Mi pequeña Valeria (historia de amor y sexo)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy Marcelo, ahora de 38 años, pero esto sucedió cuando tenía 33 años. Era viudo hacía tres años, tengo una hija de 13 años, soy de buena complexión física, siempre me ha gustado el deporte. Soy empresario y debo decir que tengo suerte con los negocios, que me ha dado una vida solvente económicamente hablando.
La historia comienza cuando mi hija me presenta a una nueva amiga del colegio, esta niña se llama Valeria, una muñequita de años igual que mi hija, cabello castaño claro, tez blanca, ojos verdes, una carita de angelito triste, con senos casi imperceptibles todavía y nalguitas bien paraditas. Desde el momento que la ví me atrajo.
Debo advertir que nunca había sentido una atracción por niñas en mi vida, mis novias siempre fueron casi de mi edad. Pero Valeria me dio un flechazo en el corazón, fue una atracción sin razón, aun no me lo explico bien. Ella al inicio ni por enterada del sentimiento que me despertó. Valeria llegaba a mi casa los fines de semana invitada por mi hija, eran muy buenas amigas. Casi siempre llegaba los viernes por la noche y se marchaba el domingo por la mañana. Yo intentaba por todos los medios de mezclarme en sus actividades, charlar con ella, de pasarla con ellas todo el tiempo posible. Poco a poco me fui ganando su confianza. La atracción iba en aumento, a veces en mi habitación me ponía a pensar si no tenía algún desajuste emocional por la pérdida de mi esposa. La atracción rápidamente se convirtió en obsesión.
Debo confesar que, en varias ocasiones cuando Valeria se bañaba, yo esperaba impaciente que terminara y entraba para ver si había dejado su ropita interior, varias veces asi ocurrió y tomaba su braguita y la olía en el lugar donde acomodaba su cuquita. Luego me arrepentía de lo que había hecho.
De noche normalmente veíamos tv juntos en mi habitación, debido a que yo tenía el televisor más grande con Direct tv; mi hija y Valeria se ponían cómodas con sus ropas de dormir. Yo no dejaba de observar a Valeria, con un vestido de dormir flojo, y sus braguitas casi perceptibles, sus piecitos blancos con sus tobillos rosados, todo en ella me volvía loco. Mi pene se endurecía por esta chiquilla de 13 años.
En muchas ocasiones ellas se dormían viendo la Tv. En una ocasión yo estaba en medio de ellas, Valeria se quedó a mi lado en posición fetal, voltee a ver a mi hija y estaba completamente dormida al igual que su amiga. Le levanté el vestidito a Valeria para verle sus jóvenes muslos y su calzoncito blanco, mi pene se erectó como muchos años no lo hacía. Con mucho cuidado le acaricié los muslitos con una mano, luego se la pasé también por encima de sus braguitas. Valeria no sintió nada. Varias veces me retiraba al baño para masturbarme. Luego las pasaba cargadas a la cama de la habitación de mi hija.
Lo anterior sucedió varias veces y cada vez iba en aumento mi deseo y obsesión por Valeria. Ahora ya no solo le acariciaba sus muslos y su colita, sino que metía mi mano por su vestido de dormir y le acariciaba sus pequeños senos, no cabe duda que de alguna forma ella lo sentía, ya que a veces se movía en la cama. Asi también con el tiempo, Valeria y yo comenzamos a tener una linda amistad, le gustaba platicar conmigo y contarme de sus cosas.
Los manoseos que le hacía por las noches iban en aumento. Claro que para esto pasaron varios meses. Una de esas noches, llevé a mi hija dormida a su habitación y me quedé solo con Valeria, le acaricie sus muslos y al llegar a su braguita le metí los dedos adentro, por fin toque su coñito, casi no tenia pelitos, jugué un poco con sus rayita y con los pliegues de su cuquita, ella instintivamente cerro sus piernitas y mi mano quedó entre ellas, como mis dedos estaban atrapados entre sus muslos y contra su coñito, los empecé a sobar contra su rayita, en pocos minutos sentí una pequeña humedad que bajaba de su cuquita. Eso me puso muy caliente, tuve que sacarme el pene de mi ropa interior porque me estaba doliendo la presión dentro de ellos. Con cuidado le levante su vestido de dormir hasta que quedaron destapados sus pechitos, los acaricie suavemente y sin reparar me fui hacia ellos y los chupé colocando sus pezoncitos entre mis labios, luego con la punta de mi lengua los recorrí por toda su circunferencia. Valeria se movió contorsionándose en la cama, tuve miedo que se despertara, entonces le compuse su ropita y la llevé a dormir.
