Mi entrenador y yo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Pues bien, para que os pongáis un poco en situación: Mi nombre es Ariadna, tengo 20 añitos aunque esta historia ocurrió hace dos años. No he podido olvidarla y quiero compartirla con vosotr@s para que la disfrutéis un poquito de todo lo que he disfrutado yo. Mi cabello es marrón clarito. Mis ojos son claro, mi boquita es pequeña, mi lengua juguetona…Mi cuerpo es menudo, lo cierto es que tengo cuerpo y cara de niña, incluida mi voz.
Mis pechos son pequeños, mi culo redondito y suave, de vientre plano… y se me notan un poco los huesos de la cadera. Ricardo debe de tener alrededor de 40 años, esta en forma física, es muy peludo corporalmente y tiene alguna que otra cana. Sus ojos son marrones oscuros, y una boca muy sensual.
Todo comienza con una lesión en un partido medianamente importante. Una chica más grande que yo me empujó para que no llegara a coger el balón , y caí al suelo lesionándome la rodilla. Pararon el partido, pitaron falta y como no podía seguir jugando mi entrenador me llevó al banquillo. Tras ir al médico al final del partido, informé a mi entrenador y éste me dijo que si no era molestia para mi, siguiera yendo a los entrenamientos para ver las jugadas y con el tiempo ir recuperándome mediante ejercicios. Y así fue. Al cabo de una semana empecé con ejercicios de estiramiento y movilidad. Sacaba una estirilla, me la dejaba en una sala al lado del pabellón, y me iba diciendo qué ejercicios hacer.
Y ahí estaba yo, acostada sobre la estirilla, en pantalón corto, descalza y con una camiseta de manga corta. Y él debía de tener 40 años pero a pesar de no ser muy atractivo había algo en el que siempre me llamara la atención. Tenía algunas canas, era peludo en todo su cuerpo, pero siempre sonreía. Quizás era eso lo que me llamaba la atención. Ricardo me cogió, de la pierna no lesionada con una mano tocándome el muslo de la pierna por dentro y con la otra el tobillo, abriéndome las piernas un poco. Sus manos se dirigieron a mi otro tobillo y empezó a estirarlo hacia atrás. Como me dolía fue a por una crema. Cuando llegó, se arrodilló en frente mía, me remangó el pantalón (Bastante… para tener lesionada la rodilla.)Parecía que estaba en braguitas. Empezó a echarme la crema y a masajearme el muslo ya que algo también me dolía, pero los masajes, la mayor parte del tiempo siempre eran en el muslo. Siempre me subía mucho el pantalón. Quizás fueran paranoias mías. Pero dejaron de serlo, cuando en un "descuido" su dedo rozó con mi cosita..
Abrí más los ojos, sorprendida, pero no dije nada. No quería crear un momento incómodo. Fueron dos o tres veces más que me rozó ahí… Y ya solo con la impresión me empezó a latir más rápido el corazón. Luego empezaron los estiramientos y él se ponía de rodillas en frente, subiéndome la pierna poco a poco, no debía doblarla pero no conseguía estirarla del todo sin que me doliera. Me dijo que quería ver mi flexibilidad con la otra pierna para que comparara con la lesionada. Y lo cierto es que soy bastante elástica. Así que cogió mi pierna derecha, la dejó en su hombro izquierdo y con una mano me agarraba la pierna, súper cerca de mi cosita y con la otra mi rodilla para que no la flexionara. Poco a poco se iba echando para delante, hacia mi. Con todo su cuerpo pegado a mi pierna. Notando el roce de su mano con mi cosita. Mi corazón seguía latiendo con fuerza. Me decía que respirara hondo y me relajara para que siguiera estirando la pierna. Pero llegó un punto que no podía más por la otra pierna ( y por el calor que empezaba a tener).
¿ Estaba muy salida yo o a caso él se estaba propasando? Hicimos unos cuantos estiramientos más: que si ponerme a cuatro patas e intentar estirar la pierna lisiada, hacer la "bicicleta" en el suelo, ponerme de pie y mientras él estaba detrás mía agarrándome de la cintura por si caía mientras yo me agachaba con el objetivo de tocar la punta del pie…
Al terminar mis compañeras y yo el entrenamiento, fuimos a las duchas. Como son individuales y solo hay tres tuvimos que hacer turnos para las que se duchaban allí. Yo como era muy lenta, y más lesionada, preferí ducharme de última. Poco a poco se iban yendo, y quedamos yo y mi torpeza duchándonos. Cuando ya estaba terminando, se fue la última que quedaba a parte de mi. Estaba terminando de enjaguarme y… genial. Apagaron las luces. Pensaron que no había nadie y se olvidaron de mi. Y no me quedó otra que gritar:
-eeeeeeeeeh!! Que todavía quedo yoo joliiin!!- Nadie me escuchaba. -Ricaaaaaaaaaaardoooooooo!!!!!- grité a pulmón abierto. Justo escuche unos pasos acercándose al vestuario, quise alcanzar la toalla para secarme e irme rápido pero resbalé y caí. La rodilla a penas me dolió pero mi culo se llevó todo el golpe. Qué gran día estaba teniendo… pensé para mí con ironía. Y justo entró mi entrenador mirando si había alguien con cara de desconcierto. Y en el mismo suelo estaba yo, desnuda y con la toalla medio tapándome.
