MI AMIGO LAZARO Parte 5
La historia avanza y mi madre cada vez mas desinhibida .
LA DEPRAVACIÓN DE UNA MADRE
Al otro día, desperté a eso de las once, once treinta; bajé las escaleras a la cocina, me moría de hambre y esperaba hacerme un emparedado cuando, me encontré a mi madre arrodillada, con el culo en pompa chupándole la polla a Lázaro quien se encontraba sentado en el sillón echado atrás, ese visionado no seria tan impresionante como ver a mis dos hermanas sentadas frente a ellos, a primara fila, viendo los movimientos de mi madre así como su culo; también lo vi, vi como se le abrían las nalgas, levemente, dejando ver un agujerito marrón y cerrado. Podría perturbarme por la experiencia pero, mi mente tenía otros planes, mi mente pensaba: como tan cerrado? Papá nunca le dio por el culo? Lázaro querrá meterle la verga por el culo? Esto me estaba dando una idea.
Terminé de comerme el emparedado justo cuando Lázaro también terminaba, mamá, para mi admiración se tragó la lefa sin problemas y limpiándose los labios se incorporó a saludarme.
- Has dormido bien.
- Si, y tú.
- También — respondió dirigiéndose al baño.
- Cuantas veces? —le pregunté a Lázaro susurrándole
- Cinco —respondió presuntuoso—, y todavía no me voy.
Y estaba en lo cierto, en el transcurso de la mañana y media tarde se la folló otras dos veces más: una de perrito y otra de misionero con las piernas flexionadas en el pecho. Lo más interesante fue que, las dos veces lo hicieron en distintas partes del salón con nosotros tres de testigos. Definitivamente mi madre había cruzado una línea depravada, una línea que yo no conocía, una línea que es probable, ella tampoco conociera o no creería poder cruzar. Mencione que Lázaro podía llegar a ser muy persuasivo.
Esa noche mi amigo regresó a su piso despidiéndose amablemente. A la mañana siguiente abrí su puerta molesto. Había cumplido mi parte del trato y él seguía sin cumplir la suya o eso creía.
- Papá no está —dijo Magenta,
Quien se me acercaba, con el torso desnudo, sus pechos al aire, sus calderos de ambrosia me llamaban, extasiándome.
- Pero descuida, me pidió que te atendiera bien.
- C… como es eso —dije trabándome
Magenta me tomó de la cintura y me condujo al sillón rojo, desabrochó mis pantalones deslizándolos por mis piernas temblantes, a continuación, acaricio mis cojones por sobre la tela del bóxer, masajeándome la polla de una manera suave pero enérgica, luego, me bajó los calzones provocando que mi pene brincara, Magenta sonrió y se metió el glande en la boca, una boca calida y húmeda, la boca de una diosa que, tan solo al contacto de su lengua provocó que me estremeciera, como una corriente eléctrica que comenzaba en la punta de mi verga y recorría los testículos hasta terminar donde mi alma se une al infinito.
Estaba absorto, repleto de sensaciones, sintiendo su lengua acariciar el tronco de mi polla; succionando, lamiendo y volviendo a succionar, por, no sé, pudieron ser cuarenta minutos, treinta, veinte o cinco, yo le voy a que fueron cinco, como mucho.
Un profuso chorro salió disparado de mi pene terminando en el interior de la boca de mi diosa, ella lo acogió afectuosa, tragándolo sin vacilar y volviendo a por más, succionando hasta la última gota, deseosa de mi leche.
- Es tu primera vez? —preguntó.
- Por qué?
- Te has corrido muy rápido —dijo relamiéndose los labios.
- Lo siento, no quería…
- Tranquilo, la próxima vez lo haremos más despacio.
Salí del departamento de Lázaro con sentimientos encontrados, por un lado, jubiloso por el placer que Magenta me hizo sentir, y por el otro, afligido por haberla decepcionado y durar la nada misma. Meditativo regresé a mi hogar para encontrarme allí a mi amigo, morreándose con mi madre y sobajándole las tetas. Me saludó, luego ambos se encaminaron a la habitación de mamá donde a los minutos se escucharon los gemidos de mi madre y el chirriar de la cama. Ya eran cotidianas las incursiones de Lázaro a mi casa para tirarse a mi madre, a veces en su cuarto, otras veces en el baño o el salón, a la vista de todos.
