Mi Pequeña Valeria
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por JAYDEE.
La historia comienza cuando mi hija me presenta a una nueva amiga del colegio, esta niña se llama Valeria, una muñequita de años igual que mi hija, cabello castaño claro, tez blanca, ojos verdes, una carita de angelito triste, con senos casi imperceptibles todavía y nalguitas bien paraditas.
Desde el momento que la ví me atrajo.
Debo advertir que nunca había sentido una atracción por niñas en mi vida, mis novias siempre fueron casi de mi edad.
Pero Valeria me dio un flechazo en el corazón, fue una atracción sin razón, aun no me lo explico bien.
Ella al inicio ni por enterada del sentimiento que me despertó.
Valeria llegaba a mi casa los fines de semana
invitada por mi hija, eran muy buenas amigas.
Casi siempre llegaba los viernes por la noche y se marchaba el domingo por la mañana.
Yo intentaba por todos los medios de mezclarme en sus actividades, charlar con ella, de pasarla con ellas todo el tiempo posible.
Poco a poco me fui ganando su confianza.
La atracción iba en aumento, a veces en mi habitación me ponía a pensar si no tenía algún desajuste emocional por la pérdida de mi esposa.
La atracción rápidamente se convirtió en obsesión.
Debo confesar que, en varias ocasiones cuando Valeria se bañaba, yo esperaba impaciente que terminara y entraba para ver si había dejado su ropita interior, varias veces asi ocurrió y tomaba su braguita y la olía en el lugar donde acomodaba su cuquita.
Luego me arrepentía de lo que había hecho.
De noche normalmente veíamos tv juntos en mi habitación, debido a que yo tenía el televisor más grande con Direct tv; mi hija y Valeria se ponían cómodas con sus ropas de dormir.
Yo no dejaba de observar a Valeria, con un vestido de dormir flojo, y sus braguitas casi perceptibles, sus piecitos blancos con sus tobillos rosados, todo en ella me volvía loco.
Mi pene se endurecía por esta chiquilla de 13 años.
En muchas ocasiones ellas se dormían viendo la Tv.
En una ocasión yo estaba en medio de ellas, Valeria se quedó a mi lado en posición fetal, voltee a ver a mi hija y estaba completamente dormida al igual que su amiga.
Le levanté el vestidito a Valeria para verle sus jóvenes muslos y su calzoncito blanco, mi pene se erectó como muchos años no lo hacía.
Con mucho cuidado le acaricié los muslitos con una mano, luego se la pasé también por encima de sus braguitas.
Valeria no sintió nada.
Varias veces me retiraba al baño para masturbarme.
Luego las pasaba cargadas a la cama de la habitación de mi hija.
Lo anterior sucedió varias veces y cada vez iba en aumento mi deseo y obsesión por Valeria.
Ahora ya no solo le acariciaba sus muslos y su colita, sino que metía mi mano por su vestido de dormir y le acariciaba sus pequeños senos, no cabe duda que de alguna forma ella lo sentía, ya que a veces se movía en la cama.
Asi también con el tiempo, Valeria y yo comenzamos a tener una linda amistad, le gustaba platicar conmigo y contarme de sus cosas.
Los manoseos que le hacía por las noches iban en aumento.
Claro que para esto pasaron varios meses.
Una de esas noches, llevé a mi hija dormida a su habitación y me quedé solo con Valeria, le acaricie sus muslos y al llegar a su braguita le metí los dedos adentro, por fin toque su coñito, casi no tenia pelitos, jugué un poco con sus rayita y con los pliegues de su cuquita, ella instintivamente cerro sus piernitas y mi mano quedó entre ellas, como mis dedos estaban atrapados entre sus muslos y contra su coñito, los empecé a sobar contra su rayita, en pocos minutos sentí una pequeña humedad que bajaba de su cuquita.
Eso me puso muy caliente, tuve que sacarme el pene de mi ropa interior porque me estaba doliendo la presión dentro de ellos.
Con cuidado le levante su vestido de dormir hasta que quedaron destapados sus pechitos, los acaricie suavemente y sin reparar me fui hacia ellos y los chupé colocando sus pezoncitos entre mis labios, luego con la punta de mi lengua los recorrí por toda su circunferencia.
Valeria se movió contorsionándose en la cama, tuve miedo que se despertara, entonces le compuse su ropita y la llevé a dormir.
Era desesperante esperar dos o tres semanas, para volver a ver a Valeria.
Quería sentir su tersa piel y ver su carita que hacia que me temblaran las piernas.
