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Fantasías / Parodias, Heterosexual, Incestos en Familia

Mi hijo, su hermanita y yo

Mi hijo usa a su hermanita y yo los uso a los dos.

Hace un tiempo que cuando baño a Cande, mi hija de cuatro años, noto que tiene algunas marquitas o zonas muy rojas en sus partes íntimas. Más que nada en su conchita.

Al principio pensé que era por las bombachitas de “nena grande” como le dice ella, que había empezado a usar ya que por fin dejó los pañales. Así que le empecé a comprar más grandes de su talle y de 100% algodón. Sin embargo, las marcas seguían apareciendo.

Y al bañarla, cuando le lavaba esa zona, ella se reía o me decía que le hacía cosquillas. Como ahora, que no para de moverse y reírse.

En un momento, se aleja, se pone de espaladas y se agacha, agarrándose las dos nalguitas y abriéndoselas de par en par, mostrándome sin ningún tapujo sus agujeritos.

Para mi sorpresa, el de su concha mucho más abierto.

– ¡Candela! ¿Qué haces hija? Vení para acá.

Ella se ríe. – ¡Mami!

-Mami nada, ¿quién te enseño eso? No se hace eso.

-Lucas, mami.

– ¿Eh? -Lucas es mi hijo, y toda mi atención se pone en alerta cuando la escucho decir su nombre. – ¿Lucas que, Cande?

-Lucas enseño… me enseño eso a mí.

La miro sin entender muy bien por donde va, pero a mi cabeza vienen imagines horrorosas que no quiero creer que sean verdad.

Lucas tiene dieciséis años y juega al rugby. Entrena todos los días a la mañana que es cuando yo me voy a trabajar y Cande al jardín. Por las tardes, cuando volvemos todos, yo me duermo una siesta o me voy al gimnasio y lo dejo a él al cuidado de su hermanita.

Se llevan varios años, pero se aman. Lucas es un hermano bastante presente, consentidor y tierno con Cande. La cuida como si fuera su propio padre… entonces mi cabeza no puede procesar lo que pienso.

Entiendo que sus hormonas de adolescente a veces pueden jugarle en contra, pero por eso tiene noviecitas a las que a veces trae a casa para coger.

Somos muy abiertos con nuestra sexualidad en esta casa. Con mi marido no hacemos nada raro para perturbar a los chicos, pero si somos de hablar las cosas y siempre fuimos claros con Lucas de que si él quería tener sexo con alguna chica podía traerla a casa y siempre usar preservativos.

Preferimos eso antes que cualquier cosa.

Entonces, claramente lo que pienso de mi hijo no puede ser real.

– ¿Qué te enseño Lucas, mi amor?

Le pregunto amablemente mientras le lavo el pelo.

Ella juega con el agua y sus juguetes para la bañera. -Lucas y yo somoz novios, mami. Y… y… mi cochita… a él le gusta… y yo chupo vega.

Me quedo helada. Sus palabras son lo que yo creo que son. Una niña de su edad no puede decir esas cosas si no las ve, o si no lo escucha de alguien más.

No, no, no. Dios, no.

-Cande, mírame. -ella me mira. – ¿Quién te dijo eso?

-Lucas, mami. Mi hemanito.

– ¿Lucas dijo que sos su novia? -ella asiente. – ¿Y Lucas te toca acá? -ella vuelve asentir cuando le toco su vaginita.

Y yo siento que me baja la presión.

No sé cómo termino de bañarla. Tengo la mente nublada. Hasta cuando preparo la cena y nos sentamos todos a cenar viendo el noticiero.

Mi marido mira atento la tele, Cande esta con su tablet viendo algún programa de nenes que le gusta a ella y Lucas mirando su celular.

Yo lo miro a él.

Mi hijo es hermoso y no lo digo porque sea su madre. Realmente todo el mundo lo piensa.

Para su edad es muy alto y por el rugby y las horas de entrenamiento en el gym junto a su padre, es muy grande. “Mi grandote” cómo le digo yo.

Se me hace un nudo en la garganta imaginándolo hacer las cosas que me dijo su hermanita.

