Mi ex pareja, mi esposo y yo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Durante toda nuestra relaciòn habìamos mantenido una vida sexual muy activa, y la razòn de nuestra ruptura radicò en problemas de convivencia cotidiana.
Por ese entonces comencè a sentir una profunda atracciòn por un joven compañero de la empresa administrativa de bienes raìces para la que trabajo, mi actual esposo.
Richard es un hombre sumamente atractivo, rubio, de ojos verdes y elevada estatura, muy gentil, amable y romàntico. Apenas nos conocimos congeniamos de inmediato y al tiempo no podìamos dejar de coquetear en todo momento.
Mi relaciòn con Axel no tenìa una aparente soluciòn asì que durante los ùltimos meses solo discutìamos y nos alejàbamos cada vez màs hasta que èl regresaba dicièndome que todo iba a cambiar, pero nada mejoraba.
Richard sabìa que yo estaba pasando por una etapa de conflicto y se mostraba a veces paciente y a veces ansioso. Finalmente un buen dìa dejè de ver a Axel y comencè a salir con mi actual esposo a bares y otros lugares. coqueteàbamos y nos besàbamos pero yo no querìa tener sexo con èl hasta sentir que la relaciòn tenìa posibilidades de perdurar.
Cuando digo que "no querìa tener sexo con èl" era màs una obligaciòn autoimpuesta que un deseo, porque en realidad me volvìa loca de ganas de que mi nuevo amigo me hiciera el amor, ya que estaba literalmente "rendida ante èl".
Hacìa aproximadamente un mes que no tenìa sexo y lo cierto es que lo necesitaba. Saliendo con Richard lo ùnico que lograba era excitarme màs y màs, al mismo tiempo que sentìa una gran frustraciòn interna por el fracaso de mi anterior relaciòn. No sabìa si habìa tomado la desicion correcta o no, dejàndolo y si mi nueva pareja iba a funcionar o serìa un nuevo fracaso.
En ese torbellino de dudas, represiones y frustraciones me encontraba, cuando me vì en la obligaciòn de ir a la casa de mi ex para pedirle algunas de mis pertenencias que aùn estaban allì.
Comenzamos a hablar como personas adultas y me sentì contenida pese a que ya no estàbamos juntos. De pronto afloraron mis necesidades sexuales y en un arrebato de extrema excitaciòn, le pedì a Axel que tuvièramos sexo, a lo cual èl respondiò inmediatamente.
Lo hicimos sobre su cama en la postura del misionero, con mis piernas cruzadas alrededor de su cuerpo en un sofocante abrazo mientras que Axel trataba de lamerme los pezones para hacerme llegar màs ràpido al orgasmo. En todo momento nos acariciàbamos y nos dàbamos besos hasta que finalmente nos corrimos gritando de placer.
Era increìble lo bien que èl conocìa mi cuerpo y lo ràpido que lograba hacerme acabar. Quedè completamente aliviada y volvimos a hacerlo en dos oportunidades màs en la misma postura.
Axel supo còmo sacarme toda mi excitaciòn y yo quedè muy agradecida.
Cuando regresè con Richard, èl notò que algo me pasaba y le contè que habìa hecho el amor con mi ex. Se mostrò sorprendido pero no enojado. me preguntò si me habìa gustado y le dije que sì. le expliquè que estaba muy necesitada de sexo y que el salir con èl solo me volvìa màs loca y no querìa arruinar la relaciòn de entrada por mis conflictos internos.
En ese momento no le habìa dicho que lo hicimos unas tres veces a lo largo de una semana. Richard me dijo que la pròxima vez que estuviera excitada que lo hiciera con èl y no con mi ex, que si deseaba que una relaciòn fuera duradera, debìa de arriesgarme.
Asì lo hice y Richard se convirtiò en mi esposo y con el ùnico que he mantenido relaciones desde hace màs de catorce años.
Al dìa siguiente de haberme acostado con mi ex, Richard tuvo curiosidad por saber còmo habìa sido el sexo con mi ex en un comienzo.
Yo me reì al principio, pero luego comencè a contarle sobre la segunda vez que èl y yo tuvièramos sexo.
Esto fue en su departamento. Estàbamos haciendo el amor dentro de la bañera en la postura del perrito y mi ex novio Axel estaba demasiado excitado viendo la panoràmica de mis gluteos. Yo ya estaba a punto de estallar cuando èl se adelantò y llegò al orgasmo. ¡Què làstima, me faltaba tan poco! Pensè en ese momento.
