Mi nueva Vecina.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por asdfdsa.
Hola me llamo José y soy de Venezuela.
Hace un par de meses mi vecina puso en venta su casa, tardó un poco, pero finalmente se la compraron.
La casa estuvo deshabitada cerca de dos semanas, hasta que sus nuevos dueños comenzaron su mudanza.
Entre tanto ajetreo la verdad no sabía de nadie, no conocía nadie pues había muchas personas.
Una vez terminan de bajar las cosas, comienzan a despedirse todo y para mi sorpresa, quién compró la casa era una mujer, de unos 35 años, piel morena, cabello negro, ojos grandes, color café, muy linda, aparentaba unos 25 cuando mucho, rostro de muñeca, con cuerpazo para sus 35 años, bien firme, con unas tetas ricas y un culo enorme.
Vestía un traje que acentuaba su figura, sin ser ajustado a ella, se veía demasiado sexy sin vestir de forma provocativa ni estar mostrando, de verdad que mi nueva vecina me sorprendió, estaba muy buena y ya quería conocerla.
Pasó ese primer día y no volví a verla, sino hasta la noche cuando salí a botar la basura de la casa y casualmente ella hacía lo mismo, según pude ver había pasado todo el día acomodando y estaba sacando algunas cajas y cosas así, al verla me ofrecí a ayudarla y me presenté con ella, le dije que era su vecino del al lado y que sabía lo duro que podía ser mudarse, que podía contar conmigo para lo que quisiera, hasta un poco de compañía si así lo quería por las tardes, en mi mente con un poco de doble sentido esa última oferta.
Ella encantada dejó que la ayudara, me dijo que se llamaba Carolina y esa fue toda la conversación por el momento, la verdad es que yo no estaba muy concentrado en hablar, pues aproveché cada momento que pude para ver el espectacular cuerpo de mi nueva vecina, quien ahora traía ropa más cómoda, de casa, su trasero me volvía loco con su cinturita de avispa.
Al día siguiente la vi por la mañana mientras salía al trabajo y ella igual.
Nos despedimos por la mañana deseándonos un buen día.
No dejaba de pensar en tremenda mujer soltera que se había mudado al lado de mi casa, no podía evitarlo.
Ya en la tarde, estaba en el frente de mi casa, limpiando un poco.
Cuando ella llegó, la saludé y pregunté por su día, a lo que respondió que le había ido muy bien, pero que ya quería llegar a relajarse un poco.
Le ofrecí un poco de café para pasar ese largo día de trabajo y ella aceptó diciendo que en su casa para poder estrenarla pues sólo ella había estado ahí por una noche, no pude negarme a eso y la seguí rápidamente.
Una vez allí, me dijo que le diera un momento, pues se iba a poner un poco más cómoda; ya que, venía llegando del trabajo.
Yo esperaba en la sala, hasta que salió ella, con ropa deportiva, un pequeño short y una franelilla, como si fuese a trotar, esas tetas y ese culo sentía que iban a reventar esa ajustada ropa, no podía quitar mis ojos de encima, pero no podía permitir que me descubriera viéndola, aunque creo que tuvo que haberlo notado, en fin, bebimos nuestro café y comenzamos a hablar, descubrí que era soltera desde 2 años atrás, era licenciada en administración y trabajaba para una empresa en la parte de finanzas.
Pasaron unos 2 meses y ya éramos buenos amigos, cada vez teníamos más confianza, y todas las tardes se nos hizo costumbre el café para hablar de cómo nos fue en el día.
La verdad ella me seguía encantando y más de una vez me llegué a empalmar hablando con ella, era inevitable.
Aunque yo si notaba que cada vez la ropa era un poco más provocativa, a veces usaba blusitas olgadas sin nada debajo, pero pensaba que era por la confianza.
Ella nunca me había insinuado nada y por lo tanto a mi me daba un poco de miedo intentar algo, después de todo la diferencia de edad era bastante y no sabía cómo podría reaccionar.
Un día, conversando con ella comenzó a preguntarme sobre si tenía novia, si salía con alguien y cosas así, yo le decía que no, que había salido con alguien de la universidad, pero que ya no más y que tenía tiempo sin salir con alguien.