En la siguiente noche, luego de tocarle su panochita y besarle sus senos, me fui a dejarla a la habitación de mi hija, luego regresé a masturbarme en la cama, me la estaba jalando cuando de repente tocan la puerta de mi cuarto.
Me oculté el pene parado dentro de mis calzoncillos y bajo las sabanas.
–Adelante!- dije con voz grave.
Era Valeria!, iba descalza y sin decir palabra alguna se metió en mi cama y se acostó a mi par.
Me quedé pensando si a ella le había gustado todo lo que le hacía.
Tenia que intentarlo para saber!.
Esperé unos minutos, no sé por qué.
Levanté las sabanas de su cuerpito, luego con la punta de mi lengua le recorrí nuevamente sus tersos muslitos, los chupetee como si fueran dulces, luego baje hasta sus pantorillas haciéndole lo mismo, finalmente le tomé un piecito y me lo llevé a la boca.
Con la punta de la lengua le lamí sus deditos rosados, por adelante y por atrás, luego los chupé uno por uno, tomé su otro pie y repetí la operación, vi que Valeria levantó su espalda y que me miraba de reojo, yo estaba muy feliz, ella estaba despierta y degustaba lo que le hacía.
Además estaba muy excitado para ese momento.
Luego de devorarle los pies, volví a regresar lamiéndola de nuevo, seguí hasta que mi nariz llegó a su panochita, la olí sobre sus braguitas.
Lamí sus braguitas cabalmente sobre donde estaba la rayita de su cuquita.
La respiración de Valeria aumentó un poco la niña se estaba excitando, posiblemente la primera vez en su vida.
Pero quien más excitado estaba era yo.
Con delicadeza le empecé a sacar sus calzoncitos, los saqué por sus tobillos.
Su panochita era perfecta, tal y como me la había imaginado en mis sueños.
Con un vello púbico escaso de color castaño claro casi imperceptible.
Los pliegues de su vaginita eran coloraditos, su vientre era planito.
No pude aguantarme mucho tiempo observándola, y me dirigí hacia su cosita, lamí desde su ombligo hacia su panochita, ella instintivamente había cerrado sus piernitas, besándole sus muslos, con un poco de fuerza se las volví a abrir, para luego ingresar con mis labios y lengua y chupar sus pliegues vaginales.
Valeria por primera vez gimió con una perrita cuando sintió lo caliente de mi lengua posarse en su rayita.
Volvió a intentar cerrar sus piernas, pero yo ya estaba preparado y le tenía la cabeza entre ellas, por lo que no pudo hacerlo.
Seguí chupando todo lo que encontraba entre sus piernas, degusté el sabor de su piel lozana, luego con mis manos suavemente abrí los pliegues de su vaginita y le inserté mi lengua en su interior, busque su pequeño clítoris y con la punta de la lengua lo estimulé varias veces.
Valeria movía su traserito y su espalda contra la cama, estaba gozando de este sexo oral, yo veía que se mordía los labios para no gemir y delatar que estaba despierta.
Subí hasta su senos y con cuidado le saqué su vestido de dormir, Valeria quedó completamente desnuda!, como en mis sueños.
Me detuve para admirarla.
Era bella, era virginal, era fantástica!.
Mamé sus senitos, casi los engulló totalmente, mis succiones sobre ellos eran fuertes, yo estaba muy caliente, ya no me importaba si abría totalmente sus ojitos.
Le chupe sus pezones, ella se contorsionó, seguí ahora bajando por su vientre para volver a llegar a su panochita, volví a abrir los pliegues de su vagina y ahora con mucha más pasión y fuerza le mame su coñito con lenguetazos largos y secos.
Valeria instintivamente tomó con sus manitas mis cabellos, flexionó sus rodillas, de modo que su vaginita se abrió en par en par ofreciéndome su frutita completa para seguirla mamando.
Valeria ya gemía y jadeaba sin parar, la estaba gozando!.
Seguí mamando su panochita hasta que oí y sentí que tuvo un lindo orgasmo que recibí en mi boca.
Con la lengua probé una parte de su néctar vaginal.
Era amarguito rico.
Luego de su orgasmo, Valeria se quedó completamente quieta, estaba cansada.
La tapé con las sabanas y me coloqué a su par, los dos desnudos.
Era suficiente por hoy pensé.
Más tarde le coloque su calzoncitos y su vestidito y la cargue de regreso a su camita.
Antes de dejarla en la cama de la habitación de mi hija le di un beso en los labios.
De regreso me volé una masturbación monumental.
A los quince días, que sentí como un año.
Valeria volvió a llegar a la casa.
