Mi empleada doméstica 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Seguimos un rato más en la cama con Susana, hasta que ella me pidió para hacerse la higiene, ya que estaba mojando las sábanas porque se le estaba escurriendo la leche de su concha.
Volvimos a la piscina, aunque ahora nos bañabamos desnudos, yo evitaba tocarla, me gusta la cola de Susana, es de nalgas bien redondas y dura, pero no quiero que tengamos mucha confianza entre los dos.
Se que en cualquier momento se la voy a romper, ya que ella me dijo que se dejaría por atrás conmigo si yo quisiera, pero por ahora no.
A la noche cenamos y le dije sus quehaceres a partir de mañana.
Cada uno durmió en su cama.
Al otro día me fui temprano a trabajar como todos los días.
Me reuní con un informático para poder llevar todo desde mi casa, y ya no hacer ventas tipo feria con las cosas que compro, sino que ofrecerlo por internet.
Llevar también por internet los portes de mis furgonetas y así me ahorro estar todo el día llendo y viniendo de un lugar a otro.
Como a las cinco de la tarde regreso a casa y quedé sorprendido como estaba todo, ordenado, limpio, un trabajo magnífico.
Me voy a la piscina y viene Susana con una botella de cerveza.
Mientras la tomaba, la miraba caminando hacia la casa, unas lindas piernas, buena cola, una cintura bien marcada, me gusta Susana, pero no quiero confusiones, la voy a coger de vez en cuando pero sin alimentarle falsas esperanzas.
La verdad que Susana es una excelente asistenta, tiene todo impecable.
Cómo a la semana de que estaba en casa, ella estaba lavando unas tazas y la abrazo por la espalda, pegando su cola contra mi pija, «hola hermosa, como estas?», le dije apretando sus tetas, «bien señor, y usted?», me dijo dejando que le acaricia las tetas, «pensé que no le había gustado estar conmigo», me dijo moviendo su cola contra mi pija, «te parece que no me gusta estar con vos?», le dije apartandome de ella y saco mi pija que se estaba poniendo dura, Susana la agarró con su mano y empezó a subir y bajar el prepucio, «me la querés chupar?», le dije agarrando sus tetas con mis manos, «lo que usted me pida señor», dijo poniéndose de rodillas y se la metió en la boca.
«Uffffff, que bien que la chupas, se nota que no es la primera vez que lo haces», le dije agarrando su cabeza y movía mi cintura metiendo y sacando mi pija de su boca.
«Le gusta como se la chupo?», preguntó metiendo de nuevo mi pija en su boca y siguió chupando.
«Me encanta como la chupas, quiero que me saques toda la lechita con la boca y te la tragues», dije gimiendo y moviendo mi pija en la boca de Susana.
Sentía su lengua pasar por mi pija, como besaba y lambia la cabeza, se la metía hasta la garganta, me la chupaba tan bien, que le agarré la cabeza y me empecé a acabar en su boca.
En ningún momento hizo ademán de sacar la pija de su boca, por el contrario, estaba saliendo la leche a chorros en su boca y Susana chupaba más fuerte.
Seguía de rodillas lamiendo mi pija después de haber tragado mi leche.
«Que rica leche tiene señor, una de las más ricas que he tragado», me dijo, se puso en pie y siguió haciendo lo que estaba haciendo.
«A muchos le tragaste la leche?», le pregunté apretando sus nalgas, «bueno, creo que no, al señor que trabajaba en su casa antes de venir y a dos enamorados que tenía en Perú», me dijo dejando que le siga acariciando sus nalgas.
El informático vino a casa y empezó a hacer las instalaciones de lo que yo quería hacer, estuvo viniendo como una semana, tiempo en el cual a Susana ni siquiera la toque.
Ella tenía libre desde el sábado al medio día hasta el lunes a las nueve de la mañana, me di cuanta que extrañaba que Susana no estuviera en casa.
El lunes cuando vino, yo estaba probando lo que el informático hizo, me alegré verla, le dije que no se cambie, que nos íbamos a desayunar fuera, hicimos compras para la casa.
Ella estaba muy bien arreglada, me gustaba como estaba, no podía dejar de mirarle la cola.
Llegamos a casa y le dije que se venga a mi dormitorio, «me va a cachar señor», me preguntó, «sí, te voy a romper la colita», le dije besando su boca.
«Me deja duchar?», me pidió, «no, así sudadita como estás te quiero», le dije y la desnude completamente, la acosté boca arriba, abriendo sus piernas con mis manos, viendo esa concha peluda pero muy prolija.
Me puse entre sus piernas y se la empecé a chupar.
Susana gemia, a mi el sabor a pis que tenía, ese sabor característico de una mujer en celo, me volvía loco, que delicia de concha tiene Susana, la di vuelta, poniéndola.
con esa colita redonda para arriba, pasé mi lengua por su ano, ese sabor entre amargo e indefinido me volvió loco.
LeMe lambia el ojete, apoyaba mis labios y succionaba, quería meter mi lengua, ella gemia fuerte, sacó su cola más para arriba y se abre las nalgas.
«Te gusta Susi?», le dije lambiendo su ojete, «siiiiiiiii, me encanta», gritó moviendo su cola con mi cara entre sus nalgas.
Saqué vaselina de la mesita de luz y le pasé bastante por su ojete, metiendo el dedo dentro de su cola, estaba tan relajada que el dedo le entro sin que dijera nada.
Me pasé vaselina por mi pija, la acomode en cuatro patas en el borde de la cama, le dije que abra sus nalgas y acomodando mi pija y escuchando sus gemidos cuando se la empecé a meter eran muy excitantes.
Sentia sus haaaaa, a medida que mi pija entraba en su cola, sentía como se abría su ojete hasta que se la metí toda.
Susana gemia, daba hayes de placer cuando empecé a mover mi pija bien adentro de su cola.
«Que rico me cachas por el chiquito, me gusta, rompe bien mi chiquito», me pedía sin dejar de abrir sus nalgas y disfrutando como le estaba cogiendo la cola.
«De quien es esta cola?», le decía sacando casi toda la pija y se la metía fuerte, haciendo que Susana grite de placer.
«Tuya mi amor, tuya, tú la haz roto», gritaba Susana dejando que le coja fuerte la cola.
«No pares, no pares Nahuel, sigue cachando fuerte mi chiquito que me gusta mucho», me decía moviendo su cabeza para los costados, «sigue, sigue, no pares que estoy llegandooooo», gritó apretando mi pija con su ano y convulsionaba su cuerpo.
Fue tremendo cuando me empecé a acabar dentro de la cola de Susana, temblaba, pegué bien su cola contra mi cuerpo y no podía dejar de moverme.
Los dos no dejabamos de jadear, de dar fuertes hayes de placer.
Poco a poco nos fuimos relajando, yo seguía con mi pija dentro de la cola de Susana.
Me pidió que se la saque porque le dolía el ano.
Tanto mi pija como su ojete, estaban sucios de sangre.
Le empecé a besar las nalgas mientras miraba como salía leche de su ojete.
Nuestra relación con Susana siguió siendo de jefe empleada, aunque seguíamos teniendo relaciones sexuales, jamás dormimos juntos.
Fue una suerte para mí el haberla encontrado.
Quiero ser ella