Mi Cuñada IV
Se vino todo junto, casamiento y embarazo. .
Tres meses después del casamiento, Emily me dice que estaba embarazada. Me extrañó porque ella se tomaba sus pastillas y quería terminar su carrera. Terminó ese año con 8 meses de embarazo.
La Ale que estaba en su último año de la media, se venía al departamento a ayudarle a la Emily. Cuando llegaba por la tarde, cenábamos, Emily se acostaba a ver TV yo la acompañaba y a veces le ayudaba con sus tareas a la Ale. Después iba a dejar y volvía al departamento. Para que nadie nos viera y pudiera haber un mal entendido, me detenía un poco antes y nos dábamos el acostumbrado beso de despedida. Casa vez el beso era más largo. Una noche me detuve en un lugar oscuro, que ya había visto previamente, para darle el beso de despedida.
– Porqué aquí? – preguntó ella.
– Es que allá no es seguro, siempre puede pasar alguien que te conoce. En cambio aquí está oscuro y nadie nos conoce –
– Ah, bueno, tienes razón – dijo sacándose el cinturón de seguridad porque estaba claro que nos íbamos a besar, con el consentimiento de mi esposa. Nos besamos tiernamente primero y apasionadamente después.
– Espera, está bien, no, no está bien, era un beso de despedida – dijo algo alterada.
– Pero son sólo besos – le decía yo mientras le besaba el cuello y la boca. Ella me respondía los besos y ya tenía una erección total. Tomé su mano y la puse sobre el pantalón en el lugar se la erección. Ella me sintió y abrió los ojos. Puse mi mano en su rodilla y comencé a acariciarla.
– No, no me toques, yo te toco todo lo que quieras — dijo mientras me lo acariciaba.
Nos seguimos besando y ella tocándome y apretándose.
– Vamos que se nos va a hacer tarde – y tenía razón, tenía que dejarla a ella y volver al departamento. Cada vez que la iba a dejar, me detenía en ese lugar y daba rienda suelta a mis deseos. Cada vez era un poco más, hasta que un día me lo saqué y lo puse en su mano. Ella me miró y después miró mi que tenía en la mano.
– No, son sólo besos, no lo hagas – con una súplica en los ojos.
– No, no te voy a hacer nada, te amo, como crees que te voy a hacer daño. Además ya tienes 18 años, eres mayor de edad y no me vas a decir que nunca has tenido algo así en tu mano? –
– No, nunca, es mi primera vez –
– Entonces eres virgen? – le pregunté.
– Si, nunca he tenido sexo –
– Yo te puedo enseñar – le dije acariciándola y besándola.
– Bueno, pero otro día, ahora vámonos –
La noté que no sólo estaba excitada, estaba muy nerviosa.
– Tranquila, le dije acariciándo su rodilla, sabes que te amo y te he amado siempre, desde que te conocí –
– Yo también te amo desde el día que te vi, pero eres el esposo de mi hermana – dijo poniendo su cabeza en mi hombro y acariciando mi erección.
Pasó una semana en que la Ale no fue al departamento y la eché de menos.
– La Ale que no ha venido? – le pregunté a la Emily, que maa pasaba acostada que de pie. Habían noches que dormía en la otra habitación para que ella durmiera bien.
– Si, la llamé, pero me dijo que esta semana estaba llena de pruebas –
A la semana siguiente vino y la fui a dejar en la noche. En nuestro lugar preferido nos besamos, ella me lo acariciaba por encima. Me solté el cinturón desabroché el pantalón y bajé el cierre. Ella algo reticente al principio, metió la mano y lo sacó. Comenzó a acariciarlo lentamente con su cabeza en mi pecho. Yo había echado los dos asientos para atrás.
– Te gusta? – le pregunté
– Me encanta, lo amo –
– Dale un besito – le dije suavemente al oído. Me miró, luego lo miró, después se agachó y lo besó, después lo lamió y sin decirle nada lo metió a su boca y lo chupó, lo hizo con tantas ganas que no pude evitar un quejido.
– Te gusta como lo hago ? Lo hago bien? Es primera vez que hago esto – dijo mientras con el dorso de la mano limpiaba su saliva de los labios.
– Ahora, vayámonos –
– Me vas a dejar así? – le pregunté mostrándole mi erección a plenitud.
– Qué, qué debo hacer ?
– Sigue chupando un poquito más –
Se agachó y lo metió en su boca de nuevo, yo acariciaba sus nalgas, tersas, suaves y firmes. De pronto me di cuenta que me iba a venir.
– Voy a acabar, sigue chupando – y comencé a acabar en su boca.
– Traga, traga – le decía, no quería que lo echara sobre mi y me dejara todo manchado. Después ella se retiró, abrió la puerta y escupió.
– Tenías mucha cantidad, tragué todo lo que pude, pero tú seguías echándome más y más.
– Lo que pasa es que en la condición en que está Emily, no podemos tener sexo, no muy seguido y el que sufre soy yo – le dije más relajado.
– De veras, pobrecito – me dijo acariciando mi mejilla.
– Pero estoy yo, puedo chupártelo cuando quieras –
– En serio? O mi amor cuanto te amo –
Yo también te amo, pero ahora tenemos que irnos.
De vuelta pensaba en lo rico que había sido todo, la amo, la amo.
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