mi pequeña claudita
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi historia creo que es diferente a la mayoría que he leído, puede ser que a algunos les parezca aburrida, pero sé que otros se sentirán identificados y la verán muy atractiva y caliente.
Soy Estuardo, cuando cumplí 13 años, mis padres me enviaron a estudiar a la ciudad, nosotros vivíamos en un pueblo pequeño a unas horas de esa ciudad. Por algunas amistades mis padres lograron instalarme en un casa de unos amigos de sus amigos, yo sería como huésped, pagando por supuesto cierta cantidad de dinero mensualmente.
Los señores de la casa, un matrimonio sumamente católico, tenían dos hijos, el varón de 12 años y una hembrita de 11 años. Al principio me sentí distante de esta familia, no me acostumbraba. La casa, que es de construcción antigua, son del tipo de casa en donde existe un patio enorme al centro de la casa y todas las habitaciones están ubicadas alrededor de ese patio. Mi habitación era pequeña, sin baño interior.
Al principio Claudia (nombre ficticio), la hija de este matrimonio, me caía muy mal, la veía como altanera y muy fresita, sin embargo tenía más plática con ella que con su hermano Pedro. A pesar que nos caímos mal al principio, empezó con el tiempo a haber cierta afinidad entre ambos, Claudia era una chiquilla de tez muy blanca, de cabello rizado color castaño claro, unos lindos ojos verde tierno, piernas y muslos delgados color de leche y unos pequeños pies rosados que eran preciosos. A sus once años no tenía casi senos, era casi planita de su pecho, al igual sus caderas eran las de una niña.
En mi caso, en ese entonces era de pelo crespo, tez morena clara, bastante alto para mi edad, al igual que Claudia era virgen, no había tenido ninguna experiencia sexual. En esos años no había cable, ni Dvd´s, en los cines era restringido el acceso para películas de sexo, solo mayores de edad, asi que los chicos de nuestra generación nos limitaban solo a conseguir revistas pornográficas de forma clandestina o a través de hermanos o tíos mayores de edad. Eso era toda mi formación.
Estuve en esa casa de huésped cinco años. Durante el segundo año, ya con más confianza con la familia que me albergaba, empecé a notar que Claudia ya con 12, me atraía y además ella era más atenta conmigo y siempre quería estar en mi habitación, pláticando, empezamos a tener cierta afinidad, jugando damas españolas, ajedrez o simplemente pasando el tiempo, pero también noté que se apoyaba en mi hombro o se recostaba sobre mi (siempre se ha dicho que las mujeres desarrollan el instinto sexual antes que los hombres y eso es verdad), al principio lo sentía yo de mal gusto e inclusive la retiraba de mi, también lo hacía porque si nos hubieran sorprendido asi los padres de Claudia se hubieran molestado mucho, ya que ella estaba muy sobreprotegida por ellos.
Sin embargo, como no podía descargar todo ese ímpetu que ya tenía a mis 15 años, de tipo sexual, me comencé a interesar en Claudita como mujer para poder experimentar. Cierto día cuando se recostó en mi hombro como otras veces, voltee la cabeza hacia ella, nuestros rostros quedaron muy pegados y fue entonces que yo le di un beso en su boquita. Ella lo recibió y luego se apartó rápidamente, como si hubiera sido un pecado y se retiró de mi habitación. Al principio me quedé con un sentimiento de culpabilidad, no sabía que sucedería, y sí me acusaría con sus padres?. Sin embargo no lo hizo, pero ella ya no llegó a mi cuarto al día siguiente. Pasaron tres días para que Claudita regresara a mi habitación a jugar como siempre, nadie de los dos tocó el tema del beso.
Como a las dos semanas de ese beso, volvió nuevamente a su costumbre de apoyarse en mi, y yo veía que ella volteaba la cabeza para ver si sucedía otra vez, yo me di cuenta de eso. Antes de irse ese día, se recostó por enésima vez y ahora si gire la cabeza y le di un beso, a diferencia del anterior este duró más y le froté mis labios en los suyos. Claudita se retiró contenta ese día. Lo del beso se volvió costumbre en las siguientes semanas, y fue también aumentando de tono y de tiempo, es decir que ahora ya frotabamos nuestros labios y de vez en cuando usábamos nuestras lenguas, ya la tomaba de la cabeza para prensarnos los labios, etc. La mamá de Claudia se empezó a dar cuenta, que ella solo en mi habitación quería estar, entonces la reprendió enfrente de mi, diciéndole que ya no quería verla en mi habitación otra vez.
