Mi primer hombre era casado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi madre fue una mujer que trabajó toda su vida desde pequeña, era la sirvienta de una casa de una familia pudiente o rica. Alli trabajó por casi 20 años hasta que se retiró. Yo desde muy pequeña (7 u 8 años) me recuerdo que en el tiempo de vacaciones de la escuela, ella me llevaba en ocasiones a donde trabajaba, siempre me decía que no molestara y no tocara nada, pues sus patrones eran muy delicados.
Fue pasando el tiempo y fui creciendo. Cumpli mis 14 años, era una adolescente de talla muy pequeña, media 1.50 mt, morenita casi prietita, delgadita, mis bubis (senos) eran dos conos pequeños que terminaban en un pezón carnoso oscuro, pero como buena morena mis nalgas eran amplias y prominentes, además para ser morena mis ojos eran color miel. Siempre fui despierta para el sexo, con mis amigas veíamos revistas pornográficas muy explicitas (en ese entonces el internet aún no se conocía muy bien), también mis amigas me contaban sus aventuras con sus novios o con sus primos, como cachondeaban y tenían relaciones, yo me mojaba solo de oírlas y muchas veces me imaginé estar en su lugar. Creo que yo era la única de ellas que era virgen aún a los 14 años, pero les mentía y me inventaba que ya no lo era y de aventuras con mis primos que nunca tuve.
En esas vacaciones de 1996, acompañé a mi madre varias veces a su trabajo, en una de esas veces yo llevaba una falda jeans cortita, una blusa pegadita a mi torso delgado. En la entrada nos encontramos a don Alfredo, ahora era el patrón, era un hombre de unos 40 años, bastante atractivo y de buen ver, hijo del dueño de todo quien se había retirado y vivía en otro lugar. Mi madre me presentó con él, yo solo lo había visto de lejos, pues los patrones no charlaban mucho con el personal de servicio. El señor me sonrió y me dijo que era una chica bonita, que era una princesa, eso me hizo sentir bien, pues a mi edad la vanidad era importante. El señor no dejó de tomarme de la mano y me hizo dar una vuelta para verme bien. Luego durante la mañana lo vi varias veces pasar por alli donde yo estaba (en la cocina, en el enorme patio), no me quitaba la vista de encima, sobre todo de mi traserito paradito. Durante esa precisa mañana mandó a llamar a mi madre y algo le dijo, luego ella me lo compartió de regreso a casa, me dijo que don Alfredo le había propuesto un trabajo para mi en la casa durante las vacaciones, yo sería la encargada de mantener su estudio (lugar donde trabajaba en casa) limpio y ordenado, atender las llamadas del teléfono que tiene alli y apuntar los recados. La paga era muy buena para ese tiempo. Mi madre contenta estuvo de acuerdo en que trabajara para esas vacaciones pues el dinero se necesitaba en casa.
Asi que pronto empecé a trabajar con él, en los primeros días yo notaba que siempre me veía las piernas, y la verdad es que yo tenía más faldas y vestidos que pantalones, y mis faldas y vestidos eran cortitos, no porque asi los escogiera, sino porque yo crecía y mi ropa no, y no cambiaba mi guardaropa muy seguido por que en realidad éramos económicamente pobres. Como dije Don Alfredo no perdía tiempo en verme las piernas y mi redondo trasero y tal vez algo más. Yo con todo lo que mis amigas me contaban, sus aventuras amorosas y chismes colorados, me ponía muy cachonda en ocasiones y aveces me sentaba mal para ofrecerle a Don Alfredo algo más que ver, y puedo decirles que me vio las bragas más de una vez en un día normal, yo veía que el se emocionaba viéndome mis partes, él fue tomando confianza y cuando yo estaba volteada me nalgueaba y se sonreía, me decía que estaba muy buenorra. Al principio eso me molestaba, pero luego era parte de nuestro juego secreto. Asi que el fue tomando confianza y yo lo dejaba hasta cierto alcance.
