Mi madre con el mejor amigo de mi hermano
Como la muerte de papá hizo que yo me enterara de una de las peores traiciones de mamá. .
# El Testigo Silencioso
Me llamo Max, tengo 14 años y soy el hermano menor de Marco. Desde que papá — Roberto — nos dejó hace cuatro meses, nuestra casa se convirtió en un lugar irreconocible, y no solo por su ausencia.
Todo comenzó en el funeral. Mientras la gente daba el pésame, noté cómo Xavier, el mejor amigo de Marco, no se separaba de mamá. Xavier y Marco se conocen desde la infancia pues iban al kinder juntos, son inseparables en la cancha de basketball y fuera de ella. Xavier prácticamente vivía en nuestra casa antes de que papá enfermara, y después… bueno, después siguió viniendo, pero algo había cambiado.
Mi madre, Sandra, siempre ha llamado la atención por donde pasa. Es pequeña pero imponente, con ese cabello negro que cae sobre sus hombros y esos ojos cafés que parecen atravesarte. Después de la muerte de papá, parecía más frágil, más vulnerable, y todos queríamos protegerla. Especialmente Xavier.
En el funeral, mientras todos miraban el ataúd descender, vi cómo Xavier deslizaba su mano por la espalda de mamá. No fue un gesto de consuelo normal. Sus dedos se demoraron más de lo necesario, y desaparecieron debajo del vestido de ella… Con un movimiento constante de mete y saca, parecía que la estaba masturbándo, y ella, en lugar de apartarse, se recostó ligeramente contra él. Sentí un escalofrío pero me convencí de que estaba imaginando cosas.
Xavier es imponente a su manera. Con 1.78mts, esas piernas musculosas de tanto jugar basketball, y ese abdomen cubierto de vello que siempre muestra en las barbacoas familiares cuando se quita la camiseta «porque hace calor». Siempre noté cómo mamá lo miraba, pero antes lo atribuía a que veía en él al hijo que Marco podría ser si se «aplicara más en los deportes», como ella decía.
Dos semanas después del funeral, regresé temprano de la escuela porque habían suspendido las últimas clases. La casa parecía vacía. Marco estaba en la universidad y no volvería hasta la tarde. Subí las escaleras silenciosamente, una costumbre que desarrollé de niño para no molestar cuando papá trabajaba desde casa.
El sonido me detuvo en seco. Gemidos que venían de la habitación de mis padres. De *mamá*. Me quedé paralizado, incapaz de moverme o respirar. Entonces escuché otra voz, una voz masculina, joven. Xavier.
«Sandra… eres hermosa… tan hermosa y estrecha, siento que voy a explotar dentro de ti…»
Me quedé paralizado — ¿Esa es la voz de Xavier? — pensé en voz baja, mientras me asomaba a la puerta entre abierta.
— Oh si!, cada vez lo haces mejor — exclamó mi mamá.
Al asomarme solo lograba ver como mi mamá estaba totalmente abierta de piernas, las tenía en los hombros de un hombre negro que me parecía muy familiar — Es Xavier!…. Sus grandes y peludos guevos chocaban freneticamente contra El culo de mi mamá, mientras que su gorda pollas negra y venosa entraba y salía sin parar de la vagina de ella.
Por favor no pares! — le dijo mamá tomándolo del cuello y ensartandose ella misma, buscando más — No aguanto Sandra, me voy a venir — Dijo Xavier mientras llenaba con chorros de leche la vagina de mi madre.
— Al sacar lentamente la olla de ella, dejó ver una vagina hermosa.. Con labios rosados y grandes (Quizá de su constante vida sexual con mi papá, o quizá con Xavier)
Xavier se tiró completamente desnudos lado de ella…. Mi mamá Sandra se veía tan delicada al lado de ese negro que con sus piernas y guevos peludos contrastaban con lo pequeña y canela qué era mi madre.
