Mi Cuñada VII
La importancia de la Ale en mi matrimonio. .
Mi cuñada se fue haciendo importante en mi matrimonio, mi familia.
Con la llegada de mi hija mi esposa dio por terminado el periodo natal. En el proceso de crianza la Ale participó activamente, a pesar de sus estudios primero y su trabajo después. Era la tía de mis hijos y ellos la querían mucho.
Cuando mi hija cumplió los 5 años, Emily decidió retomar sus estudios y obtener su título. Dos años después comenzaba a trabajar. Mi hijo de 9 años se encargó de su hermana de 7. La Ale que tenía un trabajo más liberal, le permitía preocuparse de ellos cuando la necesitaban y nosotros trabajábamos
Nos compramos un departamento más grande, ya que el primero lo arrendabamos y tenía sólo dos dormitorios. Emily dijo que los niños tenían que tener cada uno su dormitorio y dejar de dormir juntos. Lo que era lógico porque sus espacios individuales se veían invadidos aún cuando ellos se llevaban bien. Los gastos iban en aumento y las cuentas también, además de que Emily se compró un auto nuevo para su trabajo.
Nuestra relación con la Ale se mantuvo igual, cada vez que venía al departamento me saludaba con un beso en la boca y a mis hijos. Ellos estaban acostumbrados porque saludaban igual a su mamá y mi hija a mí. Mi hijo me saludaba con un beso en la mejilla.
La Ale también tenía su auto, por lo que ya no la iba a dejar a su casa. Ella seguía viviendo con sus padres, mis suegros.
En las mañanas Emily se duchaba primero, porque ella se demoraba más en vestirse, secarse el pelo, maquillaje, etcétera. Después me bañaba yo, aveces con mi hija, aunque casi siempre lo hacía con mi hijo. Se ponían su uniforme, les daba desayuno y los iba a dejar. Emily entraba más tarde. Los fines de semana ella bañaba a mi hijo porque, decía, en la semana la ducha era muy rápida y era cierto. Yo bañaba a mi hija. Aveces nos duchábamos juntos y yo la enjabonaba y ella a mí.
Así fue que cuando estábamos en ducha me di cuenta de algo que no tenía antes en uno de sus senos.
– Qué tienes aquí? – le pregunté rozando mis dedos contra su pecho enjabonado.
– No sé – me dijo mientras lavaba su pelo.
– No te habías dado cuenta antes? – le pregunté.
– Si, pero me apareció hace poco – no conocía personalmente de ningún caso cercano de cáncer, pero había oído del cáncer de mamás y me preocupé. Pero no quise asustarla por lo que le dije que parecía un quiste sebáceo, que tenía que ir al médico.
– Espera, quédate así – le dije mientras ella tenía los brazos levantados lavando su pelo y yo enjabonaba sus pechos. Recorrí su pecho en dónde había descubierto el » quiste «. Ahí estaba y más grande, ya parecía una lenteja que podía mover con mis dedos.
– Qué te dijo el médico ? – le pregunté recorriendo el otro seno en busca de algo parecido.
– No, no he tenido tiempo – dijo y siguió lavando su pelo.
– Pero pide una hora, no te cuesta nada y después ajustas tu agenda – dije, ahora me parecía más sospechoso el quiste.
– Si, si lo voy a hacer – me dijo.
A la semana siguiente me bañé con mi hija y enjaboné todo su cuerpo poniendo atención en sus pechos, que le estaban creciendo y ya parecían unos limones. Unos pechos normales para una niña de su edad, mi hermana los tenía iguales a su edad, entre los 10 y 11 años. Habían comenzado a crecer cuando tenía 8.
– Más despacio papi que me duele – me dijo. La estaba apretando mucho. En realidad no era mucho, lo hacía igual que con mi esposa, pero como a ella le estaban creciendo le dolía.
– Me da cosquillas — dijo casi riendo, mis palpitaciones suaves parecían caricias y para no preocuparla y decirle lo que pensaba, acaricié sus pechos, su estómago y su pelvis. No era primera vez que lo hacía. Antes cuando la bañaba la enjabonaba toda incluyendo sus labios vaginales y su clitoris.
Dejé de ducharme con ella porque comenzó a enjabonarme y me produjo una erección. La que tuve que explicarle las razones. Y cada vez que me duchaba con ella era lo mismo. No podía evitar tener una erección, incluso antes de que ella me tocara.
Dos meses después entré al baño cuando mi esposa se estaba duchando. Me metí a la ducha y fui directo a sus pechos.
– No me vas a decir que no has ido al médico? – le pregunté secamente.
– No, no he podido –
– Pero te dije que hicieras una cita –
– Si, la hice, pero justo ese día me salió una reunión urgente y muy importante –
– Y no has pedido una hora nuevamente ? –
– No, ahora llegando a la oficina la pido –
– Mira, voy a ser claro. Esto tiene mal aspecto y yo no soy médico. Sé que tu trabajo es importante y te absorbe al punto de que descuidas tú salud. No sacas nada con tener un buen trabajo y cuidarlo, si no cuidas tu salud. Finalmente no vas a tener salud ni trabajo.