-Ari!! oh dios estás bien?
– Riicaar! – le miré haciendo un gesto para que no me mirara
-Perdón!! – me dijo mientras se dio la vuelta. -¿ Necesitas que te ayude a levantarte?
-am.. espera. – Primero me tapé con la toalla que estaba bastante mojada por tocar el suelo, me la enrolle y traté de levantarme. Pero entre el suelo mojado y la rodilla no conseguía levantarme. -Puff.. que vergüenza Ricardo! Ayúdame por fa, pero no me mires… – le dije sonrojada. Él se dio la vuelta y vino hacia mí. Me cogió en brazos y me levantó. Me dijo además que ya no quedaba nadie, que iba a llevarme a enfermería a vendarme la rodilla por si acaso y a darme otra toalla.
Le di las gracias mientras me tocaba el culo tratando de taparme con la toalla. Me puso sobre la camilla pero al dejarme en ésta se desprendió la toalla y rápidamente fui a taparme. Lo primero que pensé fue: Menos mal que estoy depilada. Ambos nos miramos sorprendidos y sonrojados. Yo no sabía si me llegó a ver, por lo que no paraba de mirarle al pantalón del chándal por si notaba un bulto que me lo confirmara. Él fue a buscarme la toalla, se dio la vuelta tras entregármela y hice el cambiazo. Yo me puse de lado y él me notó molesta. Me preguntó qué pasaba y le dije que me hice daño al caerme. Se ofreció a masajearme y yo de nuevo le miré sorprendida y enrojecida:
-Ricardo! Me golpeé en el culo.. y aunque me duele.. no sé- dije mordiéndome los labios y aprovechando para mirarle su cosita por si se la notaba.
– A mi no me causa problema, anda date la vuelta.
Yo me di la vuelta despacio, no quería que se me viera nada. Pero estaba impactada. Se le notaba su cosita y era bastante grande. Empecé a notar mi cosita algo húmeda por lo que cerré las piernas, como tratando de que no se notara. Él me empezó a masajear con la toalla puesta y tapada a pesar de que no era muy grande y cubría lo justo y necesario. Empezó a tocarme, una mano en cada nalga, a hacer circulos… Yo notaba como se abría y cerraba mi culo. Al poco, noté sus dedos pulgares tocando mi piel, parte de mis nalgas, como si la toalla se subiera un poco. Él bajo las manos un poco más, estaban justo en el límite de mis nalgas, tocando ya mis piernas y haciendo el mismo gesto de abrir y cerrar. Mientras, yo me agarraba a la camilla, ya ni me dolían, estaba excitada y muy avergonzada. Ricardo me separó un poco las piernas y empezó a masajearme una pierna justo donde empezaba mi culo.
Pero sus dedos rozaban mi cosita y me empezaba a poner nerviosa. Quería que me tocara ahí, pero a su vez sabía que no era apropiado. Sin pensarlo, me moví un poco para ponerme más cómoda y de paso girar la cabeza hacia el lado que estaba él. De este modo, la toalla se subió otro poco y yo creo que se me veía más que suficiente mis partes intimas. Él no dijo nada. Siguió masajeándome, tocándome ya el culo desnudo. Yo me quedé pasmada para su cosita.. ¡era tan notoria..que se me hacía la boca agua! Él me miró justo cuando estaba mirando para su pene erecto y cuando me di cuenta, le miré a él. Sorprendida y avergonzada miré para otro lado, mordiéndome de nuevo los labios. Cerré un poco las piernas pero él en seguida se me las abrió un poco más. Siguió masajeándome demasiado cerca de mi cosita, rozándola a cada rato con sus dedos mientras yo quedaba paralizada.
