Mi hija mayor parte 1.
El incesto es ilegal pero ¿es incorrecto si es sólo diversión? Como los hechos fueron transcurriendo para llegar a tener una relación muy estrecha con mi hija mayor..
Mucho lo pensé antes de escribir este relato, que es totalmente real. Cuando se tratan estos temas, salen muchas voces que disienten (y seguramente pueden tener algo de razón), pero en mi caso aprendí que mientras no exista daño a nadie ni se obligue a nada, todo está permitido en el sexo.
Todo comenzó cuando yo tenía 17 años, y mi pareja de entonces (una chica de 23) quedó embarazada. Ella decidió tener al bebé sin obligarme a nada, porque yo era menor de edad. A pesar de mi inmadurez, yo quería sentirme papá y luego de un tiempo, cuando ya cumplí 18, mi hija (a la que llamaré María Isabel) comenzó a pasar un fin de semana por medio en mi casa. Mi madre, con quien yo vivía en ese entonces, la empezó a querer muchísimo, y la verdad, era hermoso tenerla cerca. Su mirada pura, inocente y llena de amor me encantaba y, siendo honesto, mi bebé era preciosa. Jugaba con ella, la llevaba a todas partes, y lo pasábamos genial. Así las cosas, mi hijita fue creciendo normalmente, y con mi madre hacíamos vida normal como familia con ella incluida.
Y cuando digo «vida normal», en casa siempre fuimos muy abiertos a lo natural… mi madre se paseaba por la casa solamente con una tanga y sin nada más, dejando al aire unos senos no muy grandes pero muy turgentes, y ello nunca me significó deseo sexual por ella. Para mí, simplemente era lo natural. De hecho, a pesar de tener mi propia habitación, cuando yo era pequeño me iba a acostar con mi madre por las noches simplemente porque quería sentirla cerca. Pero eso se acabó cuando una mañana, cuando yo tenía unos 10 mas o menos, despertamos yo abrazándola desde atrás, con mi pene duro como roca y bien metido entre las nalgas de mi madre. Ella me despertó y me dijo «creo que ya es hora de que dejes de dormir con mamá»… yo no lo entendí en su momento, pero desde ese día no pasó de nuevo. Y ahora con María Isabel en casa, seguíamos igual… mi madre con su tanga y yo simplemente «en bolas». Entonces, mi hija nos veía siempre de esa forma y para ella también se fue haciendo «lo normal».
Pero un día, cuando ella tenía unos 4 años, yo entré al baño a orinar y olvidé cerrar la puerta aunque yo quedaba de espaldas a la puerta. Justo acertó a pasar mi hija, y me pregunta:
- ¿Qué estás haciendo, papi?
- Pipí – le contesté, un poco sorprendido porque no la había sentido acercarse.
- ¿De pie? – me dice toda asombrada, con su inocencia de niña.
- Claro – le dije. Tú haces sentadita pero yo no necesito sentarme. Recuerda que somos diferentes.
A pesar de que ella tenía perfectamente claras las diferencias anatómicas entre niños y niñas, y hombres y mujeres, supongo que igualmente su curiosidad fue mucha, y entró al baño y se puso a mi lado mientras yo orinaba. Y miraba atentamente mi pene, el chorro de orina, y la taza del baño. Supongo que recién había notado para lo que servía esa parte de mi cuerpo que ya había visto muchas veces, ahora muy de cerca.
- ¿Puedo tocarlo? – me dice.
Yo quedé descolocado, pero mi madre ya me había dicho que si la sexualidad y sus diferencias se aceptaban y trataban de manera natural, mucho menos posibilidades habría de que la morbosidad apareciera a una edad temprana. De hecho, yo recordaba haber acariciado los pechos de mi madre cuando pequeño, sin que ella se escandalizara en lo más mínimo… sólo se sonreía. Entonces, le dije:
- Claro, pero espera que termine de hacer pipí para que no te ensucies.
