Mi empleada me inicio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por RoomF.
Parte 1: Mary
Desde que puedo recordar mi familia acostumbraba emplear a una chica para ayudar en los quehaceres del hogar, en aquella época mis padres trabajaban y querían asegurarse de que sus hijos no estuvieran desatendidos.
Me presentaré, mi nombre es Javier y soy el menor de mis hermanos. Somos tres, la mayor es Andrea, el segundo es mi hermano Juan y yo soy el último. Mi hermano es solo dos años mayor que yo, mientras mi hermana si me lleva 10 años, por lo cual, mientras yo tenía 6 y recién estaba empezando en el colegio, ella ya estaba a punto de acabar.
Pero eso no es importante, lo importante es que cuando mi hermana cumplió 17 años (o 18, no puedo recordar bien) se consiguió un enamorado, hasta donde yo tengo entendido era su primer novio, entonces, ella pasaba mucho tiempo con él en la calle. Mi hermano desde chico desarrolló aptitud hacía los deportes entonces solía quedarse luego de clases en el colegio para practicar natación o futbol, por lo cual, a las 2 de la tarde yo era el único de los hijos en llegar al hogar.
Mi familia nunca ha sido de tener mucho dinero. No hemos vivido con el dinero a las justas tampoco, pero no se podría decir que vivíamos ostentosamente, o por lo menos no era así en aquellos años. Como dije, mis padres querían a alguien en casa para que ordene las cosas y nos echará un ojo, pero no tenían el dinero suficiente para realmente contratar a alguien, así que hicieron lo que muchas otras personas hacían y eso era encontrar a una chica de la sierra del país y traerla a vivir con nosotros.
Yo tenía 7 años y, por lo que recuerdo, la chica debía tener 15, ya que era joven, un poco menor que la edad de mi hermana. Obviamente para mí era “mayor”, pero yo era un niño y todos los no niños me parecían adultos en aquella época. Su nombre era Mary, y como dije, era de la sierra del país. Eso no quiere decir que fuera una persona que anda con polleras ni nada por el estilo, ni tampoco tenía problemas para hablar el idioma, simplemente tenía costumbres de su zona. Pesé a que las mujeres de la sierra tienden a vestirse con vestidos largos nada reveladores, Mary era mucho más liberal, solía usar una falda verde militar (que acababa justo encima de las rodillas, pero para ella eso era ser rebelde) y un polo celeste manga corta que definitivamente era una talla menos a lo que debería, ya que se le pegaba al cuerpo.
Sí soy un terrible narrador me disculpo, pero la emoción de relatar esta historia me afecta, mi corazón se acelera y mi entrepierna se despierta mientras me pierdo en los recuerdos, sumergiéndome en las imágenes de aquella época.
Mary siempre usaba polos pegados a su cuerpo, al grado que parecía que en vez de ropa solo se pintaba la piel, y era una persona muy alegre. Supongo que su actitud era lo que más llamaba la atención de los vecinos, ya que recuerdo que cuando ella iba a la tienda a comprarme cosas siempre algún viejo verde le decía cosas en doble sentido y ella nunca captaba las indirectas – luego aprendería que aparentaba no entenderlas- y nunca dejaba su forma de caminar tan particular, dando pequeños saltos como una niña en pleno bosque, y cada salto hacía subir su falda un poco más.
Como dije, la chica era muy alegre, y supongo que debido a eso siempre me han gustado las chicas que sean alegres y vivas pese a que yo crecí para ser totalmente lo opuesto a eso. Pero en aquella época yo también estaba lleno de energía y vivacidad.
Mis padres fueron personas estrictas con ella, y le prohibieron tener un novio, volviéndose casi una prisionera en nuestro hogar, su vida solo giraba a servir a las personas con las que vivía, pero ella era tan feliz que a nadie parecía importarle. Y para mí era casi una compañera de juegos, yo llegaba a la casa y ella había aprovechado todo el día para hacer todos los quehaceres, así que nos dedicábamos a jugar juntos hasta que mis padres llegaran. Y cuando empecé a jugar con videojuegos ella siempre estaba dispuesta a ser el segundo jugador.