Al final de nuestra última semana libre y como ya lo había hecho con Magenta, no tenía problemas en hacer que Vero y Evolet me chuparan la polla y alternar en correrme en sus bocas. Las niñas se esforzaban, no lo hacían como Magenta pero no estaba para nada mal. Eso si, no estaba en mis planes follármelas hasta no haberlo hecho con mi diosa, aunque eso me llevase a aguantar las insinuaciones de Vero, quien, quería con locura un pene dentro, solo que, no lo decía abiertamente.
Por parte de mamá, ella estaba feliz follando con mi amigo y ya sin tapujos de hacerlo delante de sus hijos.
Tres días más tarde llagaba del instituto cuando me detuvo Lázaro.
- Colega, te gustó pasar el rato con mi hija.
- Si —respondí titubeante.
- Bien, bien, tu sígueme la corriente y veré que vuelvas a estar otra vez con mí hija.
- Ahora que se te ocurrió? —dije algo molesto.
- Nada, nada, tu callado
Algo no andaba bien con todo este misterio, entré a mi piso detrás de Lázaro. Sin detenernos ascendimos a la planta alta, entonces, se gira y me hace con el dedo la señal de silencio mientras nos acercamos al cuarto de mamá, los gemidos se intensificaban entre más nos aproximábamos, al llegar, la vi: estaba acostada boca arriba en la cama, con las piernas flexionadas a cada lado, las manos atadas con cintas de terciopelo púrpura al cabecero y los ojos cubierto por una gruesa venda de piel negra. Sobre ella un hombre que no había visto nunca se follaba a mi madre en una cadencia lenta pero constante.
Me di vuelta para encarar a Lázaro y de pie junto a la puerta había otro sujeto masajeándose la verga esperando su turno y otro más, junto a la ventana al otro lado del cuarto. Le hago señas a mi amigo para que salga.
- Que crees estas haciendo? —le preguntó.
- Cálmate, es un juego.
- Entonces, sabe que está follando con tres tipos?
- No, ese es el juego —respondió—, relájate, no ves lo feliz que está recibiendo pollas.
- Esto se termina ahora —dije encaminándome a la habitación.
- Magenta esta por llegar.
- Mierda —susurre—, Magenta.
- Dijo que quería tu pija en su boca de nuevo.
- Eso dijo.
- Esta bien, esta bien, y con cuantos los a hecho ya?
- Conmigo y dos de los chicos —respondió susurrarte ya que entrábamos en la habitaron.
El tipo seguía sobre ella taladrando el chocho de mamá, ella gemía y chillaba, susurrando el nombre de Lázaro entre cortado, sus pechos se bamboleaban desordenados, cubiertos de sudor. De pronto, el hombre se separó de ella, dejándome ver su coñito empapado en flujos y abierto, dilatado al ajustarse al tamaño del pene del hombre. Entonces, otro de los sujetos tomó su lugar y continuo la faena.
- Lázaro… Lázaro, ya, déjame descansar un rato —decía mamá jadeante—, por favor Lázaro.
Pero no atendía a su petición y seguía arremetiendo contra el coñito indefenso.
Habíamos estado viendo como se follaban a mamá por otros treinta minutos, dos hombres se habían turnado y seguían con ganas de seguir beneficiándose de su chocho. A mí, eso ya no me preocupaba.
Mi amigo me avisó que Magenta había llegado, y lo que, para ese momento me preocupaba, es que esta vez mi polla aguantara más tiempo en la boca de mi diosa.
Si tienen la curiosidad de que ocurrió, pues no, ni con las veces que practiqué con mis hermanas chupándome el cipote aguante mucho tiempo. La boca de Magenta era demasiado para mí, por lo menos, tuve la recompensa de que lo hiciera tres veces, tres veces acaricio con su lengua mi capullo y tres veces descargué mis huevos en su boca. Me dejó seco y debido a la cantidad de placer que me produjo perdí la noción del tiempo.
Quería ver como concluiría la orgía desconocida por mamá pero, para cuando llegué a casa, ya todo había acabado, mis hermanas estaban por llegar y mamá se encontraba descansando en su habitación desde donde no saldría hasta bien entrada la noche.
