Mi hermana y mis sobrinitos. Parte I
Por problemas con su pareja, mi hermana y sus hijos vienen a vivir conmigo.
Hace ya dos años me había mudado solo, había terminado mi carrera en computación y tenía un trabajo que me pagaba más que bien y trabajaba mayormente desde casa. Mis padres habían fallecido poco después de mi graduación, y la última vez que había visto a mi hermana, María, 4 años mayor a mí, fue en el funeral, ya hacía 1 año de esto.
Cuando esto comienza era de noche, había llegado ya hace una hora a mi departamento y me disponía a darme un baño y prepararme algo de comer cuando escuché que sonó el portero de mi departamento. Me acerqué y al saludar escuché la voz de mi hermana saludándome, y por detrás de ella estaban las voces de mis sobrinitos. Inmediatamente los deje entrar y en pocos minutos estaban frente a mi puerta. Inmediatamente pude distinguir lo que sucedía, la sonrisa medio triste de mi hermana y un bolsito en su mano, y cada niño con una mochila en sus espaldas.
Mis sobrinos estaban contentos pues eran unas vacaciones para ellos, les di un abrazo y un beso a cada uno, y ellos hicieron lo mismo. Cuando me acerqué a abrazar a mí hermana, ella a mí oído me dijo «perdón». Entendía perfectamente el porqué, y sin soltarla le dije «nada de eso, más que bienvenidos». Ella me sonrió y entramos todos a casa.
Nos sentamos en la mesa a hablar, Mika, de 11 años estaba sentada en mí regazo, pegada a mí, y Damián, de 9 estaba sentado a mí lado, del lado opuesto de la mesa, en frente mío mí hermana, charlábamos, poniéndonos al día.
Luego de la cena, mi hermana mandó a sus hijos a bañarse y a dormir, y así lo hicieron, se metieron juntos a bañarse. Yo me quedé con mi hermana en la cocina, ella lavando los platos y yo secando. Estábamos brevemente en silencio, ella cerró la canilla del agua y se quedó quieta. La mire y viendo su perfil note como unas lágrimas caían por su rostro.
María: Perdón por llegar así.
Yo: No tenes que disculparte, ustedes son bienvenidos acá siempre.
María: Gracias.
Dijo volteando y acercándose a mí, buscando que la abracé, y así lo hice. La pegué a mí y la apreté firme.
En medio del abrazo escuchamos como los chicos gritaban desde el baño, se habían olvidado llevar un toallón.
María: ¡Ahí voy!
Yo: Deja, voy yo, que no te vean llorando los chicos.
María: Ya están acostumbrados. (Dijo al tiempo que se secaba los ojos).
Yo: Bueno, ya no. No te quiero ver llorar yo tampoco. Voy a dejarles un toallón.
Ella me dio una sonrisa y me agradeció de nuevo. Yo tome un toallón que me indico mi hermana y lo lleve hasta el baño, toque la puerta, y desde adentro escuche las voces de mis sobrinos que me decían que entrara. Sin pensarlo mucho entre, y entre el vapor pude distinguir a Mika y Damián desnudos, riendo por no sé qué, y cuando me vieron vinieron los dos rápido a abrazarme. Por miedo de que mi hermana me viera y pensara algo equivocado rápidamente les di el toallón y me retiré, ellos me abrazaron más fuerte, por lo que tuve que empujarlos un poco, lo que me permitió tocar la piel de sus cuerpos desnudos levemente.
Al segundo de que cerré la puerta apareció mi hermana, aun con los ojos algo rojos, pero más tranquila, al verme me regaló otra sonrisa, lo cual me hacía sentir muy bien, toco la puerta del baño y les dijo a los chicos que se secaran y se prepararan para dormir. Lo que me recordó el tema de cómo dormiríamos, pues solo tenía una cama.
Antes de que pudiera hablarlo con ella, ella entró al baño pues también se iría a bañar. Yo fui hasta mí habitación a preparar la cama pues creía que lo mejor sería que los chicos durmieran ahí, mi hermana en el sofá y yo en mí oficina. Los chicos llegaron a mí habitación mientras terminaba de prepararla, ya vestían sus pijamas y estaban listos para dormir. Los arropé por petición de ellos y luego de darles un beso de buenas noches a cada uno, me retiré de la habitación. Fui hasta la sala a prepararle el sofá a mí hermana, si bien no era muy grande, tampoco era chico y creí que dormiría cómoda ahí. Mientras ponía unas sábanas y almohadones llegó mí hermana, con una toalla cubriendo su cabello, unos pantalones sueltos color rosa y una remerita de tirantes.