Era desesperante esperar dos o tres semanas, para volver a ver a Valeria. Quería sentir su tersa piel y ver su carita que hacia que me temblaran las piernas.
En la siguiente noche, luego de tocarle su panochita y besarle sus senos, me fui a dejarla a la habitación de mi hija, luego regresé a masturbarme en la cama, me la estaba jalando cuando de repente tocan la puerta de mi cuarto. Me oculté el pene parado dentro de mis calzoncillos y bajo las sabanas. –Adelante!- dije con voz grave. Era Valeria!, iba descalza y sin decir palabra alguna se metió en mi cama y se acostó a mi par. Me quedé pensando si a ella le había gustado todo lo que le hacía. Tenia que intentarlo para saber!.
Esperé unos minutos, no sé por qué. Levanté las sabanas de su cuerpito, luego con la punta de mi lengua le recorrí nuevamente sus tersos muslitos, los chupetee como si fueran dulces, luego baje hasta sus pantorillas haciéndole lo mismo, finalmente le tomé un piecito y me lo llevé a la boca. Con la punta de la lengua le lamí sus deditos rosados, por adelante y por atrás, luego los chupé uno por uno, tomé su otro pie y repetí la operación, vi que Valeria levantó su espalda y que me miraba de reojo, yo estaba muy feliz, ella estaba despierta y degustaba lo que le hacía. Además estaba muy excitado para ese momento.
Luego de devorarle los pies, volví a regresar lamiéndola de nuevo, seguí hasta que mi nariz llegó a su panochita, la olí sobre sus braguitas. Lamí sus braguitas cabalmente sobre donde estaba la rayita de su cuquita. La respiración de Valeria aumentó un poco la niña se estaba excitando, posiblemente la primera vez en su vida. Pero quien más excitado estaba era yo.
Con delicadeza le empecé a sacar sus calzoncitos, los saqué por sus tobillos. Su panochita era perfecta, tal y como me la había imaginado en mis sueños. Con un vello púbico escaso de color castaño claro casi imperceptible. Los pliegues de su vaginita eran coloraditos, su vientre era planito. No pude aguantarme mucho tiempo observándola, y me dirigí hacia su cosita, lamí desde su ombligo hacia su panochita, ella instintivamente había cerrado sus piernitas, besándole sus muslos, con un poco de fuerza se las volví a abrir, para luego ingresar con mis labios y lengua y chupar sus pliegues vaginales. Valeria por primera vez gimió con una perrita cuando sintió lo caliente de mi lengua posarse en su rayita. Volvió a intentar cerrar sus piernas, pero yo ya estaba preparado y le tenía la cabeza entre ellas, por lo que no pudo hacerlo.
Seguí chupando todo lo que encontraba entre sus piernas, degusté el sabor de su piel lozana, luego con mis manos suavemente abrí los pliegues de su vaginita y le inserté mi lengua en su interior, busque su pequeño clítoris y con la punta de la lengua lo estimulé varias veces. Valeria movía su traserito y su espalda contra la cama, estaba gozando de este sexo oral, yo veía que se mordía los labios para no gemir y delatar que estaba despierta.
Subí hasta su senos y con cuidado le saqué su vestido de dormir, Valeria quedó completamente desnuda!, como en mis sueños. Me detuve para admirarla. Era bella, era virginal, era fantástica!.
Mamé sus senitos, casi los engulló totalmente, mis succiones sobre ellos eran fuertes, yo estaba muy caliente, ya no me importaba si abría totalmente sus ojitos. Le chupe sus pezones, ella se contorsionó, seguí ahora bajando por su vientre para volver a llegar a su panochita, volví a abrir los pliegues de su vagina y ahora con mucha más pasión y fuerza le mame su coñito con lenguetazos largos y secos.
Valeria instintivamente tomó con sus manitas mis cabellos, flexionó sus rodillas, de modo que su vaginita se abrió en par en par ofreciéndome su frutita completa para seguirla mamando. Valeria ya gemía y jadeaba sin parar, la estaba gozando!. Seguí mamando su panochita hasta que oí y sentí que tuvo un lindo orgasmo que recibí en mi boca. Con la lengua probé una parte de su néctar vaginal. Era amarguito rico. Luego de su orgasmo, Valeria se quedó completamente quieta, estaba cansada. La tapé con las sabanas y me coloqué a su par, los dos desnudos. Era suficiente por hoy pensé. Más tarde le coloque su calzoncitos y su vestidito y la cargue de regreso a su camita. Antes de dejarla en la cama de la habitación de mi hija le di un beso en los labios. De regreso me volé una masturbación monumental.
