Mi pequeña Sofía – Parte 8
Conocemos a una pareja cuyos gustos eran iguales a los nuestros, y decidimos compartirlos..
Aquel sábado por la mañana, como de costumbre, Sofía y yo habíamos amanecido para tener sexo. A ella le gustaba montarme para jugar su vulva rozando mi pene antes de meterlo en su vagina y comenzar a dar sentones acompañados de duros gemidos. Luego de un rato, ella disfrutaba ser dominada, sobre todo cuando la ponía en cuatro y la penetraba duramente por la vagina o por el ano, mientras sujetaba sus brazos con fuerza, jalaba su pelo, o a veces rodeaba su cuello con mis manos para ahorcarla de a poco. La intensidad de sus gemidos me indicaba que la excitaba mucho más ser la sumisa de papá.
Tras una hora de salvaje intimidad, nos quedamos acostados, ambos desnudos. Ella se sentía cómoda y protegida apoyando su cabeza en mi pecho mientras me abrazaba, cerrando sus ojos. Yo estaba muy despierto, mirando el techo y reflexionando. Bueno, en realidad, me gustaba pensar en nuevas formas de complacer a mi pequeña, quien a sus doce, parecía haber probado de todo ya, aunque me di cuenta que faltaba algunas cosas que seguramente a ella le gustaría experimentar.
Casi sin moverme de mi cama, estiré la mano para buscar la laptop que estaba en la mesita de noche, la prendí y busqué una página web sobre amantes del incesto. Me encontré con mucha gente, hombres y mujeres, quienes disfrutaban de hacer lo mismo que yo hacía con mi hija. Leía los foros llenos de mensajes escritos por diversos usuarios en los que compartían experiencias, sugerencias, preguntaban y respondían.
Sofía se había acomodado a mi lado para leer conmigo aquel sitio lleno de morbo. Noté que no podía evitar rozar su vulva con su mano mientras leía los mensajes del foro. – ¿Qué buscas, papi? – preguntó con curiosidad. – Ideas, bebé – le respondí, besando su frente. Entre varios hilos de conversación, encontré uno en el que se compartían contactos, más específicamente para padres y madres que deseaban hablar de sus morbos y fantasías con sus hijos e hijas. Leí uno en particular que decía:
«Yo, hombre de 45 años, con una hija de trece. Interesados, escríbanme por mensaje privado».
Al lado del mensaje, había dejado su nombre de usuario para contactarlo a través de una famosa red social. Decidí enviarle un mensaje, contándole sobre mi hija y yo. Afortunadamente, respondió pronto, y en ese momento continuamos hablando. Le envié una foto de Sofía y yo, y él me compartió una foto de sí mismo con su pequeña, quien se veía muy bonita, por cierto: cabello liso y negro, ojos café, piel trigueña, con rasgos faciales muy delicados; era un poquito más rellenita comparada con mi hija, pero aún así tenía curvas definidas, buenas nalgas, un buen par de pechos, caderas marcadas y piernas hermosas.
Estuvimos hablando varios minutos, contándonos sobre cómo comenzamos en el mundo del incesto, opiniones, ideas y demás. Al parecer, me había ganado su confianza, porque al poco tiempo, decidió compartirme un video de él teniendo sexo con su hija. No quise quedar como un egoísta, así que decidí responderle enviando el video de aquella orgía caliente que había tenido Sofía con muchos hombres. El hombre, quien luego dijo llamarse Alejandro, quedó fascinado, y escribió lo siguiente:
» Oye, ¿te apetece reunirnos con nuestras hijas alguna vez? Algo en plan cena, beber algo y luego… Tú sabes.»
Sin disimular su emoción, mi hija no tardó en decirme: – ¡Sí, papi, dile que sí! -. Mi respuesta fue la siguiente:
» – Claro, por supuesto. Ven esta noche con tu hija a mi casa. Pediré pizza.»
Esa misma noche, cerca de las ocho, el timbre de la casa había sonado. Al abrir la puerta, me encuentro con Alejandro, un hombre de estatura mediana, cabellos negros, bastante delgado, de muy buena presencia. Me presentó a Nahiara, su pequeña y bella hija, quien no medía más de 1.50; y yo les presenté a Sofía, y noté que ambos parecían estar encantados con ella. Mi hija los recibió con un tierno beso en la mejilla de cada uno y su acostumbrada sonrisa.