María: Gracias de nuevo, hermanito. Por todo.
Yo: En serio no tenes que agradecerme, me gusta tenerlos en casa.
María: ¿Los chicos ya se durmieron?
Yo: Si, los arrope y se quedaron dormidos bastante rápido, se notaba que estaban cansados.
María: Si, fue un día difícil, pero ellos tenían muchas ganas de verte.
Yo: Y yo a ellos, también a vos.
Nos miramos un segundo en silencio, ambos contentos por estar juntos, y por qué ella estaba más tranquila.
Yo: Bueno, te dejo descansar, si necesitas algo avísame.
Antes de que pudiera retirarme ella me habló deteniéndome.
María: ¿Y vos dónde vas a dormir?
Yo: Voy a tirar unas frazadas en mí oficina y dormiré ahí.
María: ¿En el piso? Vas a dormir incómodo.
Yo: Es que no tengo más colchones, además no me molesta.
María: Y dormí en el sofá conmigo… vamos a estar algo apretados, pero más cómodos que en el piso.
Yo: No sé, no quiero incomodarte.
María: Nada de eso, va a ser como cuando dormíamos juntos cuando éramos chicos. Vení. (Dijo ella mientras se sentaba en el sofá)
Yo con algo de dudas aún, acepte. Me senté en el sofá, me quité las zapatillas y me recosté. Ella me miró.
María: ¿Dormís con ropa ahora? Jaja
Yo acostumbraba a dormir desnudo, ella más de una vez me había visto así cuando vivíamos en casa de mis padres.
Yo: Si… es que…
María: Dormí cómodo, estás en tu casa.
Con esto dicho, y algo de nervios, me saqué la remera y me dejé puesto el pantalón, y me recosté en el sofá. Ella terminó de secar su cabello y para mí sorpresa antes de meterse bajo las sábanas se quitó el pantalón, quedando solo con una tanga color blanca.
Inmediatamente recordaba aquellas veces que la había visto desnuda o semidesnuda, cuando salía de bañarse, cuando tenía que alcanzarle un toallón. En aquel entonces, siendo adolescente luego de verla desnuda terminaba por masturbarme de la calentura.
Al ver que ella solo se había quedado con su remerita y en tanga, terminé, entre nervios, por quitarme también el pantalón, quedando solo en bóxer a lado de mi hermana semidesnuda.
Nos acostamos en la oscuridad de la sala, solo iluminada por la luz de luna y la ciudad que se filtraba por la ventana.
María: ¿Estas cómodo? (Me preguntaba al ver que yo estaba bastante al borde del sofá cama, pues no quería incomodarla acercándome tanto)
Yo: Si, estoy bien, ¿por?
María: Estas casi con medio cuerpo fuera de la cama, vení, acércate. (Me dijo tomándome del brazo y trayéndome un poco más cerca de ella). Total, solo te vamos a molestar esta noche.
Yo: ¿Como?
María: Voy a quedarme en casa de la abuela un tiempo, no quiero traerte problemas.
Yo: Para nada, nunca me traerías problemas. Si vos queres quedarte, quédate el tiempo que necesites. A mí me encanta estar con ustedes.
María: ¿En serio? Pero es que los chicos te sacan la cama, tenes que dormir acá, te vamos a cambiar la vida.
Yo: Me la van a cambiar para mejor. Mañana mismo vamos a comprar una cama más grande para que tengamos más espacio. Me gustaría en serio que se quedaran acá.
María: ¿Seguro? (Podía distinguir una lágrima cayendo de sus ojos)
Yo: Más que seguro. Mañana a la mañana vamos a comprar una cama y solucionado.
