Mi jefe
Sucumbieron a los placeres que el cuerpo exije.
Los tacones resonaban en el asfalto mojado, llegaba tarde, y sabía lo que pasaba cuando llegaba tarde.
Eran las 8:23 de la mañana de un viernes, último día de oficina, ultimo día de trabajo en la semana, no se le exigía llegar sábado o domingo, eran sus días de descanso .
Espabiló cuando su destino se alzó, un edificio de 38 plantas, alto e imponente se mostraba a la lejanía; apretó el paso haciendo malabares con lo que cargaba entre sus manos: su enorme bolso en el que cargaba de todo, colgaba de su hombro izquierdo y con ambas manos cargaba una bandeja con 3 cafés del Starbucks que queda a 5 calles atrás.
Cinco calles caminando en medio de una llovizna fría, mojándose con riesgo de pescar una gripe, con el maquillaje un poco corrido por el agua y sus zapatos de tacón alto que consiguió en una rebaja, rechinando por el líquido que caía del cielo.
Bajó su vista rápidamente por su ropa; como se imaginó se le adhirió a su piel por culpa de la llovizna.
Su hombro izquierdo chocó con una chica que no se detuvo para nada, entró al imponente edificio y se metió al ascensor que estaba vacío en vista que la jornada laboral había comenzado treinta minutos antes.
Se alcanzo a ver en el espejo del ascensor se miraba demacrada por el maquillaje corrido pensó que su jefe la iba a despedir en cuanto la viera así que se preparó para los gritos e insultos mientras llegaba a la ultima planta.
Era la asistente del CEO de la compañía de telecomunicaciones en su central en la ciudad, ser su asistente implicaba olvidarse de su vida social; no visitaba a sus padres, sus amigos habían dejado de invitarla a sus reuniones ya que siempre las declinaba por estar viajando con su jefe, en su contrato había sido especifico y ella acepto, ella era visitante en su apartamento y su casa era la compañía.
El sonido del ascensor la sacó de sus cavilaciones y de su repaso por su inexistente vida social y amorosa ya que tenía meses y se atrevería a decir que un año sin tener contacto sexual con nadie lo único que había tenido mas cercano a eso había sido con sus dedos en un intento de satisfacerse sexualmente.
Salió del ascensor apurada hacía la oficina de su jefe, tiró su bolsa y dos de los cafés en su escritorio pulcramente ordenado ya que su jefe así la obligaba a mantenerlo, no aguantaba el desorden, tenía una especie de TOC por la limpieza y le gustaba tener control de todo.
Toco tres veces sobre la puerta de madera rogándole a Dios y a todos los santos que su madre le había mencionado para que su jefe estuviera de buen humor ese día, cosa que no pasaba muy a menudo, es más las podía contar con los dedos de su mano las veces que eso había pasado en el año que llevaba trabajando con el así que no tenía muchas esperanza.
—Adelante.— escuchó el permiso de su jefe, tomó el pomo de la puerta y se adentro a la cueva del lobo, cerró tras su espalda y se adentró con la bandeja del café, se posicionó delante del escritorio de su jefe.
—Buenos días Sr Ajax—. Dijo temerosa, el no dijo nada, volteó su silla que estaba en dirección del ventanal con su dedo indicé sobre sus rojos labios como si los hubiese estado mordiendo hacía poco.
—Buenas tardes querrás decir Aimée.— dijo con frivolidad.— 8:35 de la mañana.— dijo mirando su reloj.
—Sí, lo se Sr Ajax lo que pasó fue qu…—. Sus intentos de excusarse se vieron interrumpidos por la mano de Elián Ajax.
—No me interesan tus excusas Aimée.—dijo con severidad.— Tu trabajo es estar aquí faltando cinco minutos a las ocho de la mañana.— reprendió.— no me interesa si estuviste de fiesta anoche que por la cara que traes es fácil deducir, vienes mojada y arrugada, eres un despojo de persona y peor, eres una pena como mujer al presentarte en mi empresa con semejante facha de pordiosera.—zanjó encolerizado Elián.
Aimée es una chica dulce y de carácter duro, pero en ese momento solo sintió vergüenza al ser tratada como trapo sucio por su jefe; sus ojos se encharcaron de lágrimas y una sola se derramó por su mejilla derecha presa del sentimiento que ese hombre inescrupuloso y sus palabras provocaron en ella bajó la cabeza con pena.
