Mi hija y mi mejor amigo. Cuarta parte.
Juan por fin revela sus intenciones……
El lunes inició como siempre, llevé a mi hija a su escuela, para después yo irme a mi trabajo. Sin embargo, yo no pude laburar con normalidad, ya que durante toda mi jornada laboral estuve divagando y pensando constantemente en los videos que estaban en mi laptop. Se que mis compañeros de trabajo notaron mi ineficiencia, ya que mi jefe me regañó en repetidas ocasiones, momento en los cuales solo podía pedir perdón y tratar de seguir trabajando.
Como pude terminé mi jornada laboral, y con la mayor de las prisas me dirigí al departamento de Juan. Al llegar a la entrada, y para mi total sorpresa me encontré con el desconocido del video, quien al verme me sonrió de oreja a oreja, para luego saludarme de una forma muy extraña (o tal vez así lo vi yo debido al estado de parálisis momentánea que me generó al encontrarme con este sujeto).
Y antes de que pudiese mediar palabra alguna con él y ante mi mirada atónita, vi como salió del edificio y se subió a un automóvil destartalado que estaba en el estacionamiento, para luego perderlo de vista por completo. Después de este encuentro, quedé inmóvil por unos segundos, hasta que por fin mi cuerpo reaccionó a las ordenes de movimiento que generaba mi cerebro.
Con bastante agilidad me dirigí al elevador del edificio, para después oprimir el botón que me llevaría a la casa de Juan. La espera por el elevador, y la subsecuente subida, me parecieron eternas, y cuando por fin se abrió la puerta en el piso de Juan, salí disparado hacía la entrada del hogar de Juan.
Toqué con bastante fuerza a la puerta, para acto seguido esperar por una respuesta del interior. Pasados unos segundos, escuche la voz de Juan, quien grito. – ¡Voy!
Cuando al fin se abrió la puerta, vi que Juan estaba un poco agitado y sudado, lo cual me hizo temer lo peor. Sin embargo, y a pesar de mi condición tan excitada, no perdí la cortesía, por lo que reuní la mayor cantidad de fuerzas para actuar una conversación educada y cortés, la cual inició con un. – Buenas tardes, Juan, vengo a recoger a Carla, ¿Todo bien? Te veo algo agitado.
Juan me respondió con una sonrisa. – Hola Ramiro, pasa, justo nos encontraste jugando, deja llamó a Carla.
Momento en el que pasé al interior del departamento de Juan, el cual pude notar tenía el aroma característico del sexo. Esto me alteró aún más, sobre todo porque no esperé mucho para ver salir a mi hija del baño del departamento, completamente despeinada y sin aliento. Empero, esto no le impidió correr a abrazarme mientras extendía sus brazos y me decía. – ¡Papi!
Al abrazar a mi hija pude sentir el aroma a sudor y semen que emanaba de su diminuto cuerpo. Esto para ser sincero, me excitó bastante, ya que sabía perfectamente a que habían estado jugando, sin embargo, sospechaba que no habían estado solos, sino que ese extraño que me había encontrado momentos antes también había sido participe de los famosos “juegos”.
Cuando baje a mi hija, le dije que fuera por sus cosas, ya que ya era hora de irnos a casa. Mientras ella iba por su mochila y demás pertenencias, me quedé en la sala con Juan, en un silencio incomodo que jamás había experimentado estando con él, hasta que por fin Juan habló.
Juan. – Se que viste dentro de mi celular.
Al decir estas palabras, me volteó a ver con una sonrisa maliciosa que no sabía era capaz de hacer. Por mi parte, yo estaba pasmado, ya que lo que menos esperaba es que el me dijera eso. Como pude balbuceé una pregunta. – ¿Cómo?
Juan. – Porque borraste por error uno de mis archivos. Pero para ser sincero te tardaste más de lo que había pensado, ya que con tantas veces que dejé mi celular “olvidado”. -Mientras decía esto hacía con sus manos el gesto de comilla. – pensé que lo descubrirías antes.
Yo. – Pero… ¿Por qué? – Y justo cuando dije esto, regresó Carla con sus cosas impidiéndonos seguir con la conversación. Al despedirnos yo me sentía desconcertado, y con ganas de saber porque diablos, Juan, quería que yo los descubriera. Por su parte Juan nos despidió con su sonrisa habitual.
Al ir hacía el auto, decidí que debía ir a encarar a Juan y saber por fin el porque de su urgencia por que yo descubriese su secreto. Por este motivo llevé a Carla al coche, para luego pedirle que me esperase un momento, ya que había olvidado algo en la casa de Juan y que me urgía ir por el. Carla ni se inmutó, simplemente me dijo que si y se subió al automóvil, para acto seguido cerrar con seguro las puertas.
Al desaparecer del ángulo de visión de Carla, empecé a trotar hacía el departamento de Juan. Durante estos instantes el trayecto se me hizo eterno, y en mi cabeza solo rondaban un centenar de preguntas. Cuando por fin llegué a la puerta de Juan, toqué con bastante brusquedad, y ante mi sorpresa, Juan abrió enseguida, para luego invitarme a pasar.
Juan. – Sabía que no te podrías aguantar. Pasa, siéntate.