Ella llorando un poco se acercó a mí, pegando su cuerpo semidesnudo contra el mío, y me abrazo. Llorando y agradeciendo que los dejase quedarse. Yo también la abrace, apretándola contra mí. Estaba contento de poder aliviar un poco el peso que cargaba ella, y por su reacción sabía que ella estaba más que contenta de poder quedarse conmigo en casa. La situación emotiva no impedía que fuera consciente de que tenía a mi hermana, una mujer hermosa, semidesnuda abrazada a mí, y pronto comencé a sentir como se formaba una erección en mi bóxer. Rápido y suavemente quise separarla de mí, pues era imposible que no hubiera notado mi erección pegada a ella, pero ella no reaccionó de mala manera, ni demostró estar incómoda.
Ella se dio vuelta, quedando de espaldas a mí, y con voz suave me dijo “¿me abrazas?”. Mi erección, el motivo por la que había dejado de abrazarla, aún estaba a pleno, pero no podía ignorar la petición de ella, así que tome aire levemente y me acerque a ella, intente no apoyar mi erección contra ella, pero si abrazarla. Ella al sentir mis brazos a su alrededor, movió su cintura para pegarse a mí, y con este movimiento mi erección había quedado bien posicionada contra su cola, lo que solamente logró que tuviera una erección aún más fuerte.
Estuvimos en esta posición por algunos minutos, en silencio, luego de unos momentos intenté separarme un poco, pero ella solo volvió a pegarse a mí. Mi erección aun pegada a su cola no bajaba.
María: Perdón por alejarme. (Me dijo con voz suave).
Yo: No tenes por qué.
María: SI, me dejé manipular por mi marido y me terminé alejando de vos, y alejé a los chicos que te quieren ver siempre. Aguanté muchas cosas de él, pensé que iba a cambiar, por mí, por mis hijos, pero no. Y por fin veo lo equivocada que estuve con él y terminó molestándote a vos. Hoy exploté, me di cuenta lo hijo de puta que es, y me dio miedo, por eso salí con lo que podía para acá.
Yo solo la escuchaba, acariciaba su brazo por todo su largo, intentando reconfortarla.
Yo: Que pasó hoy?
María: Viste como es Damián… es un poco… delicado, no le gustan los deportes, y a veces… le gusta usar ropa de su hermana, y yo lo dejo porque a él le gusta. Enrique (el marido) siempre se enojó conmigo porque Damián no quería ir a jugar al fútbol porque no le gustaba y yo no lo obligaba. Siempre me decía que le había dado un hijo maricón. Pero siempre me lo decía a mí, estos últimos dos días, cuando estaba borracho lo empezó a insultar a Damián, y hoy a la mañana Damián se quiso poner un vestido de Mika, y no sé por qué Enrique llego antes del trabajo y lo vio vestido así, le quiso pegar, diciéndole que era un puto y que no era su hijo. Pude correrlo de la casa, y cuando se fue junte algunas cosas y bueno, aparecí frente a tu puerta.
Yo: Y me alegra que lo hayas hecho, acá pueden estar el tiempo que quieran, vos, Mika y Damián siempre van a ser bienvenidos y los voy a cuidar con mi vida.
Ella al escuchar mis palabras comenzó a llorar nuevamente.
Yo: No quiero que llores, no quiero verte llorar de nuevo. Estas acá, están conmigo, y quiero que estén bien, los tres. Los amo con el alma a los tres. Quiero verte feliz.
Yo seguía acariciando su brazo, y mientras le hablaba había comenzado a acariciar su cintura, subía hasta que sentía que la punta de mis dedos rozaban el comienzo de sus senos, y volvía a bajar hasta que sentía el elástico de su tanga. Repetí este movimiento un par de veces, podía sentir como su respiración se agitaba un poco. Ella solo se dejaba tocar, no decía nada, pero tampoco intentaba quitar mi mano que exploraba su cuerpo. Aquel cuerpo que durante mi adolescencia había visto varias veces cuando iba a pileta, o luego de bañarse o cuando la encontraba durmiendo siesta en tanga y remera solamente, aquel cuerpo con el que había tenido fantasías. Ese cuerpo que ahora podía sentir con mis manos directamente, y ella recibía mi mano sin ningún tipo de queja. Tomé el valor que me faltaba y subí mi mano hasta llegar a sus pechos. Ella al sentir mi mano arqueo un poco su espalda, pegando más su cola contra mí. Aprete firmemente uno de sus pechos, y daba suaves caricias a su pezón con mis dedos. Mi hermana daba largas respiraciones, aspirando y exhalando de manera cortada. Pase mi otra mano por debajo de su cuerpo, y me ocupe de tocar como podía su otro seno. Y con mi otra mano volví a acariciar a lo largo de su cuerpo, pasando por encima de su tanga y siguiendo por su pierna. Lo hice una, dos, y varias veces más, en un momento decidí ir por todo, pase mi mano por frente a su cuerpo, y lentamente acerque mi mano hasta su entrepierna. Mis dedos se encontraron con su ropa interior, y en un momento se posicionaron debajo de ella y comenzaron a acercarse a sus labios.