¿Sería capaz?

Por favor, Dios, no.

Debe sentir mis ojos puestos fijamente en él, porque levanta la mirada del celular y me mira. Automáticamente una tierna sonrisa se posa en su cara.

– ¿Qué pasa, ma? ¿Por qué me mirás así?

Me cuesta sonreírle de vuelta, pero lo hago. -Por nada hijo, mirando lo grande que estás. ¿Me ayudas a lavar los platos?

-Obvio, ma. Como todas las noches.

Otra cosa de Lucas es que es súper mamero. Como fue mi único hijo por varios años, hacíamos todo juntos. Siempre estaba con mamá y esa costumbre le quedó. Me ama incondicionalmente como yo lo amo a él.

Pero no sé si ese amor seguirá siendo el mismo después de…

Todos levantamos la mesa, es un acuerdo que tenemos, pero mi marido se lleva a la nena al sillón para ver una película y Lucas y yo nos vamos a la cocina a lavar todo.

Hablamos del colegio y rugby mientras yo lavo los platos, él los seca y los guarda. Tengo un nudo en la garganta al hablar con él, pero es mi bebé así que no puedo no mirarlo con ternura escuchando todo lo que me dice.

No todos los adolescentes son tan abiertos como él.

– ¿Y esa noviecita que tenías? ¿Cómo era que se llamaba? No vino más.

– ¿Qué novia? Yo no tengo novia.

-Si tarado. La colorada que tenía un arito en la nariz.

-Ah, Flor. Ni idea, cortamos.

-Ay… ¿por qué? No me contaste.

Se encoge de hombros. -Ya no nos gustábamos. Me gusta otra.

-Epa. ¿Quién es? ¿Del colegio?

Niega. -No la conoces.

-Y no, y menos si no me decís quien es. -ruedo los ojos y él serie.

-Es una chica… no es del cole.

Lo miro fijamente, buscando algo. Sus ojos puestos en lo que está haciendo, pero una sonrisa pícara en su cara.

– ¿Entonces de donde es?

-Fua ma, que chusma estás hoy. ¿Para qué querés saber?

Me hago la boluda. -Y no sé hijo, me gusta saber de la vida de mi niño.

-Basta, no soy un niño.

Los dos reímos y cambiamos de tema. Por hoy lo dejo estar, pero necesito verificar como sea que está pasando entre mi hija y su hermanito.

Al otro día no voy a trabajar porque me toca home office así que después de llevar a los chicos al colegio, voy directamente a Fravega y compro una cámara para la habitación de mi hija y otra para el baño. No entiendo nada así que le digo al chico que me explique cómo funciona, lo hace y yo me vuelvo lista a casa para instalarla.

Cuando llego, mientras trabajo, hago el almuerzo para que esté listo cuando lleguen los chicos y mi marido. Dos horas después, me pongo a instalar la cámara.

La pongo en un lugar discreto entre su armario y una lámpara, pero que dé hacia dos ángulos, su cama y la entrada a su habitación.

Después pongo una en el baño. Esta me da un poco de pena ponerla por mi marido y mi hijo, pero tengo que descubrir como sea que es lo que está pasando.

Las cámaras están conectadas a mi celular, tablet y computadora. Puedo ver lo que está pasando en cualquier lugar y momento.

Mi familia llega. Comemos en familia y no pasa nada más. Lucas dice estar cansando y se duerme una siesta, mi marido se va al gym así que yo soy la encargada de bañar a Cande y hacerla dormir una siesta.

Estoy trabajando sentada en la mesada de la cocina cuando el sensor de movimiento de la cámara se activa y una ventanita se abre en mi computadora, mostrando el baño y como alguien entra.

Es mi hijo que entra solamente con una toalla alrededor de su cadera.

Siento mi cara y mi cuerpo ponerse rojo. No puedo estar viendo a mi hijo de dieciséis años bañándose, pero no puedo evitar dejar de mirar cómo se quita la toalla y aparece completamente desnudo.