A los quince días, que sentí como un año. Valeria volvió a llegar a la casa. Esa misma noche le di otra ración de sexo oral, a diferencia de la anterior tuvo dos orgasmos deliciosos. Durante el día siguiente, ella quería estar conmigo todo el tiempo, me abrazaba y me dirigía una mirada coqueta y alegre. Mi hija se molestó por un momento, ya que Valeria prefería estar conmigo que con ella.
La noche siguiente, unos clientes de mi empresa me invitaron a cenar, durante la cual tomamos licor, yo veía el reloj y ya era tarde, yo quería estar en casa para ver a Valeria. Para mi desgracia, llegaron otras personas clientes de mi empresa y esto se alargó. Cuando llegué a la casa eran las 11:00, ya todo estaba en silencio, fui al cuarto de mi hija y allí estaba Valeria durmiendo. Maldije mi suerte. Me fui resignado a mi habitación, estuve viendo televisión durante un rato y ya casi me estaba durmiendo. Cuando de repente que tocan a mi puerta!, me levanté como un rayo y abrí, allí estaba Valeria con su carita de ángel.
-Te estuve esperando!- me dijo con mucho sueño.
-Perdón linda, es que estuve con unos clientes- contesté y me adelanté a decir:
-Pasa adelante!- Valeria se acomodó en la cama, yo me acomodé a su par.
Por el efecto del licor que normalmente desinhibe a las personas, la abracé y busque sus labios y la besé tiernamente, ella no sabia que hacer con mis labios sobre los suyos, primero intentó rechazarme, pero casi de inmediato trató de hacer lo que yo le hacía, de forma torpe sin experiencia. A continuación le metí la lengua y busque la de ella, ella hizo lo mismo y las puntas se encontraron y friccionaron por un buen rato. Le quité su vestidito de dormir, no opuso resistencia, le busque su senitos y los mamé delicadamente, ella ronroneaba pura gatita. A continuación hice lo mismo con sus braguitas, las quité. Y le busqué su vaginita para mamarla, pero ahora le sujete sus muslos de la entrepierna con las manos, para abrirla a mi antojo. Le di una chupada de campeonato, con chupones profundos y largos. Valeria jadeaba con cada chupón que recibía en su cuquita.
Si no hubiera sido por el licor ingerido, creo que no me hubiera animado a hacerle lo que a continuación narraré. Después de devorarme su coñito y sacarle un rico orgasmo. Me saqué mis calzones y con el pene en su máxima expresión, le tomé sus delgados tobillos uno con cada mano y le abri sus piernitas, su panochita estaba brillante por la saliva que yo le había depositado encima, le coloqué mi pene entre sus pliegues y lo friccioné contra su rayita, ella quiso zafarse gimiendo, pero la pasión que me invadía no dejó que lo hiciera. Presioné con mi peso el pene contra su vaginita, mi glande abrió sus pliegues por primera vez y empezó a entrar en su coñito. Valeria gritó y dijo que no!, yo seguí adelante penetrándola, mi glande ya estaba adentro, hubo un poco de sangrado, era su himen que se había roto. –Me duele, me duele!!- me decía Valeria. Yo segui deslizando mi pene hacia dentro de su lindo huequito, además trataba de calmarla diciéndole que ya se le pasaría. Seguí empujando mi pene hasta que la mayor parte estaba adentro de su panochita. En ese momento me di cuenta que le estaba haciendo el amor a mi amada, a mi chiquilla, a mi nena. Ya no me importó nada, seguí cogiendola con movimientos lentos de cadera. Valeria se iba calmando poco a poco.
Mientras me la cogia, me agachaba para besarle los labios, ella correspondía. Luego bajaba a sus senos para chupárselos otra vez. Su coñito era super estrecho como me habia imaginado antes. Seguí ensartándola con movimientos hacia dentro y hacia fuera de su coñito de forma lenta para que se acostumbrara a tenerla adentro; Valeria tuvo cerrados sus ojitos casi todo el tiempo que la follaba. De repente, me clava sus uñitas en los costados, era un rico orgasmo que la invadía, más tarde tuvo otro similar. Sus primeros orgasmos causados por el pene de un hombre.
Varios minutos después, ya no pude aguantar mi venida y saqué mi pene de su vagina y le eché varios chorritos de semen sobre ella, los cuales cayeron en su vientre y sus senos. Nos quedamos dormidos después de vestirnos.