Esa sensación, ese calor, esa humedad. En ese momento estaba en la cima del mundo y poco más me importaba que ese momento ahí con esa hermosa mujer, mi hermana. Comencé a recorrer sus húmedos labios con mis dedos, acariciaba lentamente su clítoris atento a sus reacciones. Ella lejos quedarse quieta llevo su mano detrás de ella y como pudo se abrió camino hasta que pudo tomar mi pene con sus manos. Lo apretaba y me masturbaba al mismo ritmo que yo la masturbaba a ella. Nos acariciamos en silencio, soltando algún que otro gemido que intentábamos ahogar para que los chicos no nos escuchasen en la otra habitación.
Los minutos pasaban, las caricias continuaban, podía sentir como los gemidos de mi hermana se hacían cada vez más sonoros al movimiento de mis dedos dentro de ella. Y cuando me apretó la mano con sus piernas, y curvo su espalda y al tiempo de un gemido más sonoro pude notar que estaba acabando. Sus piernas tenían prisionera a mi mano, y con su mano tomo mi brazo pidiéndome que no me moviese. Ambos aun respirábamos agitados, aunque yo estaba lejos de acabar aun, seguía completamente erecto y sabía que ambos habíamos tomado la decisión de llevar esto hasta el final. Al minuto que ella comenzó a recuperar el aire, lentamente corrí su ropa interior dejando su vagina al descubierto y acomodé mi pene. Ella puso su mano detrás, contra mi cintura evitando que me moviese.
María: Estas seguro de esto?
Yo: En serio? No te das una idea de hace cuantos años quiero cogerte.
Antes de que ella me pudiese decir algo más, acomode mi pene rápido, y de un solo movimiento logre meterme completamente dentro de ella. Ella solo soltó un suspiro junto con un gemido, y con su mano acariciaba mi pierna empujándome más contra ella. Yo en el momento que entre en ella simplemente deje de pensar, mi mente estaba en blanco. Era su calor, su gemido, el saber que era mi hermana, aquella mujer que hace tanto tiempo había deseado, por fin era mía. Y lo estaba disfrutando tanto como ella.
Empecé a bombearla lentamente, concentrándome en disfrutar de su cuerpo y que ella también lo disfrute. Nuestros gemidos eran apenas sonoros pues intentábamos evitar que los chicos escuchasen. Pero mientras los segundos pasaban, la velocidad de mis embestidas aumentaba y también lo hacían nuestras voces. Nos quedamos en esa posición, cogiendo en posición de cucharita, y así continuamos. El sonido de nuestros cuerpos chocando eran cada vez más sonoros, creo que estábamos tan metidos en ese momento que nos olvidamos si los chicos escucharían lo que pasaba aquí y solo dejamos a la suerte esa posibilidad. Cuando me senti cerca de acabar le di una embestida más fuerte, intentando meterme más dentro de ella y me quede quieto, quería prolongar esto un rato más, y se ve que ella noto que estaba cerca.
María: Estas por acabar? (Dijo, girando un poco su cabeza para mirarme, en todo este tiempo no nos habíamos visto de frente)
Yo: Si, por eso frene un segundo.
María: Antes de que acabes vení. Ponete arriba mío.
Ella se movió, haciendo que mi pene abandonara su cuerpo, y se puso boca arriba y abrió sus piernas invitándome a posicionarme. Me subí encima de ella, y ni bien lo hice ella me abrazo con sus piernas y me atraía contra su cuerpo, pidiéndome sin palabras que la penetrase, y sin pensarlo lo hice. Mientras la cogía en esta posición ella me apretaba con sus piernas y me miraba a los ojos, ver su rostro un poco rojo, con alguna gotita de transpiración y verla gemir era todo un espectáculo, uno con el que había fantaseado por años.