Una vez que terminé, me lavé el pene y lo sequé, y le dije que ya lo podía tocar. Ella primero tocó con un dedo, como para sopesar la consistencia o qué se yo, y luego lo tomaba y soltaba, y le daba pequeñas palmaditas.
- ¡Qué raro se siente! – me dice mirándome.
Claro, yo con 22 años en ese entonces, el toqueteo hizo efecto muy rápido, y mi verga empezó a crecer y a levantarse.
- ¿Por qué se está poniendo así? – me dice mi hija toda extrañada. – Yo no supe qué decir inmediatamente, pero después algo se me ocurrió, que pudiera entender pero no fuera ni chocante ni nada por el estilo.
- Es que cuando uno juega con un pene, el pene reacciona y se pone duro… es normal.
Y cuando mi verga quedó toda erecta (no es muy larga, 17 cms, pero sí muy gruesa y cabezona), ella la miraba con los ojos muy atentos y asombrados, y la empezaba a apretar con más fuerza con las dos manos. Claro, la había visto muchas veces, pero nunca en esas condiciones.
En un momento dado, con la excusa de que tenía que hacer popó, le dije que fuera con su abuela para poder cerrar el baño. Y claro, cuando ella se fue, cerré la puerta y me masturbé como 1 minuto nada más, y bastó para que mucha leche se fue directo a la taza del baño. Ese fue como el primer «hito», aunque no se repitió ni hablamos de ello.
El segundo «hito» vino mucho después: teniendo ya mi hija 10 años, empezó a invitar amigas y amigos a casa, y hacían sus juegos y las niñas tenían sus conversaciones secretas. Y pasó que después de una de esas tardes de juegos, yo me acosté agotado y me dormí casi enseguida… debe haber sido madrugada ya porque estaba todo oscuro y sin ruidos en la calle incluso, cuando entre sueños siento que alguien tocaba mi verga pero de una manera como masturbándome, aunque sin mucha destreza. Abro un ojo cuidadosamente, y acostumbrándome a la oscuridad, con la luz del farol entrando por entre las cortinas de mi ventana, veo a mi hija en con camisoncito corto, sentada en mi cama y con mi pene en su mano, moviendo su manita hacia arriba y abajo. Cuando mi verga creció, ya su manita no abarcaba el grosor, así que empezó a usar las dos. Su carita indicaba que se estaba diviertiendo mucho, porque la veía sonreir, o a veces poner cara de ¿qué hago ahora? Por mi lado, no quise asustarla ni hacerla sentir culpable, así que el juego siguiera… y claro, vino el resultado inevitable. Un chorro de leche saltó lejos, y otros borbotones más siguieron. Entonces, mi hija soltó mi verga como asustada y escapó a su dormitorio. Yo me quedé pensando qué hacer, pero igual la paja y la terrible acabada me habían dejado agotado, así que el sueño me ganó rápido, y me volví a dormir.
Esto se repitió cada noche, por espacio de unas 2 semanas. Ahí pensé que tendríamos que conversar, pero dudaba si hacerlo «en el momento» o cuando estuviéramos tranquilos. Opté por la primera opción, para que mi hija no pensara que la estaba regañando. Y llegó la noche, y cuando mi hija estaba en lo mejor de sus esfuerzos, hice como que me movía y despertaba con la sorpresa viéndola allí y jugando con mi verga.
Mi preciosura se asustó muchísimo, pero la tranquilicé diciéndole que no pasaba nada, que todos teníamos esos períodos de curiosidad, pero que tenía que prometerme que nunca nadie podría saber lo que hacía, y menos que lo hiciera con alguien más, porque podría ser muy peligroso para ella.
- No, papi. Nunca lo hice antes ni con nadie más – me dijo muy seria.
- OK, ¿y de donde salió la idea?
- Es qué… – y dudó.
- Mi amor, no te voy a regañar. Es sólo curiosidad.
