Mi hermana le pagó con cuerpo al repartidor.
Mi hermana quiso pagarle al repartidor con su culo..
Llegué a casa, después de mis clases y para mí sorpresa, mi hermana estaba acostada en el sofá, boca abajo. Llevaba unos shorts ajustados, que enmarcan su jugoso trasero, que desde ese ángulo, se veía más grande.
— ¿Hiciste almuerzo, Paola? —
— No. Pide algo para que comamos. —
Suspiré del estrés de oír su respuesta despreocupada. Saqué mi celular y pedí una pizza. Me senté en el sofá de al lado, mientras veía el culo de mi hermana. Mi verga empezaba a ponerse dura y las ganas de cogerme ese culote ya estaban doliendo entre mis pantalones.
Me quité los pantalones y me acerqué a Paola, poniéndole mi verga semi erecta en su cara. Ella me sonrió y abrió la boca, dándome paso a empezar a sentir como su lengua me ponía completamente duro. No tardé mucho en sacar mi verga y ponerle los huevos en la cara para que los chupara. Ya en un rato, la tenía bien dura y comencé a penetrar su garganta por unos minutos, sacándosela para irme con su culo, quitándole los shorts y empezar a jugar con sus nalgas, mordiéndolas y besándolas. También metí mi verga en medio de sus nalgotas, creando un hot dog.
Luego empecé a cogerme su chochito ya húmedo, lubricando mi verga entre sus jugos, mientras empezaba a dilatar su culito con mis dedos. Paola gemía y movía su cuerpo contra el mío, sincronizando nuestros movimientos.
Con la verga bien hinchada, me separé de ella para empezar a penetrar su culo. Nunca había durado metiendo y sacando mi verga de un hoyo. Llevaba tanto tiempo penetrando su culo, que Paola dejó de gritar, como si el dolor hubiera desaparecido. De pronto, el timbre de la casa sonó.
Paola y yo nos asustamos, pensando que era mamá y nos vestimos rápidamente. Me dirigí a la puerta, a preguntar quién era.
— ¡La pizza! — respondieron con un grito.
Suspiré aliviado y le avisé a mi hermana que era la comida. Paola sonrió y me agarró de la verga aún dura, a través de mi ropa.
— ¿Y si dejamos que me rompa el culo a cambio de la pizza? —
— ¿Estás loca? —
— Tú déjame. — caminó a la puerta.
Miré a mi hermana con cara de miedo, pues si alguien se entera de lo que hacíamos era de esperar que le contarán a mamá. Abrió la puerta y frente a está, había un hombre un poco gordo, con un casco de motociclista. Ambos charlaron, sobre cómo estaba yendo el día, yo tomé la pizza y la metí a la casa. Cuando iba a volver a la puerta, Paola había cerrado la puerta, con el señor adentro, al lado de ella.
— Quítate el casco. — tocó su cintura.
El hombre sacó su casco y dejo ver su rostro. Aparentaba unos 40 años, aproximadamente. Tenía una barba incipiente, un poco canosa, además de una papada. Estaba un poco gordo, pero no obeso. Paola se acercó a él y empezó a besarlo, él respondió el beso, lamiendo la cara de mi hermana mientras tomaba el culo de ella.
Mi verga se ponía más dura al ver a la puta de mi hermana en acción, estaba ansioso de volver a cogermela. Paola se separó del hombre, agachándose y quitándole el cinturón de su pantalón, liberando una verga negra, con la cabeza rosada. Era gruesa, más que la mía. Medía unos 14 centímetros, pues era más pequeña que la mía. Paola la miró con emoción, la sujeto y apoyó contra su cara. Abrió la boca y empezó a comerse el trozo de carne. El hombre gemía y tomaba la cabeza de mi hermana para empujar sus caderas en contra de ella.
Me quite los pantalones, liberando mi polla, la cuál llamó la atención de mi hermana y la del señor. Paola se separó de él y caminó hacia mi verga, inclinándose de tal manera, que podía chupármela mientras le entregaba el culo al hombre. Él se agachó y empezó a lamerle el culo, mientras metía tres dedos.
Debido a que yo antes me la estaba cogiendo ahí, seguía dilatado. Así que no tardó mucho en escupir a su propio pene, para empezar a cogerse el culo de mi hermana. El hombre embistió fuertemente, Paola sacó mi verga de su boca y empezó a gritar, quejándose de que era muy gorda. Él siguió embistiendo, haciendo temblar todo el cuerpo de mi hermana. La tomé de la cabeza, dirigiéndola a mi verga, así callarla con la misma. Ella intentaba chuparlo, pero las ganas de gritar hacían que bo pudiera mamarlo.
— Vamos a una cama. — le ordené al don.
— Simón. Así le rompo mejor este culote. —
Sacó la verga del culo de mi hermana, deteniendo los gritos. Respiraba agitadamente y yo la tomé de la mano, para llevarla a su cama, dónde se puso en 4. El hombre se puso atrás de ella y comenzó a cogerle el culo nuevamente. Yo me senté cerca de la cama, para ver como Paola era destrozada por ese señor. De pronto el don se la metió toda y empezó a correrse dentro. Sacó su verga empapada de semen.
— Pinche nalgona… aguantas otra mi amor. — acarició las tetas de mi hermana, antes de volver a penetrarle el culo.
Paola gritó, pidiendo que paré.
— Perese don. Déjeme entrar a mi también. —
El señor me miró raro, mientras yo me acercaba a ambos. Tomé mi verga y la acerque al culo de Paola, aún con la verga del hombre dentro. Su culo se dilató aún más, dejando entrar ambas vergas. Ella gritaba pero con mi pie, empujé su cabeza contra la cama, haciendo que mordiera las sábanas para intentar ahogar sus gritos. Ambos empezamos a movernos lentamente, deslizando nuestras vergas juntas dentro de aquel culo caliente.
Al rato, el señor se la saca y le penetra la conchita, dejándome su culo solo para mí. Ambos empezamos a movernos a ritmos diferentes, cuando él la sacaba, yo la metía toda, y viceversa. Paola movía su culo, buscando meterse ambas vergas dentro, y después de un rato, yo le mandé toda mi leche dentro. La saqué y mi verga estaba cubierta de los fluidos del señor y los míos. Acerqué mi verga a Paola y empezó a chuparla, limpiándola mientras el hombre empezaba a penetrar con más fuerza contra su conchita. Al minuto, el hombre la sacó y la volvió a meter a su culo, repitiendo el movimiento contra su chocha y así, hasta detenerse en su culo, volviendo a correrse en él.
Luego de vaciar sus huevos en el culo de mi hermana, le llevo la verga a su boca, para que la limpiará toda. Al rato, se puso la ropa y se fue, sin antes pedir el número de mi hermana, pero desistí en dárselo. Él se marchó un poco a mala gana, pues supongo quería cogérsela en otra ocasión.
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