Nuestra dinámica siempre era igual, yo llegaba del colegio, y pese a mi edad, ella procedía a llevarme a mi cuarto y cambiarme del uniforme de la escuela a mi ropa para la casa; mis padres definitivamente criaban a un holgazán. Si me esfuerzo todavía recuerdo como ella solía quitarme los pantalones…lo hacía suavemente, y siempre frotando sus dedos contra mis muslos. De ensueño.
Pero, el no dejarle tener novio también tuvo sus consecuencias…la chica debía buscar una forma de calmar las hormonas, por lo cual la chica desaparecía en su cuarto por media hora luego de estar un rato conmigo. Mary solía darse una ducha y luego de todo, regresar y seguir a mi lado, siempre pareciendo un poco más calmada que antes.
Poco a poco ella fue dejándome más de lado, y capaz porque yo ya estaba empezando con mis propias hormonas (para esta época yo ya había cumplido 12, y ella tenía 20) no me importó mucho. Aún pasábamos mucho tiempo juntos pero ya no éramos compañeros, más bien ella se apoderaba de mis cosas mientras yo solo la observaba. Sus hormonas debían haberse calmado un poco para aquella época, ya que no se iba a “duchar” tanto, de hecho, se había vuelto un poco sucia, pero a mí no me importaba.
Le habían regalado un polo nuevo en navidad, pero que usaba tan a menudo que se gasto inmediatamente, algo que a ella no le importaba, ya que seguía usando como de costumbre. Era un polo celeste que revelaba un hombro, y ella siempre lo usaba para revelar el polo derecho. Recuerdo que era un polo gastado, pero que ella usaba orgullosamente, siempre el mismo look. Polo celeste revelando su hombro, y como todos los demás, el polo se le pegaba al cuerpo mostrando perfectamente sus dos pechos, que eran pequeños pero perfectamente redondos, pelo negro en cascada y su falda verde que siempre revelaba sus dos piernas bien torneadas, y sus pies descalzos solo cubiertos por unas sandalias blancas.
No era el look más sexy de todos, pero a mí me encantaba. Y todavía recuerdo las tardes en las que estábamos en mi cuarto, ella echada en el piso boca abajo, con el control del nintendo en sus manos, jugando un juego para un solo jugador. Yo en mi cama concentrado en iguales dosis en el juego y en ella…observando su pelo y su hombro, y luego posando mi mirada en su trasero, solo para ser desconcentrado cada vez que ella movía los pies, siempre los tenia arriba, moviéndolos ligeramente, sus sandalia derecha siempre colgando en el aire, y ella solo la sujetaba con un dedo.
Yo no supe porque me quedaba ensimismado viéndola hasta un día que con ella vimos un capítulo de los cuentos de la cripta. Trataba sobre una chica que trabajaba en una granja…una rubia delgada y buena que estaba limpiando la cocina mientras su patrón la observaba por un hueco que había hecho en la pared…ahí supe, y por primera vez me calenté de sobremanera al ver a una mujer, y desde ese momento miraba más descaradamente a Mary.
Pero si desarrolle una fijación por los pies…sus pies siempre tan cercanos a mi rostro, siempre tentándome. Todos los pies…moviéndose tan cerca, y yo observándolos. Debía saber el efecto que tenía en mí, y capaz por eso siempre que yo hacía algún comentario de cómo yo quería jugar o ver algo, ella solo decía “en un ratito” y se movía un poco “casualmente” revelando un poco más de hombro, o subiendo un poco su falda, y yo me olvidaba de todo.
Sus pies no eran muy limpios, no eran sucios ni apestaban, pero no estaban súper cuidados ni nada…pero aún así pensaba en metérmelos a la boca, a lamerlos, besarlos, olerlos, hacerle de todo a ella.
Hasta aquel día en el que todo cambió.