Al rato me dijo que me diera la vuelta. Lo hice despacio, pendiente de taparme un poco, -había un silencio absoluto, solo había luz en la enfermería, el resto de luces estaban apagadas, me sentía incómoda por la situación pero a su vez muy excitada- Ricard siguió masajeándome los muslos aunque fuera la zona que menos me doliera, siempre aproximándose a mi cosita.. que ya estaba húmeda. Yo me llevé el dedo a la boca y mientras me tocaba el labio lo miré con cara de inocente. Como me avergonzaba que pudiera notar que estaba mojandome cerré cuanto pude mis piernas. Él quiso abrirme de nuevo ya que no le dejaba espacio para poner sus manos en mi pierna pero yo hacía fuerza para no abrirlas mientras miraba sonrojada hacia otro lado.
-Abre un poco las piernas Ari, sino no puedo masajearte. – me dijo. Yo me negué con la cabeza mientras evitaba su mirada en mi. – ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
-Sí! Creo que ya me encuentro mucho mejor, gracias!- Le respondí rápido debido a lo nerviosa que estaba y en seguida me senté poniéndome en frente de él. Fui a levantarme esperando que él se echara hacia atrás y me dejara irme, pero se quedó quieto y, al levantarme, a parte de que le pisé sin querer, quedamos muy muy pegados. Tanto que notaba su erección y el calor que desprendía ésta. -uh.. perdón por pisarte- Al momento me eché hacia atrás apoyándome en la camilla, ambos nos quedamos mirándonos hasta que rompió el hielo.
– No pasa nada, pero ¿Por qué tanta prisa ahora? ¿ Estás bien? ¿ Te hice daño? – Me dijo. Y tras insistir un rato, le acabé diciendo, aún no sé cómo, que me sentía mojada. Él al momento me preguntó si sabía a qué se debía eso y le dije que sí. De repente, tomó el atrevimiento de preguntarme si quería tocársela. Yo dije que no avergonzada y él cogió mi mano y se la llevó a su gran bulto. Al momento quité la mano, sonrojada. Y él me dijo "no tengas miedo" y me la volvió a llevar a su pene, agarraba mi mano y me la apretaba, de tal forma que era mi mano la que estaba apretando su pene. Solté sin querer un pequeño gemido. Él suspiró y besó. Me quedé inmóvil hasta que su lengua entró en mi boca y comenzó a jugar con la mía. Me excité tanto… Me apartaba el pelo con una mano mientras que con la otra me rodeaba la cintura y me acercaba a su cuerpo. Me besaba el cuello y yo cerraba los ojos dejándome llevar. Me gustaba tanto que me agarraba fuerte a él, y en un impulso me cogió en el colo y me sentó en la camilla abriéndome las piernas.
Nos besamos efusivamente, le mordí el labio, y comenzamos a respirar más fuerte. Se quitó la camiseta y volvió a besarme alocadamente. Estaba desenfrenado y eso solo provocaba que me calentara más. Una de sus manos bajaba recorriendo mi cuerpo, rozaba un pecho, lo tocaba con fuerza y siguió bajando. Llego hasta mi cosita donde empezó a masturbarme, haciendo círculos en mi clítoris. Yo abría la boca, caliente y sorprendida, excitada. Y no me quedó otra que hacer lo mismo, así que le bajé los pantalones como pude mientras le miraba en silencio. Empecé a tocársela por fuera del pantalón. A moverla al mismo ritmo que él me lo hacía a mí. De vez en cuando paraba y cerraba los ojos, me estaba gustando demasiado. Movía mi cadera inconscientemente y soltaba pequeños gemidos que a mi entrenador le excitaban muchísimo. A continuación, fue un segundo a por la camilla de repuesto que estaba en una esquina de la habitación, la junto con la mía, se bajó y quitó los calzoncillos, y me dijo que me acostara.
Una vez lo hice él se puso encima mía, me quito la toalla mientras nos besabamos y empezó a jugar con mis pezones. Son pequeños pero muy sensibles, por lo que cada vez que los rozaba me excitaba. Se dio cuenta y empezó a besarlos y a chuparlos. No podía evitar gemir, me movía y estaba inquieta. Me agarró fuerte y me tapó la boca. En un principio me asustó, pero en cuanto empezó a moverse encima mía, rozando su pene con mi cosita, sintiendo ese deseo que le devoraba… no pude dejar de gemir. Gemía como una niña pequeña avergonzada. Luego, se cogió su erecto pene y a punto hacia mi vagina, jugó un poco en la entrada. Me encantaba sentirla tan cerca. Sentir su deseo, su respiración en mi oreja…Empezó a metérmela poco a poco, pero me dolía. Era muy grande para mi estrecha vagina por lo que cerraba los ojos fuerte y me agarraba muy fuerte a él esperando que me la metiera toda y dejara de dolerme. Sus jadeos me excitaron todavía más, y eso ayudó a que me relajara y pudiera hacérmelo más rápido.