Ella estaba en la cocina porque el café estaba casi listo, dijo que faltaba azúcar y se agachó dejando el culo en popa para buscarla en los cajones de abajo, mientras preguntó “entonces tienes tiempo sin saber lo que es estar con una mujer, cierto?”, lo que me tomó por sorpresa y me limité a no responder.
Ella al notar mi silencio a su pregunta me dijo “descuida, yo, igual tengo mucho sin estar con un hombre”, ya para ese momento ella se estaba levantando y la verdad es que con lo que me acababa de decir, más la maravillosa vista que tenía desde ahí de su culo en el que se notaba totalmente el hilo que traía puesto, hizo que me pusiera tieso en un momento.
Ella voltio de inmediato y no me dio tiempo de esconder mi erección, ella no dijo nada, pero vi como una pequeña sonrisa apareció en ella, al principio me apené un poco.
Después de un rato, ya habíamos terminado con el café, no se había tocado más el tema, ella terminó de lavar las tazas y se acercó a mi preguntando “eso de hace un rato fue por mi?”, una vez más me dejó helado y sólo respondí preguntando que de qué hablaba y ella me dijo que del gran bulto que se me había marcado momentos atrás, me disculpé y le dije que no había podido evitarlo y me preguntó “crees que pueda verlo?”, sólo con oír esa pregunta ya estaba a mil de nuevo, y ella de nuevo sonrió diciendo que ya tenía su respuesta, me dijo que me quedara tranquilo, que no había nada porqué apenarme, se acercó más a mi y me pollo la mano sobre el pene, sentía que se me iba a reventar de lo duro que lo tenía, ya para el momento pues había cambiado mi pensar, dado que ella fue quién hizo todo, el miedo y la pena de un reclamo de su parte desaparecieron y me puse un poco más dominante.
Ella me dijo que tenía que tenía un buen paquete ahí y yo le dije que eso era de ver ese despampanante culo que ella tenía.
Vi su cara de sorpresa frente a mi respuesta y preguntó que qué había pasado con la pena y le dije que esa sólo era porque ella nunca me había insinuado nada y al ser mayor que yo no sabía cómo podría reaccionar de yo intentar algo, pero que ese culo tenía ganas de cogerlo desde que lo vi entrar a esa casa el día de la mudanza.
Ella sólo sonrió un poco y con cara una cara pícara y de lujuria, bajó mi short y comenzó a manosear mi pene mientras me obsequió un me beso.
Su lengua exploraba mi boca y yo no tardé pasar una mano hasta su cabeza y otra hasta su cintura para tumbarla en el mueble donde estaba sentado, y responder mejor a sus besos y caricias.
Se sentía riquísimo como me acariciaba el pene mientras me besaba, sus manos expertas subían y bajan desde la cabeza hasta la base, mientras acariciaban mis testículos.
Yo por otra parte tenía ya mis manos en sus tetas, estaba muy excitado, esas tetas eran mejor de lo que había imaginado, eran grandes y muy firmes, no podía dejar de apretarlas y ella soltaba pequeños gemidos con cada apretón.
Le quité la blusa para poder ver mejor ese par de pechos, eran perfectos, unas aureolas no muy grandes coronadas por unos pezones ya erectos, que resaltaban en ese par de tetas redondas y firmes, eso me mataba más, que no estuviesen caídas.
Comencé a besar y mamar esas tetas como loco, me daba un festín con ellas, le decía que tenía unas tetas espectaculares, y ella me decía que eran mías para comer cuanto quisiera.
Verla a ella cerrar sus ojos y hundirse en un éxtasis cada vez que mordisqueaba uno de sus pezones era una escena divina.
Ella se levantó y bajó su short, quedando con un tanga de hilo, negra.
Se arrodilló ante mi y volviendo a colocar sus manos en la base de mi pene, lo introdujo en su boca hasta la mitad de un bocado para luego ir sacándolo lentamente.
Pude sentir como sus labios recorrían lentamente cada centímetro de mi modesto pene que apenas alcanza los 16 cm.
Ya luego comenzó un oral más fuerte, ella succionaba mientras subía y bajaba su cabeza alternando velocidades, yo estaba en la gloria, sólo recogía su cabello para ver su cara mientras se concentraba en darme una buena mamada.