Recuerdo llegar de la escuela y encontrarla reemplazando un bombillo de la sala, ella encima de un pequeño banco, dándome la espalda. Me pareció curioso, ya que parecía que acababa de subir, y al acercarme a ella puse ver que el control del televisor estaba en el sofá, obviamente ella había estado viendo la televisión y, si la pintura de uñas era alguna indicación, había estado haciendo cualquier cosa menos haciendo su trabajo. Solo se había subido a ese banco cuando yo llegué.
Cualquier pensamiento de reclamarle esto se perdió en mí al verla detenidamente. Ella se estaba estirando para poner bien el foco, haciendo que su polo se le subiera y dejara ver todo su estomago. Mis ojos pasaron de la punta de su cabeza, recorriendo toda la fuente de pelo negro, pasando por su cintura descubierta y posándose en su trasero, siempre toneado y saliente. Su postura la hacía marcar la cola y el estirarse hacía que su falda revelará más y más de sus piernas. La verdad es que en esa época yo estaba excitado todo el puto día, pero la visión que tenía delante de mí era suficiente para hacerme explotar. Mary volteo a saludarme, pero solo movió mitad de su cuerpo, dejándome su trasero mientras me miraba, sonriendo mientras mostraba su hombro desnudo, diciéndome que mi comida estaba servida pero que debería comer en mi cuarto, ya que ella estaba ocupada en la sala.
La idea de irme a mi cuarto a correrme la paja sonaba tentadora, pero yo quería seguir viendo a Mary, que justo terminaba de poner el foco y se bajaba de la banca, mostrándome que hoy había decidido acortar su falda más de lo usual, ahora revelaban medio muslo, lo cual me hacía agua la boca.
“¿No quieres venir a jugar Nintendo un rato?”
“No puedo, tengo que barrer la casa, y luego me quiero dar un buen baño, y ya para ese rato tu hermano ya habrá llegado y el odia que entre a tu cuarto”
Era verdad, pero yo necesitaba ver más de ella, esa pequeña imagen cuando llegué me había encendido, y no pensaba rendirme.
“¿Qué tal si yo barro la sala y los cuartos rápidamente, mientras tu tomas tu ducha y así si tenemos tiempo?” le dije atropellando mis palabras. Ella sonrió y pareció pensarlo, pero luego frunció el ceño.
“Todavía me falta comer a mi también…y tu sabes que me demoro. Mi comida no es tan rica como la tuya, tu sabes cómo es tu mamá”
Mi madre siempre preparaba comida para nosotros, pero Mary no tenía permitido comer lo mismo que nosotros, en cambio ella siempre tenía una olla para ella que debía durarle dos días, y usualmente eran comidas feas ya que Mary solo podía usar los ingredientes que compraban para “su comida”. Pero ella nunca se había quejado de eso, y cuando me habló parecía querer dar a entender algo, yo no tardé en saltar a la oportunidad.
“Bueno, comete mi comida, yo no tengo mucha hambre realmente, ¿te parece?” ella sonrió y dio un pequeño salto de felicidad mientras decía gracias e iba a la cocina, siempre con su clásico saltito. Yo la vi y procedí a limpiar la casa rápidamente, no almorcé pero todo valió la pena porque luego de que ella se bañara se volvió a poner la falda como en la mañana, mostrando los muslos y yo podía observarla mientras estábamos en mi cuarto.
Y esa se volvió la dinámica. Con el tiempo ya no tenía que decirme nada, se volvió una costumbre que yo regresara rápidamente del colegio para encontrarla viendo televisión. Luego comeríamos juntos en la sala, ella mi comida mientras yo almorzaba el plato destinado a ella (Que cada vez sabía peor, asumo que Mary ya no le tenía cuidado ya que sabía que esa olla no sería destinada a ella). Luego ella me diría que se iba a tomar una ducha y yo haría todo lo que ella se supone debería hacer, y después de eso ella siempre saldría recién bañada y con la falda subida a mi cuarto.
