Mi Cuñada II
Conflicto de intereses. Mi hermana interviene. .
– Qué te pasa que te encuentro tan pensativo ? – me preguntó mi hermana sacándome de mis cavilaciones.
– Ah? Qué? – pregunté sorprendido. Mi hermana, en ese entonces de 17 años, era mi única confidente, ella sabía todo de mí y yo de ella. Casi cuatro años menor era mi hermanita chica a la que cuidé toda mi vida, incluso hasta hoy.
– Nada – respondí rascándose la cabeza como si mis pensamientos me picaran.
– Ya, dime, tu sabes que no hay secretos entre nosotros – dijo abrazándome. Estábamos sentados en el sofá » viendo » una película, en la que no podía concentrarme. Y había decidido ver una película con mi hermana porque no podía estudiar.
– No sé qué me pasa – dije poniendo mi cabeza en su hombro y abrazándola por la cintura.
– La Emily me dijo que la Ale me había invitado para su cumpleaños. Tu sabes quién es la Ale – le dije mientras acomodaba mi cabeza en su pecho.
– Si, tu cuñada. Y cuál es el problema? – mi hermana sabía todo de Emily y su hermana. Pero no le conté todo lo del día del cumpleaños.
– Mira, te voy a contar… – y le conté todo.
– Estás enamorado de tu cuñada ahora? – me preguntó sorprendida.
– No sé lo que me pasa, pero no quiero ir a la fiesta por no encontrarme con ella, además tengo que abrazarla y besarla – le dije.
– Tu estás loco ? Hermano, qué te pasa? Cómo vas a estar enamorado de la Emily y de su hermana ? – me preguntó sonriendo.
– Y porqué no ? Si también estoy enamorado de ti? – dije dándole un beso en la mejilla casi en los labios.
– Ah, pero yo soy otra cosa, soy tu hermana, te amo y te voy a amar toda mi vida – dijo.
– Si, lo sé, yo también te voy a amar toda mi vida – apretando la contra mi.
– Ya, suéltame que me estás poniendo nerviosa – dijo tratando se zafarse. La solté y ahora yo la abracé por sobre los hombros y ella puso su cabeza en mi hombro. Le di un tierno beso en la frente, nos quedamos mirando – te amo, le dije – y nos besamos suavemente en los labios.
La relación con mi hermana la voy a dejar para otra ocasión, porque es muy compleja y muy larga.
– Tienes que ir – dijo con su mejilla en mi pecho, yo acariciaba su pelo.
– Tienes que ir y ver qué pasa, y tienes que decidir –
– Si, pero qué crees tú –
– La verdad, lo que yo pienso, es que con la Ale está todo perdido. Si vas a seguir con la Emily, vas a tener que manejar bien tu situación con la Ale. De lo contrario olvídate de las dos, nada bueno va a salir de ahí –
Tenia toda la razón, las mujeres, en estas cosas » ven debajo del agua » como dicen algunos. Y cada vez que le he pedido un consejo, independientemente de que lo siga o no, al final resulta como ella dijo.
– Qué le llevó de regalo? – le pregunté a mi hermana el día de la fiesta y mientras me vestía después de la ducha. Ella tenía buen gusto para vestirse y le gustaba vestirme a mí desde los calzoncillos.
– No le lleves nada, no puede ser un regalo mejor que el que diste a Emily ni puede ser peor –
Sin hacer caso a mi hermana, decidí llevarle flores, no era un regalo, eran sólo flores.
Aparte de la familia de Emily, que ya la conocía, estaban las amigas y amigos de la Ale, que en realidad no eran muchos. Como la vez anterior, Emily salió a recibirme con un beso.
– Son para la Ale – le dije indicando las flores.
– Flores! – exclamó la Ale – Nunca nadie me había regalado flores – y junto con el abrazo me dio un beso en los labios. Beso que dejó dando botes a mi corazón.
– Quieres tomar algo? – intervino la Emily tomándome de la mano y llevándome a la cocina y preparándome un trago, trago que me tomé de un trago.
– Debes perdonar a la Ale, no tiene muchos amigos y nunca le habían regalado flores – me dijo sonriendo. Inmediatamente pensé en mi hermana, otra vez tenía razón.