Elián se sintió satisfecho al ver la actitud de Aimée, esa muchachita ya había llegado tarde al trabajo mas veces de las que el permitía, no le interesaba el porqué de su llegada tarde, la chica era efectiva en su trabajo, exceptuando ese detalle que el aborrecía, siempre estaba dispuesta para él, si tenía que viajar por sus negocios él la llamaba de ser posible a media noche y ella no decía ni pío.
Mientras ella tenía gacha su cabeza observo la solitaria lágrima que resbalo por su mejilla derecha y la observa a detalle.
Su cabello castaño claro estaba sujeto por una cola alta pero mojado, su maquillaje estaba un poco corrido, su camisa de vestir blanca transparentaba su sostén blanco que al parecer era calado por la forma en que se veía la contextura del mismo desde donde el observaba, su falda tubo hasta las rodillas se adherían a sus muslos que se notaban firmes a simple vista y sus zapatos salpicados con agua y asumió que había caminado bajo la pequeña llovizna por un rato, debido a eso su lamentable aspecto pero su deber era estar pulcramente arreglada en su horario laboral.
En todo el tiempo que llevaba trabajando para el nunca se había fijado en ella, pero por lo que podía apreciar en ese momento su asistente era atractiva y no solo eso, era realmente guapa.
—Señor por favor.—suplicó ella con voz temblorosa.— no se volverá a repetir.— dijo.
— se lo juro.—prometió.
La observó de arriba abajo con lentitud mientras ella esnifaba discretamente por la nariz.
—La próxima vez que vengas tarde ni te molestes en pisar mi edificio.— puntualizó el Joven hombre.
A ella se le iluminó la mirada y el la observo.—Si señor, no se volverá a repetir.— sonrió con sus blanco dientes.— Aquí tiene su Americano.— se adelanto a su escritorio de madera oscura con la bandeja en sus manos.
La dejo encima y se dispuso a irse cuándo lo escuchó hablar otra vez.
—Y por favor arréglate y ponte algo decente que mi asistente no puede andar por ahí como despojo humano.—finiquitó.
Ella asintió con energías renovadas por la nueva oportunidad brindada por ese ser amargo al que llamaba Jefe pero era guapo.
Salió de ahí rápido, tomó su bolso y se dirigió al baño de esa planta que era prácticamente solo para ella ya que en el ultimo piso de ese edificio solo estaba la oficina de su jefe por ende solo ella laboraba en ese enorme espacio.
Entro al sanitario y se despojó de su ropa mojada; sacó de su enorme bolsa una toalla mediana y ropa de repuesto.
Se dispuso a secarse y a lavarse la cara, prácticamente se estaba bañando de nuevo se quedó en bragas y sostén blanco calados, ella ignoraba por completo que su jefe se había dado cuenta del tipo de ropa interior que portaba ese día.
Se comenzó a maquillar nuevamente lo mas rápido que pudo, que no era mucho porque estaba acostumbrada a tomarse su tiempo para arreglarse por eso se levantaba a la cinco y media de la mañana todos los días, ese día no fue la excepción, ella no tuvo la culpa de llegar tarde si no de los trabajadores del Starbucks que confundieron su orden con otra y la hicieron esperar de más.
Se aplico el primer y la base de primero, luego el corrector de ojeras, y se delineó los ojos, ahí es donde se dilataba más ya que le costaba todavía igualarlos, cuando lo logro ya había pasado veinte minutos desde que había entrado, así lo vio en su reloj de pulsera, rápido selló el corrector y se puso broncer es las mejillas y pintura roja en los labios.
Cuando se estaba colocando las medias, la puerta se abrió escandalosamente asustándola y por instinto buscó con que taparse.
Su jefe la observaba de arriba abajo.
Cuando pasaron 10 minutos y no pudo contactarse con ella, se molestó y salió el mismo a buscar a la inútil de su asistente, no la encontró en su puesto de trabajo, supuso que se encontraba en el baño, pero al no verla salir en los otros ocho minutos, decidió irla a buscar el mismo, esa mujer lo iba a escuchar ya mismo pero su enojo se disipó cuando la vio casi en cueros, se estaba cambiando, el fue imprudente al no tocar la puerta, pero en su defensa no sabia que iba a tomar el sanitario como su baño personal.