Para tener dieciséis no lo parece. Se me seca la boca al ver su espalda grande, sus piernas y muslos fuertes, su culo duro y cuando se da vuelta, su pecho amplio, su panza completamente marcada y más abajo, su pene.

Me quedo sin aire. Es tan larga pero no tan gruesa como la de su papá. Parece estar completamente depilado y eso me hace tragar saliva con fuerza y acomodarme en la concha porque me empieza a hormiguear la concha.

Es la primera verga que veo en veinte años que no sea la de mi marido y estoy hambrienta, desesperada.

¿Acaso estoy pensando en la verga de mi hijo dentro mío? Si, lo estoy pensando.

Su cuerpo varonil, pero adolescente arriba mío mientras su verga larga y dura entraría con fuerza en la conchita de mamá, por donde él salió. Solo de pensarlo empiezo a transpirar y a tocarme por sobre la calza que tengo puesta.

Lo miro bañarse durante quince minutos en los que me froto la concha con suavidad e imagino todos los escenarios posibles.

Cuando se pasa jabón por la verga se la acaricia como si se estuviera pajeando y yo suelto un gemido.

Estoy loca. ¿Qué mierda estoy haciendo?

Verlo aclararse el cuerpo debajo del agua y pasarse las manos fuertes me tiene hecha un charco, pero no puedo terminar de pajearme viendo a mi hijo adolescente porque mi esposo llega en ese instante y tengo que cerrar rápido la evidencia de que soy una maldita pervertida.

Pero esa noche, luego de ducharme, llevo mi consolador favorito al baño y me lo meto con fuerza mientras pienso en la poronga de mi hijo.

Por varios días es más de lo mismo y no pasa nada extraño. Cuando es mi marido el que entra a ducharse ni miro la cámara, pero cuando es mi hijo lo veo mientras estoy en la soledad de la habitación que comparto con su papá y me pajeo con fuerza. He llegado a mojar las sábanas con mis fluidos y tener que cambiarlas antes de que llegue mi marido.

Cuando mi hijo es el que baña a su hermana no veo nada extraño más que una interacción de hermana y hermano. Y un poco me decepciona.

¿Por qué no estoy feliz de que mi hijo no esté abusando a su hermana?

Es por lo que las marcas en la conchita de mi hija van desapareciendo y todo vuelve a la normalidad.

Hasta aquella noche.

Estaba terminando un informe para la empresa, sentada sola en el living, cuando la ventana de la cámara se abre a un costado en la compu.

Hay movimientos en la habitación de mi hija. Con el corazón a mil, abro la ventana y miro todo atentamente.

Es mi hijo entrando a la habitación de su hermana. Cande, que duerme plácidamente con su pijama de unicornios, ni se percata de la nueva presencia. Mi hijo tiene puesto solo un bóxer. Siempre duerme así por lo que no me sorprende.

Cuando entra, cierra la puerta con sumo cuidado, y se acerca a la cama de igual forma

Al principio solo admira a su hermanita. Luego le saca la sabana del cuerpo dejándola desprotegida de lo que sea que le va a hacer. Cande no se despierta, pero se mueve levemente y es ahí que él le acaricia el cachete y empieza a darle besos por toda la cara.

Una de sus manos empieza acariciarle el cuerpo bajando lentamente hasta su conchita donde se detiene para acariciar solo con un dedo.

Dejo de respirar. Entonces es verdad, mi hijo abusa a su propia hermana. Dios mío.

Le saca el pijama y para este punto Cande ya está despierta y veo como le sonríe a Lucas como si estuviera esperando ese momento toda la noche. Le gusta. Por Dios, le gusta lo que su hermano le hace.

Ella está completamente desnuda y él se saca el bóxer quedando también desnudo.

Se besan como si fueran los amantes eternos y cuando él se acuesta arriba de ella y ella lo abraza con sus piernitas y sus bracitos que ni siquiera llegan a cubrirlo entero, estoy en shock.

¡La va a asfixiar!

No puedo creer que el cuerpito de Cande soporte el peso de su hermano grandote. Pero a su vez, estoy tan excitada que siento como se me moja la tanguita. Estoy chorreando.