Esa misma noche le di otra ración de sexo oral, a diferencia de la anterior tuvo dos orgasmos deliciosos.
Durante el día siguiente, ella quería estar conmigo todo el tiempo, me abrazaba y me dirigía una mirada coqueta y alegre.
Mi hija se molestó por un momento, ya que Valeria prefería estar conmigo que con ella.
La noche siguiente, unos clientes de mi empresa me invitaron a cenar, durante la cual tomamos licor, yo veía el reloj y ya era tarde, yo quería estar en casa para ver a Valeria.
Para mi desgracia, llegaron otras personas clientes de mi empresa y esto se alargó.
Cuando llegué a la casa eran las 11:00, ya todo estaba en silencio, fui al cuarto de mi hija y allí estaba Valeria durmiendo.
Maldije mi suerte.
Me fui resignado a mi habitación, estuve viendo televisión durante un rato y ya casi me estaba durmiendo.
Cuando de repente que tocan a mi puerta!, me levanté como un rayo y abrí, allí estaba Valeria con su carita de ángel.
-Te estuve esperando!- me dijo con mucho sueño.
-Perdón linda, es que estuve con unos clientes- contesté y me adelanté a decir: -Pasa adelante!- Valeria se acomodó en la cama, yo me acomodé a su par.
Por el efecto del licor que normalmente desinhibe a las personas, la abracé y busque sus labios y la besé tiernamente, ella no sabia que hacer con mis labios sobre los suyos, primero intentó rechazarme, pero casi de inmediato trató de hacer lo que yo le hacía, de forma torpe sin experiencia.
A continuación le metí la lengua y busque la de ella, ella hizo lo mismo y las puntas se encontraron y friccionaron por un buen rato.
Le quité su vestidito de dormir, no opuso resistencia, le busque su senitos y los mamé delicadamente, ella ronroneaba pura gatita.
A continuación hice lo mismo con sus braguitas, las quité.
Y le busqué su vaginita para mamarla, pero ahora le sujete sus muslos de la entrepierna con las manos, para abrirla a mi antojo.
Le di una chupada de campeonato, con chupones profundos y largos.
Valeria jadeaba con cada chupón que recibía en su cuquita.
Si no hubiera sido por el licor ingerido, creo que no me hubiera animado a hacerle lo que a continuación narraré.
Después de devorarme su coñito y sacarle un rico orgasmo.
Me saqué mis calzones y con el pene en su máxima expresión, le tomé sus delgados tobillos uno con cada mano y le abri sus piernitas, su panochita estaba brillante por la saliva que yo le había depositado encima, le coloqué mi pene entre sus pliegues y lo friccioné contra su rayita, ella quiso zafarse gimiendo, pero la pasión que me invadía no dejó que lo hiciera.
Presioné con mi peso el pene contra su vaginita, mi glande abrió sus pliegues por primera vez y empezó a entrar en su coñito.
Valeria gritó y dijo que no!, yo seguí adelante penetrándola, mi glande ya estaba adentro, hubo un poco de sangrado, era su himen que se había roto.
–Me duele, me duele!!- me decía Valeria.
Yo segui deslizando mi pene hacia dentro de su lindo huequito, además trataba de calmarla diciéndole que ya se le pasaría.
Seguí empujando mi pene hasta que la mayor parte estaba adentro de su panochita.
En ese momento me di cuenta que le estaba haciendo el amor a mi amada, a mi chiquilla, a mi nena.
Ya no me importó nada, seguí cogiendola con movimientos lentos de cadera.
Valeria se iba calmando poco a poco.
Mientras me la cogia, me agachaba para besarle los labios, ella correspondía.
Luego bajaba a sus senos para chupárselos otra vez.
Su coñito era super estrecho como me habia imaginado antes.
Seguí ensartándola con movimientos hacia dentro y hacia fuera de su coñito de forma lenta para que se acostumbrara a tenerla adentro; Valeria tuvo cerrados sus ojitos casi todo el tiempo que la follaba.
De repente, me clava sus uñitas en los costados, era un rico orgasmo que la invadía, más tarde tuvo otro similar.
Sus primeros orgasmos causados por el pene de un hombre.
Varios minutos después, ya no pude aguantar mi venida y saqué mi pene de su vagina y le eché varios chorritos de semen sobre ella, los cuales cayeron en su vientre y sus senos.
Nos quedamos dormidos después de vestirnos.
Al otro día me di cuenta que Valeria caminaba con dificultada, le pregunté sobre esto cuando mi hija no estaba presente, ella me dijo que le dolía mucho su cuquita
Buen relato sigue