No pude escuchar más. Salí de la casa tan silenciosamente como había entrado y caminé sin rumbo durante horas. Cuando regresé, Xavier ya no estaba, y mamá actuaba como si nada hubiera pasado, tarareando mientras preparaba la cena.
Me convertí en un espectador silencioso de su relación. Los veía intercambiar miradas cuando creían que nadie los observaba. Notaba cómo Xavier encontraba excusas para tocar a mamá —rozar su mano al pasarle la sal, un abrazo que duraba más de lo normal, sus dedos acomodándole un mechón de cabello detrás de la oreja.
Una tarde, mientras Marco estudiaba en la biblioteca, entré a la cocina y los encontré besándose apasionadamente. Xavier tenía a mamá acorralada contra la encimera, sus grandes manos recorriendo su cintura voluptuosa mientras ella se aferraba a su espalda.
Esto es lo que quieres Sandra? — Le dijo Xavier a mi madre al oído mientras abría sus piernas y hacía a un lado su tanga roja y metía 2 dedos en su vagina.
Si Xavier, es lo que necesito! — exclamó mi madre con un tono casi de desespero.
Xavier empezó a hacerle una rica paja a mi mamá que con cada metida de dedo ella se retorcía más y más hasta subirse sobre la meseta de la cocina.
Xavier sacó sus dedos húmedos de la vagina de mi madre y se los dió a ella misma a probar.
Chupalos! — demandó Xavier y se la manera más sensual y sin quitarle los ojos de encima mi madre se llevó los dedos de Xavier a la boca y los chupó — Eso, así me gusta! — exclamó Xavier con un tono de vencedor.
Desde sobre la meseta Xavier abrió las piernas de mi madre dejando ver esa hermosa vagina que ya me estaba empezando a acostumbrar a ver.
— Te gusta esto?… Preguntó — Me gusta mucho, demasiado! — respondió ella, mientras Xavier con su larga lengua jugaba con el clitoris de ella. Su barba de tipo candado quedó totalmente mojada con los jugos de mi madre y sin darme cuenta mi pene se había puesto como una roca.
Ven Sandra — le indicó Xavier mientras se quitaba la playera dejando ver un abdomen marcado y algo velludo, luego se quito el pantaloncillo dejando ver un tronco negro lleno de venas y pelos, con la cabeza rosada.
Mirame mientras lo haces — le dijo Xavier, mientras mi madre poco a poco se llevaba su miembro a la boca. Ella complemente arrodillada frente a él.
Chupalo! — mi madre con sus dos manos tomó aquel miembro y lo empezó a mamar con mucho desespero — mientras que Xavier solo se recostaba en la meseta mirando hacia el techo gozando la mamada qué le estaban dando.
Quitándose la blusa mi madre dejó ver 2 grandes tetas qué sin previo aviso engulleron el miembro de Xavier — Quieres una paja rusa cariño? — le preguntó ella mientras empezaba a masturbarlo de arriba a abajo.
[Por casi 10 minutos lo masturbó con sus tetas Y chupandole la cabeza de la polla]
Ven date la vuelta — le dijo Xavier a mi madre mientras la tomaba de la cintura y le abría las piernas recostadola sobre una de las sillas del comedor.
Lo quieres todo? — preguntó él — si por favor, todo! — respondió ella.
Colocó su polla directo en la entrada vaginal de mi madre y lo metió sin compasión dejando que ella tirara un grito ahogado pues una olla de 17cm estaba entrando sin piedad dentro de ella.
Te gusta que te folle ahh?, dime — le decía al oído, mientras corría el sudor por todo su cuerpo.
Me gusta mucho! — dijo ella — teníamos que haber empezado antes, dijo con una mirada de punta mientras se mordía el labia y miraba directamente a Xavier a los ojos.
Sabes que Roberto me hubiese matado, yo aun era un chaval — si pero desde los 15 follas como todo un hombre.
Entonces ya tenían años haciéndolo pensé, mientras mi pequeña polla babeaba de la escena qué estaba viendo. En eso… La puerta de enfrente sonó, era Marco quien acababa de llegar a casa.
