Mi hija y yo tenemos sexo cuando mi esposa o sea su madre no está.
Un padre y su hija adolescente adulta una noche en que su esposa y madre de su hija se encontraba visitando a su hermana, en otra ciudad, de manera inesperada comienza a tener sexo..
Lo que sucedió, sucede, y de seguro seguirá sucediendo entre mi hija y yo es algo que no puedo controlar.
Hace un par de meses, yo regresaba de mi negocio, cuando me encontré a mi hija que ya casi es adulta, viendo televisión en la sala, lo que no hubiera tenido nada de especial, de no ser porque ella andaba medio desnuda, por lo cual le llamé la atención.
Luego mi esposa me recordó que la debía llevar al aeropuerto, para tomar el vuelo que la llevase a la casa de su hermana, y todo hasta esos momentos estaba bien.
Por lo que después de que el avión de mi esposa partió, decidí irme a tomar algunos tragos, en el bar donde se reúnen la mayoría de mis amigos, y cuando llegué a casa, me encontraba algo alegre.
Como mi esposa no estaba, antes de acostarme, decidí darme otro trago, por lo que, al pasar por la sala, nuevamente veo que mi hija, aún seguía viendo la TV. Únicamente con sus pequeños pantis, y su sostén.
Pensé en volver a llamarle la atención, pero finalmente no lo hice, en lugar de eso tomé asiento en mi butaca, a un lado del sofá donde se encontraba recostada mi hija, y a medida que me bebía mi trago, sin darme cuenta me quedé viendo las paradas nalgas de mi hija, apenas cubiertas por esos diminutos pantis, que se enterraban entre sus nalgas.
Yo no sé en que estaba pensando, cuando escuché a mi hija decirme. “Papito lindo y precioso, si quieres me las quito, para que me las veas sin nada encima.”
Sus palabras me hicieron caer en cuenta de que las paradas nalguitas que estaba viendo eran las de mi propia hija, por lo que sin saber que responderle, me puse de pie, con la idea de marcharme de la sala.
Pero de momento veo que mi hija en un dos por tres, no tan solo se quitó los pantis, sino también el ajustado sostén que cargaba puesto segundos antes, quedando por completo desnuda ante mis ojos.
Desde siempre he sabido que ella es medio putoncita, ya que, a sus dieciocho, mi esposa y yo nos enteramos que desde hacía par de años se encontraba activa sexualmente, la cosa es que a pesar de todo lo que le pudimos haber dicho, nuestra hija, simplemente nos sonreía, sin molestarse y desde luego sin hacernos mucho caso.
Pero en ese instante que la tenía frente a mí, completamente desnuda, aunque quise retirar mi vista de su joven y hermoso cuerpo, no pude hacerlo, ella se terminó de levantar del sofá, y acercándose a mí, colocó sus brazos alrededor de mi cuello, diciéndome. “¿Papi, no te parece raro que, a estas horas de la noche, no me encuentre fuera de la casa?
Y hasta ese momento no me había dado cuenta de eso, ya que, por lo general, mi hija sale los viernes en la noche con sus amigas, o con el novio de turno que tenga, y cuando regresa lo hace casi al amanecer, y por lo general algo borracha, con una cara de puta satisfecha.
En ese momento, no sabía ni que decirle, y cuando le iba a decir no sé qué cosa, ella pegando su desnudo cuerpo al mío, me ha plantado un fuerte beso en mi boca, por lo que me quedé nuevamente sin saber que hacer ni que decirle.
Quizás por lo mucho que había bebido, coloqué mis manos sobre sus caderas, con la intención de separarme de su cuerpo, pero no sé qué me pasó que en lugar de hacer eso, lo que hice fue abrazarla, y besarla de la misma manera que ella me estaba besando a mí, al tiempo que introduje mi lengua dentro de su boca.
Al tiempo que levantándola, la fui llevando hasta el sofá y sin separar nuestras bocas la recosté, de inmediato me entró un no sé qué, que de inmediato soltándola a ella comencé a quitarme toda mi ropa, mientras que mi hija tendida sobre el sofá me observaba con una seductora sonrisa en sus rojos labios.
Hasta esos momentos les juro que nunca había visto a mi hija, como mujer, simple y sencillamente era mi hija, y nada más, pero al sentir su caliente cuerpo contra el mío, sus paradas tetas, presionando mi pecho, sus nalgas bajo mis manos, y sus labios presionando los míos, como que todo se me olvidó, y lo único que tenía en mente era el acostarme con ella.
