Mi primera vez con mi padrastro – 1ra parte:
Yo tenía 4 añitos cuando conocí a Roberto….
Yo no tenía ni un año de edad cuando fui adoptada por Isabel y Alejandro, dos jóvenes de 18 y 26 años respectivamente. Todo marchaba bien pero a Alejandro, en el fondo, no le gustaba la idea de tener un hijo, ya que estaba acostumbrado a coger con Isabel todas las noches y sin interrupciones. Mi presencia en la casa hacía las cosas un poco difíciles, y ese fue el motivo por el cual terminaron separándose en menos de un año.
Al cabo de tres años, Isabel conoció a Roberto un joven de 18 años, alto (1.80 m), moreno, corpulento y bien parecido. Roberto había decidido mantener una relación con mi madrastra que para ese entonces ya tenía 22 años.
Yo tenía 4 añitos cuando conocí a Roberto, quien había decidido también adoptarme y ser mi nuevo padrastro. Al parecer todo iba bien, hasta que un día Roberto descubrió a Isabel haciendo un trío con Alejandro y otro hombre en su propia cama. Mi padrastro no pudo perdonarla. Se separaron. Y ella le dejó toda mi custodia a él.
Pasaron semanas en las cuales mi padrastro tomaba para superarla. Incluso varios días faltó a su trabajo. Parecía que todo había acabado para él. Hasta que una noche, llegó un hombre a la casa acompañado de una niña de más o menos 10 años. La llevaron al cuarto de mi padrastro y como la puerta estaba abierta, pude ver sin que se dieran cuenta, como esa niña delgada, blanquita y rubia estaba sentada en medio de los dos, totalmente desnuda. El otro hombre parecía de unos 28 años y era casi tan alto como mi padrastro (1.78 m), blanco, robusto y muy velludo. Ambos acariciaban los pechitos y la entrepierna de esa niña con sus enormes manos de macho. Pude notar que ellos tenían una durísima erección bajo sus jeans. Mi padrastro le besaba la boca y el otro hombre le lamía y mordía sus diminutos pezones. Luego ambos dirigieron las manos de aquella niña a sus enormes bultos y le hacían tocar y agarrar sus paquetes. Lentamente se desabrocharon y bajaron el cierre de su pantalón y pusieron las manos de esa niña en sus vergas. Por primera vez pude ver la verga de mi padrastro que más tarde supe que medía 19cm, negra, gruesa. Y la del otro hombre 17cm, aún más gruesa que la de mi padrastro. Ambas durísimas, chorreando líquido pre-seminal.
Al parecer ella sabía lo que tenía que hacer, pues comenzó a masturbar a mi padrastro y a ese otro hombre con sus pequeñas manos que apenas podían con semejantes garrotes. Entonces el desconocido hombre dijo: anda putita, enséñale lo que sabes. Y de inmediato ella se arrodilló frente a mi padrastro y comenzó a lamer y a tragarse todo el líquido pre-seminal que brillaba en la cabeza de su verga. Lentamente comenzó a meterse toda esa gruesa cabeza en su boca. Bajaba y subía apretando con sus tiernos labios, haciéndole retorcerse a mi padrastro que no dejaba de jadear:
– Roberto: Oooh síí!, aaaah!, qué rííco!!. Te gusta?
– Niña: Mmmm sí!
El otro hombre abrió con sus enormes manos las nalguitas de aquella niña y empezó a lamer toda su pequeña vagina y su culito como un oso hambriento.
– Niña: Aaaah!!, aay!, aaah!!
– Roberto: Chuupa puta!
– Niña: Mmmm!!, mmm!!
– Roberto: Uuuy!!, sííí!!, qué rííííco!!, aaaaah!!, aaaaaaah!!
Mi padrastro le llenó de leche toda la boca mientras el otro no dejaba de meterle la lengua por su tierna vagina.
– Hombre: No me digas que ya te veniste? Ja! ja!
– Roberto: Nunca había probado una boquita tan rica!
– Hombre: Ahora me toca a mí!. Mámame la verga putita!
– Niña: Sí papi!
La niña se metía toda esa gruesa verga del otro hombre por la boca, mientras mi padrastro observaba y la manoseaba por detrás. Roberto le metía dos de sus gruesos dedos en su pequeña vagina. Ella gemía, pero la durísima verga del otro adulto atorándose en su garganta le impedía ser entendida.
– Hombre: Oooooh!!, ss!, aaaah!!, sss!, uuuuy!!. Qué puta eres!!!.
– Niña: Mmmm!!, mmm!!!, mmmmm!!!
– Hombre: Si quieres espera un rato mientras se la clavo primero!
– Roberto: No!, ya pagué por esto y quiero el servicio completo!. Además ya me la puso dura otra vez!!
Mi padrastro ya arrodillado se acomodó y puso su negra verga en medio de los pequeños labios vaginales de esa blanquita niña, e intentó metérsela suavemente para que no grite. Pero la niña gritó. Entonces el otro hombre la agarró fuertemente de los cabellos con sus enormes manos y la obligó a atragantarse con su durísima verga:
– Roberto: Ooooooh!!!, síííí!!!, quéé ríííííco!!!
– Niña: Mmmmmmh!!!, mmmmmmh!!!
– Roberto: Quééé apretadiiiiita la tieeeene!!!
La pequeña vagina de esa niña estaba aguantando la durísima verga gruesa de mi padrastro. La penetraba con fuerza. Por su parte a ella, hasta le salían lágrimas de los ojos por tragarse toda la gruesísima verga del otro hombre a la vez.
Ambos la agarraban con fuerza, con sus fuertes manos de machos. Al parecer ella intentaba zafarse, le dolía, pero a ellos no parecía importarles. De repente mi padrastro se detuvo. Pude ver que quería metérsela por el culo. La niña se resistía, pero con un duro movimiento y agarrándola fuertemente de las caderas, la gruesa verga de mi padrastro entró en ese pequeño culito. La niña no dejaba de retorcerse y de quejarse:
– Roberto: Oooooooh!!!, síííí!!!, quééé rííííco cuulo cabróon!!!, aaaaaah!!!, sss! quééé rííííííco!!!
– Niña: Aaaaaaaaahh!!!!!. aaaaaaaahh!!!!!, noooooo!!!, me dueleeeee!!!!, aaaaaaaah!!!
– Hombre: Esto querías puta!!, no grites!!. Chupa!!!
– Niña: Aaaaaaaaay!!!, nooooo!!!, aaaammmm!!!, mmmmmm!!!
Las enormes manos de mi padrastro apretaban ferozmente las pequeñas caderas de aquella niña. Ambos la estaban violando salvajemente. Finalmente Roberto no aguanto más y soltó varios chorros de semen dentro del culito de la pequeña rubia. Y el otro hombre también le soltó varios chorros en la boca, llenándole también de leche.
Para ese entonces yo no entendía nada de lo que había visto, pero me había excitado por primera vez. A la mañana siguiente mientras mi padrastro se encontraba en su trabajo, descubrí unas películas porno y unos juguetes sexuales que se los había vendido ese hombre.
Continuará….
Hola, bue relato, promete mucho, pero no lo dejes inconcluso, sigue contando.
Que suerte esa nena