María: Seguí. ¡Así! Seguime cogiendo así por favor! (Me decía con una voz baja y entre gemidos)
Sus palabras eran más de lo que mi calentura podía aguantar, y sentía como el momento de acabar era cada vez más inminente. La comencé a bombear más rápido y fuerte sabiendo que estaba cerca. Sus gemidos se hicieron sonoros, ya no quería, o no podía, contenerlos.
María: Acábame adentro. ¡Dame tu leche, hermanito!
Al escuchar estas palabras no pude más, tantos años de calentura por mi hermana culminaban en ese instante, la embestí una última vez, entrando a lo más profundo de ella y acabe. Ella con sus manos me tomo del rostro y me beso, era la primera vez que nuestros labios se encontraban, salvo una vez que por error nos dimos un besito en un brindis de navidad en familia. Aun con todo lo que habíamos hecho ese beso casi se sentía más placentero que todo lo anterior. Solté 4 chorros de semen dentro de ella mientras mi hermana me tenía abrazado y me besaba. Nuestras lenguas se encontraban y se acariciaban como si el deseo de encontrarse fuese algo que esperaban por mucho tiempo.
Me quede dentro de ella y acostado sobre ella por unos minutos mientras recuperaba el aire. Cuando me calme un poco me acosté a su lado, mi pene semi flácido al salir dentro de ella dejo que mi semen saliera de su vagina y un poco cayera encima de la sabana. Ambos aun respirábamos agitados. Nos quedamos en silencio, la mayor parte del tiempo solo mirábamos al techo, cada algunos segundos nos mirábamos y no podíamos evitar sonreír. Luego de unos minutos ella se levantó y dijo que se iría a lavar, antes de hacerlo se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla y se fue hacia el baño.
Creo que fue la emoción, el cansancio del día y la tranquilidad que me había causado todo lo que había sucedido, pero antes de que pudiera ver a mi hermana regresar me quede dormido.
Me desperté temprano en la mañana, vi a mi hermana dormida a mi lado, me estaba dando la espalda. No pude resistirme y levanté un poco la sabana para ver su cuerpo. Solo tenía puesta la misma remerita de anoche y estaba desnuda de cintura para abajo. Sin poder evitarlo me acerque a ella, pegándome a su cola y la abrace. Ella al sentir el movimiento comenzó a despertar. Yo besaba su mejilla y su cuello, y pude ver como ella despertaba con una sonrisa en su rostro.
María: mmm, buenos días.
Yo: Buenos días, hermosa. Como dormiste?
María: Yo muy bien. Tranquila como hace mucho no dormía. Vos?
Yo: Excelente, sin importar que sea incomodo el sillón, con vos dormí mejor que nunca.
Ella se giró y me dio un beso. Nos mirábamos a los ojos y teníamos una sonrisa gigante dibujada en el rostro.
María: Queres que te prepare el desayuno?
Yo: No hace falta, si queres lo preparamos entre ambos.
Mario: No, nada de eso. Anda a bañarte primero y yo te tengo todo listo para cuando salgas.
No se por qué, pero ese afecto y el cuidado que sentía de ella al pronunciar sus palabras iluminaban mi alma. Sentía mucha felicidad en ese momento. No tuve más remedio que hacerle caso. Y después de unos besos más me fui al baño. Sentía una gran tranquilidad al bañarme, me sentía feliz, estuve un buen rato disfrutando del agua sobre mi cuerpo. Al salir de la ducha pude notar que no estaba mi toallón, asumí que mi hermana lo habría usado anoche al bañarse y se olvidó de dejar uno seco. Me quede dentro de la ducha y le grite a mi hermana si podía traerme un toallón. Pude escuchar como le pedía a Mika que me trajera uno, y no le di mayor importancia, pues nunca imagine que mi sobrina no tocaría la puerta y simplemente entraría. La puerta no tenía seguro, pues al vivir solo nunca le instale uno. Yo estaba frente al espejo afeitándome cuando me giré y vi la cara de mi sobrina como me miraba y al instante sus mejillas tomaron un color rojizo. Ella giro su cabeza y me pidió disculpas y extendió sus brazos ofreciéndome el toallón. Yo le pedí disculpas a ella también, tomé el toallón y me cubrí. Ella salió rápido del baño. Yo me preocupe un poco por la situación, tenía miedo que mi hermana pudiese malinterpretar la situación, pero pronto me calme pues conocía a María y sabría que ella me entendería.
