Mi Cuñada VI
Ale me evita y yo la entiendo, la situación es complicada. .
La relación con Ale se había vuelto tensa después de la conversación y la revelación. Como si le diera vergüenza mirarme, también me pasaba algo parecido debido a lo que le había dicho y ninguno de los dos quería reabrir el tema. A tal punto estábamos, que habíamos vuelto al beso en la mejilla cuando nos saludabamos.
Después del nacimiento de mi hijo, ella se portó muy bien, ayudó todo lo que pudo considerando que estaba estudiando en la universidad. Se iba al departamento a ayudarle a Emily con el cuidado del bebé. Después venía el fin de semana, aveces se quedaba, otras la iba a dejar.
– Qué pasa con la Ale ? – me preguntó un día mi esposa.
– Nada, porqué preguntas eso ? – le respondí inocentemente.
– Como antes eran tan amigos? – dijo mirándome de reojo mientras le daba pecho al bebé.
En la realidad la diferencia era notoria, la Ale siempre andaba alegre y risueña. Se me sentaba en las piernas y me decía que me quería delante de su hermana.
– Seguramente debe ser por los estudios, por la universidad, tu sabes como es eso –
– Si pero eso es una cosa y esto es otra cosa. No tiene nada que ver – ella tenia razón, no tenía nada más que contarle.
– Mira, la verdad es que tuvimos una conversación, le pregunté porqué no tenía novio, tantos años y nunca le conocí un novio
– Ya, y ella que te dijo? –
– Bueno, ahí comenzó el problema, ella no quería contarme pero yo insistí –
– Y te contó? –
– Si, pero no le creí y la obligué a mostrarme – le dije tratando de disculparla y no decir toda la verdad.
– Y qué le dijiste después de que la viste? –
– Le dije que no me importaba y que la quería igual –
– Malo estuvo, ella te quería y creo que aún te quiere, pero la pusiste en una posición incómoda y la entiendo. Es mi hermana y la amo, espero que hagas lo mismo y te disculpes con ella –
– Si, si la amo tal como es, se lo dije, pero tienes razón, le voy a pedir disculpas – le dije.
Un par de semanas vino de nuevo. No venía muy seguido porque tenía mucho que estudiar y era cierto. En la noche fui a dejarla en el auto. Me estacioné donde lo hacía siempre.
– Porqué te detienes? – preguntó sin mirarme.
– Hablé con Emily y le conté de nuestra conversación. Tenía que contarle porque ella se dio cuenta de que entre nosotros algo no andaba bien. Me retó, me dijo que lo que yo había hecho era un abuso de confianza y que te pidiera perdón. Y eso es lo que estoy haciendo, por favor te pido mil disculpas –
– Si, lo sé, si conversó conmigo y me dijo que te perdonara. Pero no tengo nada que perdonarte, el problema es que te amo y el estar cerca tuyo me hace mal. Pero después de la conversación con Emily, ella me pidió que no fuera mala contigo, que tú me amabas y que ella siempre lo supo. Ahora no sé qué hacer, me alivia que ella sepa que te amo y que tu me amas a pesar de ser como soy –
– Todo lo contrario, ahora te amo más que antes sabiendo que tu eres la mujer más tierna y hermosa que he conocido – dije tomándole una mano.
– Te creo, pero no podemos tener nada de sexo aunque yo lo desee. Es por eso que te evito, evito caer rendida en tus brazos y ser tuya para siempre. Pero tú esposa es mi hermana y ni quiero hacerle daño –
– Lo único que quiere es que seamos como antes, que seas la niña alegre y cariñosa –
Se quedó mirándome, haciéndome un escáner a mi Alma, a mi corazón y mi cerebro. Así lo sentí. Su mano en mi mano me trasmitía su energía. Se acercó lentamente, cerrando los ojos me besó. Nos besamos como nunca.
– Bueno, pero no podemos hacer el amor aunque me muera de ganas – el beso me produjo una erección que se notaba fácilmente.
– Puedo…me dejarías tocarte ? – le pregunté tímidamente, quería demostrarle que la seguía amando.
– Sólo un poco, luego nos vamos – dijo entreabriendo las piernas. Metí mi mano acariciando su muslo, llegué al final y la acaricié suavemente, lo tomé y le di unos apretones suaves. Ella hizo lo mismo conmigo. Nos besamos de nuevo acariciándo nuestros sexos con pasión.
– Ya, ahora vámonos – dijo separándose y poniéndose el cinturón de seguridad. Acomodé mi miembro, me puse el cinturón y nos fuimos. La dejé en la puerta de la casa. Me besó en la boca y se bajó. Esperé que entrara y me fui. Tenia el corazón hinchado y estaba feliz.
El fin de semana siguiente llegó la Ale a tomar once con nosotros. La Emily estaba en la cocina cuando abrí la puerta, la Ale me saludó con un beso en la boca y después saludó a la Emily con un abrazo y un beso en la mejilla.
– Que bueno que hicieron las paces, estoy muy contenta – le dijo Emily a la Ale.
– Dónde está mi bebé? – preguntó la Ale.
– En el dormitorio – le dijo Emily.
– Está muerto de hambre – dijo Ale saliendo del dormitorio con el bebé en brazos.
– Mira como me busca el pecho. Mi amor, te daría toda la leche que quisieras, pero no tengo – le dijo a la guagua.
– Pásamela a mí y tú termina de servir la mesa – sentándose en el sillón y sacando su pecho comenzó a darle pecho. Yo le ayudé a la Ale con la mesa y después nos sentamos los tres a la mesa.
La Emily insistió en que la Ale se quedara a dormir, la verdad es que nos habíamos tomado unos tragos y no quiso que fuera a dejarla. Con mi pijama fui a cepillarme los dientes al baño y estaba la Ale con un camisón rojo muy fino que le había prestado Emily. Me cepillé los dientes mientras ella se se pillaba el pelo. Después le di el beso de las buenas noches, ella pasó sus brazos por mi cuello y yo tomé su miembro que comenzaba a tener una erección. Ella metió una mano dentro del pijama y sacando mi miembro comenzó a hacer lo mismo.
– Perdón que interrumpa, pero yo también quiero cepillarme los dientes – dijo Emily sonriendo. Nos separamos, guardé mi miembro dentro del pantalón y me fui a mi cama. Después llegó Emily y se acostó a mí lado.
– De verdad te gusta su pene? Dímelo con franqueza, no me voy a enojar –
– Si, me gusta, me gusta tocárselo y acariciarlo. Pensé que nunca diría algo así, pero es ella –
– Si, lo entiendo y me gusta que la quieras como es. Siempre se ha sentido rechazada y a sufrido mucho por lo mismo. Ahora es feliz y eso me hace feliz – dijo dándome un beso y tomando mi erección comenzó a masturbarme lentamente, yo comencé a acariciar su vulva y su clitoris.
– Te amo – le dije mientras la acariciaba.
– Yo también te amo – me dijo subiéndose y poniendo mi dureza en su vagina. Comenzó a moverse lentamente, disfrutando cada centímetro, doblé las rodillas y me acomodé de manera que mis 16 centímetros entraran todos. No tengo un tremendo miembro, es normal, como todos y es suficiente. Hicimos el amor como hacía tiempo que no lo hacíamos, estuvo genial. Emily tuvo dos orgasmos seguidos antes de bajarse. Después tuvo otros dos más y nos quedamos dormidos.
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