- Bueno… es que cuando estuve en casa de Cristina, vimos una revista del hermano, en donde salían unas fotos de unas mujeres haciendo eso a señores mayores. Y otras se los ponían en la boca o les pasaban la lengua.
- Ah, ya entiendo, mi amor – le dije -. No te preocupes, no pasa nada ni me voy a enojar. – Y se me despertó la curiosidad a mí ahora – ¿Y qué te pareció hacer eso?
- Pues es divertido ver como crece y se pone duro, aunque le pasé la lengua y no tiene sabor a nada.
- ¿De veras? No sentí nada ¿como lo hiciste? – Le dije ya caliente.
- Así, mira – y acerca mi verga a su boca y le da una lamida como a una nieve o helado. La visión y sensación fueron indescriptibles.
- ¿Y a ti pasa algo cuando haces eso? – le pregunté.
- Me da como cosquillita aquí en mi vagina.
Claro… es común que las niñas tengan el desarrollo antes que los niños, pero no me esperaba que lo vería tan pronto. Encendí la luz, y ví que su rajita tenía unos brillos de humedad… sus primeros juguitos. Y cuando la rocé con mi dedo, se le escapó un escalofrío y una risita nerviosa.
- Hagamos algo… – le dije -. Yo te dejo seguir jugando, pero yo también juego ¿sí?
- ¿Y como vas a jugar tú? – me dice sonriendo.
- Tú me pasas la lengua ahí, y yo te la paso en tu vágina… ¿te parece? Pero esto no se lo puedes contar a nadie, ni tu abuela ni tu mamá… nadie.
- Bueno, papi.
Así que la acomodé sobre mí, con sus piernas abiertas sobre mi cara, y yo me puse un cojín bajo mi cabeza, para que su rajita hermosa quedara a mi alcance. Y en el momento en que ella pasaba su lengua por todo mi tronco, le metí mi lengua entre sus pliegues y empecé a chupar su botoncito.
- Papi, me da vergüenza pero se siente como rico – me dice, y no se quitaba, y su rajita estaba cada vez más mojada.
Yo no contesté y seguí en lo mío… estaba en la gloria. Deben haber pasado unos 15 minutos, cuando ya la calentura fue demasiada, y entre lamidas de ambos, mi leche saltó lejos de nuevo y le cayeron unos chorritos a mi hija, que ya no se asustó tanto porque ya lo había visto.
- ¿Qué es lo que te sale, papi? Parece crema.
- Se llama semen, mi amor… aunque algunas personas le dicen leche – le dije mientras recuperaba la respiración.
- ¿Leche? ¿Por qué? La leche es más líquida.
- No lo sé…así le dicen.
- ¿Y no te duele?
- Para nada…al revés, me hace muy feliz y me gusta mucho.
- Ah, qué bueno.
- Mi amor, ahora ya debes irte a dormir. Y recuerda… no lo hables con nadie, pero nadie.
- Sí, papi.
Y de esa forma fue como descubrí el mundo del incesto. Aunque lo mejor estaba por venir.
FIN DE LA PRIMERA PARTE
Agradezco de antemano sus comentarios incluso los condenatorios. Y si alguien quiere escribirme, les dejo mis formas de contacto:
X = sexy_verg
Session = 05e94a19a27a4910bae6a059b84d006d717f801e0f5127664a603d394f418ca308
Correo= [email protected]
Tienes muchísima suerte amigo. Disfrútala por todo el tiempo posible. Gracias por el relato y espero que se ponga mejor cada narración porque el tema es muy atractivo y me permite desear más y más cada palabra. Saludos.
Gracias, amigo. Aunque esto pasó hace muchísimo tiempo, lo recuerdo como si fuera ayer. En breve saldrá la segunda parte.
Muy bueno. Me recalentó.
Te puedo escribir ?
Hola. Claro que sí… al final del relato tienes 3 formas de poder escribirme.