MI GRAN AMOR
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dulces.placeres.
MI GRAN AMOR
Mauricio no fue el primero hombre en mi vida, tampoco fue el último, él no fue un amor más, él fue sin dudas mi gran amor, fue perfecto mientras duró, no importan los motivos, ya no estamos juntos, mi actual pareja es un buen hombre, pero está lejos de hacerme sentir lo que él me hacía sentir, la locura, el placer, el sexo, la fascinación, la lujuria, todo en mi mente tiene impregnado su aroma.
Sin dudas era diferente, se animaba a traspasar los límites, más allá de lo permitido, era capaz de llevarme del cielo al infierno en un chasquear de dedos.
Miles de recuerdos se anidan en mi loca cabecita, rebobino en el tiempo, recuerdo…
Nací en Colombia, hace años ya, la menor de tres hermanas.
Mi padre era futbolista, sobresalía en liga de nuestro país natal, pero nuestro futuro tenía nombre, se llamaba Argentina.
Él tenía varios contactos, amigos e intermediarios, que al ver su estilo no dudaron en aconsejar que buscara nuevos horizontes, un lugar donde se cotizara mejor, donde económicamente se manejaban otros números.
Así, de pequeña nomás nos trasladamos y solo tengo vagos recuerdos de mi país natal, mis modismos, mis costumbres, mis gustos son argentinos, aunque tenga sangre colombiana.
Mi niñez no fue muy fácil que digamos, era una niña de piel negra, de ojos negros, de esos que resaltan el blanco de los mismos, de gruesos y prominentes labios, más propios de África que de Colombia, de cabello endiabladamente arremolinado.
En mi país de origen hubiera sido normal, pero acá era diferente, predomina la raza blanca y los niños pueden ser muy crueles, me miraban como ‘sapo de otro pozo’ y a menudo eran hostiles conmigo, incluso noté algunos padres que se molestaban si sus hijas pretendían hacerse amigas ‘de la negra’
Mis padres me comprendían y me consolaban diciéndome que todo cambiaría más adelante, que tuviera paciencia.
Y ya en mi adolescencia las cosas comenzaron a cambiar, cuando comencé a desarrollarme como mujer, el patito feo pronto se convirtió en el cisne negro, mi cintura se fue afinando, mis piernas ganaron longitud y volumen, mis caderas se desarrollaron, más que la media de las chicas, mis pechos crecieron, mucho más que la media de las chicas, pronto comencé a sentirme un extraño objeto de deseo, rubias había a montones, morenas sobraban, hasta pelirrojas se encontraban, pero negra, negra como yo no había, yo era la única, todos querían cogerse a la negra.
Y mi cuerpo propio de Centroamérica era más voluptuoso mirase por donde mirase, así que pretendientes me sobraban, era cómico ver que aquellas que ayer me despreciaban hoy me envidiaban.
Llegó mi primer chico, mi primera vez, y luego otro y con el tercero mi primer amor, y mi primera pareja formal, los primeros desengaños, y vuelta a enamorarme.
Mauricio llegó a mi vida en un lugar de baile, mis raíces me llevaban a la bachata, al mambo, a la cumbia centroamericana, él era barman, servía los tragos en el lugar y como a muchos mi piel negra lo sedujo, me estuvo observando toda la noche mientras yo movía mi cuerpo al compás de la música, nos conocimos, nos dimos una oportunidad, nos enamoramos…
Tengo sus recuerdos a flor de piel, él fue único, fue especial, relataré una noche perfecta como si la estaría viviendo ahora mismo…
Al fin llegó el Sábado, nuestro día, el que esperamos con anhelo, terminamos de cenar, Mauricio y yo cruzamos miradas pecaminosas, es el momento, vamos a nuestro dormitorio, dejamos la ropa de entre casa para ponernos coquetos, él había dejado preparado ese jean desteñido que tan bien luce con una remera negra con inscripciones en gris, me encanta como le queda porque le marca todos sus varoniles músculos, por mi lado me miro al espejo, acomodo en mis caderas los elásticos de la pequeña colaless, me aseguro de pasarla bien entre mis glúteos para que no me moleste, la corta y ancha pollera blanca resalta con la negrura de mis piernas, no uso medias, no me hacen falta, la escotada remera deja escapar sugerentemente el nacimiento de mis grandes pechos, estoy contenta, la excitación corre por mis venas, los ojos de Mauricio están perdidos en mi figura, me halaga, su mirada se pierde entre mis pechos y mi trasero, me río, no puedo evitarlo…
Salimos, subimos al coche, pone música romántica, viajamos en silencio, no nos hace falta hablar, solo acaricio los rulos de su pelo, él toma mi mano y la besa, concentrado en el tráfico.