Una vez ya cambiado fui al living/comedor a donde estaban los tres sentados. Era raro, hace 24 horas estaba desayunando solo en silencio con el sonido del televisor acompañándome, y ahora escuchaba risas, y las cálidas voces de mi hermana y sobrinos. Era diferente, me gustaba, me transmitía mucha calidez. Los salude a todos, uno por uno, le di un beso en la mejilla a Damián, uno a Mika quien me evito la mirada pues asumo aún tenía vergüenza, me acerque mi hermana y le di un besito en los labios, el cual ella recibió plácidamente. Mi hermana de inmediato me dijo que me sentara que ella me traería un café caliente, le dije que la acompañaba a la cocina. La cocina estaba a frente al comedor, tenía un pasaplatos que permitía ver de un lado a otro.
Yo: Ehm, no sé si Mika te comento algo, pero cuando me llevo el toallón ella entro sin tocar y me vio desnudo y estoy seguro que me vio completo.
María: Eso explica por qué estaba algo sonrojada cuando vino jaja.
Su tono me aliviaba, y tal como pensaba, ella entendía.
María: No pasa nada, ella no es tan chica y ella en casa siempre tocaba la puerta, así que creo que no fue accidente, jeje.
Yo: Solo… no quería que pienses mal.
María: Nunca lo haría, los chicos te quieren mucho y nunca tuvieron a una figura masculina que les demuestre afecto, creo que es normal que tengan curiosidad de conocerte.
Yo: Bueno, voy a ponerle un seguro a la puerta si queres…
María: Si vos queres… creo que le vas a arruinar la ilusión a Mika.
No estaba seguro de comprender en su totalidad las palabras de mi hermana, era compresiva, quizás a un punto que no imaginaba.
María: No lo pienses demasiado, pero si te molesta que los chicos te vean, ponele un seguro a la puerta jaja. Vení, vamos a desayunar.
Me dio un beso y me tomo de la mano para guiarme hasta el living donde desayunamos los 4 en familia. Mi nueva familia.
Luego de desayunar, le dije a los chicos y a mi hermana que se cambiaran, que los invitaba a almorzar afuera, al cine y a pasear, los chicos que no muchas veces habían salido así estaban más que contentos y rápido se fueron a la habitación a cambiarse. Mi hermana me sonrió.
María: No hace falta que hagas esto, con que nos aceptes en tu casa nos alcanza y nos sobra.
Yo: Talvez no haga falta, pero quiero mimarlos, así que vos también anda a cambiarte.
Ella se acercó a mí y apoyo su cabeza en mi pecho, yo la abrace fuerte, apretándola contra mí.
María: Gracias, hermanito. (Me dijo con voz aliviada)
Yo el aprete aún más fuerte contra mí. Sin poder resistirme fui bajando mis manos por su espalda y le di un apretón a su cola. Ella lejos de rechazarme, aceptaba mis caricias y largo una pequeña risita. Me separe de ella y le dije que fuese a cambiarse, y en cuanto se dio la vuelta le di una leve nalgada a lo que ella giro el rostro, me sonrió y me tiro un beso.
Pasamos la tarde afuera, riendo, hablando y tranquilos. Los chicos eran los que más reían, y la sonrisa y tranquilidad en el rostro de mi hermana era todo para mí. Damián y Mika caminaban tomados de mi mano, lo cual me hacía muy feliz, pues debido al marido de mi hermana nunca había podido ser tan unido con ellos.
Llegamos entrada la noche a casa, los chicos en cuanto entraron a la casa fueron corriendo al living a instalar la PlayStation que recién habíamos comprado, era algo que me quería comprar hace tiempo, y no tenía mejor excusa que mis sobrinos en casa para comprarla. Mientras la sacaban de la caja, como padres viendo a sus hijos abrir regalos en navidad. Cuando la conectaron, con algo de ayuda mía, se sentaron a jugar, mientras yo y María fuimos a limpiar lo del desayuno que habíamos dejado.