Yo. – ¿Qué te hace pensar que me voy a sentar tranquilamente a conversar contigo en vez de romperte el hocico aquí mismo?
Juan. – Porque si me hubiese querido dañar, ya lo hubieras hecho. Además, si me golpeas, tú saldrás perdiendo, ya que mis vecinos testificaran a mi favor diciendo que tu irrumpiste en mi hogar para hacerme daño, cuando yo no te he hecho nada a ti.
Yo. – Pero yo tengo los videos en mi computadora que demuestran que tú violaste a mi hija.
Juan en ese momento se empezó a reír, para luego decirme. – Si serás pendejo Ramiro, lo bueno de que no sepas ni una chingada madre de computadoras, es que te pueden hackear fácilmente.
Yo. – ¿Hackeaste mi computadora?
Ramiro. – Si, justo en el momento en que conectaste mi celular con tu computadora. Es más, tengo un control remoto que me permite freír por completo tu laptop en este momento, o lo que es mejor, sacar a relucir esos videos que tenías tan guardaditos. Pero no lo voy a hacer, o bueno por lo menos aún no. Primero quiero que escuches mis demandas.
Yo. – Hijo de tú perra madre. – En este momento yo ya estaba gritando y bramando de furia.
Juan. – Si, si, ya dejaste claro tu punto de que estas enojado conmigo, pero ahora debes quedarte callado y escuchar, te recomiendo que te sientes.
Yo seguí sus instrucciones a regañadientes, aunque mi rabia no desapareció en ningún momento. Sinceramente en ese momento no estaba pensando con claridad, y lo más probable es que muchas de las decisiones que tomé ese día, se vieron nubladas por los sentimientos que tenía a flor de piel.
Juan. – Primero que nada, debes entender que todo lo que hice fue por amor hacía Carla.
Yo. – Pero si es sólo una niña.
Juan. – Que te calles y escuches. – Acto balanceó su cuerpo hacía delante, encorvándose en el proceso, a la vez que entrelazó sus manos, lo cual le confirió un tono de seriedad a sus palabras. – Mis demandas son simples, de ahora en adelante ya no te voy a ocultar mi relación con Carla, y por lo mismo quiero que tú no interfieras en nuestras actividades. En segundo lugar, aunque tu vas a seguir siendo su padre, Carla se va a mudar conmigo, aunque dejaré que pase los fines de semana contigo, a no ser que tenga algún otro plan. Por último, si de casualidad se da la situación de que alguien que yo no autorice se entere de mi relación con Carla, no voy a dudar en exponer tus sucios secretos. ¿Entendiste?
Yo no pude contestar, ya que realmente me había quedado sin palabras, no podía creer que aquel que había llamado mejor amigo, me estuviera chantajeando con el fin de poder satisfacer sus más bajos instintos carnales.
Juan al ver que no contestaba, me dijo en un tono más fuerte. – ¡Con un carajo, contesta!
Yo murmuré. – Esta bien.
Juan. – Que bueno que hayas entendido a la primera, y no hayas salido con una pendejada, ahora ve con Carla, que ya pasó algo de tiempo y se puede asustar.
Justo cuando me disponía a salir de su casa, Juan agregó. – Ah, y no te preocupes por decirle a Carla, yo ya lo arreglé, a partir de mañana ya no te molestes en venir por ella. Yo iré mañana temprano a tú casa por sus cosas más importantes, el resto se quedarán ahí para cuando te visite. – Acto seguido cerró su puerta, momento en el que me dirigí al coche.
Cuando llegué a mi vehículo esperaba encontrarme a una Carla preocupada por el hecho de que su padre se había tardado. En cambio, mi hija estaba profundamente dormida en los asientos traseros del coche. Por lo tanto, me dispuse a manejar rumbo a la casa, sabiendo que ese paseo sería el último que daríamos juntos.
Al llegar a la casa, tuve que bajar en brazos a mi hija, dándome cuenta de que a partir del día siguiente perdería lo que más quería en la vida. Sin embargo, Carla no parecía preocupada, supongo que Juan le explicó la situación de tal forma que logró convencerla de que irse a vivir con él, era la mejor opción. Fue así, inundado en pensamientos de remordimiento por haber confiado en Juan, que pase mi última noche “normal” bajo el mismo techo con mi hija.
La mañana siguiente también transcurrió con normalidad, incluso nuestra despedida al dejarla en la escuela fue como de costumbre, sin embargo, conforme avanzó el día, me di cuenta que ya no vería a mi hija en un largo tiempo, por lo que entré en una depresión bastante fuerte. Durante las dos primeras semanas me sumergí en el alcohol, y aunque llamaba a la casa de Juan para saber como estaba mi hija, mi ex mejor amigo, siempre me contestaba con evasivas, o simplemente no descolgaba el teléfono. Por lo que cuando por fin recibí la llamada de Juan en la que me permitía ir a ver a mi hija, me puse muy ansioso, ya que no sabía en que estado iba a encontrar a mi hija.
————————————————Continuara————————————————-
Uff avanzó muy rápido toda esa trancision, espero con ansias saber como esta transformada a detalle esa putita luego de 2 semanas