Llegamos, entramos rápidamente, tiene demasiados amigos en el negocio que nos obsequian entradas, alguna vez fue el barman de este lugar, hoy ya es un invitado de la casa.
Vamos a la barra, pedimos algo para tomar, me siento observada, por hombres y mujeres, como bicho raro, soy la única negra en el lugar.
Las canciones van pasando una tras otra, Mauricio besa mis labios carnosos y me despide con un ‘hasta pronto’, era hora de bailar…
Me aparto un poco, un poco más hasta perderlo de visa, me siento vulnerable, sola… los muchachos intentan seducirme, pero yo soy quien elige.
Por mi lado pasan dos jóvenes, uno atrae mi atención, un rubio con su cabello cortado casi al ras, grandes patillas que mantienen la línea de corte de su cabellera, no es muy alto, de hecho con tacos lo supero por poco, su cabeza es redonda, casi no tiene cuello, ancho de espaldas, parece un bulldog, cruzamos miradas, me regala una sonrisa, parece seguir su camino, lo detengo tomándolo por un brazo, su bíceps es una piedra, se detiene, pregunto
Quieres bailar?
Vuelve a sonreír, algo le dice a su amigo al oído y vamos a hacer lo propuesto.
Me gusta bailar, lo llevo en la sangre, mientras nos movemos empiezo a mirarlo con ojos de mujer, su camisa blanca está desabrochada casi desde el ombligo, su pecho trabajado en gimnasio se marca con perfección, la transpiración hace pegar la tela en su cuerpo hasta marcar sus varoniles tetillas, el mira mis grandes pechos que se sacuden de un lado a otro, y yo me muevo en consecuencia.
José María, ese es su nombre, tiene unos bellos ojos celestes y cristalinos, bailamos cerca, uno al otro, el piensa que tendrá algo más, no sabe que solo estoy jugando, porque sé que Mauricio me está observando y yo hago esto por él, me excito al pensar, me mojo, siento los pezones duros marcándose en la ajustada remera, el ritmo de la música me lleva a girar sobre mi misma a un lado y a otro, sé que la velocidad y el vértigo provocan que se eleve discretamente mi pollera tableada, sé que estoy mostrando más de lo debido, sé que quien me observe podrá notar seguramente parte de mis glúteos y mi diminuta ropa interior, pero es suficiente si mi esposo lo está observando…
Suena una canción un poco más lenta, me acerco un poco a mi compañero de baile, su pecho es un imán para mi mano, discretamente la cuelo bajo su camisa, su piel está transpirada, siento su corazón latir en la yema de mis dedos, el me abraza por la cintura y me susurra al oído
Ojo por ojo, diente por diente…
Sin más pone su mano libre en mis pechos, en el escote, sus dedos indiscretos buscan más allá de lo aconsejable, no me da respiro, estampa su boca sobre la mía, mete su lengua casi hasta mi garganta, me mojo a mares, no por lo que él está haciendo, solo porque sé que mi hombre me está mirando por alguna parte, en algún lugar…
No sé de dónde salió, lo cierto es que su amigo está a mis espaldas, tal vez José María le hiciera alguna seña que no alcancé a ver, me siento el relleno del emparedado, me aprietan por detrás, por delante, siento sus sexos refregarse calientes contra mi vagina y mi culo, los siento duros.
El tipo que se agregó a la fiesta no es de mi agrado, pero lo beso como una ramera, y vuelvo para besar al rubio, sé que quieren cogerme, quieren compartirme, pero solo mi hombre me cogerá en poco tiempo.
Han pasado los minutos, llega el momento más duro, inventar un pretexto para sacármelos de encima, lo logro con dificultad, el trabajo está hecho…
Mauricio viene a mi encuentro, nos abrazamos, nos besamos, es hora de partir, salimos a la calle, hay una bruma pegajosa y húmeda que no llega a ser llovizna, siento mi clítoris latir con fuerza, mientras caminamos hacia el coche el con avidez pasa una mano bajo la pollera y acaricia mi entrepierna, me avergüenzo y me excito a la vez, estamos en la calle!, pero el avanza, sus dedos se cuelan en mi argolla, sonríe y me reclama
Zorra! Estás empapada…
Sonrío cómplice, le ruego que no me toque más, tengo el orgasmo a flor de piel, la calentura me ha desbordado, y voy a estallar con el más leve roce…
Volvemos a casa de la misma forma en que vinimos, acompañados por suave música, solo acariciando su cabello, mirando la perfección de su rostro.
