Mi hijo me usa como mujer…
Hasta donde el incesto puede ser tan excitante….
Hasta donde puede llegar la perversión de tu hijo?
Cuanto desea ver a su madre en una situación muy sexual?
Tengo un hijo de 18 que juega fútbol soccer; es parte de un equipo; entrenan y se reúnen muy seguido; pero a últimas fechas; lo he notado extraño, ansioso… antes no toleraba que lo abrazara o acariciara; ahora me abraza, me besa, me acaricia; pero, aprovecha cualquier situación para tocarme; los pechos, las nalgas, las piernas, mis muslos y en un par de ocasiones, me rozó la entrepierna.
No quiero parecer histérica, pero creo que mi hijo necesita hembra. Cierta ocasión, dejó su computadora abierta y se quedó dormido. Empecé a guardar todo lo que había hecho de tarea y encontré una página para adultos que mostraba algunas tendencias de las historietas japonesas; los dibujos mostraban escenas explícitas de situaciones sexuales en caricaturas; cosas que mi imaginación no alcanzaba; y mi hijo le gustaba aquello.
Varias veces lo escuché, masturbándose y el olor del sexo solitario era inconfundible.
Iba a ser su cumpleaños 20 y pensaba regalarle un par de horas con una acompañante para relajar sus hormonas.
El dijo que tenía en mente un regalo y quería ver si era posible…
El quería verme cogiendo con sus amigos, muchachos de entre 18 y 21 años, con las hormonas al tope. Me ofendí, le dije que si creía que yo era una cualquiera. Salí de su cuarto, me fui a mi habitación a pensar; siendo divorciada, no tenía muchas oportunidades de calmar mis deseos de mujer; pero algo así estaba fuera de los límites.
No tardó mucho en tocar a mi puerta y pedir una disculpa; de acercó y lo abracé contra mi pecho; yo solo tenía puesta una camiseta larga y mis panties; podía yo sentir su respiración agitada y su excitación.
Me separé un poco para no excitarme yo también; ya habían sido algunos meses desde mi último amante de ocasión y me empezaba a mojar. Vi su mirada vidriosa, de un animal que necesita desahogarse. Le dije que lo disculpaba y podía irse a su habitación. El me pidió que si de regalo adelantado de cumpleaños, lo podía masturbar; estaba muy ansioso y necesitaba tranquilizarse.
Estaba como loco, y yo no quería que sucediera algo que parecía inminente. Él tan solo traía un bóxer que difícilmente retenía su erección. Me dijo que nunca había estado con una mujer, solo se había masturbado. Le dije que solo lo haría terminar con mi mano y sería una única vez. Sacó su falo, lo mire hipnotizada; era grande, grueso; líquido comenzaba a salir de la punta. Lo tome con mi mano que apenas cubría el grosor; el movimiento le provocó un gemido de placer.
El verlo tan excitado me encendía, empezaba a mojarme y mi vagina palpitaba de urgencia. Trataba de controlarme; pero mi necesidad de hombre era más grande. Sin pensarlo, me lo metí en la boca y lo chupe, el bufó con deleite; tomó mi cabeza y me comenzó a coger la boca. El bombeo era desesperado, le gustaba sentir la humedad de mi boca en todo su falo y como mi lengua rozaba su tronco; llegaba hasta mi garganta, provocándome arcadas; trataba de controlar la profundidad deteniendo con mis manos sus piernas, pero era inútil. Aún con la desesperación de su embate, mi vagina estaba muy húmeda; podía percibir el aroma de mis jugos y estoy segura que el también lo percibía y lo excitaba; su falo estaba duro como una piedra y palpitaba con urgencia, necesitaba soltar su carga; la punta soltaba chorros de líquido, tenía un sabor fuerte; cada chorro le producía placer.