– Está bien, no me molestó – le dije recibiendo un segundo trago.
– Si, si te gustó, si me di cuenta – dijo Emily sonriendo.
– No estás molesta? –
– No, para nada, es su cumpleaños y ella está feliz, que es lo que cuenta. Además que la vez pasada la dejaste loca, no ha dejado de preguntar por ti –
– Espera un momento – dijo Emily al ver que la llamaban.
Levanté mi vaso y di un sorbo. Unos dedos se entrelazaron con los míos.
– Vamos a bailar ? – era la Ale la que tiraba de mi mano. El baile por suerte era suelto de una música moderna que no era de mi gusto. Ella bailó para mí, coqueteamente. Traté de mantenerme la mayor distancia posible, a cada momento la encontraba más linda.
– Quiero sentarme un rato – no quería seguir bailando.
– Ven – me dijo tomándome de la mano y sacándome a la terraza nos sentamos en un sillón.
– Que bueno que viniste – me dijo poniendo su mano en mi pierna haciendo unas caricias. Ahora no sólo mi corazón daba botes, mis hormonas se azotaban contra las paredes. La miré de reojo, su pelo largo castaño ondeando le caía hasta bajo sus hombros, su frente amplia, su nariz perfilada, sus labios hermosos y su mentón perfecto. Es muy linda me decía a mí mismo. Su mano volvió a sacar mi pierna, tenía una falda corta y unos hermosos muslos, pero no podía tocárselos aunque quisiera. El calor de la palma de su mano pasaba a través de la tela de mi pantalón produciendo una erección de mi miembro que parecía que iba a romper la tela. Seguramente ella se había dado cuenta porque su mano estaba cada vez más cerca. Volví mi cara para mirarla y me topé con sus hermosos ojos, cerré los míos para besarla.
– Con que aquí estás ! – dijo Emily dejándome sobresaltado. Ale saco su mano y se paró precipitadamente.
– Es que adentro hacia mucho calor – dijo Ale. No quería pararme para que no se notara más mi erección.
– Te traigo otro trago? – preguntó Emily tomando mi vaso y entrando a la casa. Me paré y acomodé mi erección tratando de que no se notara mucho.
– Perdona – dijo Ale al ver mi maniobra y tocando una de mis manos.
– No es culpa tuya – le dije ya sintiéndome mejor.
– Toma, aquí estás – dijo Emily alcanzándome el vaso.
– Voy a ver a mis invitados – dijo Ale retirándose.
– Estaban preguntando por ti – dijo Emily.
. Nunca la había visto así – dijo ella sentándose. Me tomé el trago de golpe, lo necesitaba.
Me senté al lado de ella en silencio. No sólo mi corazón daba botes y mis hormonas se azotaban, mis neuronas corrían de un lado a otro sin permitir coordinar mis ideas.
– No puedo dejarte sólo con ella? – dijo sonriendo.
Los tragos me estaban haciendo efecto, todo estaba volviendo a la normalidad. Respiré profundamente y boté el aire despacio.
– Sabes que te amo – le dije mirándola a los ojos, Emily era hermosa. La besé tiernamente, la abracé y la puse contra mi pecho. Todo volvía a la normalidad.
– Cómo te fue ? Preguntó mi hermana entrando a mi pieza mientras me desvestia.
– A ver déjame ayudarte, siéntate en la cama – dijo. Me senté y ella se arrodilló para sacarme los zapatos y los calcetines.
– Échate hacia atrás, estás ebrio, que mi mamá no sepa que manejaste así – dijo mientras soltaba la correa de los pantalones y bajaba el cierre.
– Levanta el trasero – dijo y de un tirón ma sacó los pantalones y los boxes. Después se paró y terminó de sacarme los pantalones.
– Ahora levántate para abrir la cama – me levanté, ella abrió la cama y me acosté.
– Ahora cuenta – dijo acostándose a mi lado.
– Te amo hermanita – dije besándola en la boca, mi erección había vuelto.
– Después te cuento – le dije besándola nuevamente. Ella me devolvió el beso con su mano en mi miembro. Lentamente me subí arribado mientras ella con sus piernas abiertas, dirigía mi erección a la entrada de su vagina. Me hundí en un mar de placer…
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