Los siguientes días pasaron sin novedad, al parecer, mamá no se enteró de que fue participe de una orgía sin su consentimiento, ni siquiera saberlo. Todo ese tiempo Lázaro había desaparecido; era común en el que se ausentara largos periodos de tiempo, por trabajo decía, nunca supe muy bien que hacia para ganarse la vida pero, lo que hiciese, le iba muy bien.
Bueno, como decía, ese viernes Lázaro regresó e invitó a mamá a cenar fuera, una velada que concluyo con ella en la cama de mi amigo por la noche del viernes y gran parte del sábado.
Por mi parte, me la pasé muy bien comiendo los coñitos de mis hermanas y haciendo que ellas me la chuparan. El sábado, cuando mamá llegó la encontré extraña: como inmersa en sus pensamientos, titubee en preguntarle al principio, no quería parecer demasiado interesado en su vida privada y más aun en su vida sexual pero, con el paso del día la curiosidad me consumía, como una picazón imposible de rascar. Luego que mis hermanas se acostaran yo me acerqué cauteloso a su habitación, la hallé en ropa interior, sentada al borde de la cama, pensando.
- Estas bien, mamá?
- Si hijo, estoy bien, por qué preguntas?
- Porque pareces preocupada, algo te molesta?
- No, no es nada.
- Estas segura?
- Si —respondió titubeante.
- Sabes que puedes decirme lo que quieras, verdad?
- Ya lo sé, es que…
- Mamá, lo que sea.
- Es Lázaro.
- Lo sabia —pensé—, que querrá ahora ese cabrón.
- Lázaro me…me propuso hacer un trío.
- Entiendo, y tú, que respondiste?
- No le he dicho nada todavía.
Mierda, mierda, que hago ahora? Sin dudas, todo esto ha escalado demasiado rápido, debí detenerlo hace tiempo, con la orgía, saben por qué no lo hice, saben que obtuve a cambio, y ahora que? Ahora quiere que mi madre este consiente de que folla con dos hombres, quiere hacerla participe, que esté de acuerdo… que hago?
Si le sigo el juego a Lázaro tal vez Magenta me lo corresponda, no tal vez, le obligare a que mi diosa este de nuevo a mi disposición pero, mi madre… influiré en ella para que haga un trío?
- Que te gustaría a ti? —pregunté, intentado que me diera algo de tiempo.
Mientras mamá cavilaba tomé el móvil sin que me viera y le envié un mensaje a Lázaro
“Un trío?”
“Vamos compañero, échame una mano”
“Esta bien pero, quiero el coño de Magenta”
“Al fin progresamos, colega”
“Si o no?”
“Haré que pasé y tú?”
“Haré que pasé”
“Así me gusta, cuando termines ahí ven, quiero que veas algo”
“Vale”
Venga dulces ángeles del averno, entréguenme mis treinta monedas.
- No sé, la verdad, no me gustaría, no creo que sea capaz.
- Entiendo —aquí vamos—, y que tal si te gusta? Tampoco querías tener nada con Lázaro y ahora te gusta hacer el amor con él, no?
- Si, si me gusta.
- Ves, entonces, puede que te guste tener sexo con dos hombres a la vez.
- Si, tal vez.
- Dale una oportunidad, tienes que explorar tu sexualidad.
- Hijo, por dios.
- Vamos má —me reí— tu sabes de que estoy hablando.
- Lo sé hijo, lo sé —rió— tienes razón, voy a decirle que si.
Estaba hecho.
Esa noche esperé que mi madre se durmiera y me escabullí al departamento de Lázaro. Di dos golpes y él me abrió la puerta.
- Pensé que no vendrías.
- Estaba esperando que no hubiera nadie.
- Anda, siéntate.
Me acomodé en el sillón, mi amigo se sentó junto a mí.
- Tengo que disculparme, colega.
- Ya quedó atrás, no tienes que disculparte —respondí—, aunque me hubiera gustado que me contaras antes de proponerle un trío o la orgía, eso se sintió…
- No, no es eso Luís, veras —continuó— se que lo más importante para ti es tu vena voyerista y últimamente no he estado a la altura como amigo, ni como tu colega.
Es todo culpa mía, es que —tomando aliento—, no sabes por cuanto tiempo he anhelado el cuerpo de tu madre, acariciar su piel, chupar sus pechos, penetrar su coñito, apodérame de sus agujeros.