Podía sentir como corrientes de electricidad que recorrían mi cuerpo y me obligaban a tener pequeños espasmos cada vez que ella pasaba su lengua por el glande de mi pene.
La tomé por el mentón, la besé e indiqué siguiera en lo suyo pero no arrodillada, sino desde el mueble, eso me dio acceso a su gran culo, lo que me ponía aún más caliente de lo que estaba.
Con ella mamando mi verga y con la vista de su desnuda espalda cuyo fin daba inicio a un despampanante culo, yo me dediqué a disfrutar y a apretar esas nalgas, acariciaba y recorría cada parte como admirando el perfecto trabajo que alguien había hecho, la pequeña prenda me permitía ir a donde quisiera y bajé mi mano por entre sus piernas para encontrarme con la entrada de su vagina, sobre la que coloqué dos dedos, observando cuan mojada estaba.
Ver eso y lo emocionada y concentrada que estaba con su festín de verga, me hizo entender las grandes ganas que tenía de estar con alguien, no mentía al decir que tenía tiempo sin tener sexo, pero eso no le impedía darme el mejor oral de la vida.
Cuando sintió mis dedos en su vagina fue como activar un botón, comenzó a ser un poco más rápida y eso me volvía loco, hice a un lado su tanga y haciendo contacto directo en su clítoris comencé a mover mi mano en círculos rápidamente, casi inmediatamente ella comenzó a gemir sin sacarse el pene de la boca, entre la sensación, la vista y el sonido de sus gemidos me sentía como drogado y fue cuando comencé a sentir que ya me venía, al decirle que no aguantaba más se acomodó y aumentando un poco más la velocidad me hizo estallar en su boca, yo estaba casi desmayado de la tremenda corrida que acababa de tener y ella comenzó a bajar la velocidad, ahora sólo me masturbaba delicadamente mientras su boca estaba pegada a mi glande y su lengua jugaba con él haciendo énfasis en la rayita por dónde sale el semen, una vez terminó yo estaba más que feliz, pero aún bastante duro, ella se soltó de mi pene y había tragado todo, sólo una gota que bajaba por la comisura de su boca era el único residuo, a lo que ella pasó su dedo para limpiarse y sin previo aviso lo untó en mis labios y me besó, al principio me sacó un poco de onda, pero realmente me terminó gustando lo que hizo, estaba excitado y nuevamente sus increíbles besos iban acompañados de caricias a mi miembro, realmente era toda una experta, no entendía como alguien podía dejar ir a una mujer así.
Luego del beso le dije que era mi turno, con otro beso pero ahora de mi parte, me levante y tomándola la acomodé boca arriba para abrir sus piernas, terminé de quitar lo que me quedaba de ropa y quité por completo su tanga, luego me arrollé delante de ella y comencé a besar su vientre mientras me aferraba con mis manos a sus piernas, fui bajando hasta llegar a su vagina y allí comencé besando, ella apretó mi cabeza contra ella y empecé a chupar, chupaba sus labios vaginales, su clítoris, jugaba con su vagina en mi boca.
Introduje dos dedos y comencé a mover mi lengua lo más rápido que pude en su clítoris mientras intentaba alcanzar su punto G, ella no paraba de gritar y gemir como loca con sus ojos cerrados, y a cada momento me apretaba más y más, así un hasta que alcanzó un orgasmo y en un rápido movimiento a mitad de su orgasmo, me levanté y acomodándome en la entrada de su vagina la penetré con todo mi pene, con fuerza, a los que ella dio un grito ahogado y bajó su propia mano hasta el clítoris para poder masajearse ella misma, podía sentir como su vagina aún se contraía como resultado del orgasmo que tenía y aprovechando el momento y comencé a bombear con mucha agresividad y velocidad, ella gritaba y pedía más.
Quiero más, dame más, no paraba de repetir… Y yo no paraba de bombear, hasta que vi como cansada y ya colorada quedaba desvalida y sin fuerzas, ahí comencé a bajar el ritmo.
Mi bombeo se hizo más tenue y dejaba sentir como me hundía centímetro a centímetro y ahora sus gemidos eran más largos y profundos.