A raíz de eso, las veces que podíamos estar juntos fueron más escasas. Sin embargo, como la mamá tenía una academia de mecanografía a uno de los costados de la casa, cuando ella atendía el negocio Claudia llegaba a mi habitación y nos comíamos a besos. Éramos dos adolescentes experimentado su sexualidad.
Durante una de esas veces, nos acostamos en la cama, cuando veo que se le ha levantado la falda a cuadros del colegio, por primera vez le puedo ver sus braguitas blancas pequeñas y sus dos delgados muslos. Ella no hace nada por taparse, en vez de eso me busca la boca para otro largo beso, en mi caso, con una mano comienzo a recorrer sus piernas, acariciándola con mis dedos, por instinto subo hasta su braguita y con la yema de los dedos recorro en círculos sobre sus calzoncitos su pequeña cuquita. Luego de unos minutos veo que su calzoncito se va humedeciendo, lo siento en mis dedos, su respiración ha aumentado un poco, de repente que se levanta y sin decir nada, corre hacia fuera de la habitación.
Después de ese suceso, el morbo innato de todo varón, junto con la búsqueda de mi sexualidad, me hacen comprar revistas pornográficas para comprender y actuar como se debe (asi pensaba en ese momento), claro de una forma más que empírica. Como mi cuarto esta pegado al baño y existe una puerta que los separa que no se usa, me las ingenio para abrirle unos hoyitos a los cuales les colocó parafina del mismo color para que no se note (todo esto duró meses en su ejecución). Asi cuando Claudita se baña, la puedo ver totalmente desnuda, no tiene pelitos aún en su cuquita, sus senos ahora son dos pequeñísimas colinas y su cuerpo es delgadísimo, sus nalguitas aún son de niña, pero a pesar de eso obtengo una erección de las más fuertes que tuve.
Durante los siguientes encuentros con Claudita (todos hasta el momento han sido en su casa y en mi habitación), siempre le agrego a los besos, la manoseada de cuquita sobre sus braguitas, cada vez la humedad de su bollito es mayor, hasta el grado que algunas ocasiones se puede ver un círculo pequeño de humedad en su calzoncito. Además que a veces la oigo gemir reprimidamente. Yo por mi parte me hago unas chaquetas para masturbarme durante la noche, pensando en Claudita.
Durante uno de los pocos fines de semana que la he pasado en esa casa (ya que regularmente aprovecho para ir con mi familia). Los padres de Claudia reciben la noticia del fallecimiento de un pariente cercano que no conocía. Ellos le encargaron a la sirvienta y a mí el cuidado de la casa. Esa primera noche sin ellos, planificamos con Claudita vernos después de que todos se hayan acostado. Asi que tipo 10:30 de la noche, ella llegó conmigo en traje de dormir, que era un blusón largo, debajo de cual solo tenía su calzoncito. Se metió entre las sabanas conmigo, claro que al poco tiempo estábamos dándonos besos deliciosos, mi mano como siempre buscó su pequeña cuquita sobre sus bragas, asi también metí mi mano debajo de su blusón y acaricie por primera vez su lindos senos y sus pezones rosados; como había menos tensión de que nos cacharan en eso, nos llegamos a excitar bastante, mis dedos buscaron su cuquita por debajo de sus calzoncitos y también por primera vez toque sus diminutos y tiernos labios vaginales, ella casi me mordió los labios cuando lo hice. Seguí recorriendo la totalidad de su sexo, apenas tenía unos pocos vellos púbicos color oro; luego, separé los labios de su vaginita para recorrer el largo su rajita y llegar a lo que después supe que era su clítoris, cuando lo hice, sentí unos segundos más tarde que ella mojó mis dedos, eyaculaba unos líquidos que provenían de su vaginita, la nenita estaba lubricando su cuquita.