Con rapidez llegamos a nuestro dormitorio, un delgado hilo de luz del incipiente amanecer se cuela por la ventana, no hay tiempo de quitarse la ropa, entonces me dice:
Te has portado muy mal… mereces que te castigue…
Me empuja sobre la cama, toma una soga, me ata una mano con fuerza al espaldar de la cama, repite el procedimiento con mi otra mano, estoy indefensa, me abre las piernas, lo siento colar sus manos bajo el vestido para casi arrancarme la tanga, busca la parte húmeda y la mete en su boca, bebe el flujo que dejé impregnado en ella, no puedo soportarlo más, me abro toda para el…
Mi amor toma una pequeña vara que tenemos para esos castigos, con la punta chata y flexible, se acerca, golpea sutilmente mi clítoris hinchado, me encanta, lo repite, y otra vez, Dios! grito, gimo, me entrego, no pasan más de diez golpes rítmicos y continuos, ya está! ya está! me acabo, me acabo…
Estoy agitada, la sangre bulle bajo mi negra piel, le advertí que estaba al borde del precipicio… baja la cremallera, busca bajo la misma, saca su hermosa verga, dura como un mástil, perfecta como pocas, justo a mi medida, toda para mí, se acomoda cerca de mi cuerpo, toma mis piernas, las dobla bien hacia atrás, cerca de mis orejas, juega con su verga, acaricia rítmicamente mi clítoris, esto me destroza, mi sexo está tan sensibilizado que sencillamente no lo tolera, grito pero no puedo evitarlo, veo la lujuria y el poder en sus ojos, ahora sí, se acomoda y me la entierra hasta el fondo, que hermosa se siente, mis jugos chorrean, me coge con fuerza, como castigándome por lo puta que soy, golpea con furia, el tampoco tarda demasiado, unos diez embates son suficientes, su verga se pone tiesa en mi interior, lo siento venir, descarga su semen como un toro embravecido…
Mauricio sigue en mi interior, apenas unos segundos para reponerse, su verga no pierde rigidez, empieza a moverse otra vez, como una locomotora, me arranca gritos y orgasmos, quiero abrazarlo y besarlo, pero estoy atada y no puedo hacerlo, estiro sin éxito mis manos, solo puedo observarlo, me dice que me ama, le digo que lo amo, siento la mezcla de su leche con mis jugos rebalsar con sus movimientos, siento humedecerse mi esfínter con ellos, cierro los ojos, no puedo resistir tanta locura, nuevamente siento contraerse su verga en mi interior, lo va a hacer otra vez, si!, si!, si! su leche caliente vuelve a llenarme, me completa, me enloquece…
Viene a mi lado, suelta mi mano izquierda mientras nuestras miradas se funden en amor, sonreímos, ahora suelta la derecha mientras me saco las ganas y acaricio con mi mano ya liberada su adictivo falo, el bastardo está tan dura como antes!
Se acerca a mi oído y me susurra
Sabes… te has portado muy puta, creo que aún mereces más castigo mi negra preciosa…
Pero mi concha ya está dolorida y satisfecha, me acomoda en cuatro patas apuntando al ventanal, le encanta ver mis anchas caderas invadidas la luz del amanecer, entierra dos dedos en mi concha, saca jugos y juega en los límites de mi culito, juega, y juega, y juega, poco a poco mi esfínter va cediendo a los invasores, se lo que sigue, no puedo negárselo, no quiero negárselo…
Mauricio se asegura que mi colita esté tan abierta y receptiva como mi conchita, solo ahí se acomoda y presiona suavemente, no tengo resistencia, rápidamente mi culo se come toda esa pija hermosa, se siente tan rica…
Ya lo siento moverse, lo siento abrir mis nalgas, sé que le gusta observar cómo me hace la cola, y me excita cuando sé que él me mira, lo provoco, tomo una postura activa y reculo hacia atrás, vuelvo hacia adelante, y otra vez hacia atrás, me muevo rodeando su sexo con mi ano, todo adentro, todo afuera, me da a elegir, si quiera que acabe fuera, sobre mi espalda o lo quiero todo adentro, mi respuesta es inmediata:
Todo adentro! llenámelo de leche!
No tarda mucho más, su verga se inflama, acelero el ritmo, me llena por detrás, que rico se siente…
Saca su verga y cae abatido a mi lado, satisfecho, me duele todo, toco mis agujeros, estoy abierta y llena de semen, de su semen…
Se acuesta mirando al techo y yo me acurruco a su lado, lo abrazo, es mi protector, acaricia suavemente mi negra piel y mis cabellos, nos besamos, me entrego, me duermo…
Así eran nuestros juegos, nadie fue capaz de darme lo que él me dio, y a pesar de ser de muchos hombres, realmente solo era de él, mi amado Mauricio.
No me queda mucho por contar, solo que aun lamento el momento de su partida…
Si eres mayor de edad y te gustó la historia puedes escribirme con título ‘MI GRAN AMOR’ a dulces.placeres@live.com
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