Una vez que me quedé completamente desnudo, coloqué mis manos sobre sus rodillas, las separé, y de inmediato dirigí mi boca a su depilado coño, en ese instante levanté la vista, y vi en su rostro reflejada, una gran sorpresa, ya que lo más probable es que no se hubiera imaginado, que yo me iba a dedicar por un buen rato a darle una profunda y vigorizante mamada de coño.
Ya que ha diferencia de mi hija, que tiene toda su vulva depilada, su madre la mantiene con todo su pelambre, pienso que en parte porque dicha moda no es de su agrado, como tan poco lo es que yo se la mame, ya que como buena fanática religiosa todo aquello que se relacione con el disfrute del sexo es pecado.
Pero a medida que comencé a pasar mi lengua por sus labios vaginales, mi hija comenzó a gemir de placer, y decirme de manera bien clara lo mucho que estaba disfrutando el que yo le chupase su clítoris.
Tanto fue el placer que le pude producir, que cuando me encontraba de lo más concentrado lamiendo y chupando su sabroso coño, de momento mi hija soltó un abundante chorro de sus líquidos vaginales, al mismo tiempo que me pedía que no me detuviera.
Tras secarme la cara con mi camisa, dirigí mi erecta verga, a su sonrosado y depilado coño, mientras que ella mantenía sus piernas abiertas, mi cuerpo se fue acomodando sobre el cuerpo de ella, a medida que mi verga se iba deslizando dentro de su cuerpo.
En esos momentos nos volvimos a besar como locos, una y otra vez, mientras que ella movía sus caderas y yo sentía como su coño en cierta forma y manera apretaba mi verga.
Así estuvimos por cierto rato, hasta que ella misma me pidió que cambiáramos de posición, colocándose bocabajo en el sofá, y nuevamente separando sus piernas fui penetrando su divino coño, metiendo y sacando toda mi verga una y otra vez.
Ella gemía de placer, mientras que yo continuaba disfrutando de su cuerpo, clavándole incesantemente toda mi verga, me encontraba tan ensimismado que de momento llevé una de mis manos al frente de su coño, y comencé apretárselo con mis dedos, hasta que llegamos al punto en que no pude aguantarme más y me vine dentro de ella, por lo que juntos disfrutamos de tremendo éxtasis.
Por un rato permanecimos sin movernos, hasta que me levanté y fui al baño a orinar y lavar mi verga, al salir del baño ella entró de inmediato y se dedicó a lavarse, y expulsar lo que pude dejar dentro de ella.
Estaba pensando en vestirme, cuando regresó mi hija, y sin decirme nada, se agachó frente a mí, agarró mi verga y se la llevó a la boca, en ese instante el sorprendido lo fui yo, ya que a su madre en un tiempo el que solo le insinuase que me diera una mamada, era motivo para que de inmediato se levantase de la cama y se retirara del cuarto, razón por la que dejé de pedírselo, ya que nunca quiso complacerme.
Pero volviendo a mi hija, a medida que me comenzó a chupar mi verga, yo me tendí sobre el sofá, y a los pocos segundos, colocó su depilado coño sobre mi boca, haciéndome disfrutar de una de mis mayores fantasías.
Como mi esposa iba a estar casi dos semanas en casa de su hermana, mi hija prácticamente se mudó a nuestra habitación, y casi todas las noches disfrutábamos de un salvaje sexo, entre padre he hija, pero una de las cosas que más me gustó fue cuando ella se tomó la iniciativa de ofrecerme sus paradas nalguitas.
Cosa que a su madre el solo oír hablar de eso, le causa repulsión, pero nuestra hija como que nació con un talento natural para eso, ya que nuevamente sin decirnos una sola palabra, bastó que me presentase sus paradas nalguitas estando en la cama, para que yo procediera a penetrarla.
Esa noche mi niña se había embadurnado su esfínter con vaselina, y al parecer había estado usando algo para ir dilatando su apretado culito, ya que a medida que la fui penetrando, ella lo fue disfrutando, al punto que le tuve que pedir en cierto momento que se calmase un poco, ya que yo no me quería venir tan rápido.
Luego que regresó mi esposa, aun hemos seguido manteniendo nuestros encuentros, y aunque he tratado inútilmente de suspenderlos, por temor a que su madre se de cuenta, me es algo imposible de realizar.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!