Para todo esto, yo me sentía muy excitado y el sentir su eyaculación viscosa en mis dedos, fue un detonante, con mucha delicadeza, pero con mucho trabajo le levanté su blusón hasta el pecho, por fin tenía sus lindísimas tetitas desnudas frente a mí, como lo había visto en las revistas que compré, acerqué mi boca a sus senos y los lamí con la punta de la lengua, tenía una piel bien suavecita, apenas hice contacto con su pezón, este se irguió, lo mismo sucedió con el otro. Claudita cerraba sus ojitos y se dejaba mamar sus senitos por vez primera. Luego de chuparle repetidamente por unos cinco minutos sus dos tetitas, bajé la cabeza hasta su cuquita aún tapada por sus bragas, y la lamí como si fuera un heladito, le lamí todo el frente de su calzoncito, Claudita gemía y ronroneaba como una gatita. El calzoncito al poco tiempo estaba muy mojado, de mi saliva y de sus líquidos segregados por su vagina. En un acto atrevido, le hice a un lado su braguita dejando casi descubierta su rajita, la toqué con la punta de mi lengua y pude ver durante esto, como Claudita llegaba a su primer orgasmo de su vida, me jaló con fuerza los cabellos mientras llegaba al clímax. Se compuso su braguita y me dijo que se quería ir porque no fuera ser que su hermano se diera cuenta que no estaba en su cuarto.
La segunda noche de ese fin de semana. Nuevamente llegó a mi habitación, nos besamos y ahora le pedí que se quitara su blusón ya que nos hacía estorbo, ella se lo quitó sin discutir y se quedó debajo de las sabanas solo con sus braguitas puestas. Nuevamente le besé sus ricos y pequeños senos, quité las sabanas y besando su vientre llegué de nuevo a sus braguitas, le lamí de nuevo su cuquita por encima de ellas. Otra vez la excitación y el clímax de los dos fue en aumento, yo con la cabeza caliente me armé de valor y lentamente le quité sus calzoncitos, Claudita quedó ahora completamente desnuda en la cama, como cuando la veía bañarse. Ella solo cerró los ojos. Mi lengua comenzó a recorrer ahora toda su cuquita a flor de piel. Le lamí varias veces entre sus labios vaginales, ella se retorcía en cama, ronroneando como gatita, quería cerrar sus piernitas, pero yo se lo impedía debido a que mi cabeza estaba entre sus muslos. Era nuestro primer sexo oral. La primera vez que yo chupaba una vagina. Claudita se mojo varias veces, lo pude sentir por el sabor de sus líquidos de su coñito en mi lengua.
No puedo calcular el tiempo que estuve comiéndole su bollito, pero tuvo que ser mayor a 20 minutos. Tampoco puedo calcular los orgasmos que ella tuvo allí esa noche, pero sé también que fueron varios. En mi caso, terminé y mojé las sabanas cuando se le estaba mamando, sin que ella se diera cuenta.
Cuando estuvimos cansadísimos por el clímax, nos quedamos durmiendo una media hora, luego ella se vistió, se puso el blusón y salió a su cuarto, dejando olvidado su calzoncito, el cual guardé como un tesoro en ese momento.
Luego de ese fin de semana, nos quedamos picados con Claudita, no hallábamos la forma de volvernos a quedar solos para repetir la experiencia vivida. Claudita me escribía cartas de amor (en ese entonces no había Internet, ni teléfonos celulares) y me decía cuanto me amaba y que quería que le volviera a besar todo su cuerpo. La única forma de estar juntos era de madrugada, cuando todos dormían. Y asi lo hicimos. Yo dejaba mi despertador a la 1:00 AM y me deslizaba entre la oscuridad de la noche, sin prender alguna luz, llegaba a la puerta de su cuarto que colinda con el de sus padres, y luego me metía dentro de sus sabanas y a disfrutar nuestro idilio.