Y así pasaríamos la tarde. Ella en mi cuarto jugando mis juegos y usando mi televisor como el suyo mientras yo lo único que hacía era observarla y babear. Y la única vez que se me ocurrió quejarme de eso, que fue un día que mi mamá dejo preparado mi plato favorito, ella me prometió una recompensa si no decía nada más.
Al salir de la ducha, ella usaba su falda como una mini…y su falda ahora terminaba exactamente en su cola. Ni más está decir que durante semanas no me quejé de la dinámica en la que me encontraba. Pero cada vez íbamos más y más. Ella pedía más cosas de mí y yo las daba felizmente ya que siempre le encontraba algo positivo. Si ella me mandaba a lavar las ropas significaba que podía tocar sus calzones, y si me pedía un masaje a los pies…significaba que podía tocar (si bien no lamer) esos pies que tanto me enloquecían.
Y empecé hasta a perder dinero. Por ella empecé a faltar a clases para poder ir al mercado y comprar las cosas (de mi propio dinero) de la casa, así ella podía quedarse con el que le daban. Al principio me rehusé a eso, pero ella me lo pidió mientras le hacía un masaje, y ante mi negativa solo bastó que aleje su pie de mis manos, para luego posarlo en mi mejilla y añadir un “¿por favor?”
Yo acepté inmediatamente mientras ella posaba su dedo gordo del pie en mis labios, dándome por fin el visto bueno para lamerlos. Estuve chupándole los dedos y lamiéndole el pie por unos buenos quince minutos en ese momento.
Hacía cualquier cosa por sus caricias, y si acababa las cosas rápido, y bien, ella me permitía lamerle los pies mientras le hacía masajes. Nunca me sugirió nada más, y yo no presionaba el asunto, estaba demasiado ensimismado en el momento.
Pero yo me había vuelto el puto empleado y perdía dinero rápidamente, y mis hormonas exigían más. Así que un día que ella se fue a bañar yo me apresuré a terminar todo antes que ella saliera de la ducha, lográndolo mientras escuchaba la ducha cerrar. Cegado por la calentura corrí hacía su cuarto, como si de un dibujo animado se tratará, tenía la lengua para afuera y la erección en mis pantalones me empezaba a doler, pero todo valió la pena.
Abrí la puerta y la vi salir del baño, envuelta con una toalla que le cubría el cuerpo. El pelo mojado y su cara sorprendida me excitaron de sobremanera, igual que el conocimiento de saber que estaba desnuda debajo de todo eso. Mary apretó la cara mientras me preguntaba que hacía así y yo exploté. Le dije que no seguiría siendo su esclavo sin recibir nada a cambio, que estaba harto y merecía un escape. Para enfatizar mis palabras me abrí el pantalón y mostré mi erección.
Lo más poderoso de todo fue que ella no se molestó, no se negó, no me odio. Solo sonrió, y me pidió que me acerque. Agarro mi rostro en sus manos y me dio un fuerte beso en la boca. Luego me confesaría que había estado esperando por este momento, que se preguntaba cuando el “pobre niño” se hartaría se pajearse y vendría a pedirle algo de acción.
Nuestras lenguas se encontraron y yo hice lo mejor que pude. Mi cuerpo empezó a calentarse y el de ella también. Nos sentamos en su cama mientras atrapaba sus labios con los míos y daba todo lo que tenía dentro de mí. Mis manos temblaron mientras pasaron de sus hombros desnudos a sus muslos, pero ella tomó cargo de la situación y forzó mi mano a agarrar sus piernas con fuerza. Eso bastó para que perdiera todo el miedo y nerviosismo y empezará a pasar fuertemente mis manos por sus piernas, de arriba abajo, acariciando sus rodillas con mi pulgar. Ella me hizo caer en la cama y empezó a besar mi cuello mientras se ponía en 4, yo posé mis manos en su culo, sintiéndolo por encima de la toalla.