Se besan por varios minutos mientras mi hijo se mueve como si la estuviera cogiendo, pero en realidad está masturbándose sobre la pancita de su hermana de cuatro años.

Cuando se alejan, Lucas baja sobre el cuerpo de Cande con besos delicados hasta llegar a su conchita, la cual comienza a chupar. Cande solo se queda ahí, agarrándole el pelo y riendo mientras mira lo que él le hace.

Para este punto hago lo mismo que ellos, me desnudo.

Estoy viendo la porno más enferma. Mis dos hijos menores de edad cogiendo. Uno de ellos abusando a la otra. Y me siento morir, pero de excitación. Estoy totalmente ida, ahora solo soy una madre pedófila, y el morbo que siento en mi cuerpo es indescriptible.

Lucas se incorpora y le abre las piernas a su hermana. Se coloca entre ellas y empieza a pasarle la verga por la conchita, sin metérsela. Yo suspiro y me meto los dedos más rápido. Siento un poco de envidia de mi hija. Me gustaría estar en su lugar.

Y tal vez, puedo estar en su lugar.

No me detengo a pensarlo cuando me levanto del sillón y camino rápido hacia la habitación de mi hija.

Tomo valor cuando abro la puerta. La cara de mi hijo es un poema. Se tensa y el miedo aparece en su mirada. Yo le sonrío para calmarlo.

– ¿Por qué no fui invitada a este momento?

Cierro la puerta con llave, por las dudas y me acerco a ellos. Lucas parece relajarse, y Cande empieza a llorar. Se asustó al verme.

-Tápale la boca, va a despertar a tu papá.

Mi hijo le pone una mano en la boca a su hermana y comienza a calmarla. -¿Ma?… que… ¿qué haces acá?

-No, ¿qué haces acá vos? ¿Desde cuándo abusas a tu hermanita?

-Ma… yo… perdón, no sé qué mierda hacía… yo

-Shh. -me acerco y le agarro la cara. -Está bien, bebé. Entiendo que tal vez te dio curiosidad el cuerpo de tu hermanita, una nena. No es como las chicas de tu edad entonces quisiste practicar, ¿no? -él me mira por un momento sin entender, pero asiente. -Entonces seguí practicando, amor. En realidad, vamos a practicar juntos. Enséñame como coges, como le haces la conchita a tu hermana. Dale, mami quiere ver.

Lucas me mira con los ojos brillosos y la pija que se la había bajado al verme entrar, se le vuelve a endurecer.

– ¿Estás segura, ma?

-Hacelo. Cógetela. No es la primera vez que lo haces igual.

Yo calmo a Cande con besos y caricias. Ella llora por su mami y se acurruca en mi cuello. Sigue asustada, pero cuando su hermano le mete la punta de la verga en la concha y le entra con facilidad, y además yo le meto el pezón en la boca y ella empieza a chupar como cuando era bebé, se tranquiliza.

– ¿Es lo único que podés meter? -le pregunto a mi hijo.

Él asiente. -No quiero lastimarla.

-Bien, que se acostumbre porque en algún momento quiero que la rompas.

Lucas sonríe y sigue cogiéndose a su hermanita. Mi niña me succiona el pezón con fuerza y yo me pajeo. Me excita más saber que todo esto se está viendo en cámara.

Lástima que mi marido no sea el que lo está viendo.

-Uff mami, no sabes la conchita que tiene Cande. Me vuelve loco.

– ¿Hace cuanto la abusas?

-Desde que tiene tres. Antes solo le chupaba la concha y el culo, después me atreví a cogérmela un poco. A ella le encanta chuparme la pija.

-Seguro que le encanta. Es una nena putita.

La verga de mi hijo en persona es deliciosa.

-Quiero que me cojas a mí. -le digo y él asiente rápido, saliendo de su hermanita y mirándome con deseo. – ¿Querés? ¿Querés meterle la verga a tu propia madre?

-Me muero por hacerlo, mami. Te deseo desde siempre.