En primer lugar, nos desnudábamos ambos, luego le besaba desde los labios hasta los pies, estos últimos me los comía con ansias, ya que Claudita tenía unos preciosos piecitos. Le lamía cada dedito y lo colocaba entre mis labios para chuparlos uno por uno. Después le chupaba sus tetitas y sus pezones, por último me estacionaba y le daba una deliciosa chupada de rajita, Claudita mordía las sabanas para no gemir, ya que en el silencio de la noche cualquier ruido se pude escuchar más fácilmente. También le pedía a Claudita que se volteara para comerle y besarle sus nalguitas rosadas; también su culito arrugado fue victima de mi lengua. Durante esas noches Claudita también aprendió a chuparme el pene, como si fuera yo un diestro en la materia, le enseñaba a ella como debía de lamerlo y mamarlo, sin embargo a pesar de su inexperiencia casi siempre me hizo terminar esa boquita con labios rosaditos de Claudia. Debo confesar que desde el principio a ella le gustó tomarse mi lechita, le encontró agrado y no dejaba nada, me limpiaba mis cojones y todo tronco de mi falo.
Yo la visitaba los cinco días de la semana que estaba en esa casa, el sexo oral era magnifico con ella en ese momento. Yo después llevaba mis revistas pornográficas para hacer las mismas posiciones en el sexo oral. Sin embargo, ella veía también las fotos donde aparecían parejas haciendo el amor, o sea en plena penetración o coito. Cuando terminábamos de chuparnos nuestros sexos, Claudia me decía que cuando íbamos a hacer lo mismo, eso me excitaba.
En cierta noche, llegué de nuevo a su habitación y ella me recibió diciendo que esa noche no se podía, -por qué?- Pregunté un poco molesto. Es que me vino mi menstruación por primera vez!. Yo ni siquiera sabía de eso. Ella me explicó lo mismo que le había dicho su mamá.
Cuando llegaron las vacaciones de ese año yo estaba triste, tenían que pasar dos largos meses para volver a verla y tenerla y ella también estaba en la misma situación.
Al siguiente año, a pesar del poco tiempo de no verla, observé a Claudita más desarrollada, sus senos había crecido un poco, al igual que su estatura y sus caderas se habían ensanchado otro poco. En la primera noche en su casa la visité y nos comimos nuestros sexos literalmente, sin embargo, instintivamente me coloqué entre sus piernas, puse mi pene entre sus labios vaginales y me frote sobre ellos, luego, me recargue sobre ella y el glande abrió las paredes virginales de su rajita y se deslizó con mucha dificultad hacia adentro, su himen se rasgó y produjo un poco de sangrado, yo muy excitado seguí adelante empujando mi falo erecto, ella cerró sus ojitos; mi pene en ese entonces de unas 6 pulgadas siguió penetrándola; Claudita gimió y jadeó, lo hizo algo fuerte, me detuve, pensé que podría haber despertado a su padres. Fue una agonía los minutos siguientes. Yo con el pene dentro de ella sin moverme y ella mordiendo las sabanas, esperando..
Para nuestra suerte, nada ocurrió en los minutos siguientes, solo el silencio de la noche era testigo de la desfloración de Claudita, instintivamente le fui bombeado mi falo dentro de su cuquita, al principio ella me pedía que se la sacara, pero luego como sucede frecuentemente, del dolor pasó a placer, la estuve ensartando lentamente por los siguientes diez minutos aproximadamente, al cabo de los cuales ella mordía las sabanas para no gemir pero de placer, ambos estábamos excitadísimos!. Yo aceleré mis movimientos de cadera, estaba encantado por poseerla, era la primera mujer que follaba, y no quería dejar de hacerlo en ese momento.
Sin embargo, aún sin experiencia seguí moviéndome dentro de ella en forma desordenada, hasta que sentí que me subía la sangre a la cabeza, para luego descargar un chorro de semen dentro de su cuquita. Mi esperma se mezcló entre sus líquidos vaginales y su sangrado. Como podrán suponer no usé condones, en esa época era muy difícil conseguirlos, solo lo vendían a la gente adulta (semejante estupidez). Tuve suerte de que no quedara embarazada en su primera vez.