Luego ella se alejó y recostó en la cama, haciéndome poner encima de él. Y en esa posición se abrió la toalla. Era la primera vez que veía a una mujer desnuda, y Dios, que mujer. Tomé uno de sus pezones en mi boca mientras acariciaba el otro con mi mano, y como podía trataba de acercar mi pene a su vagina. Estaba babeando todo su cuerpo pero a ella no parecía importarle, solo la vi verme lamer su pecho antes de que cerrara sus ojos y apretará mi cabeza más fuertemente contra su pecho.
Pero cuando mi pene empezó a acercarse peligrosamente a su vagina ella me pidió que me detenga. Gruñendo me detuve y ella me explicó que no podíamos tener sexo porque sería contra la ley. A mi francamente me importó un carajo e intenté imponerme sobre ella, pero ella era mayor que yo y yo seguía teniendo una pobre condición física, por lo que ella me gano en fuerza. Me sujetó debajo suyo y me dijo que no se la metería ni hoy ni nunca, pero que eso no significaba que no podríamos tener un poco de diversión.
Luego de advertirme que si intentaba algo más me sacaría los dientes a cachetadas, empezó a quitarme el pantalón, tal y como solía hacer cuando yo era un niño. Y en vez de hacerme sentir raro todo eso me excitó.
Ya con los pantalones abajo y el pene al aire ella posó su mano en mi verga, y yo gemí ante el tacto. Pese a todo, seguí siendo joven y para ser mi primera experiencia, estaba durando bastante bien. Mary sonrió y empezó a subir y bajar, y la sensación fue mejor que cualquier paja anterior que me haya dado. Pero estaba cerca a venirme, y se lo hice saber.
Ella se detuvo inmediatamente, y se volvió a echar, pidiéndome que me recueste a su lado. Ahí es que guió mi mano hasta su vagina y yo, perdido completamente en el mar de sensaciones, empecé a tratar de meter mis dedos en su vagina. Digo tratar porque no lo estaba haciendo bien, y ella molesta tuvo que volver a guiar mi mano hasta la entrada propia de la vagina, que ya es donde mis dedos se perdieron en su interior.
En el colegio siempre me jodían por tener los dedos extremadamente largos, pero ese día descubrí que cualquier chica en el futuro no se quejaría de eso para nada. Mis dos dedos se perdieron en su interior, y ella no quería que los saque para nada. Empezó a moverse y gemir, pidiendo que de círculos con mis dedos. Yo no perdí tiempo y capturé su pecho en mi boca mientras continuaba.
Ella siguió gimiendo y su cuerpo seguía irradiando calor, yo ni siquiera podría decir donde estaba ni nada. Me alejé un poco y empecé a sacar y meter mis dedos, y ella abrió más las piernas mientras gemía aún más. En mi ultima arrebatida metí tres dedos y mordí su pecho izquierdo, y ella entre una mezcla de grito de dolor y de excitación terminó de correrse.
Pero yo no había terminado. Me paré a un costado de la cama y empecé a darme la masturbada del siglo.
Lastimosamente solo me di dos o tres movimientos antes de que la emoción del momento me ganara y terminara corriéndome como nunca antes encima de la toalla de Mary, mi intención era bañarla en mi semen pero falle miserablemente.
La cabeza me empezó a dar vueltas y regresé a mi cuarto cansado. Mary solo me sonrió y en un tono de falsa molestia me dijo “Voy a tener que volver a ducharme”
A partir de ahí si me volví el empleado a tiempo completo de ella, pero una experiencia como esta no se repitió. Mary solo estuvo en mi casa dos meses más antes que la despidieran, mi madre se enteró que estaba saliendo con uno de los hijos de los vecinos (y ahí me explique porque ella no era virgen cuando yo le metí los dedos) y la despidió.
Pero en ese tiempo si hubo muchas oportunidades en las que le metí dedo mientras ella estaba con ropa, pero como dije, nada tan salvaje como la primera vez.
Eso ya se reservó cuando llego Ruth…
¿Continuará?
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