Al otro día me di cuenta que Valeria caminaba con dificultada, le pregunté sobre esto cuando mi hija no estaba presente, ella me dijo que le dolía mucho su cuquita y que aún le salía sangre. Me la llevé al baño, se bajó sus calzones y me enseñó su coñito, era cierto, un hilito de sangre emanaba de su vagina. Me asusté mucho, no sabia que hacer, ló único que hice fue limpiarle la sangre con unos pañuelos desechables.
Este fue el principio de mi desgracia!!
Estando en mi oficina, llegó la policía, tenia una orden de captura contra mi por violación. Alli empezó mi calvario. Estuve en prisión un par de días, hasta que mi abogado consiguió una medida sustitutiva. Recibí una demanda de los padres de Valeria, todo esto se corrió peor que el fuego, mis amigos me censuraron y me abandonaron, casi pierdo mi negocio. Mi hija no quería saber nada de mi y aconsejada se fue con unos parientes. Para todos ellos yo era un monstruo!.
Tuve que cambiar de domicilio a otra ciudad. Trasladé también el negocio. Tenía una restricción de no estar a menos de 50 metros de Valeria, so pena de volver a prisión.
Yo me moría por ver a Valeria y explicarle. Pero no tuve la menor oportunidad, ni siquiera estuvo en las audiencias.
Pasaron dos años de esta pesadilla, fui recuperando poco a poco a mi hija. Mi negocio volvió a prosperar. Aun con todo lo sucedido, tenía la esperanza de intentar comunicarme con Valeria. Lo conseguí a través de una notita que le envié, diciéndole que no creyera lo que decían de mi, que yo lo había hecho por amor, que la amaba, que era lo más lindo que me había pasado en mi vida.
Seis meses más tarde, sonó mi móvil, no podía creerlo era Valeria, hablaba desde el móvil de una compañera. Me preguntó si lo que había pasado era que yo me habia aprovechado de ella.
-No linda, no creas lo que te han dicho, tu y yo lo vivimos, te amo mucho. Eres lo más lindo que me pasó- le contesté casi llorando.
-A mi me dicen que me violaste!-
-No Valeria, no lo creas por favor- -Si esto te ha traído desgracias, perdóname por favor por fijarme en ti, pero no pienses que me aproveché de ti-. contesté
-Tengo que colgar! Adios!- y Valeria colgó
Meses después intenté volver a comunicarme con ella, lo lograba casi cada dos o tres semanas, casi siempre terminábamos llorando cada vez que charlábamos por teléfono. Una de esas veces me preguntó:
-Me amas aún?-
-Más que a mi propia vida, te amo Valeria- pero creo que no vamos a poder estar juntos nunca más-.
Pasaron otras semanas, una de esas llamadas:
-Cómo estas?, espero que bien!- le dije, luego con una voz firme me dijo:
-Estoy saliendo con alguien!- me quedé callado, tragué un poco de saliva antes de contestar, (para ese entonces, Valeria debía tener casi 17 años).
-Me alegro por ti!- me costo decirle.
-El es hijo de unos amigos de mis padres!- agregó
-Qué te ame, que te quiera y te haga feliz es lo más importante!- le contesté. Hubo un silencio.
-Tengo que colgar!- dijo y terminó la llamada.
Lloré amargamente en mi oficina ese y varios días más, pero sabia que no podría ser feliz conmigo bajo las condiciones que se había suscitado, y menos con su violador. Me propuse ya no volverla a llamar o contactar, que siguiera la vida de cada uno.
Me dispuse a viajar bastante, como un remedio para divagar la mente.
En uno de esos viajes, duré fuera como cuatro meses.
Llegué a la oficina pero los recuerdos me invadieron otra vez. Mi conflicto interno era si lo que había hecho era o no deplorable, si le había hecho un daño irreversible a la pequeña y amada Valeria. Eso me mataba.
En la siguiente semana, estaba otra vez con papeleos para irme a Europa a ver una casa que me ofrecían. No sabía nada de Valeria desde unos seis meses atras. Y asi estaba bien.
En eso, mi secretaria abre la puerta y anuncia que alguien quiere verme.
-No quiero recibir a nadie-, le dije, cerró la puerta y se retiró.
En eso que tocan la puerta, abro la misma y allí frente a mi estaba Valeria!!.
Ya era todo una señorita, bella como siempre, su carita estaba cambiada, era mucho más alta, su cuerpo estaba más desarrollado, tenía un lindo busto y unas piernas blancas bien preciosas, lo digo porque llevaba el uniforme del colegio.
