Mi ilusión
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por orejitas27.
Te conocí hace muy poco. Entablamos algunas conversaciones en Internet pero poco más. Me sorprendió cuando me dijiste que tenías que venir a una localidad cercana a la mía, y que por qué no hacíamos por conocernos.
La verdad es que me dio miedo, pero al mismo tiempo me puse como un flan. No nos conocíamos demasiado pero me atraías, no sabría definirlo, pero lo que tenía claro es que me caías bien. A mi edad y con dudas de si nos íbamos a gustar, que si nos íbamos a caer bien, los nervios típicos de la adolescencia, a mi edad…
Los días antes pasé por todos los estadios. Desde indiferencia (si no nos soportamos nos levantamos y nos vamos y tan amigos) hasta el deseo más oscuro de tenerte en mis brazos (¿Y si realmente congeniamos y….).
Quedamos en vernos para comer. Tú tenías que hacer unas gestiones por la mañana y tu vuelo no salía hasta las 7 de la tarde, por lo que teníamos un rato para charlar y conocernos en persona. Llegué a la cervecería unos quince minutos antes de la hora. La verdad, el corazón se me salía del pecho, las sienes me dolían de la tensión, el sudor fío recorría mi espalda. ¿Y si no le gusto? ¿Y si me gusta tanto como creo? ¿Será en persona tal y como la imagino? ¿Qué hago aquí?.
De verdad que lo de las citas a ciegas nunca fue lo mío…
Puntual como un reloj te vi entrar, o pensaba que eras tú…. Morena, con media melena, no muy alta, con unas botas casi hasta la rodilla, falda ajustada con abertura lateral, medias negras, un polo negro de cuello vuelto y cazadora de cuero. Te vi lateralmente y lo que vi me gustó. Te giraste mirando a las mesas. Yo estaba al fondo, desde donde estabas no me podías ver… Me pareciste nerviosa, mirabas de un lado al otro y no sabías si salir, si acercarte a la barra o qué hacer. “Por lo menos está tan nerviosa como yo…”, pensé. Llamé al camarero y le pedí que te dijera que te estaba esperando.
Cuando se te acercó miraste hacía donde te indicaba y me miraste. Sonreíste inmediatamente. Me desarmaste. No te podía imaginar con una sonrisa tan franca en tus labios y viniendo hacia mi. En vez de los dos besos de rigor, nos dimos un abrazo que me encantó. Olías de maravilla. Es el primer recuerdo que tengo de ti…
De cerca realmente me impactaste. Se dice que la primera impresión es la que cuenta. Lo que más me gustó fue la alegría que desprendías. No sé si por los nervios de la situación o por qué, pero me tranquilizaste de tal manera que volvía a ser yo. Nos saludamos, nos presentamos, nos reímos como niños, nos sentamos y empezamos a hablar como cotorras. Te diste cuenta de la Coca Cola Light que te había pedido, sólo con un hielo, como sabía que te gustaba. Me sonreíste. Me sorprendiste, creo que te sorprendí, ninguno de los dos nos imaginábamos este momento, y la realidad superaba todo lo pensado…
Se nos pasó el tiempo volando, me hablaste de tu vida, yo te conté de la mía y a cada momento nuestra confianza iba creciendo.
Había reservado mesa para comer y llegamos más de una hora tarde… Me encantaba tu risa, como me mirabas con tus ojazos azules, como tus carnosos labios se movían al hablar…. Eras más alta que lo que me habías dicho, ¿o eran acaso tus botas de tacón que te hacían parecer más alta de lo que me imaginaba? Las botas, me habías dicho que me ibas a sorprender. Me vuelven loco. Lo sabías y te las pusiste…. Me di cuenta cuando te vi por primera vez. Negras, de tacón alto y por debajo de la rodilla, como sabías que me gustan….
