Mi maestro de matemáticas
Perder la virginidad con alguien mayor….
La siento dentro de mi, larga, dura, ocupando todo mi espacio; a pesar de estar tan mojada, le fue difícil penetrarme; debe ser por eso que los hombres buscan virgenes, lo apretado del nuevo espacio, les da más placer. Le he dicho que me duele cuando se mueve y se ha quedado quieto dentro de mi; pero se mueve en círculos para darle más espacio a su falo.
Mi maestro de matemáticas, joven, guapo, 28 años; me dobla la edad, pero no importa. He tenido problemas con su materia y mi madre le pidió que me diera clases particulares. Hija única de madre divorciada y casa cerca de la escuela. Al terminar las clases, fuimos a mi casa. Estuvimos cerca de una hora estudiando; cuando por fin entendí, me dio tanto gusto que le eche los brazos al cuello y lo abrace. Al sentir sus manos en mi cintura, su loción en mi nariz y sus ojos viéndome a los míos; me dio mi primer beso; su lengua se movía dentro de mi boca enseñándome como hacerlo. No podía dejar de saborear esos labios que me mostraban un enorme placer;
Metió sus manos a mi pantalón deportivo, acariciando mis nalgas solo cubiertas por una pantaleta de algodón que tenía dibujos de ositos. Yo sentía que estaba muy mojada y sus caricias me hacían mojarme más.
Tomó mi mano y la llevó a su entrepierna, no me di cuenta cuando había sacado su falo. Hizo que mi mano lo abrazara con delicadeza y me mostró como moverlo de arriba hacia abajo. Al hacerlo yo sola, emitió un suspiro de placer; me dijo que así lo hiciera, despacio. Dejo mi boca y comenzó a besarme el cuello y las orejas; yo solo podía suspirar y gemir, estaba sintiendo delicioso, algo totalmente nuevo. Subió mi camiseta, mis pechos saltaron dentro de mi brassiere. Con suavidad bajó la copa, mis pezones estaban muy duros y sensibles. Los comenzó a acariciar, pellizcando los pezones levemente haciéndome gritar de placer; sus labios y sus manos hacían maravillas en mis pechos. De repente, su mano pasó de acariciar mi pecho, a meterse en mi pantaleta y buscar mi vagina.
Sintió la humedad, me preguntó si había jugado sola alguna vez y había llegado al orgasmo; entre jadeos y gemidos, le contesté que si; murmuró perfecto y su dedo empezó a acariciar mi clítoris; una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo; el masaje a mi clítoris y a mis pechos con su lengua me estaban llevando al orgasmo rápidamente.
Le avisé que estaba a punto de venirme y el se detuvo. Le supliqué que continuara, que me ayudara a terminar. Llevo sus dedos llenos de mis jugos a su boca y los saboreo con fruición. El masajeo mis pechos y me cargó al sofá. En el sofá, me beso, su boca con el sabor de mis jugos hizo girar mi mente. Me quitó el pantalón deportivo, que mostraba una gran mancha de humedad en la entrepierna; delicadamente quito mi pantaleta, húmeda por mis jugos. Abrí los ojos desmesuradamente cuando acercó su boca a mi vagina, su lengua la recorrió de abajo hacia arriba, recogiendo mi jugo que salía a borbotones; sus manos buscaron mis pechos y los masajeaba y pellizcaba mientras su boca hacia su trabajo con mi vagina; metió su lengua chupando desde dentro, después masturbaba mi clítoris con pequeños y rápidos lengüetazos. Yo sólo podía gemir y jadear, abriendo mis piernas. Yo había perdido la cabeza; lo tomé del cabello y lo empujé hacia mi vagina, mis caderas se movían con desesperación, restregándome contra su boca buscando terminar. Todo mi cuerpo comenzó a temblar, yo gritaba y gemía; le grité que estaba a punto de venirme, que se quitara; él lo hizo más rápido, diciéndome que me dejara ir; todo mi cuerpo se tenso, me convulsionaba frenéticamente, mi mente se nubló; estaba teniendo el orgasmo más intenso de mi vida; mis dedos no habían logrado lo que él logró con su lengua; y seguía, haciendo más prolongado el orgasmo. Podía yo sentir cómo manaba líquido de mi y el lo comía con avidez. Me excitaba verlo mamar mi jugo.