—Lo siento mucho Aimée.—dijo un poco culpable.—pero te llamé y no respondiste y tuve que venir a buscarte.— la observó roja de la vergüenza, su cabello castaño claro estaba en su lugar, al igual que su maquillaje, pero la ropa no.
—Lo siento.— dijo ella titubeante, como si fuera ella misma la del error.— solo me estaba cambiando la ropa mojada como usted me lo ordenó.—dijo ella avergonzada porque su jefe no dejaba de verla.
Carraspeo para que el espabilara.
—Emmm si este… yo… ocupaba mmm… el número del señor Jones porque no lo encuentro en mi agenda.—dijo un poco nervioso.— te espero afuera.—se dio la vuelta demasiado rápido que Aimée no lo registró.
Elián maldijo a su herramienta por haber reaccionado a la escultural mujer que había descubierto hace algunos segundos, salió disparado de ahí a su oficina y echó el pestillo.
Se sentó acalorado en su silla de cuero negro y pensó en dulces, en autos deportivos, en lo molestoso que era su hermano pero nada funcionaba, la erección no bajaba y empezaba a hacerse doloroso y penoso.
¿ Como su asistente lo ponía de esa forma?
Se negaba a ceder a sus deseos mas primitivos, ahora mismo su mano derecha le parecía muy útil.
No tuvo tiempo a pensar nada mas ya que el interfono sonó advirtieron la llamada de su asistente la culpable de su empalme.
—¿Si?.— contestó molesto consigo mismo.
—Señor Ajax.— contesto del otro lado ella.— mi agenda esta adentro en su oficina.— dijo en voz baja.
Maldijo en voz baja para sí mismo por su cochina suerte.
Ella escucho su maldición y asumió que era por su despiste al dejar su agenda en su oficina; en su defensa el se la pidió ayer para verificar un contacto y no se la devolvió.
Escucho el pestillo y tomó eso como una invitación para entrar.
Se quedó parada frente a el y el solo la observaba.
Llevaba un vestido de corte recto que le llegaba a las rodillas un tipo de chaqueta single breasted corta, en blanco y negro con unos tacones negros de aguja y su coleta alta.
Su miembro endureció más mientras la detallaba, a ella no se le pasaba por alto la inspección visual que el le estaba haciendo así que aprovecho para detallarlo.
Su cabello Negro estaba perfectamente peinado al estilo undercut, su nariz recta, sus ojos verdes como el pasto, sus labios rojos, vestía un traje a medida, lo podía descifrar por como se ajustaba a su cuerpo, el resto no lo podía ver por que el escritorio lo impedía.
A el tampoco se le pasó el vistazo que ella le echó, su asistente era de cabello castaño como ya lo había visto , tenía unos ojos mieles preciosos, unos labios sonrosados una nariz delicada y pequeña, y ni hablar de su cuerpo, tenía un delicioso cuerpo a su parecer.
—Sr Ajax.—dijo con delicadeza tratando de no enojar más a su jefe.—Usted no me regresó mi agenda ayer que me la presto.—dijo acongojada.
Elián maldijo internamente al recordar que en efecto no se la había regresado.
—Mmmm si es cierto, tienes razón.— su problema radicaba en el sur de su cuerpo, no se podía levantar sin que ella notara su carpa, y resulta que la agenda estaba en el primer cajón del enorme librero incrustado en la pared.–Puedes cogerla en el primer cajón del librero.— señaló con el índice el lugar.
Ella caminó con temor porque jamás había tocado ese librero, llegó al lugar y agarró la agenda negra que relucía descansando en el interior del cajón.
Pero su nerviosismo pudo más que ella y terminó botando todo el interior con el cajón de madera al suelo.
—Dios Santo mujer.— maldijo Elián que se levantó sin tomar en cuenta nada.—¿Que no puedes hacer nada bien?.— regañó.
Ella observaba su entrepierna y su boca se secó al ver su paquete repintado en el pantalón negro que no había podido apreciar anteriormente y se pregunto porque estaba así.
El no se detuvo y metió todos los documentos dentro del cajón y se levanto para ponerlo en su lugar pero notó que ella no se movía, seguía agachada en la misma posición que hace cinco minutos atrás.
Observo el lugar en donde sus ojos miraban y la temperatura subió por su cuerpo desde la planta de sus pies a la cabeza.
Ella no se movía solo miraba, de pronto sintió la necesidad de conocer lo que había tras ese pantalón, lo que se repintaba ahí era lo que quería probar, lo acepto sin vergüenza, sin pudor alguno.