En uno de esos días, yo estaba sentada escribiendo en su escritorio, no se si el botó a propósito algo y se agacho para recogerlo, yo vi que el tardó un tiempo en recogerlo, estaba agachado, pero la verdad era que estaba en suelo viéndome las piernas, eso lejos de ponerme incomoda me puso caliente, yo fui abriendo las piernas y le dejé una vista de mis braguitas, pasaron los segundos y el no aparecía en su cómoda silla, luego senti su aliento cerca entre mis piernas, don Alfredo se estaba acercando a mis muslos, parecía que estaba oliendo mi chuchita, luego no lo sentí y lo vi aparecer en su silla, diciendo que no encontraba lo que había botado. Nunca me había pasado algo parecido, esa noche me toqué mi chuchita pensando en don Alfredo oliendo mi chuchita, como dije era un hombre maduro muy guapo.
Las cosas fueron poniéndose más cachondas entre Don Alfredo y yo. A los dos o tres días, cometí un error en algo que ya no recuerdo, y el molesto, cerró la puerta del estudio y se sentó en un cómodo sofá que tenía dentro de su estudio, me dijo como ordenándome que me acostara sobre sus piernas que me daría una zurra por mi error, yo me reí y le seguí su juego, me puse boca abajo sobre sus piernas a lo largo del sofá como me indicó. El empezó como darme una tunda con la mano pegándome en las nalgas, no lo hacia fuerte, eso ocasionó risas los dos, pero fui sintiendo que sus golpes se convertían en caricias en mis nalgas, luego levantó mi falda y quedaron al aire mis nalgas, el siguió entre pegandome y acariciando mi trasero, me dijo varias veces que era bello, yo intenté ponerme de pie pues creí que debía terminar el juego, pero él me lo impidió, me siguió acariciando mis nalgas, sus dedos y palma de la mano la metía entre mis nalgas presionándome la chuchita sobre mi braguita, -ay don Alfredo, que me hace??-. le decía yo.
-Solo te estoy castigando Anita, eres una buena niñita muy mala!- me decía don Alfredo.
Sus hábiles dedos se entremetían por la rayita entre mis nalgas y pasaban sobre mi braguita presionando y acariciando mi ano y mi chuchita, unas vibraciones recorrieron mi colita, mi espalda y mi cabeza, sentí unas cosquillas, pero no eran las cosquillas normales, realmente me estaba excitando como cuando yo me toco mi chuchita por las noches. Don Alfredo estaba también excitado se notaba en su respiración, hizo a un lado mi braga y la yema de sus dedos ahora rozaban piel a piel mi ojete de culito y sus dedos se mezclaban con los vellos púbicos de mi panochita. Se puso a acariciar delicadamente mis labios vaginales, yo sentía que la cabeza me pesaba mucho, sentía placer al sentir sus gruesos dedos rozándome mis partes íntimas, me daba circulitos alrededor de mi ano y luego lo frotaba, y se dirigía a mi panochita donde sus dedos jugaban con los pliegues de mi vagina, yo comencé a gemir pues no podía contenerme más.
Entonces Don Alfredo me sacó mis bragas totalmente y siguió frotando sus dedos mis partes íntimas y no pude evitar mojarme, yo podía oir su respiración profunda estaba acelerado como yo, en eso el trató me hundir uno de sus dedos en mi chuchita, inmediatamente yo grité, el entendió y como debió sentir mi himen topar con su dedo lo retiró rápido, asi que don Alfredo en vez de eso se puso a darme besos en mis nalgas, luego se convirtieron en besos más lengua y después sentí como sus manos abrían mis nalgas y su lengua pasaba sobre el ojete de mi culito, eso me arrancó gemidos de gusto, estaba yo siendo devorada del culo por primera vez en mi vida y mi devorador era un hombre de mucha experiencia, tuve mi primer orgasmo recibiendo sexo oral en mi ojete.