Salimos del sanitario completamente desnudos hacia la habitaciòn. Pero cuando pasàbamos por la cocina comedor, la hembra en celo que cada mujer lleva dentro aflorò, y bloqueàndole el paso, me coloquè frente a èl, le dì mi espalda y restreguè mis glùteos contra su picha hasta que sentì que su flaxida polla cobraba rigidez. Luego me arrodillè y comencè a darle una increìble mamada.
Axel no podìa creer lo que veìa. Yo me estaba comportando como una autèntica prostituta y a èl le encantaba, porque sabìa que era solo para èl.
Reclinò su cabeza hacia atràs y se dedicò a sentir y disfrutar de lo que yo le hacìa gimiendo de placer. Ràpidamente su miembro se puso tan duro como una barra de metal, por lo que me coloquè en cuatro patas sobre el piso y le pedì que me la colocara al estilo perro nuevamente. Asì lo hizo y al momento de la penetraciòn, sentì un agradable escalofrìo en todo mi cuerpo, muy similar al que uno siente a veces en el cuello cuando està contracturado y alguien nos da un masaje.
La perfecta lubricaciòn de mi vagina junto a la polla endurecida de mi ex obraron maravillas. En pocos segundos sentì que me venìa nuevamente el orgasmo y le pedì, entre jadeos a Axel “que si podìa me follara con todas sus fuerzas”. Aceleramos los ritmos de manera brutal y follamos como animales hasta que se desencadenò uno de los màs potentes orgasmos que he tenido en toda mi vida. Gritè por primera vez de placer dando rienda suelta a todas mis sensaciones al mismo tiempo que sentìa còmo una gran sensaciòn de alivio se apoderaba de mi.
Aùn jadeando estaba, cuando Axel logrò correrse por segunda vez. Fue una tirada maravillosa que nos dejò muy relajados y satisfechos.
Richard se volviò loco de gusto al escuchar mi relato. Estaba tan excitado que no entiendo còmo no le diò un infarto.
Me dijo que hasta ese momento no habìa entendido tampoco èl, què habìa visto yo en Axel, pero que ahora lo comprendìa, que Axel era muy sexy y potencialmente viril y que sentìa una gran envidia por haberme hecho orgasmear de manera tan intensa.
Esa misma noche, cuando richard y yo finalmente lo hicimos, en algun momento durante la penetraciòn, me hizo un comentario similar a “què placer poder colocar mi polla donde tu ex lo hiciera durante tanto tiempo”. En ese momento no le dì importancia y con el correr de los dìas nuestro sexo se volviò excelente.
Varios años despuès, mi marido leyò en mi diario personal que yo me habìa tirado a mi ex tres veces en esa ocasiòn. No supe què contestarle cuando me lo preguntò, habìa pasado tanto tiempo y yo ya no le daba importancia.
Yo le dije que desde que nosotros habìamos formalizado hacìa 14 años, que nunca màs habìa tenido sexo ni con mi ex ni con nadie que no fuera èl.
Mi marido me preguntò si habìa logrado llegar al orgasmo durante esos encuentros y yo le dije que sì, que mi ex me habìa hecho acabar cada vez que tuvimos sexo. Èl me contestò que yo “era una chica increible, que habìa hecho muy bien en sacarme toda esa excitaciòn follando con mi ex, y que era bueno que yo lograra acabar en todas porque eso me hacìa bien para mi salud y que ademàs demostraba que yo era muy sexy y vanguardista”.
Mi marido me confesò que èl no deseaba verme ahora con otro hombre pero que si en esa semana en que follè con mi ex, hubiera tenido la oportunidad de vernos, le hubiera encantado.
Mi esposo desarrollò a partir de ese dìa un fetiche por el sexo interracial. En varias oportunidades me dijo que el solo pensar en mì siendo follada por un negro lo volvìa completamente loco y lo lograba excitarse sin importar que hubieramos tenido sexo segundos antes. Tambièn me manifestò que se sentìa orgulloso de que yo lograra tener tan buenos orgasmos como los que tengo, hacièndolo con èl, luego de que un amante tan viril y potente como Axel me diera los mejores orgasmos previos a conocerlo a èl.
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