Caí exhausta; él se levantó y se quitó la ropa; su verga estaba como piedra, la cabeza estaba muy rosa y gotas transparentes salían de la punta. Se hincó y me jaló al borde del sofa; acercó su verga a mi entrada, acariciandola de arriba hacia abajo, esparciendo mi líquido sobre la cabeza y untando el suyo en mi entrada. Abrió mis labios vaginales y enfiló su falo para invadirme; estaba yo dilatada y aún así, podía sentir que le costaba trabajo entrar. Empujaba lentamente, disfrutando la primera invasión. Sentí que su cabeza tocó algo dentro de mí; le dije que estaba hasta el fondo, que no podía entrar más; pude ver que aún faltaba más de la mitad del falo. Si decir palabra, siguió empujando; algo dentro de mi se iba abriendo poco a poco, dolía, pero era tolerable; hasta que cedió por completo y permitió que la verga siguiera entrando. Vi su rostro enrojecido por el esfuerzo y el placer. Sus testículos chocaron con mis nalgas, sentía que me partía en 2. Yo jadeaba, gemía, pujaba, sintiendo esa barra de carne gruesa y caliente, invadiéndome las entrañas ; él bufaba mientras me penetraba, veía el placer en su cara. Al estar todo adentro, se quedó quieto disfrutando de mi cuerpo; yo pujaba, provocando la contracción de mi vagina que le producía aún más placer. Se movió en círculos haciendo más espacio; le dije que ya no se podía hacer más grande. Empezó a retroceder, sentí un hueco enorme mientras lo sacaba lentamente; cuando tenía la mitad de su falo fuera de mi, lo volvió a meter; ese bombeo me provocaba un pequeño ardor por dentro. Uso su dedo pulgar para presionar mi clítoris hacia su verga mientras bombeaba; la sensación era indescriptible; no me importó el ardor, quería que siguiera haciéndolo. Lo veía sudar copiosamente, evitando eyacular. Me decía que apretaba delicioso, que quería hacerme terminar otra vez. Se agachó y empezó a mamar mi pezón. Mi cabeza daba vueltas, estaba extasiada de placer; tuve otro orgasmo muy intenso, ahora con mi vagina totalmente ocupada por un falo. Voltee a ver su rostro y estaba muy rojo; me dijo que se estaba viniendo, puso los ojos en blanco, se enterró hasta el fondo de mi y se quedó quieto. Sentí como su verga se ponía más dura y comenzaba a palpitar, bufó y jadeó; comencé a sentir muy mojado dentro de mi, estaba inyectando su semilla dentro de mi.
Al terminar, se salió, borbotones de su semilla y mi líquido escurrió fuera de mi; grandes cantidades llegaron hasta la entrada de mi culo. Yo estaba exhausta y no me había recuperado de mis orgasmos cuando él se paró sobre el sillón, dejando su aún duro falo a la altura de mi boca. Me dijo que aprendería a limpiarlo y me pidió abrir la boca; estaba tan extasiada que obedecí; lo introdujo casi hasta la garganta, todavía goteaba mi jugo y su semen; me dijo que lo chupara y usara la lengua para estimularlo. El sabor era excitante, con una mano le acariciaba los testículos, eso lo hizo estremecerse de placer. Me pidió que siguiera; en un momento, tomó mi cabeza con sus 2 manos y la movía de atrás hacia adelante; la verga se puso más dura, me estaba cojiendo la boca. La metió un poco más y se quedó quieto, en mis labios pude sentir el palpitar; con un largo gemido de placer, empezó a terminar dentro de mí boca. Al sentir el primer disparo de semen en mi lengua, quise alejarme; pero sus manos en mi cabeza me lo impidieron. No se cuanto eyaculó, pero me parecían litros. Me dijo que lo tragara, lo intenté, era demasiado; salió un poco de la comisura de mis labios y cayó en mis pechos desnudos.
Su verga seguía dura; empecé a toser por la cantidad dejada en mi garganta. Me tomó del brazo, me levantó y me dió un beso, profundo, apasionado, ansioso; quería más. Me volteó y me dejo caer de cara al sillón; estaba yo hincada en el suelo y mi pecho estaba sobre el sillón. Él vio que mi culo estaba empapado de lo que había escurrido de mi vagina. Abrió mis nalgas, puso una gran cantidad de saliva en la punta de su falo y lo colocó en la entrada de mi culo; le rogué que no lo hiciera que me iba a doler; me puso la mano en mi espalda y me empujó hacia el sillón para que no me moviera; me dijo que me iba a estrenar toda, que no dejaría un agujero sin llenármelo de leche. Empujó y no consiguió entrar; me dijo que me relajara o podría dolerme más, que de cualquier manera iba a entrar. Relaje y mi culo se abrió un poco, el lo aprovechó y metió la cabeza de la verga; lance un grito de dolor, sentía que me estaba partiendo en dos; se detuvo un momento y volvió a empujar, entró un poco más; le dije que se detuviera, que no aguantaba el dolor; no me escuchó, volvió a empujar; yo pujaba para sacarlo, pero con cada esfuerzo mío, el aprovechaba meterse más. No se cuanto tardó hasta que sentí sus testículos chocar con mis nalgas. Me dijo que ya lo tenía todo adentro, que apretaba delicioso, más apretado que mi panocha y que ahora iba a gozar. Lo movió en círculos, haciendo más grande la entrada, yo lo sentía hasta el estómago; yo seguía pujando y él bufaba de placer, me pidió que siguiera masajeando su falo con mi culo. Empezó a sacarlo; sacó una buena parte y lo volvió a meter de golpe; no soportaba el dolor y a él le encantaba. Me dijo que no quería dejar de cojerme pero que estaba tan apretada que lo iba a hacer terminar muy rápido. El bombeo se hizo más rápido y corto; sentí como se puso más duro y se enterró hasta el fondo. Cayó sobre mi espalda mientras me inyectaba su semen; mordía y lamía mi espalda como un animal mientras terminaba.
Lo sacó de golpe, creí que ese hueco enorme que sentía que me había dejado, nunca regresaría a su tamaño. Mie…, semen y un poco de sangre escurrían por mis piernas.
Me volteó y me dió un beso; me dijo que ninguna mujer estaba tan rica como yo. No me podía mover, estaba muy cansada y adolorida; mi ropa arrugada y llena de nuestros jugos; el ambiente olía a sexo.
Se vistió y me dijo que esperaría con ansia nuestra próxima clase. Tomó sus cosas y se fue.
Yo me quedé un momento en el suelo, recordando sus cara de placer. Aún así me empecé a masturbar…
Clases teóricas y prácticas. Lo mejor para aprender.
Queremos más clases privadas.