Pero no terminó alli, don Alfredo abrió más mis nalguitas y separando mis piernas metió bien su rostro entre mis nalgas para alcanzar con su lengua mi chuchita que ya estaba hecha una sopa, me lamió ahora toda mi chuchita, su lengua pasaba por todos los lados y sus labios en ocasiones atrapaban mis labios vaginales, mientras lo hacía sus dedos jugaban con mi redondo culito y en pocos minutos me sacó un segundo orgasmo, yo estaba toda mojada y no dejé de gimotear por un segundo, estaba agotada, luego él me dejó descansando sobre el sofá no si antes colocarme mis braguitas, como si nada el regresó a su escritorio a seguir trabajando. Yo me fui levantando poco a poco del sofá, me sentía avergonzada, con sentimiento de culpa por haberme dejado hacer todo eso, a don Alfredo no le causó sorpresa nada, de hecho ni habló de eso en el resto del día, y creo que para mi que fue lo mejor. Tampoco dije nada a nadie.
A partir de alli don Alfredo, como un hombre ya vivido, me dio un trato especial, me hizo sentir especial, y yo en los siguientes días también sentí algo por él, como si fuera algo paterno. Los días pasaban y ahora Don Alfredo cerraba la puerta y me tomaba de las manos me sentaba en el escritorio y me decía cosas lindas, me emocionaba y terminábamos besándonos ardientemente, más adelante me pedía subirme a su escritorio a horcajadas, luego se ponía atras de mi, me levantaba la falda y se ponía besarme y chuparme las nalgas, después de ponerme excitadísima, me bajaba las bragas para lamerme la panochita y mi ojete del culo, me decía que nunca en su vida había probado algo virgen como mis dos cositas, me arrancaba gritos de placer, me hacia acabar hasta tres veces en cada sesión, las cuales duraban entre 30 o 40 minutos cada una, terminaba agotadisima, pero me gustaba como me lo hacía él, mi madre al final del día me decia que me veía cansada y era cierto.
Don Alfredo siguió haciéndomelo ( sexo oral) casi todos los días, yo era su juguetito sexual y la verdad para que decir mentiras, me gustaba lo que me hacía, también nos besábamos mucho y con todo eso llegaron los regalitos, él me compraba muchas cosas, cosas que nunca tuve, anillos, cadenas, walkman, dinero, casi todos los días me sorprendía con algo, todo eso lo guardaba para que mi madre no los viera. Luego días después, durante un nuevo encuentro, vi que el se mojó los pantalones, luego él me dijo que si quería hacerle algo a él para que gozara igual que yo, yo le dije que si, entonces él se sacó la verga que era larga y gruesa y me dijo que me la metiera en la boca y que se la chupara, le dije que no sabía como hacerlo, el me puso hincada y sacándosela me fue enseñando, la metía en mi boca y decía que la chupara, luego yo la lamía por todo lo largo y la volvía a tragar, vi como don Alfredo hacia gestos mientras se la comía, me sentí bien dándole placer y no solo recibiendo, pude sentir más de una vez como escapaban gotas de algo liquido de su verga, definitivamente era semen y yo las tragaba sin pensarlo.
Recuerdo que él me volvió una experta mamadora de su verga, y fui aprendiendo pues al principio nunca se corría, pero conforme pasaban los días, ahora siempre lo hice correrse y él casi siempre quería terminar en mi boca, podía sentir su liquido salir de la punta de su verga e inundarme la boca, él me pedía que lo tragara y yo lo hacía.
Y asi llegó la siguiente semana, ahora don Alfredo me insinuaba a cada momento que quería ser mi primer hombre y que ya me hubiera hecho suya, pero que no quería hacerlo sin mi consentimiento, asi que todos los días insistía que quería hacerme el amor, yo no contestaba ni si ni no. En uno de los días que hicimos sexo oral, yo estaba tan excitada tuve dos orgasmos casi consecutivos y me lo preguntó de nuevo, él en ese momento frotaba su dura verga contra mi panochita, la frotaba también sobre mi clitoris, yo estaba tan excitada que le respondí que me la metiera, él no perdió tiempo y tomando su verga me perforó por primera vez mi vagina, sentí que se rompía algo dentro de mi, no sangré nada, pero si sentí un dolor agudo al inicio, pero conforme pasaban los minutos iba desapareciendo y se convertía en el placer más grande que hubiera sentido a mi corta edad. A la vez él me decía palabras dulces y tiernas.