Saqué mi pene y ella se levantó, me tomó de la mano y me llevó hasta la cocina, me sentó en una silla no muy alta que ahí tenía y sentándose de frente a mi comenzó a cabalgarme, me cabalgaba y como una loca mientras besa y mordía mis labios, donde quedamos la vista daba directo a un espejo que había en la sala y vaya que si era espectacular lo que veía; yo sentado, ella ensartada de frente a mi, con sus brazos rodeando mi cuello y besando cuanto podía, yo tomaba sus tetas y las mordía, ver eso me calentaba más, pues su espalda se arqueaba totalmente, así cabalgó por un buen rato, hasta que la tome de las nalgas y la llevé hasta el mesón sin sacar mi pene de ella, ahí la bajé e hice que se volteara y sobre el mesón la recosté pegando el pecho al mesón y quedando sólo sus piernas en el piso.
Aferrándome a sus caderas comencé a bombear aumentando cada vez más la velocidad, y pasando mi mano derecha por su vientre, la bajé hasta llegar a su vagina y ahí la masajeaba mientras la bombeaba frenéticamente.
Normalmente no aguanto tanto, pero en vista de que me había hecho acabar previamente con la mamada que me dio, estaba como un semental, bombeaba sin preocuparme de venirme pronto, por otra parte, le arranqué su segundo orgasmo en esa posición.
Con mi mano izquierda que seguía libre, la tomé del cabello y la llevé hacía mi cuerpo, quedando así ambos de pie, pasé su cabello por un lado dejando su cuello libre y ahí comencé a besarla mientras seguía bombeando y masajeando su panocha y con mi mano empecé jugar con sus pezones, ella estaba gozando y yo igual, trataba de dar mi mejor trabajo esperando se repitiera una sesión así.
Soltándola, la tomé de la mano y la llevé hasta su cuarto, era la primera vez que ahí entraba, pero no me importaba, me comportaba como si fuese el dueño de todo y ella mi perra, la tumbé en la cama y coloqué sus piernas en mis hombros me incliné hacía adelante sosteniéndome con mis brazos en la cama, haciendo que sus rodillas casi llegaran a su cabeza, observé su vagina y vi esos labios vaginales carnosos, húmedos, rojos de tanta fricción, eran hermosos, escupiendo en mi mano lubriqué un poco más mi pene y lo llevé a la entrada de su vagina, la besé sin penetrarla y al alejarme penetré con fuerza y volví a sacarlo, eso lo hice repetidas veces pues parecía gustarle, hasta que lo hice una última vez y comencé a bombear nuevamente, mientras bombeaba me levanté un poco haciendo que ella quedara en un ángulo de 90 grados, mientras seguía en lo mío uní sus pies y los tiré a un lado de la cama mientras seguían así unidos, me acerqué y me comía sus tetas nuevamente sin dejar de cogerla.
Me tiré a la cama y ella se levantó para comenzar a cabalgarme, pero esta vez yo estaba acostado y ella lo hizo dándome la espalda así que esas nalgas estaban a mi disposición, yo no hacía nada, ella hacía todo el trabajo para ese momento y ahí alcanzó su tercer orgasmo, para ese momento se lanzó hacía atrás y se apoyaba con sus pies y sus brazos en la cama, así que la tomé de la cintura y comencé a bombear desde abajo, ya después de tanto rato y de verla a ella en su orgasmo no tardé mucho en venirme, quise sacarlo, pero no me lo permitió, me dijo que lo quería dentro suyo y gritando me decía que le diera más rápido.
Terminé por acabar dentro de ella, la llené de semen y ella cayó tumbada sobre mi pecho, su respiración al igual que la mía era muy agitada, estaba muy colorada y se dejó caer a un lado de la cama, volteó para verme y nos besamos de nuevo por un rato, nos quedamos ahí recostados por un momento y después de una hora me pidió que nos bañáramos, no lo volvimos a hacer en el baño, pero si hubieron muchos besos y caricias.
Terminamos de bañarnos, nos arreglamos y me fui a mi casa, quedamos para seguir viéndonos como ya era costumbre por las tardes y seguir repitiendo nuestros encuentros sexuales.
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