Mi Prima, La Tentación Andante
Como mi pequeña prima me llevó a forzarla.
Lo que voy a relatar pueden tomarlo como realidad o el invento de un pervertido, pero quiero relatar la imagen y las secuencias de imágenes que vienen en forma de sueños o recuerdos a mi mente. Mi prima, a la que llamare Ilse, diez o doce años menor que yo (Ustedes decidan la edad como mayor placer les provoque), comienza a hacer un juego bastante interesante a corta edad, casi tres años duro el jueguito hasta que ya no lo aguante, Ilse sale del baño, recién bañada, con aroma a jaboncito (Camay, Palmolive o Maja), envuelta en una toalla, al llegar a donde estoy, una sala de lectura, los cuartos o habitaciones al rededor de dicha sala, ella se pone frente a mi, se abre la toalla, se da vuelta enseguida y baila y canta pícaramente «No me ves, primo, no me ves», se va bailando, cantando y contoneándose como gusano a su cuarto a vestirse, yo me quedo con cara de «¿Qué pedo con mi primita?» y mi tía, esposa de un hermano de mi madre y mamá de Ilse, me mira con una sonrisa entre burlona y estupefacta, yo sólo sonrío y sigo en mi lectura; el juego antes descrito se repite cada vez que estoy en dicha sala, a veces diario, mi edad aproximada en esa época es de 18 años.
Así, cada periodo vacacional (Ellos no viven aquí en provincia, venían de la ciudad), se repite el juego; las primeras veces era hasta cierto punto simpático ver a una chiquilla flaquita, apenas creciendo en altura, moverse como gusano detrás de una toalla, pero al ver la situación repetirse en cada visita, casi diario mientras dura la visita, se vuelve tedioso y harta, por qué las miradas burlonas de mi tía, de mis otras tías y otros tíos, de mis demás primos al ver a la mocosita provocándome, me hacían sentir impotente y enojado; y así, llegamos al periodo vacacional de verano del año en el que cumplí veinte, llegaron un día por la tarde, casi noche, cenaron, se metieron al cuarto asignado por mi abuelo para las visitas, al día siguiente me levante tarde, desayune, y me subí a la segunda sala, esa que era sala de lectura, mi tía llego con gemelos de meses, así que bañan a Ilse y la mandan a vestirse al cuarto, sube, me ve sentado en el sillón de tres plazas leyendo, se pone enfrente, se abre la toalla, se gira y comienza en baile y el cantadito, pero esta vez no hay nadie ahí, sólo ella y yo, comienza a caminar contoneándose para irse, vi mi oportunidad, me levanto, la alcanzo y le tomo una mano, le doy la vuelta y mirándola severamente a los ojos le pregunto «¿Qué te veo?», ella abre sus ojos como platos, se queda muda, y yo nuevamente: ¿Que te veo? ¿Chiches? No tienes, le digo mientras tomo entre mi pulgar y mi índice un pezoncito, ni siquiera piquetes de mosco aún, pellizcándolo, ¿Pelos? Tampoco tienes, soltando su pezón, meto la mano en su entrepierna, lisita, cerradita. Ella sólo dice «No primo, no primo», sujeta de la mano la llevo a una mesa que se usaba para acomodar ropa de cama, la subo, la siento en el borde: «Veamos si por lo menos la verijita ya te huele a verija o aún huele a orincitos» le digo, la abro de piernas, ella quieta sigue diciendo «No primo» en voz cada vez mas baja, paso mi nariz por su raja, la olisqueo, y ese aroma a panochita de nena y jabón de tocador me termina de dar la punzada determinante en la verga, ahora bien erecta que la presión de las telas del pantalón y la truza lastiman, clavo mi cabeza en esa rajita cerrada, la lamo, mientras mis manos liberan mi miembro bien erecto y lagrimeánte ya, paso mi lengua por toda la linea virgen y sin vellos aún de Ilse, ella sigue diciendo «No primo» pero con cada lamida, su voz se vuelve jadeante, pego mi boca y chupeteo con fuerza los delgados labios menores que se asoman por primera vez, saco toda mi lengua y la pego en su gruta, salada, dulce, deliciosa, mi mano se mueve en mi miembro, masturbando con cierta furia, no lo pienso, me separo de su rajadita y la jalo más a la orilla de la mesa, le pongo la punta en la entrada, su pequeño clítoris asomadito después de haberle mamado su panochita, le doy un empujón, ella intenta gritar, yo le tapo la boca, ella me mira con sus ojos llorozos, yo vuelvo a embestir, mi glande entra en medio de sus labios, abriendo por vez primera esa fundita, sigo enpujando hasta que ella se crispa y sé que estoy siendo detenido por su himen, me qued quieto, ella e mira a los ojos y es cuando decido dar el empujón final, entro profundo, siento como se enfunda mi verga en su verijita, ella sólo solloza, me quedo quieto, sintiéndome abrazado por la calidez de su funda recién usada, quito mi mano de su boca y ella me enlaza el cuello con sus brazos, me atrae, me besa con una lujuria extraña y qué, al menos yo, no sabia que podia expresar una chiquilla, comienzo a mverme, ella comienza a gemir y suspirar, suavecito, quedito, siento como me aprieta la verga con su funda, la llevo al aire, tomando sus piernas en mi brazos, sus manos sosteniéndose de mis hombros y cuello, siento como se crispa, como arquea su cuerpo y como sus paredes me aprietan, no me contengo y suelto la carga de leche dentro de ella, me quedo ahí parado hasta que se pasa la sensación de trabado en mis piernas y mi verga se deshincha dentro de Ilse, la suelto, la pongo en el piso, ella mira mi miembro ahora flacido, brillando de sus jugos y escurriendo un poco de leche, lo toma en una manita y le da un apretón, entre juguetón y enojada, me subo la truza y el pantalón, la llevo al cuarto donde deberia de haber ido a vestirse y la ayudo a vestirse rapido, para que no manche sus calzoncitos con sangre y leche, le pongo una toalla femenina, ella sonrie cuando salimos de regreso a la sala, se sienta junto a mi, me besa y me dice: «Ahora soy tu esposa y quiero que me vuelvas a amar así rico, primo».
Después contare otras situaciones, con otras primas, con mi tía mamá de Ilse, con la hermana de esa tía, sobrinas y más travesuras que hoy me hacen recordar ricamente mi época de juventud, adultez y parte de mi madurez.
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