Nos abrazamos, lloramos allí abrazados en forma inconsolable. Ya calmados nos sentamos en un sofá que estaba dentro de la oficina. Nos contamos todo lo que sucedió y lo que pasamos. Yo le pedía perdón por todo y Valeria me decía que la culpa había sido de ella por haberles contado a sus padres de su sangrado. Pero había una pregunta que faltaba por hacer:
-Y tu novio?- pregunté, ella me vio directo a los ojos,
-No tengo novio, el que te conté lo corté al otro día que habíamos hablado- me dijo.
Me acerqué y le di un beso profundo. Ella correspondió.
Valeria debía tener en ese momento 18 años. Nos vimos a los ojos y me dijo,
-Quieres hacerme el amor otra vez?-, ya no hubo más palabras.
Nos abrazamos y nos besamos apasionadamente, luego cada quien desvestía al otro, hasta que quedamos completamente desnudos en la oficina, la acosté sobre mi escritorio después de tirar todo lo que estaba encima. Le abrí sus muslos y le mamé, chupé y lamí su vagina ahora más cubierta con pelitos pubicos, ella se retorcía y me pedía que no la dejara de mamar. Su vagina era más desarrollada, más larga, abrí sus pliegues de la vagina como hace casi cinco años, y le pase la lengua por toda su panochita, me comí su clítoris con los labios varias veces, ella gemía y dentro de sus balbuceos me decía que me amaba, que siempre había sido mía, que su cuerpo me pertenecía solo a mi. Yo le devoraba casi literalmente su coñito lleno de sus flujos vaginales.
Yo quería que el mundo se acabara en ese momento, ya no quería saber más. Valeria ya había tenido dos orgasmos allí acostada y el producto de ellos lo saboreaba con mi lengua. Valeria jadeo, gimió y pataleó con cada venida.
Después de darle esa buena mamada de coño, subí a chuparle sus lindos senos ahora de mayor tamaño, unas lindas montañas blancas con preciosos pezones rosados. Metí sus pezones en mi boca y los apreté y lamí con fuerza.
Mientras eso sucedía me acomodé entre sus piernas, ella acostada en el escritorio con su trasero en la orilla y yo parado frente a ella. Puse mi pene erguido al máximo, en la entrada de su vagina, la penetré lentamente, mientras ella intentaba abrazarse a mí gimiendo. Me dijo que había soñado este encuentro por muchas noches. La seguí empujando, hasta que mi pene se deslizó entre sus húmedas paredes vaginales y en unos instantes estuvo hasta lo más profundo de su coñito.
Nos movimos rítmicamente por varios minutos gozando a plenitud del sexo. Los dos gemimos, jadeamos, nos decíamos palabras de amor, nos besamos, la penetraba sin cesar. Hasta que estuve por venirme, quise desprenderme de su vagina, pero ella no quiso. –Quiero que termines dentro de mi!-, me dijo. Le solté un chorro de semen caliente en el interior de su vagina, Valeria también llegó a un orgasmo y nuestros líquidos se entremezclaron dentro de su coñito. A pesar de estar cansados queríamos más.
Sin perder tiempo la llevé al sofá y le pedí que se sentara sobre mi pene frente a mi, con las piernas abiertas. Lo hizo se subió en mi y se incrustó mi pene hasta el fondo de su lubricada vagina, sus senos me quedaron cerca de la boca por lo que aproveché a mamarlos de nuevo mientras ella daba cintura, moviéndose frenéticamente sobre mi pene. Cogimos rico, mientras nos besábamos en todos lados. Estuvimos varios minutos asi, amándonos!, luego aceleramos el ritmo, yo la tomaba por las nalgas y la follaba duro y profundo. Ella mordía mis hombros y mi cuello, el clímax estaba por llegar, yo quería que llegáramos juntos, así que aumenté el ritmo y ella me siguió, entre jadeos y convulsiones tuvimos un orgasmo brutal juntos. Espasmos eléctricos nos invadieron, soltamos nuestros líquidos sexuales y nos quedamos abrazados hasta que echamos la última gota. Aun desnudos en el sofá, platicamos varios minutos, el tiempo no se sentía estando con ella. Finalmente juramos que nos volveríamos a ver.
Y asi fue, nos hemos visto en secreto varias veces y siempre terminamos haciendo el amor. Hace como dos semanas le pedí que fuera mi esposa y aceptó. Como lo tomaran los demás, no lo sé aún, de hecho no me importa.
FIN.
Muy rico tu relato está situación prohibida lo hace más placentero cuando una nena contenta diferencia de edad se vuelve tu atraccion u obsesión no hay vuelta atrás en cada oportunidad