Aún con la verga en la boca, acaricié mi clítoris; estaba duro y sensible, pocas veces lo había sentido así; temblaba cada vez que lo tocaba, también yo quería terminar; él bufaba y gemía, cogiendose mi boca desesperadamente; chorros de líquido preseminal salían de la punta, anunciando la eyaculación inminente, ese sabor salado que ya había olvidado, pero más fuerte, mas concentrado. Salió de mi boca de golpe, babas y líquido gotearon sobre mis pechos desnudos. Me cargó en vilo y me puso sobre la cama; levantó mis piernas y enterró su cara en mi sexo; solo pude emitir un largo suspiro de placer al sentir su lengua invadiendo mi interior y su nariz rozando mi clítoris; lo tomé del cabello y lo acerque aún más; mi cadera se movía sin control, quería acabar, quería terminar; su boca succionaba todo el líquido que salía de mi; yo chorreaba; de momento, me llegó un gran orgasmo; mi cuerpo se convulsionar, el seguía moviendo su lengua; no me podía detener, el orgasmo se prolongaba, yo quería seguir viniéndome; sentí un borbotón salir de mi, el lo saboreo; caí rendida, aún con algunos estertores.
El no se detuvo, pude ver su cara empapada con mis jugos; volteé a verlo; se acomodaba para entrar en su madre; su falo duro como roca aún mananaba líquido; puso mis piernas aún temblando en sus hombros; quise detenerlo, pero se enterró en mi de un solo golpe; un jadeo de placer salió de su boca mientras invadía a su madre; al llegar al fondo, se quedó quieto disfrutando las pulsaciones de mi vagina que acariciaban todo su falo. Tomó uno de mis pechos y lo comenzó a chupar, su mano jugueteaba con mi otro pezón; no se movía, yo lo sentía palpitar dentro de mi; sus caricias me seguían excitando; el olor de mi jugo en su cara era intenso, me excitaba aún más. El bombeo empezó sin dejar de chuparme y acariciarme; mi orgasmo aún continuaba y sentía como mi cuerpo se preparaba para el siguiente; el bombeo era rápido; podía yo sentir su verga dura, caliente, cada vena palpitaba dentro de mi vagina; mis dedos y mis juguetes no conseguían lo que estaba sintiendo en ese momento. Lo sentí ponerse más duro como si eso fuera posible; se enterró hasta el fondo y se quedó quieto; su falo comenzó a palpitar con fuerza, estaba a punto de venirse.
Le rogué que se saliera; que nadie había dejado leche dentro de mi, a excepción de su padre; eso lo enardeció más; empezó a bombear más rápido y con más fuerza. Sentí su verga hincharse y ponerse más dura, sus ojos se pusieron en blanco, resoplaba y bufaba listo para venirse; le rogué que se saliera, que no me acabara adentro; intenté moverme para sacarlo, pero, así como estaba sobre de mí, dejó caer su peso, metió las manos, me agarró de las nalgas y me impidió moverme. El bombeo de aceleró y, de momento, se enterró hasta lo más profundo que su verga permitía, chorros de líquido ardiente se alojaron dentro. Se retorcía y jadeaba, mordiendo y lamiendo mi cuello mientras inyectaba su semilla. Otro orgasmo me llegó, no sé si por la falta de hombre, o por la excitación del sexo con mi hijo. El terminaba de eyacular y mi vagina lo estrujaba, exprimiendo cada gota de su leche.
Él seguía duro, inyectando dentro de mi. Empezó a bombear otra vez, despacio, queriendo mantener su erección. Le dije que ya había eyaculado, que se saliera. Me miró con una sonrisa y sin dejar de lamer mi cuello, me contestó que iba a venirse otra vez; que no sabía cuando iba a volver a disfrutar de mi y quería estar bien satisfecho por el momento. Sin dejar de agarrarme las nalgas para que no pudiera moverme, siguió bombeando; yo ya no sentía nada, solo quería que terminara. No tardó mucho en volver a inyectarme, aún recuerdo sus jadeos y bufidos, mientras me chupaba un pezón.
Al terminar, se salió de mi; un borbotón de su leche escapó de dentro de mi. Él lo notó, llevó su mano a mis labios vaginales; la combinación de mis jugos y su leche, llenaron la palma de su mano y la esparció en mi monte de Venus y mis muslos; el olor a sexo era fuerte y excitante.
Desde ese día, mi hijo me ha tomado como su mujer y me hace suya cada vez que tiene ganas. Mi vagina y mi culo se han adaptado a su tamaño y comienzan a palpitar en cuanto ven su falo erecto.
Quizás lo prohibido sea lo más delicioso…
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