Mi hermana comenzó a lavar los platos mientras yo levantaba y limpiaba la mesa, ella lavaría y yo secaría y guardaría todo. Hablábamos un poco de todo mientras limpiábamos, yo no podía evitar mirarla de espalda, se había puesto un vestido blanco y negro para salir a la tarde y aun no se cambiaba. Note que ya estaba terminando de lavar los platos, así que me acerque a ella y la abrace de espaldas, dejando mis manos en su estómago.
María: Gracias por la tarde, los chicos la disfrutaron mucho.
Yo: Nada que agradecer. Y vos la disfrutaste?
María: Si, también, mucho.
Yo: Y queres seguir disfrutando? (Le dije al tiempo que empezaba a levantar un poco su vestido por detrás descubriendo su cola)
María: Hey!, están los chicos ahí al frente (desde donde estaba el lavadero se veía perfecto el living y podíamos ver a los chicos jugando a la play dándonos la espalda)
Yo: No nos van a ver, están entretenidos jugando. (Acariciaba su cola, metía mi mano entre sus nalgas y por encima de su ropa interior y acariciaba sus labios)
María: Y si nos escuchan? (Por muchas quejas que pretendía poner, en ningún momento me quitaba la mano o intentaba quitarme de encima de ella)
Yo: No va a pasar.
En ese momento me baje como pude los pantalones y el bóxer, tome la tanga de mi hermanita y la baje con un poco de fuerza, para que luego sola se deslice por sus piernas y caiga al suelo. Acomode mi pene en su entrada que ya estaba algo mojada, pero no lo suficiente, quite mi pene, me escupí un poco, y mi hermana se lamio sus dedos para mojarse ella misma, volví a acomodarme y esta vez entre en un solo movimiento lento pero constante dentro de ella. Ella se apoyaba sobre la mesada y se mordía los labios para no gemir y que sus hijos no la escuchasen. Yo la tenía agarrada de la cintura y la embestía varias veces, evitando ir muy fuerte para que los chicos no escucharan el choque de nuestros cuerpos.
Ella turnaba sus manos tomándose de la mesada, a llevarlos atrás de ella para tomarme de la cintura y empujarme más hacia ella. Me encantaba escuchar sus intentos de silenciar sus gemidos. Yo metía mis manos por delante de ella en su entrepierna para acariciar su clítoris y darle suaves masajes para estimularla aún más. Estábamos tan metidos en nuestro momento que no nos dimos cuenta cuando Damián se había acercado al frente de la ventana del pasaplatos.
Damián: Ma?
Rápido nos quedamos quietos, y María intento reponer su voz para que Damián no se diera cuenta de nada. Aun si nos quedamos quietos, yo no saque mi pene de mi hermana. Y aunque ella me daba leves toques en las piernas para indicarme que me moviese, no parecía poner mucho esfuerzo en sacarme de su interior.
María: Que paso, hijo?
Damián: ¡Mira, vení a ver la Play!
María: De acaaaaaah la veo bien, anda a jugar con tu hermanaaaah. (La empecé a embestir suavemente, lo suficiente para que ella no se moviese tanto y no lo note Damián).
Damián: Tío, vení vos entonces a jugar con nosotros.
Yo: Ahí voy, primero acabo en tu mama… digo, acabo de ayudar a tu mama y voy a jugar.
Damián contento con la respuesta, y sin entender el doble sentido se fue contento a jugar nuevamente con su hermana.
María: Hijo de puta! (Me decía en un tono cómplice, lejos de estar enojada)
Yo: No te gusta?
María: Si, mucho, pero nos podía ver.
Yo: No nos iba a ver, además creo que Damián casi nos descubra te dejo más mojadita.
Al momento que termine de decir esto empecé a embestirla más fuerte, tenía una mano en su cintura y la otra la lleve hacia su rostro y con mi mano cubrí su boca para que no pudiera responderme y para tapar sus gemidos. Ella había empezado a empujarse hacia atrás, haciendo que mis embestidas lograsen meter mi pene dentro de ella lo más posible.
Yo quite mi mano de su boca y la tome con ambas manos de la cadera y empecé a embestirla más fuerte, sus gemidos aunque a voz baja, los podía oír claramente, aunque para los chicos seguramente el sonido de los juegos taparía lo que su madre y yo hacíamos en la cocina. Era todo demasiado excitante, volver a cogerme a mi hermana, poder ser descubiertos por los chicos que estaban en la sala al frente nuestro, no daba más, y la empecé a coger más rápido, sabiendo que no estaba lejos de acabar.