A partir de ese día, nuestro noviazgo siguió más fuerte. Como supondrán casi todos nuestros encuentros siguientes llevaban incluidos relaciones sexuales maritales, Claudita se volvió adicta a mi pene y yo a su cuquita. Las revistas porno y sus ilustraciones nos sirvieron para ir experimentando poses en la cama y formas de coger durante todas esas madrugadas. Me encantaba follarla en varias posiciones, sobre todo mi preferida era cogerla en la pose perruna, ella en cuatro piernas, su culito rosadito era magnifico, sus nalguitas era pequeños globos. Casi siempre me costó meter mi pene en su vaginita estrecha, pero después que lo conseguía los dos disfrutábamos ricos momentos.
Esos meses cogimos más que si hubiéramos estado recién casados. Poco a poco al pasar los meses el cuerpecito de Claudita fue tomando forma de cuerpo de mujer, sus senos eran mucho más grandes, sus caderas más ensanchadas y sus nalgas más respingonas para mi deleite. En mi caso mi pene creció una pulgada más, mi espalda y pecho más amplios y mi voz más grave.
También tuvimos que decidir cambiar de lugar de nuestros encuentros sexuales, debido a que Claudia gemía y jadeaba mucho, le propuse que ella llegara a mi habitación, la cual estaba más retirada del cuarto de sus padres. Allí pudimos gemir a nuestro gusto.
Ella se esmeraba en su cuidado personal para causarme más placer, usaba cremas de cuerpo, se depilaba el exceso de vellos en el cuerpo, se lavaba bien su cuquita antes de recibirme. Por mi parte también me cuidaba el aspecto personal.
Sin embargo, por las continuas desveladas o trasnochadas, nuestra salud no iba bien debido a ese desgaste casi diario. Los padres llevaron a Claudia al doctor, quien le diagnosticó un poco de anemia y le recetó algunos reconstituyentes.
Quiero indicar que nunca usamos condones, sino que por consejos de amigos del colegio, aprendí a retardar mi venida y sacarla antes de eyacular. Ahora que recuerdo, en dos ocasiones Claudita me dijo que no le había venido su menstruación, esos días fueron llenos de intriga, pero días después le vino normalmente, el uso de unas medicinas fueron los que ocasionaron el retraso.
Pero la noche desastrosa llegó, ni Claudia ni yo éramos expertos, sino más bien inocentes adolescentes en el tema sexual, habíamos aprendido solos sin ayuda. Claudia ya tenía 14 y yo 17 años. He llegado a la conclusión de que pudo haber sido por las cartas que escribía ella, las pudo haber encontrado alguno de sus padres. En esa madrugada, estaba yo encima de Claudia clavándole mi falo hasta el fondo, cuando abren las puertas de mi habitación, eran su papá y su mamá!!. Esa misma madrugada llamaron a mis padres, fue una vergüenza total, para Claudia y para mi.
A pesar de que les dijimos que era una relación de amor, que nos amábamos, no oyeron razones, para ellos solo éramos un par de chicos indecentes. Cabe decir que regresé a mi casa ese mismo día, mi padre me dio una tunda que todavía recuerdo tristemente. Fui expulsado del colegio, por queja y a pedido de la madre de Claudia. Y otras cosas que he tratado de olvidar.
Tardé muchos años en ganarme la confianza nuevamente de mis padres. Además de que estaba destrozado del corazón, por no ver a Claudia que era la mujer de la cual estaba enamorado. Los años pasaron sin remedio, fui a la Universidad y me gradué. Ya no supe de Claudia, más que de información secundaria de algunas personas.
A los 26 años me casé y tengo actualmente dos niños. Por su parte, Claudia se casó la primera vez a los 23 años y luego de su fracaso, contrajo nuevas nupcias a los 26 años, tiene dos hijos, uno de cada matrimonio.
La encontré hace un mes por la calle en la ciudad donde vivo (por eso es que escribí esto), nos abrazamos y charlamos dos minutos, creo que le vi una lagrima dentro de sus ojos, por todos esos recuerdos, y creo que ella también vio la lagrima dentro de los míos..
FIN
Buen relato