Compartimos dos pizzas y gaseosas, mientras charlábamos animadamente. Luego de la cena, Alejandro y yo compartimos unas cervezas para continuar con la conversación; Sofía y Nahiara subieron a la habitación de mi hija. Yo sólo deseaba que en ese momento, Sofía le enseñara a Nahiara todos sus juguetes y comenzaran a jugar con ellos. Ese pensamiento me distrajo por un momento, y Alejandro lo notó. – Disculpa, – le dije, segundos después de darme cuenta de mi distracción – es que me quedé pensando en nuestras niñas, y debo decir que tu hija es hermosa -. Alejandro, con una sonrisa de complacencia, respondió: – Lo es, ¿verdad? Me excita mucho más que su madre -. Me había dado cuenta de que no le había preguntado antes sobre ese tema, así que aproveché la ocasión: – ¿Qué pasó con su madre? – y él respondió: – Nada, ella sigue siendo mi esposa. Continuamos teniendo una relación normal, pero ella no sabe lo que hay entre mi hija y yo, por lo que decidimos mantenerlo en secreto -.
Nuestra charla se extendió por unos veinte minutos, cuando luego de terminar nuestras cervezas, le dije a Alejandro que me acompañara. Ambos subimos por las escaleras, hasta que llegamos a la puerta de la habitación de Sofía, que había quedado apenas abierta. Nos asomamos con sigilo y decidimos espiarlas, pues se escuchaban gemidos muy deliciosos.
En ese momento, pudimos ver a Nahiara acostada boca arriba, con las piernas abiertas, mientras que Sofía la estaba penetrando con un consolador de arnés. Su movimiento era relativamente lento, pero constante. Sofía se veía realmente sexy moviéndose mientras miraba cómo ese juguete entraba y salía de la estrecha vagina de Nahiara. Ver esa escena nos excitó mucho. Alejandro, había sacado su celular y comenzado a filmar discretamente. Por mi parte, no pude evitar sentirme muy caliente, así que bajé un poco mi pantalón, mi bóxer y comencé a masturbarme.
Dejamos que se divirtieran un poco más mientras las observábamos. Me encantaba ver la sensualidad con la que se besaban esas dos pequeñas. En un instante, Nahiara tomó la mano derecha de Sofía y la llevó a su cuello. Parece que mi hija entendió el mensaje de manera instantánea, pues empezó a presionar con firmeza el cuello de Nahiara, quien dejó salir unos gemidos muy intensos. Sofía acompañó la estrangulación con movimientos más rápidos y profundos del consolador, lo cual provocó en Nahiara una excitación mayor, haciendo que en menos de dos minutos alcanzara el orgasmo. La pequeña hija de Alejandro había comenzado a temblar descontroladamente, empujando levemente a Sofía para que se alejara y quitara el consolador de su vagina, para luego quedarse en posición fetal hacia un lado, temblando y respirando entrecortadamente, con los ojos cerrados. Fue simplemente bellísimo su orgasmo.
Alejandro decidió ingresar a la habitación como si nada, y las niñas nos miraron sonrientes. – Hola bellezas, veo que ya se conocen mejor – dijo Alejandro, dejando el celular en uno de los muebles de la habitación, con la cámara apuntando hacia la cama. Sofía se volvió a su invitada, y se besaron con micha pasión mientras se abrazaban. Alejandro y yo nos fuimos desvistiendo hasta quedar desnudos, y noté que su pene, ya erecto y mojado, era bastante largo, de unos diecisiete centímetros, y más o menos igual de grueso que el mío. Con toda naturalidad, ambos nos subimos a la cama, él del lado de Sofía y yo del lado de Nahiara, quienes aún estaban concentradas en sus besos pasionales.
Nuestras manos fueron acariciando la tersa piel de la niña que teníamos al lado, y pronto cada una de ellas nos correspondió. Besé a Nahiara con esa combinación de deseo y ternura, tal como lo hacía con mi hija, y noté que Sofía nos miraba con un dejo de celos, mientras Alejandro le besaba el cuello. Ella deseaba experimentar esa sensación de verme tener sexo con una niña desconocida, y al parecer eso generaba en ella las ganas de dejar que Alejandro la poseyera como él quisiera, mientras me miraba con perversión. Noté además que, en ese momento, mi hija tomó el largo pene de Alejandro, lo ubicó frente a su vagina y dejó que la penetrara sin más, dando un fuerte gemido de placer, para luego cerrar sus ojos y rodear la cadera del hombre con sus piernas.
Mi nuevo amigo no tardó en sacarle gemidos constantes y excitantes a mi hija; mientras tanto, yo hice lo propio con Nahiara, metiéndole mi pene de una vez en su mojada vagina. Lo recibió con un tierno gemido, y mientras la penetraba, no dejaba de besar sus labios, para luego pasar a su cuello. La habitación se había llenado de los gemidos de los cuatro. Tanto Alejandro como yo veíamos a nuestras pequeñas muy excitadas, y el hecho de ver que son penetradas por otro hombre, nos encantaba, y a ellas también. Decidimos darle duro a ambas, y casi al mismo tiempo, logramos darles un orgasmo a cada una.
