Mi padrino de boda, y amante, convenció a mi esposo de que yo necesitaba ir a un psiquiatra, y que él se encargaba de llevarme.
Una esposa cansada de que su marido eyacule extremadamente rápido le da un ataque de histeria y a él únicamente se le ocurre llamar a su compadre para que hable con su mujer el compadre no tan solo habla con ella, sino que también se acuesta y la satisface poniéndose de acuerdo para seguir juntos..
Mi esposo es tremenda persona, y lo mejor de todo es que no es mal pensado, ni celoso, lo malo de él, es que no ha terminado de metérmelo cuando ya se ha venido, en palabras finas es un eyaculador precoz.
Se los digo, para que tengan una ligera idea, por las que he tenido que pasar, debido a la condición de mi esposo, hasta que un día, completamente cansada de que nunca me llegase a satisfacer, ni tan siquiera un poquito, tuve un ataque de histeria, ya que aparte de que no hacía nada más que intentar metérmelo, cuando ya se había venido, también estaba cansada de que me babeara toda la cara, como un verdadero pendejo.
Dejándome mirando en techo de nuestra habitación, y maldiciéndolo mentalmente, por haberme casado con él, ya que ni tan siquiera me podía dejar satisfecha, aunque fuera una sola vez, desde que nos casamos.
Ese día me estaba tan molesta con mi esposo, que si me cortaba de seguro no echaba sangre, de lo frustrada que me encontraba.
Estaba medio desnuda en el baño lavándome el coño, cuando después de estar pensando todo lo que me había pasado, de momento me entró un ataque de rabia, y mientras lloraba, y maldecía, tiré al piso, todo lo que estaba al alcance de mis manos, gritándole a mi esposo, que era un completo fracaso en la cama, y que pensaba abandonarlo, además le dije que saldría a la calle y me iría a la cama con el primer macho que encontrase.
Por lo que después de que me duché, y ya me encontraba en nuestro dormitorio secándome y había comenzado a ponerme los pantis, me di cuenta de que estaba actuando y comportándome como una verdadera loca, cuando llegó mi primo, que de paso es amigo de mi esposo, y a la vez fue el padrino de nuestra boda.
Después me enteré, porque mi primo me lo dijo, que mi esposo sumamente asustado lo había llamado, ya que como él nos había presentado, a ver si hablaba conmigo, para que me calmase y entrara en razón.
Cuando lo vi que atravesó la puerta del cuarto, me quedé paralizada, mientras que él al verme prácticamente desnuda, y sin que mi esposo me viera se volteó hacia él, y le dijo. “Mejor te vas al bar de la esquina, y tómate unas cuantas cervezas mientras que yo hablo con mi prima, ha y por lo que más quieras, no regreses hasta que yo te llamé.”
El pendejo de mi esposo, le hizo caso a su amigo del alma, y de inmediato todo nervioso y asustado por mi proceder, se marchó al bar de la esquina, y se puso a tomar cerveza.
Mientras mi primo, una vez que mi esposo salió de la casa, me tomó entre sus brazos y sin perder más tiempo me estampó tremendo beso, con todo y lengua dentro de mi boca.
Al mismo tiempo que una de sus manos, la metió dentro de mis pantis, me agarró divinamente el coño, por lo que yo me quedé como hipnotizada, sin dejar de besarme y aun con una de sus manos dentro de mi coño, no sé cómo me condujo a la cama, y ni tan siquiera me di cuenta de eso.
Ya en la cama, yo terminé de quitarme lo poco que aún tenía puesto, quedando de toda desnuda frente a él, mientras que él únicamente se bajó la cremallera del pantalón, y extrajo su erecto miembro, viéndome a los ojos.
Nada más le bastó hacerme una insinuación con sus labios, para que yo de inmediato arrodillada en la cama, agarrase su miembro entre mis dedos.
Tras manipular su erecta y viril verga entre mis dedos, me dediqué a mamársela, intensamente, hasta que sentí su cálido y viscosa leche dentro de mi boca y garganta.
La que me tragué completamente, deseando que mi esposo nos estuviera viendo, para que aprendiera lo que era un verdadero macho.
Tras acabar dentro de mi boca, yo me levanté de la cama, fui al baño donde me enjuagué la boca, y al regresar a la cama lo encontré tan desnudo como yo lo estaba.
Por un buen rato nos estuvimos nuevamente besando y acariciando y al rato sentí que el miembro de mi amante estaba tonificándose otra vez.
De nuevo llevé mi boca a su miembro, y no hizo falta que lo mamase, nada más apenas comencé a pasar mi lengua ya estaba bien duro y parado.
Por lo que, tras él indicármelo, separé mis piernas y recibí con gran alegría dentro de mi coño su caliente y dura verga.
AL tiempo que él metía y sacaba de mi ardiente coño su sabroso miembro, me fue diciendo lo caliente que yo estaba, y lo mucho que me extrañaba.
Mientras que yo, movía mis caderas como una desesperada deseando tener su miembro más y más adentro de mí, y morbosamente deseando que mi marido nos viera así.
Cosa que en varias ocasiones le dije a mi amante, al tiempo que él divinamente continuaba o chupando mis tetas o diciéndome lo sabroso que yo sabía moverme, al mismo tiempo que no dejaba de continuar metiendo y sacando su verga de mi coño.
Yo estaba tan y tan caliente o excitada, que como cosa rara hasta le pedí que me lo metiera por dé tras.
Tras unos cuantos movimientos, me ha sacado su verga de mi mojado coño, y como si yo fuera una muñeca de papel, me ha tomado por los tobillos, separó mis piernas y sin más ni más, me ha clavado su verga por mi culo.
Me dolió, y hasta se me saltaron unas cuantas lágrimas, pero estaba más que satisfecha con lo que mi amante me había hecho, y a medida que comenzó a darme por el culo, el dolor se fue convirtiendo en placer.
Un placer que desde que me case no había vuelto a sentir, ya que además de estar dándome sabrosamente por mi apretado culito, mi amante comenzó a tocar mi coño, introduciendo prácticamente toda su gran mano dentro de mi cuerpo.
Cuando no era que me golpeaba divinamente con la yema de sus dedos mi clítoris, hasta que me arrancó un orgasmo tremendo.
Por un buen rato mi amante me continuó complaciendo, hasta que él finalmente también se vino, pero dentro de mi culo.
Después de que ambos descansamos un rato tirados completamente desnudos sobre la cama, a él se le ocurrió una idea, la que me comunicó de inmediato, diciéndome. “Tú quieres que de ahora en adelante por lo menos nos veamos una vez a la semana.” entendí de inmediato, que eso de vernos, no era para saludarnos.
Por lo que sin pensarlo le respondí de inmediato que sí, él continuó diciéndome. “Es fácil le voy a decir a tu esposo, que necesitas ir a ver un psiquiatra especialista en mujeres histéricas, y que como yo conozco uno me ofrezco a llevarte cada vez que tengas una cita. ¿Qué te parece?”
La idea me pareció un poco loca, ya que, si a mi esposo se le antojaba acompañarme un día que le iba a decir, pero eso a mí primo no le pareció un serio problema, y me dijo. “No te preocupes que cuando eso pase resolveremos sobre la marcha.”
En efecto mi primo habló con el cornudo de mi esposo, y lo convenció fácilmente de que pagase las citas con el psiquiatra, dinero que realmente usamos para pagar el motel donde mantenemos relaciones, por lo menos una vez a la semana.
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