Rápidamente Xavier tomó su ropa y se vistió mientras que mi mamá hizo lo mismo — Hijo mio, ¿Cómo estas? aquí estaba conversando con Xavier qué vino a ayudarme con una tubería rota, pero ya la arregló! … explicó mamá, acomodándose nerviosamente la blusa.
Xavier asintió, con esa sonrisa de medio lado y su barba de candado que tanto orgullo le daba. «Sí, hombre. Ya me iba.»
A pesar de todo, yo no dije nada.
Lo peor fue una noche en que pasaba frente a un bar del centro mientras volvía de casa de un amigo. A través de la ventana, los vi. Mamá llevaba un vestido negro que papá le había regalado en su último aniversario. Estaba inclinada hacia Xavier, su escote generoso a la vista mientras él le susurraba algo al oído. Su mano bajo la mesa, sobre el muslo de ella. Riéndose como adolescentes.
Me sentí enfermo. Mi madre con el mejor amigo de mi hermano. Un chico de 19 años. Un chico que apenas unos meses atrás compartía pizza y videojuegos con nosotros en la sala, mientras papá aún vivía.
No fui yo quien los descubrió en el acto. Fue Marco. Sucedió un viernes por la tarde. Marco había cancelado su clase de último momento y regresó a casa para recoger su equipo de basketball antes de reunirse con Xavier en la cancha. Xavier, quien supuestamente ya lo estaría esperando allá.
Yo estaba en mi habitación cuando escuché el grito. Un sonido gutural, como de animal herido. Corrí al pasillo para encontrar a Marco congelado en la puerta de la habitación de mamá. Desde donde estaba podía ver perfectamente: Sandra y Xavier en la cama, en una posición que no dejaba lugar a dudas.
La polla de Xavier estaba totalmente incrustada en el culo de mamá.
«¡¿QUÉ MIERDA ES ESTO?!» rugió Marco, su voz irreconocible.
Xavier se levantó rápidamente, cubriendo su desnudez con la sábana mientras mamá se envolvía en la otra mitad.
«Marco, puedo explicarlo,» empezó Xavier, su voz temblorosa.
«¿Explicar QUÉ? ¿Cómo te estás COGIENDO A MI MADRE?» Marco avanzó hacia él, los puños cerrados. «¡Hijo de puta! ¡En la cama de mi padre!»
«¡Marco, por favor!» suplicó mamá, lágrimas corriendo por sus mejillas. «No es lo que parece.»
«¿No es lo que parece?» La risa de Marco era fría, despiadada. «Ustedes dos me dan asco.»
Se volvió hacia mí, que seguía paralizado en el pasillo. «¿Tú lo sabías?»
No pude responder. El nudo en mi garganta me ahogaba.
«Lo sabías y no dijiste nada.» No era una pregunta.
Se marchó esa noche. Metió algunas cosas en una mochila y se fue a casa de nuestros abuelos. No ha vuelto en dos semanas. Ni siquiera responde mis mensajes.
Xavier no ha vuelto a pisar nuestra casa, al menos no cuando estoy presente. Marco y él ya no son amigos, obviamente. Escuché que tuvieron una pelea en el estacionamiento de la universidad. Xavier terminó con un ojo morado y Marco con los nudillos ensangrentados.
Mamá apenas sale de su habitación. La escucho llorar por las noches, pero no me atrevo a consolarla. No puedo. Cada vez que la miro, veo la expresión de traición en los ojos de Marco, y recuerdo todas las veces que me quedé callado cuando debí hablar.
A veces me pregunto qué habría hecho papá en mi lugar. Si hubiera sido mejor hablar desde el principio. Si hubiera cambiado algo.
Pero ya es tarde para todo eso. Nuestra familia está destruida, y yo soy parcialmente responsable por mi silencio. Porque hay cosas peores que ver lo que no deberías ver. Está ver, saber, y no decir nada.
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