– ¿Ah sí? ¿Por qué? Nunca me di cuenta.

-Siempre que podía te miraba mientras te cambiabas y tenés unas tetas hermosas. Además, me encanta el tatuaje que tenés en la concha. Es muy de puta.

-Tu papá me hizo hacérmelo para marcarme como su puta.

-Dios, me encanta.

-Bueno, mostrame lo mucho que me deseas. Quiero sentir tu pija hasta el fondo. Y no acabes, quiero que le llenas la conchita de leche a tu hermana.

A fin de cuentas, mi hijo sigue siendo un adolescente desesperado y más con una mujer grande como yo. Su verga está durísima dentro mío. Me la mete con desesperación mientras yo sigo amamantando a mi hija y le toco su conchita.

Lucas gime con fuerza y tensa los músculos. No se quiere venir como le dije, pero no lo ayudo apretando y soltando las paredes de mi concha alrededor de su verga. Eso vuelve loco a mi marido así que para un chico como mi hijo debe ser la gloria.

-¿Te gusta mi pija, mamá?

-Me encanta pendejo morboso. Me volvés loca, hijo. Tenés un cuerpo de ensueño y siento tu pija tan profunda.

-Uff, Dios. Quiero llenarte de leche, mamá.

– ¿Sí? Me preñarías hijo, y no podemos tener hijos. No está bien.

-No me importa. Te preñaría a vos y a Cande para siempre.

No puedo evitar frotar a mi hija en su conchita más fuerte escuchando las palabras primitivas de mi hijo y viniéndome en un orgasmo hermoso.

Le aprieto tanto la verga a mi hijo que se pone rojo.

-Uh mami, te voy a llenar de leche.

-Ni se te ocurra. Quiero que acabes dentro de tu hermanita.

Me alejo rápido, le agarro la pija y se la meto en la concha a Cande que está medio dormida. Eso me excita más. Estamos literalmente violándola y eso me pone loca.

Me pongo detrás de mi hijo mientras le doy besos en el cuello y le acaricio el culo. Uno de mis dedos acaricia su ano fruncido y él se tensa.

-Relájate.

-Ma…

Me escupo en la mano y le lubrico el ano. Su ritmo de penetración ahora es lento y sigue tenso, pero yo lo calmo con besos.

-Relájate bebé, y llénale de leche la concha a tu hermanita.

Esas palabras lo activan porque se relaja y eso permite que yo le meta un dedo en el culo. Su ano me aprieta el dedo con fuerza y tengo que taparle la boca cuando grita, se tensa y tiembla en un orgasmo arrollador.

Cande abre los ojos con sorpresa y se mira su conchita que ahora está inundada de leche. Mi hijo ni siquiera termina de acabar dentro de ella, sino que la saca y sigue echándole leche en su pelvis y panza.

Yo sonrío satisfecha mientras lo penetro un poco más con el dedo, tocando su punto G y dejándolo seco.

De ahora en adelante jugaré más con su culo, me muero por chupárselo, lo tiene depiladito.

Para sorpresa de mi hijo, yo me agacho y limpio la leche derramada con la lengua. También de la tierna pero maltratada conchita de mi hijita.

Cuando termino, le doy un beso tierno a mi bebé permitiéndole descansar, y me tranzo en un beso furioso con mi hijo.

-Ahora yo también soy tu novia, hijo.

-Si mamá, sos mi mujer.

Pasan los años y la relación incestuosa sigue entre los tres. Mi marido al cabo del tiempo terminó enterándose, me denunció a la policía, fuimos a juicio, pero mis hijos declararon a mi favor diciendo que todo es un invento de su padre el cual se tuvo que ir del país por la humillación, mientras yo me quedé en mi casa con mis hijos, mi trabajo y mi vida.

Y mucha felicidad en mi vida porque mi hija y yo estábamos embarazadas del mismo hombre, su hermano, mi hijo.

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85 Lecturas/4 octubre, 2025/0 Comentarios/por queenxdoll
Etiquetas: colegio, hermana, hermanita, hermano, hija, madre, padre, sexo
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