dijo levantando las piernas de Evolet y dejando expuesto tanto su coñito como el agujero del culo.
- No, le puede dolor, no esta lista —respondí
- Y a mí —dijo dándose vuelta y mostrado su culito.
- Ya es tarde, mamá puede volver en cualquier momento.
Fue la mejor excusa que se me ocurrió ya que, para ese momento soñaba con que mi primera vez fuese con Magenta, lo sé, la chica me obsesionaba. No obstante, la visión de aquel agujerito prieto y sonrosado que Vero me ofrecía tan cordialmente me obligaba a recapacitar.
Nos fuimos a acostar después de los orgasmos de mis hermanas, y yo, como ya era costumbre, me pajee hasta desfallecer.
Llevábamos una semana de vacaciones y nos quedaba otra más por delante por lo que, ese lunes tampoco debíamos levantarnos temprano.
Era alrededor de las once am. Cuando la curiosidad me ganó, me levanté en silencio y revise la casa; mis hermanas estaban durmiendo en sus habitaciones pero, como sospechaba, mamá no estaba en la suya. Con el mayor de los sigilos abrí la puerta exterior y me dispuse a fisgonear en el piso de Lázaro. Fue en ese momento que Vero me atrapó escabulléndome del piso.
- Luís, que estas haciendo? —preguntó.
- Voy a ver si mamá esta con Lázaro.
- Espera, voy contigo
- Esta bien, pero tienes que guardar silencio.
Asintiendo los encaminamos a la casa de mi amigo, como era costumbre abrí la puerta sin dificultad por la llave que ocultaba bajo la esterilla.
Abrí, tan solo lo suficiente como para dar un vistazo rápido. Allí estaba mi madre, completamente desnuda y tendida boca abajo sobre el gigantesco sillón rojo bermellón, su boca sensualmente abierta emitía ligeros gemidos y chillidos de placer, sus ojos cerrados y cejas arqueadas reflejaban éxtasis, sus dedos crispados se aferraban fuerte a la pata del mueble.
Lázaro acostado sobre ella, tenía una mano entre sus piernas y la otra, estrujaba violentamente su teta derecha, mientras, embestía con enérgicos movimientos de caderas, el culo del vecino como ariete subía y bajaba a una velocidad de vértigo.
Vero también se quedó viendo uno minutos sin que ninguno de los amantes se diera cuenta.
Ya habíamos terminado de almorzar unas pastas recalentadas cuando se abrió la puerta, ingresando mamá. Ella se sorprendió al vernos recoger la mesa: Vero en bragas, Evolet desnuda y yo en ropa interior, algo que nunca habíamos hecho, y nosotros también nos sorprendimos al verla entrar, con la cazadora sobre puesta y parte de su teta izquierda al aire
- Que hora es? —preguntó acomodándose la prenda, sin mucha diferencia para el seno rebelde.
- Cerca de las dos de la tarde —respondí
- Mamá, Donde estabas? —preguntó Evolet.
- Con Rosa.
- Que raro —acotó sádicamente Vero—, porque la señora Rosa llamó anoche.
- Ah si, es que… después pasé donde Lázaro a conversar, y ustedes que hacen así? —cambiando de tema.
- Es lunes libre de prendas —respondí.
- Por qué no te sacas esto —dijo Vero tirando de la cazadora por la espalda
- Ustedes y sus ocurrencias —replicó mamá con sus pechos a la vista pero sin intentar cubrírselos.
- Mamá no llevas blusa, querías que el vecino te viera las tetas? —preguntó Evolet
- Si —acotó Vero—, a mamá le gusta jugar con el vecino.
Mamá se quedo de pie, cavilando lo siguiente que diría.
- Así es —dijo acariciado la cabeza de Evolet—, les molestaría si viniera a jugar conmigo aquí?
Reconozco la mano de ese depravado Lázaro, qué se le estará ocurriendo ahora? Pensé. Le sigo la corriente o lo detengo todo aquí? Pero si lo detengo, cumplirá su promesa con Magenta? Tantas preguntas y tan poco tiempo, no me quedo más alternativa que…
— A mí no me molesta y a ti? —le pregunté a Vero.
- No, tampoco.
- Gracias —respondió mamá con una lágrima escapando de sus ojos.
- Mamá, tienes una marca en la teta derecha —indicó Evolet.
- Ah si, es que me pegué.
- Te duele —dije aprovechando la oportunidad y acariciando el hematoma.
- No hijo, no me duele.
- Aquí tienes otra —acotó Vero—, como si te la hubieran apretado.
- El vecino te apretó la teta —conjeturó Evolet
- Si, a Lázaro le gusta apretar tetas y un día te apretará la tuya —dije bromeando.
- En serio, mamá, apriétame una teta —dijo Evolet acercando su pecho
- Ya —dijo mamá pellizcando el botoncillo de mi hermana con más ahínco del necesario.
- Y la otra —repuso Evolet.
- Que tu hermano te la apriete, yo quiero ir a ducharme y dormir un rato —finalizó marchándose.
Al contrario de lo que se esperaría, no, no le apreté las tetas a Evolet, es más, no ocurrió nada relevante por un par de días, eso si, continuamos andando por casa con muy escasa ropa, al meno yo vestía ropa interior para que no se notara la erección que llevaba, ya que, para ese momento, tanto Verónica como Evolet iban de allá para acá desnudas, incluso mamá optó por moverse desnuda de cintura para arriba.