María: Me vas a acabar de nuevo adentro? (Me decía en voz baja entre gemidos)
Yo: Si, te voy a llenar de leche.
María: Ay, si! Lléname toda. Dámela.
Sus palabras jugaban mucho en mi cabeza y me excitaban demasiado. Era inevitable, la empecé a coger más fuerte, ya el ruido de nuestros cuerpos chocando era lo suficientemente fuerte para que los chicos nos escuchasen aun por encima del sonido del televisor, pero no nos importaba. Me metí lo más que pude dentro de ella y acabe. Era la segunda vez que llenaba a mi hermana de leche, y ciertamente no sería la última. Me quede dentro de ella unos segundos mientras ambos recuperábamos el aliento. Pasados 1 o 2 minutos, saque mi pene ya flácido, antes de que ella pudiese hacer algo, la tome de la mano.
Yo: Vení, vamos a ver como juegan los chicos.
Ella sorprendida hizo un intento por detenerme.
María: Espera que me limpio.
Yo: No, vení así nomas.
Hice un poco de fuerza para traerla y hacer que me siguiese. Fuimos hasta la sala con los chicos, donde ellos estaban sentados en el suelo frente al televisor y nosotros nos sentamos en el sillón que estaba detrás de ellos. En esos breves pasos de la cocina hasta la sala, y ella al no tener ropa interior, mi semen había comenzado a dejar su cuerpo y se había derramado por sus muslos, llegando una mancha de semen justo por encima de su rodilla casi. Cuando nos sentamos se lo hice notar, y ella me dio una mirada y una sonrisa cómplice. Vimos a los chicos jugar un rato, hasta que uno de ellos perdió y le quiso pasar el control a mi hermana para que ella jugase, al darse vuelta y estar en el suelo tenía sus piernas frente a él y pudo notar la mancha que bajaba por ellas.
Damián: Ma, tenes manchado ahí. (Dijo señalando su pierna, Mika también había volteado a ver a que se refería su hermano)
María: Ah si, debe ser espuma del detergente.
Yo: Creo que no es eso, parece crema batida. Quieren probar? (Mi hermana me miro con los ojos abiertos como nunca antes los había visto)
Mika: Yo sí!!!
María: Nooo… creo que no es eso.
Y antes de que los chicos se acerquen más, paso su dedo por la gota de semen que tenía en su pierna y se limpió con él, para luego llevárselo a su boca. Solo eso hizo falta para volver a causarme una fuerte erección.
María: Si era crema, pero es mía, jajaja. (Les dijo en broma a sus hijos))
Mika: Uhhh, mama, ¡yo quería probar! (Le respondía Mika dándose vuelta para continuar jugando).
Yo: No te preocupes, princesa. Otro día te doy crema a vos.
Mika: ¡Bueno, tío! (Dijo ella contenta)
Damián: Yo también quiero!
Yo: Obvio, todo para mis sobrinos hermosos.
Mi hermana se volvió a girar hacia mí, sorprendida, pero podía notar algo de lujuria en sus ojos. Mientras los chicos volvían a jugar frente nuestro, ella se acercó a mi oído.
María: Estas enfermo.
Yo: Un poco, pero yo sé que te gusta.
María: Me encanta!
Dijo a la vez que ponía su mano por encima de mi pantalón sobre mi entrepierna, apretando mi pene erecto.
Espero les haya gustado esta primer parte, y si lo desean, me encantaría seguir contándoles como siguieron las cosas con mi hermana y luego con Mika.
Más por favor!!
Muy buen inicio! Esperando el siguiente…
Muy buena historia , sigue con ella.
Por favor continúa con el relato, me éxito demasiado
Me ha gustado mucho.
Parecía largo pero se hizo bastante corto al leerlo.
Te felicito y espero la continuación
Esperacular, espero con ansias la otra parte.
una historia muy caliente y claro que me gustaria saber como sigue lo demas
Delicioso. Ya se avizora que la mami va rumbo a saborear a su niño.
Claro que deseamos más 🙂 a sonar ese culo infantil!
¿Sigues ahí, Void? Va para un año sin parte 2, y la historia iba super rica :c