– Si, mi amor, sí. Te prometo que me voy a preocupar de éso exclusivamente – dijo besándome y haciéndome cariño, terminando con un coito, ella afirmada de las llaves de la ducha mientras la penetraba desde atrás. Seguramente por sus quejidos y los míos, pero principalmente por el sonido que hacían sus nalgas mojadas contra mi pelvis, que sonaba como un aplauso. Éso llamó la atención de mi hija y vino a ver qué estábamos haciendo. No era la primera vez que nos veía cogiendo, era la primera vez que estaba a mi lado mientras me cogia a su mamá. Con un gesto de indiqué que se fuera. Ella me miraba y se mordía los labios. No podía seguir cogiendo delante de mi hija por lo que lo saqué.
– No, lo saques, sigue que estoy acabando! – me dijo Emily. Volví a metérselo y corrí la cortina. No se si mi hija se quedó hasta el final o se fue antes, pero cuando terminamos de ducharnos ella ya no estaba.
Un día sábado, por la mañana, como todos los sábados y domingos que nos levantábamos más tarde, le dije a mi esposa que fuéramos a ducharnos. Me dijo que estaba cansada y quería quedarse un rato más acostada.
– Dúchate con la niña yo me voy a duchar después con el Erick, que si no lo lavo yo él no lo hace – bueno le dije y levantándose desnudo me fui al baño. Se me había olvidado que la Ale se había quedado a dormir esa noche y se estaba duchando.
– Puedo ducharme contigo? – le pregunté.
– Si, encantada –
Mientras la enjabonaba por la espalda y su trasero, estaba pensando en sus pechos. Ella tiene unos pechos cuyo tamaño está entre los pechos de mi hija y de mi esposa. Son lindos, bien formados con una aureola grande, rosada y unos pezones duros y puntudos. Se dio vuelta y me preocupé de hacerle unas palpitaciones que más parecían caricias, para que no me preguntara nada. Mientras acariciaba su senos ella lo hacía con mi miembro, yo lo hice con el suyo, que es algo que no puedo evitar cada vez que la veo desnuda. Seguimos masturbándonos hasta abrazarnos apretando nuestros miembros entre nosotros y rozándolos entre ellos. Es lo más delicioso que pude existir, eyaculamos casi al mismo tiempo bañándonos con nuestro semen. Nos quedamos un rato así, abrazados, besándonos y descansando de una cogida sin penetración.
Después de la ducha fui a decirles a los niños que se ducharan pero estaban durmiendo. Él la tenía abrazada cucharita, ella se veía pequeña al lado de él. Erick con 13 años ya media más de 1.60 metros. No quise despertarlos y me fui a mi dormitorio. Me acosté al lado de mi esposa y la abracé por detrás.
– Cómo estuvo la ducha ? – preguntó.
– Bien, me duché con la Ale, ella se estaba duchando cuando entré – le dije.
– Ah, ya. Y cómo estuvo éso? – me preguntó.
– Bien, pero no te preocupes, no cogimos – dije riendo.
– Sabes, estoy preocupada – dijo dándose vuelta y mirándome.
– Si ? Que pasa amor? Cuéntame –
– La semana que viene me van a hacer unos exámenes –
– Que bueno que fuiste al médico – le dije.
– Creo que me va a operar – dijo muy seria.
Algo helado corrió por mi espalda, algo no estaba bien.
– Que te dijo de los exámenes que te hicieron hace unas semanas ? – pregunté.
– Nada, dijo que tenía que hacerme otros, eso me tiene preocupada –
– Bueno, es mejor que te hagan todos los exámenes que tengan que hacer, así podrán tener más claro cuál es el problema – le dije.
– Está listo el desayuno – dijo la Ale entrando al dormitorio.
– Qué pasa? – preguntó ella al vernos tan serios.
– Nada, son tonteras mías – dijo Emily.
– Voy a ver a los niños – dije huyendo de esa situación.
Los niños no estaban en su dormitorio. Fui al baño y ahí estaban bañándose. Me miré al espejo después de pasar la mano para desempañarlo. Estaba realmente preocupado por los exámenes de Emily. No se sentía bien éso, yo seguía con la espina clavada en mi espalda. Sentí unos ruidos, presté atención, era mi hija la que se quejaba. Mi hijo se la estaba cogiendo, quizás cuántas veces antes lo han hecho. Me fui la cocina, me di cuenta que estaba desnudo y fui a ponérme algo. Me encontré con la Ale que venía saliendo del dormitorio.
– Porqué no me hablas dicho nada? – me preguntó. Sólo la abracé, no sabía qué decirle.
– Papi, estás desnudo – dijo mi hija sonriendo.
– Ah, sí, ahora me voy a vestir, ustedes tomen desayuno antes de que se enfríe – dije
– Vamos, les voy a servir ahora mismo, siéntense – le escuché decir a la Ale mientras caminaba a mi dormitorio.
Sigue…
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