Movió su cabeza hacía arriba y vio a su jefe observándola con deseo y eso lo tomó como su permiso para hacerlo.
Acerco sus manos al cinturón y lo desabrocho, luego lo hizo con el botón y la bragueta, los pantalones colgaban de su cadera, el boxer CalvinKlein quedó a la vista.
Sin perder tiempo lo bajó y el pene de el saltó dándole la bienvenida, era grande y grueso, las venas se marcaban en toda la longitud y la punta brillaba dándole a entender el deseo que sentía en ese momento porque de otra forma no estaría así.
Lo empuñó desde el tronco y lo movió un par de veces, luego subió su vista a la de el y la observó sin decir nada, se fue hasta su silla giratoria y el mismo lo tomó en su mano y se la ofreció.
Ella hipnotizada camino viendo como el se acariciaba, se arrodillo frente a el y lo sustituyó con su propia mano, comenzando a masturbarlo.
Con su lengua se acerco a la corona de su pene y lo chupo sintiendo el sabor salado del líquido pre seminal que lucia en la punta.
Poco a poco se lo metió en la boca saboreando la erección de el, esa mañana nunca se imaginó estar haciendo eso y peor aún , disfrutarlo.
Engulló el pene varonil y comenzó un vaivén de mamadas que el hombre disfrutó con la cabeza recostada en su silla.
A los minutos la tomó de la coleta y la guio en otra tanda de caricias a su pene que lo hacían alucinar.
Cuando sintió que era demasiado se levanto de golpe, la cogió de la chaqueta y se la quito al igual que el vestido, su pene endureció mas si es que se podía, barrió con las cosas en su escritorio y la sentó sobre el.
Le acarició los pechos, y le quitó el sostén con una mano mientras la otra acariciaba el coño que palpitaba de excitación, ya sin el sostén, comenzó a lamer los senos blancos y se metió a la boca el pezón rosado de la mujer que lo estaba volviendo loco de placer.
Nunca en su vida imaginó que su asistente tonta podría dar semejante placer, pero ya de tonta no tenía nada.
Siguió con sus caricias en el cuello de la fémina, en el lóbulo de la oreja y la recostó en el escritorio para tener un mejor acceso a ella.
—¿Estas limpia?—. Pregunto entre la bruma del placer.
—Sí. — respondió jadeante.– me hago chequeos consecutivamente.— Aunque no había tenido contacto sexual en casi un año.
—Yo también.—Respondió el bajando por su abdomen y bajando en dirección sur.
Arranco las bragas porque le estorbaban y se las guardo en la chaqueta, tenía su propósito para ellas por las noches.
Bajo hacia su punto de placer y se encontró con la zona perfectamente depilada, se preguntó si se debía a que había tenido ciertas actividades recientemente.
Borró eso de cabeza y prosiguió a lo que iba, separo sus labios externos con ambas manos y se arrodilló ahí mismo para comenzar con la tarea.
Paso la lengua a lo largo de ella haciéndola elevar las cadera, chupo y succionó dándole especial atención al clítoris que comenzaba a hincharse y ponerse rojo por la atención brindada.
Se entretuvo ahí mientras un dedo travieso se colaba por su vagina moviéndose lenta y tortuosamente mientras su lengua hacia averías en el clítoris.
Así comenzó una ola de placer de la que ella fue víctima, pero que recibía con gusto.
Cuando el tenia tres dedos dentro de ella , ya se retorcía buscando su propio placer y gimiendo para el, que se gozaba con la vista de ella recibiendo lo que ella le había dado minutos atrás.
Bombeó sus dedos más rápido y aceleró el movimiento de su lengua para hacerla culminar , y así paso dos minutos después, ella lo agarro del cabello buscando liberar tensión y gimiendo como gata en celo.
El no le dio chance de recuperarse de su reciente orgasmo cuando la bajo y la puso en cuatro y sin miramientos la penetro haciéndola gemir, ella lo sentía grande dentro de sí y el la sentía estrecha, tanto que se preguntó rápidamente en su mente que desde hace cuanto no tenía sexo ya que la sentía deliciosamente estrecha.
Le dio tiempo para que se acostumbrara a su tamaño dando estocadas suaves, cosa que para el era un castigo, no hallaba el momento de enloquecer dentro de ella.