Ese jueves me encontraba en la cocina: vistiendo mis ya acostumbrados boxer, a mi lado estaba Vero, con una blusa color crema desabotonada, dejando ver descuidadamente sus pequeños encantos y una pequeña braguita blanca, por su parte Evolet, se encontraba jugando en el salón, ella llevaba puesto nada más que una camiseta corta hasta la cintura y dejando al descubierto sus tersas cachas.
A eso de las seis de la tarde golpearon a la puerta. Mi madre, y esto fue muy interesante, se quitó la ancha camiseta mangas cortas que vistió toda la mañana para quedarse en tetas, y luego, correr a abrir la puerta. Como era de esperarse, del otro lado se encontraba Lázaro.
- Así da gusto venir de visita —dijo mi amigo lanzándose a mamar la teta de mi madre.
- Lázaro, espera, los niños.
- Hola, chicos —saludó
Al entrar advirtió a mi hermana en el salón, se le acercó tomándola en brazos y alzándola, aprovechando, al mismo tiempo, de acariciar el desnudo culo de mi hermana.
- Quieres beber algo? —pregunté.
- No Luís, gracias, vengo a ver a tu madre —llamando a mamá con una seña.
- Lázaro —farfullo mamá acercándose
- Por favor, están los niños.
- Y qué —acotó Lázaro—, lo haremos, Evolet amor, sostén el pecho de tu madre y levántalo un poco.
- Así? —preguntó mi hermana sosteniendo el seno de mamá y levantándolo a la altura de la boca del vecino.
Lázaro asintió metiendo el pezón, la areola y una buena porción de teta dentro de la boca, chupando y lamiendo con vigor, producción un sonidillo cuando le soltó.
- Como ha sonado —dijo Evolet dando una carcajada.
Mi amigo avanzó, sonajeándole el culo a mi hermana en todo momento hasta que la bajó junto a nosotros en la cocina, aprovechando de darle un repaso a los pechos de Vero.
- Qué haces aquí? —pregunté.
- Vengo a hablar con tu madre — respondió embozando un media sonrisa —, Isabel, podemos ir a tu cuarto.
- Pero —titubeo mamá—, los niños se darán cuenta.
- Sí no se atreven yo lo diré —dije quitando el hierro al asunto—, niñas, mamá va a hacer el amor con Lázaro en la habitación, si escuchan ruidos, es por eso.
— Luís! —gritó poniéndose roja
- Como lo hicieron la otra noche? —preguntó Vero
- Que es, hacer el amor? —preguntó Evolet
- Es cuando el hombre mete su cosa por donde hacemos pipí —respondió Vero
- Es así, puedo verlo —dijo Evolet entusiasmada—, mamá, puedo ver como el vecino te mete su cosa.
- No, como se te ocurre —exclamó mamá sobresaltada.
- Vamos Isabel, deja que miré.
- Estas loco.
- Nosotros ya lo vimos —continuó Vero.
- Pero…
- Dale mamá —dije tomándola de la mano y llevándola al salón—, háganlo en el sillón para no tener que ir a la habitación.
Tras de nosotros se acercaba Verónica quien, tomando las bragas de mamá, las bajó de un tirón, dejándola a la altura de los tobillos y a mamá, completamente desnuda, valiéndome de ese descuido la empujé para dejarla sentada, a su encuentro llegó Lázaro, soltándose el botón del pantalón.
- Lo haremos delante de los niño? —preguntó mamá angustiada.
- Tranquila —sostuvo Lázaro, quitándose el bóxer y dejando al descubierto una tranca venosa—, está todo bien, disfruta.
Evolet no perdía detalle del pene de mi amigo ni los movimientos que realizaba para acomodar a mi madre, abriéndole las piernas y apuntando su polla en la dirección correcta la penetró, provocando que mi madre diese un gemido sordo, mezcla de vergüenza y excitación.
Evolet admiraba la faena con la boca abierta, mientras, Vero mostraba indicios que se empezaba a calentar. Una vez acomodado en el sillón, Lázaro arremetió con un mete y saca a velocidad de campeonato, unido a los gemidos de mamá que para ese momento habían perdido todo pudor, ella misma se apretujaba las tetas y meneaba las caderas al compás de las embestidas.
Que hice? Me pregunté mientras observa a mamá siendo follada por Lázaro delante de todos, donde nos conducirá esto? Ya era tarde, a mi pesar, volví a pensar con mi otra cabeza.
Dejamos a mi madre follando en el salón y los tres nos fuimos a mi habitación, y si, volví a comerle el coñito de mis hermanas para bajarles el calentón, en cuanto a mí, Vero facilito mi alivio masturbándome, no era profesional pero ya iba mejorando, cuando estaba por correrme, Vero soltó mi polla y la apuntó contra Evolet, los cuatro chorros de lefa terminaron en el pecho y mejilla de la pequeña, quien, pringosa protestaba sobre las risas de mi hermana.
Luego de limpiarle mi corrida nos quedamos en el cuarto viendo televisión, a los quince minutos después de nuestra sesión de “mimos”, escuchamos pasar a la parejita folladora en dirección al cuarto de mamá, donde se encerraron hasta el otro día.
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