Me agarró con una mano la nuca y me empezó a penetrar fuerte, sentía sus huevos golpear mis nalgas. Cada vez gemía más fuerte, el trataba de taparme la boca y yo le agarraba lo más fuerte que podía. Después de estar así un rato, se separó y se acostó a mi lado, me mandó ponerme encima de él, pero como me dolía un poco la rodilla no se me ocurrió otra cosa que sentarme de espaldas a él. Me dijo que no era así como él me decía pero le valió igual, y cuando me la metió, empezó a tocarme las nalgas, a abrírmelas y a mover sus caderas metiéndomela toda. Parece ser que hasta entonces no me la había metido entera porque cuando lo hizo de un golpe no pude evitar gritar, me dolió. Pero de ese dolor… sentir placer. Él volvía a gemir, y con esa voz de hombre… me excitaba un montón. Parece que cogí confianza y le dije que esperara, quería intentar moverme yo. Me puse muy despacio de rodillas, haciendo peso en mis manos que estaban apoyadas en las camillas. Me dolía la rodilla pero quería probar qué se sentía. Así que empecé a mover mi cadera, de arriba a abajo despacio, cada vez más rápido. Él me decía: "uf… Ari.. aah". No pude evitar mirarle con una sonrisa picarona. Seguí moviéndome haciendo diferentes movimientos. Hasta que no pudo más, se erguió, me agarró de las tetas y me echó hacia atrás. Quedamos los dos boca arriba, me agarraba de la cintura mientras me penetraba. Aparté mi pelo hacia un lado y comencé a besarle. Después de un par de minutos me puso de lado, con sus manos por delante de mi cuerpo agarrándome de los hombros hacia abajo. Apenas podía moverme. Con su polla me penetraba fuerte y con ambos brazos me sujetaba y me llevaba hacia abajo. Empecé a sentir un cosquilleo, algo muy raro dentro de mí que me puso mucho y me volvía inquieta.
En cuanto bajo un poco el ritmo, con una mano le agarré de su cintura y le empujaba hacia mí. Quería más, no podía parar ahora. Y él me la metía y me la sacaba cada vez más lento, sintiéndola toda, mientras yo me desesperaba. La quería dentro, toda dentro de mí… "Métemela todo entrenador.. por favor" – le dije con una voz aguda. "No puedo máas…"- añadí. A lo que me contestó "está bien"- mientras sonreía. Yo me quedé algo desconcertada hasta que poco después lo entendí. Al momento me dio la vuelta y me puso boca abajo con las piernas casi cerradas, él se colocó detrás mía y comenzó a penetrarme.
En seguida se me abrieron los ojos como platos y no pude evitar soltar un largo gemido. Se notaba todo tanto… estaba tan caliente, tan mojado.. tan apretadito… Y cuando empezó a penetrarme fuerte, mi culo se movía inconscientemente. Me agarré fuerte a la camilla y hacia fuerza intentando aguantar. Sin querer también apreté mi vagina lo que puso como loco a mi entrenador. Siguió haciéndolo rápido y con una mano tocaba mi clítoris. Mi respiración se volvió entre cortada, mis gemidos eran maás largos… cerré fuerte los ojos y sentí como una especie de escalofrío por todo mi cuerpo. Mis piernas se estiraron, comencé a moverme, agarré muy fuerte el pelo de Ricardo y en unos segundos… llegué al orgasmo. Una vez terminé, él se la sacó y se puso de rodillas encima de la cabeza, me agarró del pelo y me metió su pene en la boca. Sinceramente me encantó. La chupaba con todas mis ganas, hasta que se me ocurrió chuparla aspirándola, mis mejillas se contraían hacia dentro y él comenzó a gemir "ooh… oh.. así así..Ari muy bien… aaah".
Yo lo miraba como se excitaba, y me la metí todo cuanto cabía en mi boca. A los pocos segundos me agarró más fuerte del pelo, sentí como se hinchaba su pene en mi boca y empecé a notar pequeñas convulsiones. Salieron de mi pequeños quejidos que provocó que saliera su semen disparado. Lo noté al fondo de mi boca y no tuve otra que tragarmelo.
Intenté echarme para atrás pero él cogió sus dos manos mi cabeza para mantenerla al fondo de mi garganta. Su sabor esa como salado..y lo noté muy pastoso. Cuando terminé de tragarla toda mi entrenador se limpió el sudor con la toalla que me había dejado. Al terminar me dijo que ya era muy tarde y que me llevaba él en el coche si quería. Y así fue.
Jamás pensé que pudiera suceder algo así, y menos con mi entrenador… pero fue fantástico!
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