Se acercaba la hora de despedirnos. El avión no esperaba. Ninguno de los dos queríamos que se acabara este momento. Tomamos la decisión más alocada posible. ¿Pinchábamos las ruedas de lavión? ¿Le robábamos la gasolina? No, llamaste y retrasaste el vuelo para la mañana siguiente a las 06.45. Ibamos a tener una noche sólo para nosotros…
Tras haber solucionado lo del avión y coger una habitación en un hotel para esa noche, nos fuimos a comprar ropa. Eras tan presumida que no podía ser menos, pero a mi de verdad que me encanta, ya lo sabes… Fuimos directos a la zona de ropa interior, sin mirarnos, sin hablarnos…. Me pediste ayuda para escoger un modelo, y sabías lo que iba a seleccionar. Un tanga con sujetador y liguero a juego. Me pediste que te ayudara a decidirte…
Entramos en el probado. A pesar de lo pequeño que era nos miramos. Nos dimos el primer beso. Fue dulce, suave, nuestros labios ansiosos de conocerse…. Poco a poco nos fuimos calentando. Me mordiste el labio inferior. Sabes que eso me vuelve loco…. Te besé el cuello, te levanté el jersey y te rodeé los pechos con mis manos… eran duros, en su medida justa. Te levanté el sujetador y contemplé tus preciosos pezones, que me recibieron ansiosos. Los comí, los lamí, los mordí, poco a poco, jugueteando con mi lengua, a lo que respondían poniéndose más y más duros….
No perdiste el tiempo. Me abriste la camisa, me quitaste el cinturón y me cogiste la polla aún aprisionada por mi ropa interior. Estaba estallando…. Tus gemidos me demostraban que lo que te hacía te gustaba. Me solté de ti y me puse de rodillas. Te besé los pies, aún con las botas puestas, me volvían loco, poco a poco fui subiendo y te fui subiendo la falda, poco a poco… te iba acariciado la parte interna de tus muslos, cada vez más arriba. Olía tu sexo, como me estaba esperando, poco a poco me fui acercando…. Sin tocarte con mis manos lo besé por encima de la tela de tu tanga… Noté lo húmeda que estabas, como tu sexo olía a deseo. Me entretuve buscando tu clítoris, aún sin tocarte con las manos. Te besaba, te lamía, te mordía….
Te sentaste en la silla del probador y me dijiste “Cómeme”. No hacía falta que me animaras. Volví a tus rodillas, a tus piernas, a tus pies, te quité las botas y te los besé, poco a poco, dándote con mis manos un masaje… Seguías gimiendo, cada vez más aceleradamente… de repente me acerqué a tu sexo y aparté tu ropa interior con la mano… me estaba esperando. Tu olor me volvió loco. Poco a poco fui acercando mi boca a tu sexo. Antes de alcanzarlo te soplé, poco a poco, para que disfrutaras del momento. Me agarraste por la cabeza y me acercaste. Separé tus labios con mi lengua, estabas tremendamente húmeda, notaba tu calor, tu olor. Fuera se oía a gente pero ni tú ni yo estábamos para preocuparnos… Mi lengua te lamió, mis labios buscaron tu clítoris, lo besaron, lo acariciaron, lo rodearon, no tenía escapatoria… Poco a poco tu mano movía mi cabeza para que aumentara el ritmo. No me hice de rogar. Aumenté el ritmo y tus gemidos cada vez eran más y más rápidos. Te metí dos dedos sin dejar de comerte hasta que alcanzaste el orgasmo. Silencioso, sin chillidos, pero me agarraste por el pelo con tal fuerza que sabía que habías llegado….
Tu sonrisa te delató. Nos besamos, nos reímos, nos abrazamos. Hiciste que me sentara. Te pusiste de rodillas. Me dejaste mi polla al aire y empezaste a masajearla… Me encantaba lo que me estabas haciendo. Me hiciste la mejor mamada que recuerdo, todos el deseo de los días previos, de los nervios , de la excitación estaban concentrados en ese momento. Antes de que me corriera, te avisé. Dio lo mismo. Aceleraste el ritmo y acabé dentro de tu boca… Te lo comiste todo, no dejaste nada sin aprovechar… No te imaginaba así, pero la realidad superaba la ficción….
Nos recompusimos y nos fuimos. Compramos la ropa que necesitabas (ni te la probaste, qué desastres somos…) y nos fuimos a cenar. Nos esperaba una noche llena de sorpresas…
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