En un momento, decidimos turnar a cada una de ellas para darle doble penetración. Primero fue el turno de mi hija, así que Alejandro se acostó en la cama, boca arriba, e hizo que Sofía lo montara, metiendo su largo pene en su vagina. Una vez en posición, Sofía se inclinó hacia adelante, recostándose sobre Alejandro, y yo me hice atrás de ella. Lubriqué muy bien mi pene y fui metiéndolo poco a poco en su diminuto ano. Minutos después, sintiéndose ese delicioso sonido de nuestros penes húmedos entrando y saliendo del ano y de la vagina, mi hija no pudo evitar dar gemidos que parecían gritos, y casi que inmediatamente tuvo su segundo orgasmo. Alejandro y yo apenas habíamos empezado, así que no planeábamos dejarla de penetrar tan pronto.
Mientras nos divertíamos con mi pequeña, Nahiara nos miraba muy atentamente, mientras penetraba su ano con uno de los consoladores lubricados de Sofía, preparándose para ser la siguiente. Según Alejandro, su hija no había recibido su primera doble penetración aún, así que esa iba a ser su primera vez.
No habían pasado más de quince minutos, cuando Sofía había alcanzado un total de seis orgasmos siendo doblemente penetrada, llegando a sentirse exhausta. Alejandro y yo casi que la obligamos a tener su séptimo orgasmo, el cual apenas respondió con un gemido agudo, pues su cuerpo no daba para más. Se dejó caer sobre mi amigo, y decidimos sacarle nuestros penes, acomodándola con cuidado a un lado de la cama para que descansara. Tras recibir una seña de su padre, Nahiara se subió con emoción sobre él y lo montó de la misma manera que Sofía. El largo pene de Alejandro no alcanzaba a ingresar por completo en ninguna de las vaginas de las niñas, así que su ubicación era perfecta. Nahiara se inclinó, recostándose hacia su padre y dejándome ver ese hermoso culo bien formado. Volví a lubricar mucho mi pene y fui empujándolo de a poco en su ano.
La pequeña recibía lentamente el pene de su padre, gimiendo con suavidad. Tras unos minutos, había logrado meter mi glande en su ano, y poco a poco iba metiéndolo cada vez más profundamente. El consolador con el que ella se había masturbado, me facilitó el trabajo, pues su ano ya estaba algo expandido. No tardé mucho en lograr meter todo mi pene en su delicioso ano, y ya con ambos dentro, Alejandro y yo decidimos darle duro a esa niña. Sus gemidos se hicieron más intensos, y pude sentir que sus piernas casi no dejaban de temblar. Para ser su primera vez con dos penes adultos, Nahiara lo estaba manejando muy bien.
La niña parecía estar teniendo un orgasmo tras otro mientras gozábamos con su cuerpo. Su constante temblor se hacía más intenso de vez en cuando, pues el morbo de ser penetrada por dos hombres adultos parecía hacerla llegar al éxtasis. Duró así, sin dejar de temblar, por unos increíbles veinte minutos, cuando con voz suave le suplicó a su papá: – Papi… ya-ya basta…. p-por favor -. Alejandro, con actitud dominante, le dijo: – ¿Ya basta? No, bebé, vas a darnos un orgasmo más -. Me hizo un gesto con la cabeza, y ambos le dimos con tal dureza que la niña comenzó a gritar y a temblar a la vez. Estaba teniendo su orgasmo más intenso, cuando Alejandro y yo decidimos eyacularle adentro, llenado su vagina y su ano con muchísimo semen.
Dejamos a Nahiara recostada al lado de Sofía, quien mirando a su nueva amiga ahí, exhausta y respirando rápidamente, le acarició la mejilla tiernamente. Luego, se acercó y la abrazó. Yo me ubiqué detrás de Sofía y Alejandro detrás de Nahiara, ambos en posición de cucharita, disfrutando de ese momento tan íntimo que habíamos vivido los cuatro. Desde entonces, Alejandro y su hija fueron nuestra pareja swinger, y nos reuníamos con regularidad para disfrutar de los cuerpos calientes de nuestras hijas.
Ésta continuación de la saga está muy buena, pero esperaba que desarrollarlas un poco más la trama con Denisse, lo que pasó con ella y con Sofía ya cuando el padre regreso de su viaje.
Podría continuar en algún momento la trama con Denisse, no hay problema.
Estoy de acuerdo. Aún así la historia está deliciosa. Gracias por continuarla.
Es un placer