Después de un par de minutos donde la sintió relajarse y sus piernas se enrollaron su cintura comenzó a moverse con soltura en su interior.
Comenzó el vaivén donde ella elevaba sus caderas para encontrar sus embestidas, los testículos de el golpeaban en su perineo, amasaba los pechos, estrujándolos por la excitación.
Se metió uno en la boca y el otro lo seguía acariciando mientras la envestía con verdadero placer.
Su coño se sentía caliente y suave, sentía como sus paredes se apretaban avisándole del orgasmo que venía pronto, siguió empujando con mas ímpetu hasta que la hizo correrse.
Saco su miembro y la volteó besándola con salvajismo, no había sentido sus labios en esa parte de su cuerpo y le parecieron deliciosos y suaves.
Rápidamente la puso contra el escritorio, sus tetas quedaron pegadas a el y su trasero quedo al aire, sus tacones ayudaron en la tarea.
Él con sus dedos pasó sus dedos por su vagina regando la humedad por su ano, lo tanteó e introdujo un dedo en el, la chica en el escritorio pegó un brinco ya que nadie había tocado ese agujero.
La estiró con un dedo mientras con la otra introducía dos dedos en su dilatada vagina, relajándola para lo que necesitaba hacer, no tenía mucho tiempo porque era necesario que se liberase.
Cuando sintió que su culo acogió su dedo introdujo otro rápidamente haciendo círculos para estirarlo, y así estuvo hasta que metió otro dedo y el ano de ella lo aceptó.
Se levanto sin dejar de masturbar su vagina, colocó el glande en la entrada de su culo y se introdujo suave, para que no le doliera a ella; ¡Diablos! Pensó, es demasiado apretada, no iba a resistir mucho, de por sí ya había estado en su vagina y era deliciosa, ni que decir de su apretado culo, se iba a volver loco.
Empujó lento un par de veces para que su recto se acostumbrara a el.
—Se siente demasiado bien aquí Aimée.— susurro desesperado por moverse mas rápido.
—Es por que era virgen de ahí hace cinco minutos.— confesó.
El se sorprendió porque ella le permitiera desvirgar esa parte de su cuerpo, pero lo excitó el pensamiento de el siendo el primero ahí, así que sin perder tiempo alguno, comenzó a envestir mas fuerte a cada minuto.
A los pocos minutos ambos sintieron el cosquilleo del orgasmo próximo, el aceleró mas sus embestidas, tanto que parecía animal, ella lo recibía gustosa, le ardía un poco supuso que era normal, además aquel semental la follaba salvajemente.
Se sujeto de las caderas femeninas, y ella lo hizo de los bordes del escritorio, aguantando los empujes que el le regalaba llevándola a un riquísimo orgasmo que el aumento con la mano en su clítoris convirtiéndolo en un Squirt.
Sus jugos chorreaban entre sus piernas y en el suelo se formo un charco de un líquido transparente como el agua.
El empujo un par de ves más y se derramo dentro del culo de ella, rápidamente salió de ahí para abrir sus nalgas y observar el agujero de ella dilatado y expulsando un poco de su semen pero el no iba a permitir que su semilla se desperdiciase.
Con los estragos de su orgasmo colocó su glande en el culo, ella se percató y pensó que ese hombre no le iba a dar tregua, pero lo que hizo le provoco morbo.
Refregó la punta en su culo y lo embarró por toda la hendidura del mismo para que nade se desperdiciara, la volteo y la abrió de piernas observando ese coño que lo recibió, estaba extremadamente mojado y muy rosado, sus labios menores sobresalían, le chupo los jugos que ahí permanecían y se sentó en su silla con la polla de afuera.
La llamó con la mano y la hizo que se arrodillara y le mamara la polla.
—No desperdicies nada, es pecado.—dijo Elián.
—Si señor.— dijo ella sumisa.— no volverá a suceder.— prometió.
La levanto del brazo y la puso sobre su regazo, la agarro del cuello y la beso probándose a ambos en ese beso.
—Eres preciosa.— confesó. — no se como como no te vi antes.— le acaricio el rostro.—Discúlpame por todo lo mal que te he tratado, de hoy en adelante, serás recompensada por todo.— dijo.— Eso sí, si te portas mal, tendré que castigarte.— Le acarició los pechos que en un momento se pusieron erectos.
La besó con ahínco y comenzaron a tocarse dispuestos a una nueva ronda que sin saber cambiaría sus vidas para siempre.
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