- Si, si, si, si me dejaste claro que te la quieres ti… espera, que? —dije
sobresaltado—, agujeros? No me digas que…
- Si, colega, lo siento, no me aguanté pero, lo tengo en video si quieres verlo.
- Cabrón —grité mirando la memoria usb que me ofrecía—, quiero que entiendas que estoy muy decepcionado y enfadado, espero que Magenta valga la pena —finalicé arrebatándole el pendrive.
- Tranquilo campeón, ya verás.
Regresé a mi cuarto y me tendí en la cama mirando al techo. Que mierda estaba haciendo? Ayudando a ese hijoputa a tirarse a mi madre.
Molesto tiré la usb, esta dio tres rebotes y termino al borde de mi cama. Estaba resentido, no tenía intención de verla pero, ya saben, soy un caso perdido.
Creo, sinceramente que tengo algún tipo de desorden psicológico, buscare solucionarlo?… nah.
Tomé la portátil y conecté la memoria, al abrirlo me encontré un archivo de video, me puse los cascos y reproduje el video.
Allí estaba mamá, cabalgando la ingle de Lázaro: este con las manos en su cintura seguía el ritmo ondulante de su bamboleo, entonces, las deslizó hasta toparse con sus cachas, amasando y apretujando las nalgas de mi madre. Moviendo sus dedos, adentrándose en su raja, encontrándose con su agujerito y jugando con el, dibujando círculos con la yema del dedo índice y sin darme cuenta, hundiéndolo en su esfínter.
- Que estas haciendo? —preguntó mamá alarmada.
- Algo que quería hacer hace tiempo —respondió Lázaro manteniendo el dedo dentro del culo de mamá y moviéndolo de arriba a bajo—, dame tu culo.
- Que? No, estás loco.
- Vamos, amor, entrégame tu culo, no sabes cuanto lo deseos, deseo follarte analmente.
- Pero, me va a doler.
- Lo haremos despacio, poco a poco, ya veras cuanto te gusta.
- Dámelo.
- Lázaro, por favor.
- Isabel, entrégame tu culo —su voz se volvió firme.
- Esta bien pero, despacio.
Lázaro giro a mamá dejándola en cuatro, posicionándose tras ella comenzó a lamerle el orificio que pronto profanaría, su lengua revoloteaba entre sus cachetes embadurnado con saliva el culo y haciendo que mi madre gimiera tenuemente. Luego cogió un tubo de lubricante de la mesita de noche y lo escurrió en su polla y otro chorro en el ano indefenso de mamá.
Preparándose para la embestida, apuntó el pene a la entrada de su cueva y empujó, suave pero firme.
Mamá apretó los dientes y crispo los dedos aferrándose a las sabanas.
- Despacio, por favor.
- Descuida, preciosa —recalco acariciando la espalda empapada de sudor de mamá—, tu relaja el ano, amor.
- Estoy relajada pero…
- Tranquila, déjate llevar.
Y continuaba hundiendo su cipote, adentrándose en las entraña de mamá, y ya llevaba más de la mitad de la polla.
- Ya, Lázaro, ya es suficiente.
- Todavía falta.
- Ya estas muy adentro.
- No aprietes, abre el culo y déjame entrar mas adentro.
Hasta que su polla entró cual larga era y comenzó el ligero vaivén. Mamá empinaba su culo y enterraba la cabeza en la almohada.
- Despacio, Lázaro, ten compasión con mi culo.
- Relájate, corazón ya veras que de ahora en adelante me suplicaras que te folle por el culo.
No aguanté más, cerré el portátil y me acurruqué en la cama. Me inundó una suerte de rabia, desconsuelo, frustración. Celos, estaba celoso de mi amigo? Estaba celoso de mi madre? Quería ser yo quien le desvirgara su culo? Por qué? como puedo saber si mi padre no lo usó ya o algún novio anterior? Por qué debería estar celoso de no haber sido el primero? O es que estaba molesto de no haber estado allí, viendo en primera fila? No… no era eso, eran celos.
Si, estaba celoso de mi amigo, estaba celoso de Lázaro y su oportunidad de beneficiarse de mis mujeres, nada, tomaré el coño de mi diosa y luego la virginidad de Vero antes que otra cosa ocurra.
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