Don Alfredo me penetró con mucha delicadeza y experiencia, él sabía que debía ser paciente conmigo, me fue penetrando lentamente, poco a poco, su dura carne fue entrando en mi estrecha cavidad, cada vez se deslizaba más profundo en mis entrañas, yo gemía más y más, luego él levantó mis piernas a la altura de su pecho y con eso empujó un poco más hasta metérmela casi toda, luego se comenzó a mover adentro y afuera de mi panochita, eso me volvió loca, cerré los ojos y me dedique solo a sentir y gozar mi desfloración. Don Alfredo me quitó los zapatitos y se puso a lamer mis pies y los deditos de mis pies mientras metia y sacaba su verga de mi chuchita.
Luego de un rato el fue acomodándose encima de mi, busco mis senos, levantándome la blusa me mamó los pezones que ya tenía hinchaditos, mientras no dejaba de cogerme. Pronto estallé de nuevo en un nuevo orgasmo esta vez el primero de mi vida causado por un pene adentro de mi vagina. Pensé que sería algo de pocos minutos, pero don Alfredo, con mucha experiencia alargó lo que pudo. Primero cambiamos de posicion, ahora quería que montara sentada sobre su verga estando él también sentado en el sofá, de frente cada uno. Me ensarté en su verga y la sentí muy profundamente en mi chuchita, el me chupaba los senos y los pezones, de pronto la cabeza de daba vueltas, hasta ese día supe que yo podía tener varios orgasmos en una sola sesión, según el me aseguró y que comprobé más tarde. Pero en ese momento no sabía si gritar, llorar o chillar, era una supervenida, casi le muerdo el hombro de la pasión y el placer que sentía. En los siguientes minutos sentí algo caliente dentro de mi chuchita, era su semen caliente que inundaba mi interior. No se cómo no quedé preñada en esa ocasión, pero definitivamente no era mi tiempo de ovulación.
Para mi fue algo impactante mi primera relación sexual. Casi no almorcé ni cené ese día, al otro no quería siquiera que don Alfredo me tocara. Pasé asi al menos una semana. Pero con su experiencia él me fue hablando bonito de nuestra experiencia y me consoló, sobre todo porque yo sabía que el era casado y que obviamente no era ni sería mi pareja. A la semana casi exacta el me abrazó me habló bonito y volvimos a tener relaciones sexuales, esa vez pidió permiso a mi madre para llevarme a tomar un helado, pero no era asi, me llevó a un lugar que era una habitación solo para nosotros dos, alli nos desnudamos juntos, nos besamos y me hizo el amor por segunda vez.
No puedo decir que la primera vez no la gocé, pero ésta segunda vez fue definitivamente la mejor, don Alfredo como siempre me comió toda la panochita y el culito, luego yo le chupé su verga, después el fue colocándome para que nos comiéramos al mismo tiempo, en forma invertida. Luego me penetró y se puso a cogerme de forma salvaje, fuerte, me fue poniendo en varias posiciones para penetrarme, me puse encima de él, luego me puso a estilo perruno, recuerdo que la gozaba mucho, yo no quería que terminara ese encuentro sexual, no quería salir de la habitación, quería quedarme con él y joder todo el tiempo posible, pero termina el sueño y comienza la realidad.
Los siguientes días ahora soy yo la que lo busco, me meto abajo del escritorio donde él esta sentado le bajo el cierre del pantalón y me pongo a mamarle su verga hasta hacerlo correr, no dejo nada de su corrida. Pero como dije termina el sueño, un día llegué a su casa y él no se apareció todo el día, luego otro día igual, pregunté a mi madre por él, me dijo que andaba de viaje.
Vino la época escolar de nuevo y ya no vi a don Alfredo. A las siguientes vacaciones yo ya tenía quince años, le dije a mi madre que le preguntara a don Alfredo si quería que lo ayudara en esos meses, creí que me mandaría a decir que si, no fue asi. Solo me quedan los recuerdos, en ocasiones he tenido sueños húmedos pensando en esos días y hasta lo he entendido.
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